Cada setiembre de cada año, viene a nuestra memoria y es objeto de muchos actos de conmemoración o de merecido homenaje, el Presidente chileno Salvador Allende, y su martirologio, así como el de muchos más, especialmente del siempre recordado y querido Víctor Jara. El ejemplo de consecuencia y dignidad de Allende, si bien ha inspirado […]
Cada setiembre de cada año, viene a nuestra memoria y es objeto de muchos actos de conmemoración o de merecido homenaje, el Presidente chileno Salvador Allende, y su martirologio, así como el de muchos más, especialmente del siempre recordado y querido Víctor Jara.
El ejemplo de consecuencia y dignidad de Allende, si bien ha inspirado e impulsa procesos como el de Bolivia con el MAS, con el pueblo en el gobierno, y con un nuevo marco constitucional que garantiza que la riqueza generada por la explotación de sus recursos naturales, en un porcentaje por lo menos algo más justo, pueda ser utilizado por el pueblo boliviano, posibilitando las cifras positivas ( aunque ocultadas e ignoradas por los medios internacionales), en su economía interna, y su soberanía y dignidad frente a las fuerzas imperiales.
Algo que no ocurre en el Perú, donde pareciera que la suerte de Allende mas bien ha asustado a la izquierda electoral, y prefieren no tocar el tema de la explotación de los recursos naturales, confinándolo sólo al tema «ambiental» y problema de las poblaciones aledañas, y menos de tocar el tema del imperialismo capitalista, prefiriendo ni mencionarlo, considerándolo sólo un fantasma, al cual no quieren convocar por temor a despertarlo y que les jale los pies; o algunos de ellos están sirviéndolo por unas cuantas monedas, (necesarias para su sobrevivencia), y que mejor que mantenerlo ignorado y oculto, para que este pueda continuar saqueando nuestros recursos naturales, utilizando a su favor todo el aparato estatal, corrompiendo y envileciendo a los políticos y «politólogos» a su servicio, especialmente dentro de las filas de la izquierda electoral.
Creo necesario citar algunas frases del discurso pronunciado por Salvador Allende con motivo de la nacionalización del cobre, pronunciado el 11 de julio de 1971, en la Plaza de Los Héroes de Rancagua, con motivo de la promulgación de la ley que nacionalizó la Gran Minería del Cobre, no sin antes recomendar su lectura completa:
– «Hoy es el día de la dignidad nacional y de la solidaridad. Es el día de la dignidad, porque Chile rompe con el pasado; se yergue con fe de futuro y empieza el camino definitivo de su independencia económica, que significa su plena independencia política».
– «Hoy culmina una larga lucha de las fuerzas populares, para recuperar para Chile el cobre como su riqueza esencial, pero al mismo tiempo, y hay que repetirlo, queremos nosotros terminar con el latifundio, hacer que las riquezas mineras, no sólo el cobre, sean de nosotros. Estatizar los bancos y nacionalizar las empresas industriales monopólicas o fundamentales para Chile, estratégicas. Es por eso que cada hombre y cada mujer debe entender que queremos colocar al servicio del hombre de Chile la economía, y que los bienes de producción esenciales deben estar en el área de la economía social, para poder, de esta manera, aprovechar sus excedentes y elevar las condiciones materiales, la existencia del pueblo, y abrirles horizontes espirituales distintos».
– «Porque los grupos minoritarios que gobernaron el país, las viejas y rancias oligarquías siempre estuvieron comprometidas con el capital foráneo y muchos de sus miembros defendieron los intereses extranjeros, postergando los sagrados intereses nacionales».
– «Sin embargo, en la conciencia de las masas populares, en la concepción de los partidos de vanguardia y en la lucha de los trabajadores, estaba impresa la voluntad insobornable de seguir avanzando…, y me correspondió el 64 recorrer Chile entero para decir al hombre del pueblo por qué luchábamos por la nacionalización, como me corresponde ahora como Presidente del pueblo convertirla en realidad».
– «y por eso dijimos siempre, y lo confirmamos ahora, que éramos partidarios de la nacionalización integral, para que no vayan saliendo de la patria ingentes sumas, para que Chile no siga siendo un país mendicante que pide con la mano tendida unos cuantos millones de dólares mientras salen de nuestras fronteras cifras siderales que van a ir a fortalecer a los grandes imperios internacionales del cobre».
– «Unos sostenían que bastaba una ley. Nosotros dijimos que no, que era preciso una reforma constitucional. Era la única manera de deshacer la maraña jurídico-económica que nos amarraba con las empresas, terminar con los llamados contratos-leyes, los convenios y la chilenización, y la nacionalización pactada».
– «Chile va a nacionalizar el cobre en virtud de un acto soberano, acto soberano que inclusive está consagrado en la Declaración de las Naciones Unidas, que establece que los países tienen derecho a nacionalizar sus riquezas esenciales».
– «El Congreso Nacional, al aprobar la idea modificadora de la Constitución, para que podamos nacionalizar el cobre, ha escuchado el clamor, la potencia y la fuerza con que el pueblo ha luchado y luchará par recuperar las riquezas de Chile en manos del capital foráneo».
– «Por fin y por primera vez en nuestra historia, Chile va a tener una política nacional sobre minería. Ya no habrá empresas foráneas, extranjeras, dueñas de las grandes minas del cobre. Desde los pirquineros hasta las empresas estatizadas de la gran minería, todos tendrán que confluir hacia una política nacional, hacia un plan que permita aprovechar al máximo estas riquezas con un profundo sentido chileno, nacional y patriótico, hasta crear el gran complejo minero industrial del cobre».
– «Fuera de la trascendencia económica que he señalado, tenemos una trascendencia política que es necesario meditar. Con el paso que vamos a dar, rompemos la dependencia, la dependencia económica. Eso significa la independencia política. Seremos nosotros los dueños de nuestro propio futuro, soberanos de verdad de nuestro destino».
– «Deben resolverse con cambios revolucionarios las relaciones de trabajo en los propios centros de trabajo que sólo un Gobierno de trabajadores puede poner en marcha».
– «Lo hemos dicho, y sabemos que se entiende nuestro lenguaje, los trabajadores del cobre no serán dueños de las minas para beneficio exclusivo de ellos, son dueños de las minas en cuanto las minas les pertenecen al pueblo, y los trabajadores del cobre forman parte del pueblo, y los trabajadores del cobre tienen que entender, lo saben y lo van a vivir, que el esfuerzo de ellos estará destinado a hacer posible que cambie la vida del niño y la mujer chilena, que el esfuerzo de ellos y el cobre estarán destinados al progreso de la patria, y al sudar trabajando el fondo de la mina están haciéndolo por un Chile distinto, por una sociedad nueva, por el camino que abrimos hacia el socialismo. Compañeros mineros, trabajadores duros del rojo metal: una vez más debo recordarles que el cobre es el sueldo de Chile, así como la tierra es su pan. El pan de Chile lo van a garantizar los campesinos con su conciencia revolucionaria. El futuro de la patria, el sueldo de Chile, está en las manos de ustedes».
En este discurso se refleja la convicción, los principios, valentía y patriotismo no sólo de Salvador Allende, sino de la larga lucha emprendida por las organizaciones de izquierda comprometidas con el pueblo, para hacer comprender al pueblo que los recursos naturales son de ellos, que las riquezas producidas por estas deben estar orientadas a la satisfacción de las necesidades básicas de todos los chilenos, por ser su legitimo y justo derecho, que es una traición a los sagrados intereses de la patria que estos estén en manos de capitales extranjeros y que recuperarlos para el pueblo significaba una larga lucha. A todas luces es una posición política clara, consecuente y honesta, además de patriota y antiimperialista, que debe tomarse como ejemplo.
Para tener una posición política, es necesario tener un visión real de nuestro contexto, el cual en estos tiempos de globalización, no puede ser mas que una visión global, superando la estrechez localista y chauvinista; y la mejor forma es ver la realidad (como dice Piero: las cosas se cuentan solas, sólo hay que saber mirar); es claro pues que en el mundo impera un orden económico y político, que genera guerras, violencia, pobreza, ignorancia, corrupción, etc. En fin, inequidad social; un orden injusto e inhumano, que no se da solo en dimensiones de países desarrollados, en proceso de desarrollo y pobres, sino al interior mismo de cada país, incluso los centrales, dentro de nuestra localidad y aún dentro de nuestro barrio.
Este orden, para decirlo en pocas palabras, esta basado en un sistema económico orientado hacia la acumulación (cada vez más centralizada y a favor de un pequeño porcentaje de la población mundial), de «ganancia ilimitada» basada sobre «recursos limitados», siendo esta, entre otras, una de sus características más contradictorias, la misma que se agrava por cuanto tales recursos no están en los territorios de los países centrales o «desarrollados», sino en otros ajenos a estos.
Por este hecho, que resulta el eslabón débil, ese pequeño porcentaje (el mismo que tiene una posición y un actuar político acorde a la misma dimensión de sus negocios), se esfuerza en neutralizar la posibilidad que tales recursos que se encuentran en territorios ajenos, salgan de su control, posesión y aprovechamiento; resultando esto en un perjuicio de la población y de la economía local, no solo ambiental, sino frustrando el desarrollo pleno para todos.
Una de las estrategias para lograr esto, es que (en forma gratuita o interesada), los medios de comunicación, las organizaciones y personas generadoras de opinión, oculten esto, no lo mencionen (y limiten la visión política al estrecho y miope localismo), y mas bien permanentemente vayan difundiendo que estamos viviendo uno de los mejores momentos de nuestra historia y que debemos aprovecharlo desarrollando proyectos estratégicos de desarrollo… con el pequeño porcentaje que nos dejan, quienes aprovechan nuestros recursos para su propio beneficio; mas que plantear lo que podríamos hacer si dispusiéramos de un porcentaje mayoritario (como en nuestro vecino Bolivia), y mucho menos si tendríamos una plena soberanía sobre los mismos; para lo cual es condición y requisito previo la existencia de un movimiento popular con plena conciencia, organizado y movilizado en defensa de la soberanía y dignidad nacional, y por tanto con una honesta vocación de actuar a favor del desarrollo local y nacional.
Es claro que para lograr nuestro progreso y desarrollo, es primordial satisfacer las necesidades básicas de la población; cómo podemos plantear proyectos estratégicos de desarrollo sin plantearse primero la superación de, por ejemplo, la desnutrición infantil, o la calidad de la educación y salud, o las condiciones físicas de vivienda de un porcentaje mayoritario de nuestra población?, no seria mas bien esto un objetivo primordial y necesario?, además de la justa remuneración a los trabajadores y empleados. En la soberanía plena sobre nuestros recursos naturales están los fondos necesarios para elevar y garantizar el nivel de vida de la población en su totalidad y para el aumento salarial justamente reclamado por muchos sectores. En fin, para el progreso y desarrollo nacional.
Creo firmemente, que la tarea política primordial y estratégica, de quienes actúan en política desde la izquierda (y, si fuera posible, aún de una derecha honesta y patriota), debe ser la de impulsar un movimiento popular consciente, organizado y movilizado, buscando generar en las personas, básicamente dos cualidades y condiciones previas: sentido de pertenencia e instinto de soberania y dignidad.
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