La profunda crisis del capitalismo, manifiesta en la debacle de las economías europeas y en los intentos por salvarla que realizan los centros de poder mundial, la emergencia de nuevos bloques y potencias regionales en el concierto político y económico mundial y los desiguales procesos de cambio y adhesión a proyectos comunes de los […]
La profunda crisis del capitalismo, manifiesta en la debacle de las economías europeas y en los intentos por salvarla que realizan los centros de poder mundial, la emergencia de nuevos bloques y potencias regionales en el concierto político y económico mundial y los desiguales procesos de cambio y adhesión a proyectos comunes de los gobiernos de los países de la región permiten sostener que el «Porvenir de América Latina» se encuentra en una encrucijada: Se avanza en la unidad e integración o se consolida la fragmentación y dominación en la segunda década del siglo XXI.
Las iniciativas de consolidar proyectos como el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la Comunidad Andina de Naciones (CAN), la Alternativa Bolivariana para los pueblos de América (ALBA), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) han avanzado de manera desigual. MERCOSUR tiene una mayor trayectoria y avances de carácter económico, político y cultural, aunque limitado a cuatro miembros plenos que lo conforman desde hace veinte años, en tanto que UNASUR, con los doce países de América del Sur, y CELAC, que se amplía a los 33 países de América Latina y el Caribe, formadas en los últimos dos años, abren enormes posibilidades de convertirse en bloques regionales con un fuerte peso a nivel planetario.
Las iniciativas del Presidente de Venezuela, Hugo Chavez, de buscar y crear espacios de diálogo abierto entre los gobiernos de la región a pesar de sus diferencias políticas e ideológicas y de rescatar y difundir los ideales de la unidad latinoamericana y caribeña con UNASUR y CELAC han dado los primeros resultados, buscando una relación horizontal entre países y dejando atrás a la Organización de los Estados Americanos (OEA) que desde su creación, 1948, estuvo bajo la influencia directa de Estados Unidos.
Los desafíos son muy grandes sobretodo por el contexto internacional marcado por fuertes remezones que se producen en Europa y Estados Unidos que comienzan a perder el poder mundial que tuvieron durante cinco siglos especialmente por los avances de la independencia de muchos pueblos, los procesos de liberación nacional y la formación de bloques geográficos. Sin embargo, los intereses que representan, los de las grandes transnacionales comerciales, financieras e industriales, están inquietos y buscan salidas como las guerras directas, como en Irak y Afganistán, o invasiones sangrientas, como en Libia, o amenazas abiertas o encubiertas, propios de su carácter imperialista, o el uso de los grandes medios de comunicación e influencia ideológica.
No están tranquilos y conspiran el club Bilderberg, el foro Davos, el FMI, el Banco Mundial, los gobiernos de Europa y Estados Unidos y las cadenas mundiales de comunicación cuando, simultáneamente a su crisis, emergen nuevos protagonistas en el terreno del poder mundial como China, India, Rusia, Brasil, Irán, Turquía, Brasil y Sudáfrica. En ese contexto la unidad e integración de América latina y el Caribe adquieren una importancia histórica tan trascendental como la Guerra de la Independencia del siglo XIX, la misma que quedó frustrada por la fragmentación en más de veinte países.
Esa Guerra de la Independencia frente al Imperio hoy se transforma en Guerra contra el Imperialismo bajo los ideales de Simón Bolivar que soñaba con una Nación de Repúblicas, de José de San Martín que hablaba de la independencia en la unidad, de Francisco Morazán que impulsó la integración Centroamericana, de José Martí que reivindicó «Nuestra América» y de José Artigas que luchó junto a los indios por construir una tierra libre y unida. De ahí que, como dice el título de esta nota, tomado de Manuel Ugarte, el Porvenir de América Latina está en la Integración.
A cien años de su campaña latinoamericana y caribeña visitando todos países de la región y llevando el mensaje de la Unidad e Integración de la Patria Grande, corresponde citar a Ugarte «socialismo y patria no son enemigos, si entendemos por Patria el derecho que tienen todos los núcleos a vivir a su manera y a disponer de su suerte y por Socialismo en anhelo de realizar entre los ciudadanos de cada país la equidad y la armonía que implementaremos después entre las naciones».
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