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Perú

El poder inmobiliario, el Frente Amplio y el MST-LC

Fuentes: Rebelión

Once años atrás el Movimiento Sin Techo logró movilizar cerca de 30,000 familias, pero sin un programa, principios, un método y una perspectiva anticapitalista, los fundadores de entonces, sentaron las bases de nacimiento y a la vez las de su autodestrucción. Hoy vuelven a tropezar con la misma piedra, pero en un contexto muy diferente al anterior.

Hace más de un año atrás escribimos un documento de balance y refundación programática del Movimiento Sin Techo.

Balance y refundación del MST

En el mismo señalamos, “Y no cabe duda que los Sin Techo se convirtieron en un factor potente de movilización popular de masas. Y esto gracias a que las grandes constructoras e inmobiliarias, como decimos líneas arriba, se enriquecieron con los terrenos del Estado, excluyendo al pueblo obrero hacinado e indigente del sueño de la vivienda propia. Por tanto, frente al aislamiento de la izquierda y el lento proceso de recomposición de la clase obrera, el MST, fue, en ese momento, “el único” movimiento social urbano en el Perú con perspectivas optimistas para luchar por el desarrollo de una sociedad inclusiva, democrática, justa y socialista. No obstante, una vez más, como en el pasado, algunos grupos reformistas de izquierda con una estrategia de colaboración de clases, por un lado, y la disputa por el control del movimiento por intereses personales, por otro, dividieron al MST en varias facciones…”, Balance y refundación programática (Rebelión, 17/07/21).

El relanzamiento del MST

Es en función de este documento que algunos ex dirigentes de algunas facciones del MST de entonces nos buscaron para reagruparnos señalando que estaban de acuerdo con los ejes centrales del balance y del programa planteado.

Esto último es importante porque hace 11 años atrás, la fundación del MST-LC, fue, más allá de algunas consignas agitativas (la vivienda es un derecho y no un privilegio, etc.), una emoción. Por tanto, no hubo un diagnóstico serio de la problemática de la vivienda popular. Y más bien una estrategia de embellecimiento hacia los políticos como Ollanta Humala y Susana Villarán (en algunos casos llegaron hasta hacer el ridículo convirtiendo al movimiento social de masas en una portátil de la casta política sin haber recibido ni un m2 de terreno a cambio). Estas son algunas de las razones que explican la posterior ruptura en varias facciones hasta llevar al movimiento a su crisis y destrucción.

Es entonces a partir de este diagnóstico y de la elaboración de un proyecto de Ley (que nos permita agitar al nivel del Parlamento y la sociedad nuestra demanda central denunciando el carácter capitalista del acaparamiento de tierras y la especulación financiera, planteando impuestos a las sobreganancias y el no pago de la deuda externa, etc.), que relanzamos al MST-LC, para lo cual había que desenvolver un Plan de trabajo y lucha, que implicaba recomponer la Junta Directiva (convocando a nuevos cuadros dirigenciales), desarrollar una “guerra de guerrillas” mediática por las redes sociales, vincularnos a las familias trabajadoras en lucha por la vivienda (y contra los desalojos), capacitaciones, el desenvolvimiento del tejido social sin techo, y el método de la movilización para conseguir nuestro objetivo, etc.

Los viejos dirigentes tropiezan con “la misma piedra” divisionista y aggiornada al régimen de explotación capitalista

No obstante, vueltas que da la vida, los mismos responsables de la destrucción del MST-LC de hace 11 años atrás, vuelven a tropezar con la misma piedra. Es decir que por cuestiones personales en la forma (peleas con una compañera dirigente), y políticas en esencia (aggiornados al régimen de explotación capitalista que se expresa en sus consignas de viviendas populares en abstracto y embelleciendo a la casta política como sucedió antes con Susana Villarán), pues, terminan renunciando a la Junta Directiva constituida de hecho (que sesionó en decenas de reuniones, que intervino en la lucha de clases contra el golpismo reaccionario, en la lucha contra los desalojos, etc.), y en ese sentido dividiendo al MST.

La cereza de la torta: Una alianza con lo que queda del FA y la Ley pro inmobiliaria 31313

Finalmente, la cereza de la torta estaría en que, para romper su aislamiento y anticuerpos, estos dos dirigentes, terminan haciendo una alianza con lo que queda del Frente Amplio (FA), que se dividió en el Parlamento 2020 (en una mayoría que terminó apoyando al golpista Manuel Merino y una minoría que apoyó a Vizcarra y luego a Sagasti), y que aprobó en la última legislatura del Congreso de entonces la Ley 31313 de Desarrollo Urbano Sostenible, que en la práctica es una Ley pro inmobiliaria ya que deja la lucha por la vivienda popular a merced de las leyes de la oferta y la demanda.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.