La dimisión de la ministra alemana de Educación por un supuesto plagio de su tesis supone un revés personal y político para la canciller, Angela Merkel. De cara a las elecciones generales del 22 de setiembre, se están produciendo los primeros movimientos que podrían causar aún más bajas, también en otros partidos.
Cuando la demócrata cristiana Annette Schavan dejó el sábado su cartera de ministro federal de Educación, la canciller Angela Merkel (CDU) perdió al segundo miembro de su Gabinete por un supuesto caso de plagio. El primer escándalo de este tipo lo protagonizó su ministro de Defensa, Karl Theodor zu Guttenberg, al que se le retiró el doctorado por haber utilizado, son control, fragmentos de textos que habían sido escritos otros, pero sin citarlos, como manda la ciencia.
El caso de Annette Schavan es diferentes en algunos detalles y mientras el barón bávaro intenta rehacer su vida profesional y política en EEUU, la exministra ha acudido a los tribunales para que la Universidad de Düsseldorf le devuelva el título académico que le ha retirado. Además de méritos científicos, el doctorado conlleva todavía cierto prestigio social en la Alemania del siglo XXI, como lo demuestra el hecho de figure incluso en el Documento Nacional de Identidad (DNI). También por eso en el ámbito académico se está debatiendo ahora sobre si en el país hacer falta o no una institución nacional para velar por el valor de un título de doctor.
Pero Merkel tal vez habrá pensado que no hay mal que por bien no venga cuando aceptó la dimisión de su correligionaria, que pertenece a su círculo de confianza. Es otro golpe que la jefa de Gobierno tiene que aguantar tras la derrota en las elecciones regionales de Baja Sajonia, pero también supone cierto alivio porque Schavan le ha quitado un peso de encima con su dimisión. Quizás por ello las encuestas auguran una ligera bajada de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) en intención de voto, pero eso no le causaría mayores problemas dado que en los sondeos sigue manteniéndose como la formación más votada, con el 41% de los votos.
Eso supone una ventaja de 16 puntos respecto a la formación que se sitúa en segundo lugar, el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), que no consigue levantar cabeza con su candidato a canciller, Peer Steinbrück. Más bien al contrario, porque si los alemanes pudieran votar directamente a su canciller, Merkel obtendría 58 puntos, mientras que el socialdemócrata lograría solo 21 puntos.
No obstante, la presidenta de la CDU no tiene aún asegurada la victoria, porque el 4% que las encuestas otorgan a su socio, el Partido Liberaldemócrata (FDP) de su vicecanciller, Philipp Rösler, lo dejaría fuera del Bundestag. En cambio, los Verdes ecologistas obtendrían 15 puntos y junto con su socio predilecto, el SPD, se quedarían a tan solo un punto del empate con Merkel.
Este casi empate técnico sigue definiendo la actual estrategia de los dos partidos de la oposición. Después de dos comicios socialdemócratas y verdes lograron formar Gobierno porque el partido socialista Die Linke no superó el límite del 5%. Un reciente sondeo sitúa a la cuarta fuerza política en el 7%, después de haber perdido un punto. El mensaje común del SPD y de los Verdes hacia el electorado sigue siendo que cada voto para el Linke o el Partido Pirata es un voto perdido.
Investigación judicial
En este contexto político se ubica la decisión del Bundestag de levantar la inmunidad parlamentaria del jefe del grupo socialista en el hemiciclo, Gregor Gysi. La Fiscalía de Hamburgo lo solicitó para poder investigarle por el supuesto delito de haber realizado una falsa declaración jurada. En ella, Gysi negó haber mantenido contactos con agentes del Ministerio de Seguridad del Estado de la desaparecida República Democrática Alemana. Desde hace casi veinte años, varios medios de comunicación intentan vincular al político germanoriental con dos confidentes de la Stasi, de los que solo se conocen sus sobrenombres. Hasta ahora, Gysi ha ganado todos los pleitos relacionados con esta cuestión. A su favor tiene que la vinculación con la Stasi ya no sirve como arma propagandística en tiempos electorales más de veinte años después de la unificación alemana.
Por eso las informaciones sobre el caso, que las difunden sobre todo los dos diarios de derecha, el sensacionalista «Bild» y el conservador «Welt» (ambos de la casa Springer), se centra en cuestionar la credibilidad de Gysi, que es quien lidera el equipo electoral del Linke. Las diligencias de la Fiscalía han abierto un frente en el que la lucha puede prolongarse fácilmente hasta las elecciones. Según como se desarrolle el caso, al Linke le puede costar al menos un punto más en las encuestas.
Además los medios de Springer ya están preparando el terreno para intentar llevarse por delante a otro miembro destacado del partido socialista. Su interés no solo se centra en Gysi, también en su rival interna Sahra Wagenknecht, con la diferencia de que a esta última «Bild» le brinda espacio para que pueda lavar su imagen de «comunista». Este rotativo amarillo fue también el que, por un lado, forjó la fama de Christian Wulff antes de que fuera presidente de Alemania y el que, por otro lado, contribuyó en su caída en 2012. Hay medios que crean sus propios «héroes» para luego tumbarlos.
Más allá de dimisiones, escándalos de plagio e investigaciones judiciales, un tema recurrente en la campaña electoral podría ser el fracking, porque el Ejecutivo de Merkel lo quiere permitir, con cierto control, mientras que la oposición lo rechaza.