La «cepa asesina» ha causado -hasta ayer- diez muertos y la enfermedad de decenas de personas en alemania, en una epidemia alimentaria jamás conocida en el país. Pepinos, lechugas y tomates se han visto afectados por el virus, del que, a dos semanas de su expansión, aún no se conoce su verdadero origen; hay quienes hablan de una acción premeditada.
El peor enemigo suele ser aquel al que no se ve, pero que sí está presente. En Alemania se muestra con la abreviatura EHEC, o más vulgarmente como la «cepa asesina», tal y como lo ha bautizado la prensa sensacionalista. Desde mediados de mayo esta bacteria ha causado diez muertos (hasta ayer) y más de mil enfermos. Tan sólo el viernes se detectaron unos 60 nuevos casos, que son exactamente la media del año anterior. Alrededor de 250 personas se encuentran en situación grave porque la bacteria ha atacado a sus riñones. Los médicos han recurrido a la diálisis para salvarles, porque la penicilina y los antibióticos no sirven en tal grado de gravedad.
La enfermedad ya se ha extendido a todos los estados federales de Alemania, y de manera más sutil, ha hecho también acto de presencia en los lugares menos esperados. En algunas panaderías, por ejemplo, que siempre ofrecen el «Brötchen» -panecillo- de jamón o queso con una hoja de lechuga, y algunas rodajas de pepino y tomate; han excluido estos ingredientes «hasta siguiente aviso», según informan en pequeños letreros.
En los telediarios muestran como agricultores y mayoristas alemanes se deshacen de grandes cantidades de lechugas, pepinos y tomates, porque nadie los compra; la razón de este boicot no declarado se encuentra en un aviso dado por el instituto Robert Koch, especializado en epidemias, que ha recomendado no comer estos géneros sin haberlos lavado debidamente. Ante la duda, tanto las grandes empresas alimentarias como los consumidores han optado por no comprarlos. Las alarmas se dispararon cuando se detectó que en menos de dos semanas se habían producido más casos de EHEC que en el 2010. Las siglas corresponden a la bacteria denominada «Escherichia coli», que habitualmente se encuentra en el estiércol.
Sobre todo, mujeres
En años anteriores afectó, principalmente, a hijos de campesinos, pero en esta ocasión son sobre todo mujeres las que padecen esta infección. Hasta ahora se han conocido unas cuarenta variantes de EHEC, que en su versión más agresiva puede causar una insuficiencia renal muy grave, conocida como «Urémico Hemolítico (Una)». Los científicos no saben aún si la diálisis es el método apropiado para curar estos casos, pero es el único que pareceadecuado por el momento.
Este tratamiento ha llevado a los hospitales del norte de Alemania, el punto principal del brote, al borde de sus capacidades. Algunos centros sanitarios están operando al máximo, con turnos extra y vacaciones canceladas; otros han tenido que trasladar a los enfermos a otras ciudades. Aún hay suficientes reservas de sangre, pero ya se oyen los primeros llamamientos a la población para que vayan a donar.
La lucha contra la enfermedad y la extensión del EHEC son los dos frentes principales de las autoridades sanitarias y científicas, pero la localización del origen es otra. Hasta ahora se han detectado tres pepinos contaminados procedentes del Estado español y otro de los Países Bajos; las autoridades alemanas no descartan la posibilidad de que un palet con 180 cajas llenas de pepinos españoles se cayera del camión y que fueran limpiadas con agua sucia, pero tampoco le dan mucha credibilidad ante el hecho de que la cantidad de género ensuciado es muy escaso.
Otra rama de investigación son las lechugas envasadas en plástico listas para ser servidas; ésta puede ser la fuente de una contaminación producida en una cantina de Frankfurt, pero aún falta la confirmación oficial.
Cabe también la posibilidad de que alguien haya contaminado estos alimentos a posta. Sobre esta opción habla en voz alta el director del Instituto de Microbiología del Universidad Martin Luther de Halle-Wittenberg, Alexander S. Kekulé: «El mismo brote podría haberse producido a posta. Por suerte, los ataques biológicos son muy poco probables, pero no deben descartarse», dijo en una entrevista al diario conservador «Die Welt».
Hasta ahora no se ha reaccionado sobre esta opción porque no hay pruebas suficientes para pensar en ello; en el pasado sí hubo casos de extorsión a determinadas cadenas de supermercados con alimentos contaminados, pero que nunca han adquirido una dimensión como el brote del EHEC.
Lo que sí están solicitando algunos políticos es que se regule el control de sanidad alimentaria a nivel europeo, ya que personas que se infectaron en Alemania han llevado la enfermedad a otros países, como Países Bajos, Gran Bretaña, Dinamarca o el Estado francés; en éste último detectaron ayer tres posibles casos. De hecho, más allá de buscar responsabilidades o negarlas por intereses particulares, el caso muestra lo vulnerable que son los sectores de alimentación, estén donde estén, ante la actuación de un enemigo tan invisible como el EHEC.