Recomiendo:
2

Honduras

El Banco Central debe sacar el «agua» de la política cambiaria

Fuentes: Rebelión [Fuente de la imagen: Procesodigital.hn]

Honduras mantuvo hasta marzo de 1990 una paridad fija en el tipo de cambio de 2 lempiras por un 1 dólaramericano. Entre 1982-1989, el Banco Central institucionalizó un  mecanismo para compensar  el efecto negativo de la  tasa de cambio  sobrevaluada en los exportadores y la vigencia de una mercado negro de las divisas, pero la  presión  por devaluar aumentó. El gobierno de José Azcona (1986-1989) mantuvo el compromiso de facilitar el acceso a divisas para  los  importadores por esencialidades  y recompensar, en parte,  a los exportadores por la no devaluación, pero la presión externa no se pudo aguantar, y al final Honduras fue declarada  inelegible para préstamos por la banca internacional.

La devaluación a inicios del gobierno de Rafael Leonardo Callejas (1990-1993),  fue de 100%, de 4 lempiras por 1 dólaramericano. Se pensó que la economía aguantaría una liberalización total de la tasa de cambio, lo cual no sucedió por el incremento  de precios y presión de población con renta fija y los importadores, al aumentar el deterioro de los salarios y el costo de los productos externos  que deberían pagarse con dólares americanos.

En el gobierno Carlos Roberto Reina (1994-1997) se aprobó el mecanismo de subasta de divisas, no solo para institucionalizar una regulación del mercado cambiario, también para evitar la especulación y hacer más equitativo el acceso a divisas para los demandantes, sean importadores de bienes, bancos y público en general.  Se mantuvo vigente por más de 25 años, y el grado de ajuste en la tasa de cambio fue marginal y aceptado por los agentes económicos, oponiéndose un grupo de exportadores y banqueros que miraban y siguen viendo un negocio grande el control de las divisas sin participación del banco central.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ejerció presión a los gobiernos, incluyendo al de Manuel Zelaya Rosales ( 2006-junio 2009), no solo para liberalizar el mercado cambiario, sino también  para destrabar al Banco Central de las decisiones del Ejecutivo; o sea una autonomía plena, lo cual no se logró. Es de esperar que siga insistiendo  en ello, aun cuando la decisión de las autoridades de gobierno de  Xiomara Castro se mantiene firme: El BCH es parte del gobierno y sus funcionarios son nombrados por éste (idealmente con la formación académica requerida  y méritos suficientes), y sus recursos pueden y deben estar a disposiciones para enfrentar problemas de atrasos en los pagos de la deuda externa y cubrir desequilibrios financieros.

En la tradición monetarista ortodoxa, esta no es una política monetaria sana, ya que, un último impacto negativo visible, se observa en una caída de las reservas internacionales, evidente en  ausencia de créditos multilaterales y de la banca internacional, sumada a bajas tasas de crecimiento de las exportaciones y remesas.

Después del golpe de Estado (junio-2009), en el gobierno del Presidente Porfirio Lobo Sosa (2010-2013), se flexibilizó el mecanismo de subasta de divisas, lo que permitió que el porcentaje de devaluación del lempira frente al dólar aumentara, y fuera evidente el interés de los exportadores y bancos por controlar el mercado cambiario. Si el Partido Libertad y Refundación (LIBRE) hubiera perdido las elecciones,  una parte de estos agentes cambiarios y económicos tuvieran  un control total más visible del mercado de divisas y el BCH se hubiera destrabado del Ejecutivo, en tanto ya estaba redactada la Ley de Autonomía del Banco Central; avalada en un 100% por el FMI. Es decir, los gobiernos del Juan Orlando Hernández (JOH), ya que gobernó  dos veces (2014-2017 y 2018-2021), fueron  los mejores alumnos del FMI y sus acciones tomadas en materia de política cambiaria aplaudidas.

En el primer año de gobierno de la presidenta Xiomara Castro, se cerró con una inflación de 9.8%, aunque se pronosticaba entre 13% y 15%. No obstante, era evidente que las presiones inflacionarias (empuje de costos) seguían vigente, y, frente a la creciente inequidad manifiesta en la asignación de las divisas, donde “curiosamente” no había escasez, ciertos agentes tenían más beneficios que otros y pueblo en general, las autoridades del BCH decidieron restituir el mecanismo de subasta de divisas. 

“El BCH y el sistema financiero nacional, cuentan con la experiencia suficiente en la operatividad de este mecanismo, el cual permite estabilizar el mercado cambiario, reduciendo presiones especulativas sobre el tipo de cambio, atendiendo la demanda de divisas de acuerdo con la estacionalidad de sus flujos y los ciclos de la actividad económica, a fin de mantener una política cambiaria en beneficio de todos los sectores de la economía y principalmente el pueblo hondureño”[1].

La preocupación de dirigentes de la oposición política y economistas ortodoxos va más allá. Al mantenerse fija  la Tasa de Política Monetaria (TPM)  en 3.00%, vigente desde el 27 de noviembre de 2020[2], es de esperar una demanda creciente de recursos para inversión y especulación, y  de compra de dólares para protegerse frente a expectativas de mayor inflación y escases de la divisa. Cabe observar también una insuficiencia estructural ligada a la inestabilidad de las exportaciones, y aumento de recursos destinados al pago del servicio de la deuda externa, que restringe la oferta de dólares.

El mantener la paridad, o por lo menos una presión baja frente a la devaluación, orilla a las autoridades monetarias a conseguir créditos en dólares para no seguir perdiendo reservas internacionales, ejemplo una línea de crédito del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), de 500 millones de dólares para fortalecer la reservas netas. 

El cuestionamiento a la política del Banco Central refiere, por un lado, a la falta de suficientes divisas que no satisfacen la demanda diaria o semanal, donde importadores,  demás agentes económicas y público en  general se quejan que no se les cumple con el 100% de la demanda, teniendo que recurrir al mercado fuera de la subasta para no parar los negocios y hacer frente a sus obligaciones financieras. Funcionarios del Banco Central argumentan que la demanda es cubierta, pero se necesita un tiempo para ello.

Las cifras muestran que  esta institución tiene suficientes divisas para suplir la demanda de dólares, pero hay que tener paciencia ya que, contrario al pasado, se trata que todos tengan acceso sin excepción.  Hay, sin embargo, situaciones de mayor presión de demanda de dólares, acompañado de una captación menor de dólares por el banco central (sin hacer uso de reservas), lo que genera incertidumbre e inestabilidad en el mercado cambiario, siendo necesario una mayor explicación y comunicación de las autoridades del Banco a los agentes cambiarios y público en general.

En los meses de septiembre a noviembre de 2023, el Banco Central no pudo cubrir de entrada,  ni el 25% de la demanda de divisas, lo que prendió las alarmas y la prensa mediática no solo  denunció que nos estábamos quedando sin dólares, sino también la posible existencia de un mercado informal causado por la mala política monetaria (baja TPM y uso de reservas para financiar el gasto público), del Banco Central.

Ligado a lo anterior, una segunda crítica es la perdida de reservas internacionales. En enero de 2022, las reservas internacionales netas (RIN) eran de 8.530.9 millones de dólares, bajaron a 8,340.3 en enero de 2023, y a 7, 199.8 millones en abril 11 de 2024 (BCH.2024).  En lo que va del gobierno de la presidenta Xiomara Castro, las pérdidas de reservas ascienden a 1,331.1 millones de dólares. Los créditos externos ayudan a disminuir estas pérdidas, pero sin un repunte de las exportaciones y crecimiento satisfactorio de las remesas,  estas continuarán. Un límite es cuando nos situemos por debajo  de un monto equivalente a 4 meses de importaciones, generando incertidumbre en agentes económicos, en tanto la economía es muy inestable frente a problemas climáticos y crisis externas que afectan el PIB, crecimiento de las exportaciones y los precios.

De acuerdo a cifras de la Comisión Económica para América latina (CEPAL), el 68.2% de las exportaciones totales de Honduras son productos primarios y el resto (31.8%) productos manufactureros. Es el país de la región centroamericana que más exporta bienes primarios, seguido de Nicaragua y Guatemala.[3] Hay rigideces estructurales para que ello suceda, caso de la concentración de las exportaciones en unos pocos productos, falta de inversión productiva que apoye procesos de diversificación de la matriz productiva como lo tiene el Salvador, y  la alta concentración de la propiedad rural. Contrario a países como Costa Rica y Guatemala, se cree falsamente que los campesinos minifundistas, sobre todo mujeres, no pueden producir en forma eficiente, mucho menos comercializar los productos en el mercado interno o externo.

El Banco Central en conjunto con la Secretaria de Finanzas piensa agilizar los desembolsos de los préstamos para proteger las reservas y honrar-a tiempo- los compromisos del pago del servicio de la deuda, igual no disminuir los fondos para gastos de inversión económica y social.  Es  evidente la política de control del déficit fiscal y manejo prudencial del endeudamiento externo, en tanto se aplaude una tasa de crecimiento del PIB de  3.8% en 2023 y baja inflación de 5.19%.

En el marco del Convenio suscrito con el FMI, se espera realice un diagnóstico del mercado cambiario para hacerlo más eficiente, lo que puede significar ajustes más pronunciados en la tasa de cambio, TPM y control mayor de la absorción interna, especialmente del gasto corriente de gobierno y productividad, en años (2024 y 2025), tipificados como políticos, lo que hará difícil cumplir con las recomendaciones. La presión de los exportadores y  agentes cambiarios de mayor peso no se hará esperar, exigiendo ganancias en competitividad que da la devaluación o la no apreciación-con rezago- de la tasa de cambio real.

De la experiencia latinoamericana se deduce que “cuando se adopta un tipo de cambio fijo, este pasa a ser el ancla para los precios y la inflación. Al fijar el tipo de cambio, las autoridades pierden el control sobre la política monetaria, por cuanto deben estar dispuestas a comprar y vender cualquier cantidad de moneda nacional a cambio de divisas para mantener la paridad. Si el público quiere desprenderse de la moneda doméstica, el dinero caerá, pues será cambiado por dólares a la paridad fija y se pierde el control de las tasas de interés. Si la autoridad no está preparada para proveer toda la moneda extranjera que se demanda a la paridad fija, ésta no será sustentable”[4]

Honduras, con el mecanismo de subasta de divisas, viene utilizando una banda cambiaria,  que algunos llaman política de minidevaluaciones avalada por el FMI en el convenio suscrito. Una mayor flexibilidad, o sea mayor control del mercado de divisas por agentes cambiarios, a sugerencia del FMI, puede introducir un elemento de inestabilidad al sistema en un momento donde el objetivo meta sigue siendo una baja tasa de inflación, menor a los años anteriores,  o sea en 4% y 5%.  Hay costos, pero también debe haber confianza en el Banco Central para poder adoptar las medidas pertinentes en el momento oportuno y después de un análisis técnico válido.

Finalmente, a mediano plazo, el gobierno  ocupa de estrategias más efectivas para captar mayor inversión externa y aumentar y diversificar la oferta exportable; las remesas son un sostén importante de la economía e incluso de la moneda, pero también ocupamos un destino y uso más productivo de estos recursos. Las Secretarias de Desarrollo Social y Agricultura pueden estructurar un programa masivo de proyectos de inversión con recursos de las remesas, muchos de los cuales serían orientados a producir bienes para el mercado externo.

Notas:

[1]Ver Banco Central, Resolución N.17-2023 del 10 de abril de 2023.

[2]Honduras es el país que mantiene la TPM más baja de la Región Centroamericana, y ha estado renuente a ajustarla aun cuando los demás países lo han hecho, siendo un argumento oficial es apoyo a los programas de inversión pública.

[3]Ver CEPAL, Anuario Estadístico de América Latina a 2023, Santiago de Chile, pág. 50. 2024.

[4]Ver José De Gregorio R, Consejero del Banco Central de Chile, En la Mesa Redonda “Hacia Dónde Va el País”, organizado por el Diario Estrategia, 17 de octubre de 2001.

Javier Suazo. Economista hondureño, especializado en políticas económicas y estudios doctorales en economía, catedrático de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNAH.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.