1. El gobierno de Evo Morales en Bolivia ha ganado nueve elecciones, pero perdió la más reciente. Lo mismo le sucedió a Hugo Chávez y hoy a Nicolás Maduro en Venezuela. ¿Qué decir de los Kirchner en Argentina y de Rousseff en Brasil en 2015-16? Como quiera calificárseles: gobiernos progresistas, antimperialistas, de izquierda, de centroizquierda; […]
1. El gobierno de Evo Morales en Bolivia ha ganado nueve elecciones, pero perdió la más reciente. Lo mismo le sucedió a Hugo Chávez y hoy a Nicolás Maduro en Venezuela. ¿Qué decir de los Kirchner en Argentina y de Rousseff en Brasil en 2015-16? Como quiera calificárseles: gobiernos progresistas, antimperialistas, de izquierda, de centroizquierda; poco importa; la realidad es que las poderosas burguesías de cada país, con el total apoyo de los gobiernos de EEUU, están recuperando su poder y restableciendo sus negocios. No puedo culpar a esos gobiernos por no radicalizar sus mandatos y mucho menos de traidores, sino sólo de olvidar el derrocamiento de Allende en Chile y de seguir confiando en eso que se llama «democracia burguesa».
2. En los años setenta los luchadores sociales tuvimos una alternativa política: a) La que nos enseñó la revolución cubana que triunfó en 1959 a partir de la teoría del «foco guerrillero» y las 10 guerrillas que destacaban en América, o, b) la que desde 1970 nos enseñaba Salvador Allende con el ascenso electoral a la Presidencia en Chile. En esos mismos años irrumpió en México el sindicalismo llamado independiente y las manifestaciones de masas, surgiendo así una tercera posición política. El imperio de EEUU aprendió más rápido: le impuso un bloqueo económico total a Cuba, en 1973 derrocó y asesinó a Allende y desde entonces pasó a un control total de los gobiernos, los sindicatos y demás organizaciones comprando a sus líderes o reprimiéndolos.
3. A partir de la imposición de la economía neoliberal privatizadora a principios de los ochenta se inició un desplome de los movimientos sociales sobre todo con el ascenso de los gobiernos de la Thatcher en 1979, de Reagan en 1981 y de Juan Pablo II en 1978. La privatización y la globalización se impusieron definitivamente en el mundo. Las guerrillas fueron liquidadas una por una con la combinación de ejércitos locales y yanquis; los procesos electorales fueron ya totalmente controlados en beneficio de las clases dominantes y el sindicalismo fue sometido por la vía jurídica y de las secretarías del Trabajo. Para rematar a los movimientos, la combinación de esos personajes destruyó a la URSS y el bloque oriental que -aunque falso socialismo- representaba un contrapeso.
4. También Morales, Chávez-Maduro, Raúl Castro, Correa, Kirchner, Ortega, Lula-Rousseff, han representado un contrapeso en América Latina y en el mundo, pero los EEUU no quieren ninguna oposición que realice una política contraria a sus intereses; por ello apoyan con todas sus fuerzas a la Alianza del Pacífico integrada en 2011 por México, Colombia, Perú y Chile que está a su servicio. Por su éxito, con razón le han llamado a los países de la alianza los «Pumas de América Latina», en clara alusión a los «Cuatro tigres asiáticos» (Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán) que lograron un fuerte crecimiento de la clase media, exportaciones y grado de industrialización; por el contrario a los países críticos se les bloquea su moneda, sus productos y se busca derrocarlos.
5. Nos recuerda el analista Guillermo Almeyra que [] la irrupción de los pobres y los trabajadores en la guerra del agua, en Cochabamba, y en la posterior del gas, que derrocó al gobierno proimperialista, dio paso a «un sindicalista y diputado indígena, Evo Morales, que no había dirigido esas luchas, sin embargo las canalizó hacia las elecciones nacionales, que ganó, y una Asamblea Constituyente, que logró organizar. La nueva Constitución mantuvo el carácter unitario del Estado pero lo declaró plurinacional y basado sobre las autonomías indígenas, campesinas y regionales y la democracia directa». Almeyra culpa de la derrota de Evo a las fuerzas oligárquicas -en Santa Cruz, Tarija, el Beni-, y a otros regionalismos; pero también al Movimiento al Socialismo, integrado por direcciones burocráticas o semiburocratizadas de sindicatos y sectores sociales.
6. Coincido con el análisis de Almeyra acerca de las fuerzas de la burguesía imperialista y los errores burocráticos del gobierno, pero para mí siempre es más global el problema: mientras exista el imperialismo ningún país podrá liberarse de la dominación burguesa e imperial. Lo que en 1973 inmediatamente dijimos es que Allende no aprovecho sus tres años para armar a su pueblo, como si fuera muy fácil cuando aún los empresarios y el imperio controlan el poder económico y militar; o más radical aún porque esos gobiernos progresistas no entregaron las tierras a los campesinos y las fábricas a los obreros. La realidad es que todos los gobiernos que llegan por medio de las elecciones entran amarrados de pies y manos y sólo pueden hacer lo que les ordene el poder.
7. Estos terribles golpes a gobierno progresistas deben hacernos revisar nuestras estrategias de lucha. Sigo convencido de que sólo el movimiento de masas en los campos, fábricas y calles puede derrotar a las fuerzas del gobierno y nuestro trabajo debe encaminarse hacia ese objetivo. Dado los cientos de miles de efectivos militares en cada país, cualquier guerrilla será sofocada; dado que en lo electoral -después de alrededor de 200 años de experiencia- no se puede levantar ninguna rebeldía por el control de la legalidad burguesa; lo único que queda es el gran movimiento de masas pacífico, que la represión lo convierte en violento. Pienso que por ello urge la conformación de poderosas escuelas de cuadros políticos.
Blog del autor: http://pedroecheverriav.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.