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Uruguay 1973

Gerardo Núñez reescribiendo historia

Fuentes: Rebelión

https://revistafuturos.noblogs.org/

El joven Núñez incursiona en lo que no ha vivido y en consecuencia sólo conoce mediante intelección, aprendizaje intelectual, o ideológico, y carece de las tonalidades que da la vida concreta, la historia vivida. [1]

Eso no lo inhabilita para abordar una cuestión –si así fuera, sólo podrían analizar acontecimientos quienes lo han vivido y eso empobrecería, justamente, el abordaje, condenando el conocimiento a un puro presente–; pero al menos tendría que darle muchos recaudos para no desbarrar sin siquiera tener noción de hacerlo.

Gerardo Núñez Fallabrino mueve su abordaje en dos dimensiones. Una versión dicotómica de la sociedad, de la historia. Una visión en blanco y negro. Absolutamente empobrecedora y distorsionadora.

Núñez verifica, con acierto, que el PCU fue muy duramente perseguido por los militares golpistas de los ’70. Ergo, concluye, el PCU fue un gran bastión de lucha antidictatorial.

Este ergo es penosamente falso, al menos en las primeras fases del proceso.

Si Núñez hiciera un análisis más dialéctico de la historia, podría atisbar que los comunistas procuraron aliarse con los militares y que los militares rechazaron semejante maridaje. Esa alianza fue buscada por el PCU antes de febrero de 1973, durante febrero de 1973 cuando los comunicados 4 y 7, y posteriormente, incluso en junio, pasado el 27, cuando ya la CNT había decidido la huelga general antigolpista.

Ante el cierre  y ocupación militar del Palacio Legislativo quedaron pocas dudas que estábamos ante un golpe de estado. En las primeras horas de la madrugada del 27 de junio. El mundo sindical inicia la paralización de tareas (sobre todo capitalina y en general urbana).

No fue estrictamente espontánea, porque había una ya vieja resolución en la CNT de huelga general ante golpe de estado. Pero sí fue una paralización por huelga que no necesitó resoluciones de las direcciones sindicales en el día. Porque ya estaban tomadas.

El PCU sufrió una derrota y una persecución: 1) no se le aceptó una alianza primero, y 2) luego que los militares se sintieron seguros en la represión a los grupos guerrilleros y guerrilleristas, el PCU tuvo que sufrir la represión directa y con mucha saña de los militares, profundamente condicionados por la ideología anticomunista.

Esto no fue nada exclusivo de Uruguay. En Argentina, hubo un decurso relativamente paralelo, que hizo que los comunistas encarcelados luego del golpe cívicomilitar del 24 mar 1976 defendieran, desde la prisión, a militares desaparecedores como Videla o Viola, como si fueran “el mal menor” en relación con un tal Menéndez, por ejemplo, y a la vez tuvieran que recibir, en las mismas cárceles, noticias de que en allanamientos les mataran a “camaradas”.  Estas peculiares coincidencias tampoco se circunscribieron al Río de la Plata. (La historia muestra muchos ejemplos más o menos similares en circunstancias a veces muy diferentes –Alemania, 1932, España, 1937–, lo cual nos permite inferir que no se trataba de resoluciones locales sino de estrategias generales, de la III Internacional.)

Pero volviendo a nuestro territorio, y a nuestra historia, hay que preguntarse por qué el PCU, sus militantes, tardaron tanto en escribir su historia.

Natalia Uval, en una recensión al libro de Núñez apunta consideraciones de éste: “no hubo ‘una definición expresa’ del partido de no contar la historia reciente y admite que los intentos que hubo al respecto ‘o bien no tuvieron la potencia suficiente para instalarse como relato o carecieron de sistematicidad, o las dos cosas’. Considera que la falta de una narrativa propia, ‘de masas y sistemática’, probablemente ‘haya facilitado la consolidación, durante un extenso período de la democracia, de la teoría de los dos demonios […]’.” [2]

Me pregunto si el trastorno provocado por “el amor no correspondido” no habrá sido causa principal de ese ‘atraso’ en la elaboración del duelo y la restauración a causa de las heridas recibidas. Pero esto ya ingresa al terreno de la interpretación y prefiero atenerme a los hechos.

En cambio, me parece que la razón que le da Núñez a Uval está totalmente desencaminada para no pensar que es manifiestamente falsa:

“[…] siempre costó llevar al papel esa historia de tanto heroísmo y de tanta lucha.” Pregunto apenas: ¿cuándo el PC evitó invocar sus virtudes (reales o supuestas)?

Lo importante, entiendo, es leer los documentos de esa época. ¿Qué y quiénes defendían qué el 9 de febrero? ¿Qué decían los documentos emitidos por los distintos personajes o actores del momento; direcciones militares, direcciones sindicales, direcciones políticas?; ¿qué decían los titulares de la prensa entonces?

Leer las fuentes y no las interpretaciones aggiornadas que de tales materiales hagan los múltiples Núñez que aparezcan.

No quiero abundar, ni corresponde, con la sola lectura de una reseña.

Pero me consta que un cotejo más completo permitiría desnudar aún más un pasaje como el siguiente, también citado por Uval: “Entre el apoyo parcial y circunstancial a los comunicados y establecer que la izquierda uruguaya o el PCU estaban a favor del golpe hay una distancia sideral. Es tan falso como ridículo”.

No fue falso aunque podamos entender que era ridícula la comedia de enredos de “camaradas” apoyando a peruanistas que no existían o en todo caso, que no tenían relevancia alguna (no fueron los únicos; Vivián Trías también apoyó la insurgencia militar, y tupamaros, no todos, se plegaron a una salida por el estilo).

Pero ya sabemos que mal de muchos, consuelo de tontos.


[1]  Gerardo Núñez Fallabrino, El partido de la resistencia, Ed. Fin de Siglo, Montevideo, 2021.

[2]  https://ladiaria.com.uy/politica/articulo/2021/1/libro-del-diputado-gerardo-nunez-narra-la-resistencia-del-pcu-a-la-dictadura-y-cuestiona-postura-de-civiles-complices/