Más de 7.000 solicitantes de asilo y refugiados, entre ellos 2.500 niños, siguen viviendo en tiendas de campaña, expuestos al duro invierno en el campamento de Kara Tepe, en la isla de Lesbos. Entre ellos hay en estos momentos más de 150 niños menores de un año. Esta semana han soportado temperaturas. Esta semana han soportado han soportado temperaturas por debajo de los 0º C y con una sensación térmica de -5 ºC a causa de la humedad y el viento.
En Samos, unas 3.500 personas están hacinadas en un centro creado para 648. Mujeres, hombres y niños viven entre la suciedad y la basura, entre ratas y escorpiones.
Las condiciones precarias de los campos y el invierno están agravando la situación física y mental de las personas refugiadas. Especialmente grave está siendo el impacto en la salud mental de los menores.
«El año pasado, en Médicos Sin Fronteras atendimos a 50 niños con ideaciones suicidas graves, incluso con tentativas de suicidio. Ahora, a principios de año, ya hemos visto a tres niños más que han tratado de suicidarse; han intentado ahogarse, han ingerido pastillas o han intentado cortarse las muñecas», explica Katrin Glatz-Burbakk, responsable de actividades de salud mental del equipo de psicólogos infantiles de MSF en Lesbos.
En enero los psicólogos infantiles de MSF asistieron a tres niños que intentaron suicidarse y en todo 2020 trataron a 50 menores con ideaciones suicidas y tentativas en Lesbos
Mitilene / Madrid, 18 de febrero de 2021.- Más de 7.000 solicitantes de asilo y refugiados, entre ellos 2.500 niños, siguen viviendo en tiendas de campaña, expuestos al duro invierno en el campamento de Kara Tepe, en la isla de Lesbos. Entre ellos hay en estos momentos más de 150 niños menores de un año. Durante la noche, la temperatura en las tiendas desciende por debajo de los 8 grados ºC. Los pacientes cuentan a los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) que dependen de la climatología para tener algo de ropa seca con la que vestirse. Muchos se lamentan de no contar con instalaciones higiénicas y sanitarias adecuadas. En total, hay unos 350 retretes en el campamento, mientras que solo hay 36 cabinas de ducha con agua caliente que solo funcionan durante 9 horas al día.
En Samos, unas 3.500 personas están hacinadas en un centro creado para 648. La mayoría vive en tiendas improvisadas en el bosque, junto al centro oficial, sin acceso a suficientes duchas e instalaciones sanitarias ni a refugios adecuados para calentarse. Mujeres, hombres y niños no tienen más opción que vivir entre la suciedad y la basura, entre ratas y escorpiones. Hay cientos de personas vulnerables con condiciones médicas o mentales graves que permanecen atrapadas en condiciones lamentables desde hace meses.
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- Dibujos infantiles en la clínica de salud mental infantil de MSF
- Carta de un joven sirio de 20 años, paciente de salud mental de MSF
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“Las temperaturas en Lesbos han bajado mucho y hace mucho frío en el campamento. El agua está fría, el interior de las tiendas está mojado. Todo está húmedo, incluso las mantas y la ropa de abrigo. Todo ello añade otro factor de estrés a las dificultades que ya padecen las personas en el campo», afirma Katrin Glatz-Burbakk, responsable de actividades de salud mental del equipo de psicólogos infantiles de MSF en Lesbos.
«El año pasado, MSF trató a 50 niños con ideaciones suicidas graves, incluso con tentativas de suicidio. Ahora, a principios de año, ya hemos visto a tres niños más que han tratado de suicidarse; han intentado ahogarse, han ingerido pastillas o han intentado cortarse las muñecas», explica Katrin Glatz-Burbakk, responsable de actividades de salud mental del equipo de psicólogos infantiles de MSF en Lesbos.
«Es realmente doloroso ver a estos niños que viven en condiciones en las que no hay absolutamente ninguna esperanza para ellos. No dejan de decirnos ‘me he rendido. No puedo aguantar más. Solo quiero aliviar el dolor, dejar de sufrir’. Y no hay manera de que lo consigan en las condiciones del campo ahora mismo», se quejan la coordinadora de salud mental de MSF en Lesbos.
«Cuando has cogido la mano de un niño pequeño que ha renunciado a la vida e intentas convencerle de que merece la pena seguir viviendo, nunca se olvida. Y lo más doloroso de todo — continúa Katrin — es que el campo los está enfermando aún más. Esto no puede seguir así. No es lugar para niños. No es un sitio para niños con traumas graves. Tienen que ser evacuados. Y tiene que ocurrir ahora mismo”.
MSF brinda apoyo en salud mental infantil y atención a las mujeres, concretamente consultas pre y postnatales y planificación familiar, alojadas en el nuevo campo de Kara Tepe. La clínica también proporciona vacunas a los niños y niñas. MSF deriva a los pacientes de ambas clínicas al hospital local cuando requieren atención de urgencia o médica especializada, incluidas las mujeres con embarazos de alto riesgo.
«Ha
habido noches que hacía tanto frío que no pudimos dormir»
Farizeh*, tiene 33
años de Afganistán. Está embarazada de cuatro meses y acude regularmente a la
clínica de MSF para el seguimiento del embarazo. Vive en el campo de Kara Tepe.
«Hace tanto frío que ya no salimos de las tiendas ni siquiera durante el día. No hay sistema alguno de calefacción y solo tenemos algunas mantas para protegernos del frío. A menudo, ropa y mantas están mojadas, ya sea por la lluvia o por la humedad. Todo lo que podemos hacer es quedarnos dentro de la tienda, tener paciencia y esperar a que salga el sol para secar la ropa. No te puedes hacer una idea de lo duro que es para una mujer embarazada vivir en estas condiciones. No hay electricidad para cocinar y todo está sucio y cubierto de barro. Las duchas y los retretes tampoco se pueden utilizar.
Tengo tres hijos (5, 9 y 14 años) y no tenemos suficiente comida ni ropa de abrigo para ellos. No hay actividades recreativas ni escuela en el campamento así que ayudan a conseguir agua o a lavar la ropa solo para que estén ocupados durante el día. Lo único que queremos salir de aquí y vivir en un lugar con dignidad».
Mariam visita a menudo la clínica de MSF en Lesbos para hacer seguimiento tras dar a luz su primer hijo. © Dora Vangi/MSF
Mariam* tiene 24 años y es de Afganistán. Llegó con su marido hace un año y dos meses a Lesbos, con la esperanza de encontrar seguridad y empezar una nueva vida. Visita regularmente la clínica de MSF, ya que hace poco dio a luz a su primer hijo. La familia ha recibido protección internacional, pero todavía están en Lesbos y no tienen información sobre cuándo y cómo serán trasladados fuera de la isla. Mientras tanto, permanecen en el nuevo campo levantado tras el incendio de Moria.
«Mi bebé tiene 21 días. El año pasado, cuando aún vivíamos en el antiguo campo de Moria, tuve un aborto debido a las difíciles condiciones del lugar. Los primeros meses de mi segundo embarazo también fueron muy complicados. En verano hacía demasiado calor y era muy difícil moverse fuera de la tienda. En septiembre, tras el incendio, pasé los momentos más difíciles de mi embarazo. Estuvimos varios días viviendo en la calle, sin agua ni comida, y con una sensación constante de inseguridad. A veces, tenía tanta hambre que lloraba.
La situación en el nuevo campamento no es mejor. No tenemos electricidad porque el generador está estropeado o, cuando la tenemos, es solo durante unas horas y luego deja de funcionar. Pero incluso entonces, no es suficiente para calentar la tienda. Ha habido noches que hacía tanto frío que ni siquiera conseguimos dormir. Mi bebé también estuvo despierto toda la noche. Lo único que podemos hacer para mantenerlo caliente es tenerlo siempre pegado a nosotros y cubrirlo con toda la ropa y las mantas posibles. Tengo que evitar lavar al bebé por el frío. Estoy preocupada por él. Desde que nos han concedido el asilo, ya no recibimos ayuda económica. Eso se traduce en que ni siquiera podemos comprar ropa para el bebé o comida».
MSF insta a las autoridades de la UE y griegas a trasladar de inmediato a todos los solicitantes de asilo, especialmente a los más vulnerables, a un alojamiento seguro.
* Nombre modificado por petición de la paciente.
Guillermo Algar González Press Officer, MSF España