En la campaña electoral del 2016, Pedro Pablo Kuczynski puso mucha fuerza en ofrecer lo que en ese momento dio en llamar la construcción de un «tren de cercanías». Se refería así a un sistema ferroviario costero que uniera Lima con algunas ciudades próximas del norte y del sur, como Huacho y Huaral, o Pisco […]
En la campaña electoral del 2016, Pedro Pablo Kuczynski puso mucha fuerza en ofrecer lo que en ese momento dio en llamar la construcción de un «tren de cercanías». Se refería así a un sistema ferroviario costero que uniera Lima con algunas ciudades próximas del norte y del sur, como Huacho y Huaral, o Pisco o Ica, respectivamente. Hoy, a 15 meses de su investidura, ha callado completamente en torno al tema. El único «tren de cercanías» que ha construido, es el que lo ha aproximado a dos estaciones poco recomendables: la Mafia Fujimorista, y el APRA. La composición del nuevo Gabinete y sus primeras acciones, así lo acreditan.
Se ha tratado, sin duda, de una tendencia capituladora, cuestionada por una buena parte de la población, precisamente la que le dio la victoria en los comicios del año pasado. Y es que la gente que votó por PPK, lo hizo no tanto porque simpatizara con su imagen o sus propuestas, sino simplemente porque se negaba en redondo a asumir una conducta que favoreciera directa, o indirectamente, a Keiko o a Garcia.
Nosotros fuimos más concretos. Dijimos en su momento que los trabajadores no tenían, en el plano electoral, camino de salida, que nadie estaba en la posibilidad de elegir aquello que fuera mejor, o más cercano a sus propuestas o ideales. Que vivíamos una coyuntura dramática, y especial en la que el único «privilegio» que tendríamos era el poder decidir a cuál de los dos enemigos que tendríamos al frente, debíamos elegir: si a la derecha neo liberal, o a la Mafia.
Dijimos entonces que en el pasado habíamos tenido ante nosotros a muchos gobiernos reaccionarios, representativos de la derecha tradicional en sus di versas variantes. Y que el pueblo peruano había sabido combatir. Sabemos -dijimos- cómo se hace: A través de huelgas, acciones de masas, movilizaciones populares, combates regionales, denuncias públicas, enfrentamientos de calle, prensa popular, y otras modalidades. Por eso, lucía preferible optar por PPK.
A si ha ocurrido. La huelga magisterial, la lucha de los médicos y los trabajadores de la salud, la acción de los movimientos regionales o locales, lo ha confirmado. Ha sido posible en estos convulsos meses de gestión neo liberal, resistir a pie firme los embates del capital y enarbolar muy en alto las banderas de los trabajadores. Y ese ha sido el merito trascendente de los que combatieron en jornadas que han quedado ya impregnadas en la retina de los peruanos.
Con la Mafia en el Poder, todo habría sido distinto. El mismo escenario, habría sido diferente. La «prensa grande» con apoyo del Estado, se habría encargado de borrar de un plumazo de la cabeza de las gentes, todo brote de protesta, o rebeldía. Los mensajes de Laura Bozzo, de Magaly Medina, de Aldo M., de José Barba o Rafael Rey, hubieses eliminado el menor vestigio de queja o de protesta. Y la más pequeña expresión de descontento, habría sido cortada de raíz. Prácticas del fascismo.
Una prueba indubitable de ello fue el mensaje el fujimorismo con relación a la huelga magisterial: «no debió permitirse que crezca», «que tome cuerpo este conflicto». Claro, debió habérsele matado en el huevo, cortado de raíz, bloqueado en la posibilidad de que adquiriera el entorno nacional con el que se proyectó en los meses de julio y agosto.
Con la Mafia en el Poder, los verdaderos líderes de la lucha, habrían sido acusados de terroristas, encarcelados y torturados -¿exageramos? No. En 1996, bajo el imperio Neo Nazi de AFF, 645 mil peruanos fueron detenidos, el 90% de los cuales fue sometido a prácticas «crueles, inhumanas y degradantes», es decir, torturas. Y el año siguiente la cifra subió a 657 mil. Así se acreditó.
Los otros, aquellos que no se hubiesen mostrado tercos en la lucha habrían sido, o corrompidos, a simplemente relegados. Porque ambas fueron las modalidades usadas por los servicios de inteligencia de la dictadura. Ahí están los videos del SIN, para confirmarlo. Entonces no se trata de «guardar rencores» ni «alimentar odios». Se trata, simplemente de tomar distancia de procedimientos perversos, de mecanismos salvajes, de prácticas brutales, incompatibles con la dignidad humana. Eso es algo que lo comprende cualquier persona elementalmente ganada por el respeto a la vida y a la justicia. Por eso es que la tesis aquella del «Indulto» al reo más representativo de esa modalidad operativa, huele a azufre, y gana el rechazo activo de todas las fuerzas democráticas, independientemente incluso de sus opciones políticas. Eso se confirmara en la jornada del viernes 29 en la Plaza San Martín.
Hay quienes pretenden valerse de comparaciones absurdas: si salió en libertad Maritza Garrido Lecca, ¿por qué no podría también salir Alberto Fujimori? Se preguntan al borde del llanto y de la histeria. La bailarina de 52 años, no salió por «indulto» sino porque cumplió su condena. Y AFF -cuando la cumpla, en el 2032- también podría abandonar la cárcel dorada que hoy lo cobija. Por lo demás, Maritza nunca estuvo en el gobierno, ni ordenó crimen alguno. Su delito, fue otro: proteger a alguien al que la prensa reaccionaria idealiza presentándolo hasta hoy como «gran líder de la lucha armada». ¿Que Maritza no pagó su reparación civil? Es verdad. Tampoco Fujimori ha pagado un centavo de su «reparación civil». Y él, tampoco se ha «arrepentido» ni ha «pedido perdón», como se le exigió hasta el delirio a la bailarina de danza clásica.
No se trata de situaciones similares, ni de acciones del mismo corte, entonces. Tampoco una sentencia cumplida luego de 25 años de rigurosa carcelería, puede equipararse a un indulto mendigado por la lástima que genera un viejito que dice estar «en la última lona». SI PPK opta por el «Indulto», lo que habrá de hacer, es proferir un insulto procaz que será asumido por millones como una ofensa imborrable.
PPK fue hasta hablar con el Papa, probablemente sobre el tema. Pareciera que sin éxito. El Jefe de la Iglesia, no habría recomendado el Insulto para Videla o Pinochet. Tampoco para Fujimori. Es una opción vinculada al sentido común.
Gustavo Espinoza M. Colectivo de dirección de Nuestra Bandera.
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