Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Se presentó en toda su grandeza espectacular como el Liberador neo-imperial de Libia -solo unos años después de que el coronel Muamar Gadafi ayudase a financiar su campaña electoral de 2007 con unos 50 millones de euros.
Aprovechando una misteriosa alianza entre el Espíritu Santo y una camarera africana en Nueva York, se libró del incontenible contrincante a su reelección, el ex director general del Fondo Monetario Internacional y demonio sexual internacional, Dominique Strauss-Khan.
Y a pesar de todo, este domingo, los votantes franceses -en un remix de la caída de la Bastilla al estilo de Facebook- probablemente gritarán «¡Que le corten la cabeza!».
¿Por qué? Por su egotismo. El presidente francés Nicolas Sarkozy, también conocido como el neo-napoleónico Rey Sarko, ex rey de bling bling, «Chouchou» para la Primera Dama [italiana] Carla Bruni, posiblemente sea su propio peor enemigo. [1]
Un estilo de vida lujoso
Bashir Saleh es el ex jefe de gabinete y ex presidente del fondo de riqueza soberana libio. Era el hombre al que había que recurrir cuando el régimen decidió financiar la campaña presidencial de Sarkozy en 2007.
El Rey Sarko, previsiblemente, lo negó todo y dijo que procesaría a la web Mediapart , que reveló lo que muchos sabían. Sin embargo, el jueves de esta semana, el ex primer ministro libio, Baghdadi Ali al-Mahmoudi, volvió a confirmarlo. Y es exactamente lo que el hijo de Gadafi y ex favorito de la London School of Economics, Saif al-Islam, había dicho en marzo de 2011: «Sarkozy debe devolver el dinero que aceptó de Libia para financiar su campaña presidencial».
Saleh se encuentra ahora bajo vigilancia de Interpol, pero sigue en Francia, autorizado por el régimen rebelde de la OTAN de Libia, que aparte de eso lo está demandando… Sucede que mantiene una confortable morada de 4 millones de euros, cerca de la frontera suiza, con vista al Mont Blanc.
Todo eso bajo la protección de la policía del Rey Sarko, quien dijo que todo acontece «con el pleno acuerdo del presidente [del Consejero Transitorio Libio] Mustapha Abdel Jalil». La vida es buena: esta semana vieron a Saleh pasando el rato en el Ritz de París.
Yo voto por Carla
La campaña presidencial francesa llegó esta semana al proverbial anticlímax en un debate de casi tres horas de duración entre el Rey Sarko y su contrincante del Partido Socialista, François Hollande. Billones de bytes aparecieron en los monitores describiendo el debate esencialmente como «tenso». No hubo un knock-out. Sarko se portó como un conejo de Duracell con crack, mientras Hollande -con el carisma de una salchicha seca- efectivamente parecía sólido y relativamente preciso.
Las mentiras fluyeron libremente. Sarko defendió su historial de creación de empleos. En abril de 2007, prometió solo un 5% de desempleados después de cinco años como presidente. Hoy Francia tiene 9,4% de desocupados en la población urbana activa. Después de 5 años de Sarko, las filas de los desocupados franceses aumentaron en un millón.
Como el churro para complementar el café, el centrista François Bayrou -que obtuvo 9,1% de los votos en la primera vuelta- manifestó su repulsión hacia la campaña de Sarko por seducir a la extrema derecha y anunció que votará por Hollande.
A propósito, por lo menos un 33% de los votantes franceses no participaron en la primera vuelta, y prefirieron concentrarse en las ramificaciones geopolíticas de la apariencia de la consagrada súper modelo Carla Bruni. [2]
El verdadero vencedor de la primera vuelta -un tóxico misil Hellfire político, nada menos- fue la extrema derecha francesa, a través del Frente Nacional (18% de los votos), «normalizado» por la habilidosa empresaria Marine Le Pen, hija de su fundador y fascista certificado Jean-Marie Le Pen.
La creciente influencia del Frente Nacional desde los años ochenta en todos los círculos europeos de la extrema derecha es sorprendente. El cáncer se ha propagado por doquier, desde Francia a Italia, Gran Bretaña, Bélgica, Holanda, Austria, Hungría, Suecia, Dinamarca, Finlandia e incluso Grecia.
La xenofobia y la islamofobia están vivitas y coleando por toda Europa temerosa, sumida en la crisis. En Austria, la extrema derecha, después de años bajo el carismático Jorg Haier está ahora totalmente normalizada y legitimada.
En Holanda, bajo el über-islamófobo Geert Wilders, el PVV (Partij voor de Vrijheid – Partido por la Libertad) obtuvo 24% de los votos en las elecciones de 2001 y formó parte de una coalición conservadora en el poder que finalmente se rompió debido, una vez más, a Wilders.
En Escandinavia, la extrema derecha se desenfrena; en Suecia, por ejemplo, los demócratas suecos (un hermoso toque orwelliano) entraron por primera vez en el parlamento.
Nada puede salir mal si se hace campaña como derechista extremo en Europa; basta con atacar la globalización y a los inmigrantes «morenos» y «negros»; denunciar elites corruptas; demonizar el Islam; advertir del peligro para la identidad nacional debido al multiculturalismo; y esencialmente presentarse como «anti-sistema». Es como si el fantasma de la Alemania nazi rondara desde el sur de Francia hasta los Cárpatos.
No es sorprendente que cuando un partido de extrema derecha logra un 15% de los votos en un país los partidos conservadores se apresuren a adoptar sus políticas. Es exactamente lo que el Rey Sarko trató de hacer en Francia; después de perder la primera vuelta dijo que la astuta Marine Le Pen era «compatible con la república». No dio resultado, porque millones de votantes albergaban en realidad otro tipo de furia: su eurofobia.
Eurófobos, uníos
La crisis de la Eurozona, países que van a la bancarrota, interminable desempleo por la «austeridad» ortodoxa, la mano de hierro de las agencias de calificación crediticia y de los tecnócratas presupuestarios, el horror económico generalizado; millones de franceses, como otros europeos, culpan a Bruselas. Y sucede que el Rey Sarko forma parte de la elite odiada, como 50% de la pareja «Merkozy», junto con la canciller alemana Angela Merkel, quien, en teoría, trata de «salvar» Europa.
Por lo tanto un problema adicional para el rey bling bling era que no fue capaz, y nunca lo fue, de hacer que se aceptara un proyecto político, cultural y social, su visión de Europa. O por lo menos de apuntar a cómo crear una Europa post crisis (asumiendo que la crisis desaparezca pronto, lo que no sucederá).
Puede que Hollande sea súper tranquilo y que sus recetas sean «anticuadas», como acusan el Rey Sarko y The Economist; pero por lo menos este retorno de los socialistas al poder en Francia puede estremecer todo el atarantado tablero de ajedrez.
La Unión Europea tendrá que reexaminar obligadamente el eje franco-alemán en su etapa «post Merkozy»; es el eje que actualmente gobierna en Europa. Se habla mucho en París y Berlín de «continuidad». Sucedió antes, entre Giscard d’Estaing y Helmut Schmidt, y entre François Mitterrand y Helmut Kohl.
Pero el verdadero desafío es lo que una presidencia de Hollande podría hacer por una Europa más social, y más igualitaria. The Economist -es decir, los intereses financieros de la City de Londres- se ha lamentado tanto por el Rey Sarko, quien estaba tratando de «salvar» no solo a Francia sino también Europa. Es una insensatez.
Adiós sujeto bling bling, y ¡enhorabuena!
Notas
1. Vea Jihad bling bling Asia Times Online , 14 de agosto de 2009
2. Vea aquí
Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge . Su libro más reciente, que acaba de aparecer es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Contacto: [email protected]
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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/
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