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El proyecto bolivariano en el siglo XXI

Fuentes: Rebelión

El proyecto bolivariano es mucho más que un sueño considerado inalcanzable por los centros de poder mundial. Sin embargo, mientras el sueño bolivariano siga siendo un sueño, la Unión Europea (pese al traspié del Brexit), continuará ofreciendo a los débiles países latinoamericanos, incluyendo a los más progresistas, como Cuba, Bolivia y Ecuador (por separado), tratados […]

El proyecto bolivariano es mucho más que un sueño considerado inalcanzable por los centros de poder mundial. Sin embargo, mientras el sueño bolivariano siga siendo un sueño, la Unión Europea (pese al traspié del Brexit), continuará ofreciendo a los débiles países latinoamericanos, incluyendo a los más progresistas, como Cuba, Bolivia y Ecuador (por separado), tratados de libre comercio sin mencionar que las subvenciones a su agricultura ascienden a 250 mil millones de dólares anuales y que cada vaca holandesa se beneficia con una subvención de alrededor de 18.000 euros anuales, lo que llevó a más de un creyente en la trasmigración a desear convertirse en vaca holandesa en su próxima vida.

Latinoamericana no ha cambiado demasiado desde que el mexicano José Vasconcelos nos recordara, hace casi cien años, que «nuestras naciones surgieron a la vida independiente como los restos de un naufragio… cada nación iberoamericana, si se exceptúa el Brasil, aparece como un aborto antes que como un fruto. La madre enferma que era España no tuvo poder para arrojar de tierras y mares a los agentes ingleses que nos urgían a la discordia, y salimos a la vida obligados por el forceps de la intriga extranjera, antes que el pellejo adquiriera consistencia».

A dos siglos de nuestras «independencias» fraccionadas, el poder mundial controla los grandes Bancos y sus paraísos fiscales digitan los grandes carteles del narcotráfico, de la trata de personas y del tráfico de armas. Asesinó a un millón de personas con sus bombardeos en Irak, con el pretexto de buscar armas químicas que nunca existieron, a tiempo de ahorcar a su presidente Saddam Hussein por crímenes de lesa humanidad.

Controla, en gran medida, la tecnología y la ciencia espacial y los organismos financieros internacionales como el FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio. Manipula la deuda externa de los países sometidos, los que son extorsionados por fondos buitres, respaldados por jueces de Nueva York.

La lucha contra el narcotráfico, la contaminación ambiental y los tribunales de arbitraje son parte de su implacable anguria. Ahora trabaja por controlar la mente de los sometidos, cuya inmensa mayoría ya no distingue entre opresores y benefactores, ya que también financia a las grandes ONG que defienden el ecologismo y el indigenismo a ultranza.

Después de impulsar la meta de la Patria Grande, mediante el MERCOSUR, UNASUR, la CELAC y el ALBA, el proyecto bolivariano, por graves errores en su conducción, corre el riesgo de quedar en la memoria colectiva como sinónimo de abuso, autoritarismo, corrupción, negador de principios democráticos, de la libertad de expresión y de los derechos humanos.

Sus principales errores consistieron en desconocer la importancia de la macroeconomía. Esto sucedió con el Comandante Hugo Chávez, cuya mística incomparable en la defensa del pensamiento de Bolívar no fue acompañada por la capacidad que se necesitaba para impedir el desorden económico y financiero en el que sumió a su país. No es suficiente responsabilizar de lo ocurrido al imperialismo y sus agentes internos. Lo importante era contener esa arremetida con austeridad, disciplina, eficiencia y responsabilidad. Separar la economía de la política conduce al abismo.

No detener la corrupción. Este es el punto de inflexión ética entre el proyecto bolivariano y los modelos consumistas y depredadores del neoliberalismo y del libre mercado. Varios de los presidentes que se adscribieron al ideal de la Patria Grande provocaron decepción con el descomunal incremento de sus patrimonios personales, como ocurrió con los Kirchner en la Argentina. No se entendió que el proyecto bolivariano está sujeto a los avances y retrocesos de los procesos democráticos, lo que equivale a respetar resultados electorales adversos, a fin de saber reagruparse para volver a avanzar. Ni los triunfos ni las derrotas son irreversibles.

De lo anterior surgen las siguientes reflexiones sobre todo para Bolivia:

¿Cómo defender nuestras raíces indo mestizas sin olvidar que América Latina es el espacio geográfico en el que se está gestando el nuevo mestizaje que proclama la hermandad de todas las razas, como antecedente que garantice el fin de guerras y conflagraciones?

¿Cómo defender la ecología sin caer en la trampa de las trasnacionales que proclaman, por ejemplo, que la Amazonía es «patrimonio de la humanidad», para paralizar los proyectos de desarrollo y apropiarse de nuestras reservas de bosque, aire y agua?

¿Cómo coadyuvar a que América Latina se inserte, con capacidad de decisión, en el bloque multipolar (EEUU, Unión Europea, Rusia, China, India), sin ser absorbida por el consumismo y el ecologicidio?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.