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Izquierda peruana, construyendo una nación, ¿socialista?

Fuentes: Rebelión

Fundación del socialismo peruano La izquierda marxista peruana fue desarrollada en los albores del siglo XX por José Carlos Mariátegui, intelectual autodidacta, que no terminó la educación primaria, ni estudió en la universidad. Él fundó el socialismo peruano en 7 años, 1923 a 1930, año en que murió, tras lo cual el socialismo devino en […]

Fundación del socialismo peruano

La izquierda marxista peruana fue desarrollada en los albores del siglo XX por José Carlos Mariátegui, intelectual autodidacta, que no terminó la educación primaria, ni estudió en la universidad. Él fundó el socialismo peruano en 7 años, 1923 a 1930, año en que murió, tras lo cual el socialismo devino en un radicalismo infecundo y estéril, y la socialdemocracia liderada por Haya de la Torre con su partido APRA, capitalizó el momento y se mantuvo en escena hasta los años 60.

Resurgir de la izquierda marxista

Tras el triunfo de la revolución cubana (1959), el pacto de Haya de la Torre con la derecha y el resurgimiento de movimientos campesinos, la izquierda renació sin un liderazgo claro, y estuvo dividida hasta el año 1980. Con las elecciones de 1978 para elegir la Asamblea Constituyente, luego de 10 años del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, de sesgo progresista, la izquierda aún dividida en 4 grupos, tuvo el 29.3% de los votos, siendo la segunda fuerza política.

La izquierda marxista, tras décadas de trabajo con campesinos, obreros, universitarios, dirigentes barriales, construyó un sentido común de justicia y nueva sociedad. Pero tras su presencia en la escena pública nacional, no tuvo en sus líderes, jóvenes con ambiciones y personalidades sólidas, sentido de unidad, y tras romper en 1980 la Alianza Revolucionaria de Izquierda, ARI, que en quechua significa sí, perdió las elecciones presidenciales de ese año al presentarse dividida.

La unión nace de la división

Esa dura lección de la división, permitió que en ese mismo 1980 se conformara la Izquierda Unida, IU, bajo el liderazgo del abogado Alfonso Barrantes Lingán, ABL, a quién se le postuló a la alcaldía de Lima, la capital del Perú. Tras el triunfo de IU la izquierda marxista, por primera vez en la historia del país, fue gobierno en un sistema democrático. IU bajo el liderazgo de ABL, asumió una serie de municipalidades provinciales y distritales en todo el país, consolidándola a nivel nacional.

ABL dejó la alcaldía para postular a las elecciones presidenciales de 1985, pero fue derrotado por el APRA, bajo el liderazgo de Alan García Pérez, AGP. El centro y la derecha que se hizo del triunfo en 1980 con el partido Acción Popular, prefirió a un joven líder de un viejo partido que tras tener posiciones de izquierda nacionalista en sus orígenes, había pactado con la oligarquía a la que había combatido duramente, y que además conocía cómo operar en la democracia representativa.

IU, en su gestión municipal en Lima, logró avances pero como no estaba acostumbrada a trabajar dentro del sistema capitalista teniendo una ideología marxista, no pudo ser reelecta en 1986, perdiendo igualmente frente al APRA, que hasta ese momento se consolidaba como la fuerza más importante que podía hacerle frente a los graves problemas económicos y al surgimiento del terrorismo por parte del Partido Comunista del Perú «Sendero Luminoso», SL.

La división nace de apetitos por el poder

Tras esas derrotas, IU se preparaba para las presidenciales de 1990, además que se dio la derrota del APRA al frente del gobierno, debido a la hiperinflación y el creciente accionar terrorista de SL. Sin embargo, en 1989, los dos sectores que pugnaban al interior de IU por hacerse del poder interno y de las candidaturas, el sector radical y el sector moderado (éste último promovía el choque frontal contra SL), dividió IU, y perdió las elecciones de 1990.

Pero tampoco ganó la derecha, porque su líder, el escritor Mario Vargas Llosa, puso tras de sí a todo el sector conservador, al sector económico y a los medios masivos de comunicación. El pueblo no lo apoyó y prefirió un outsider, el Ing. Alberto Fujimori Fujimori, sancionando así a la clase política vigente, a la izquierda por su división, a la derecha por su poderío económico y al centro aprista por su incapacidad de gobierno y por sus visos de corrupción.

Izquierda a las catacumbas

Luego de 1990, tras la ruptura de IU y la retirada de ABL, la izquierda volvió a las catacumbas. Dividida, sin un liderazgo consensuado, sin ideología ni actores políticos, sin programa definido, (en 1989 cayó el muro de Berlín y con él la Unión de República Socialistas Soviéticas), sin bases sólidas, fue un actor débil en la política peruana. Es recién en el 2011 que la izquierda reapareció de la mano de Ollanta Humala, OH, llevando al congreso de la República a varios líderes políticos.

Antes OH postuló a la presidencia en el 2006 quedando en segundo lugar con la organización Unión por el Perú, debido a que su agrupación, Partido Nacionalista Peruano, no logró inscribirse. En aquella ocasión la izquierda dudó mucho en el apoyo, y OH fue captado por grupos políticos diversos sin mayor trascendencia a los cuales llevó al Congreso de la República, pero tras muchas renuncias y salidas, pocos quedaron para la campaña del 2011.

Nuevo renacer de la izquierda

Sin mayor apoyo de otros sectores, OH, político pragmático, aceptó apoyarse en la izquierda, por sus talentos, sus propuestas como la de la Gran Transformación, y seguro viendo que era una fuerza débilmente organizada liderada por el sociólogo Sinesio López. Tras el triunfo de OH la izquierda asumió algunas responsabilidades, pero no supo ser un cuerpo coherente y unificado capaz de ser el soporte del gobierno de OH, y a los 6 meses salió del gobierno.

Posteriormente, la izquierda se renovó exitosamente a través de la consolidación del Frente Amplio, FA, para postular a las elecciones presidenciales del 2016. Este grupo tras una elección democrática interna, inédita en la izquierda, eligió como candidata a la congresista Verónica Mendoza, VM, que había renunciado a la bancada de OH. Esta unidad del FA y el liderazgo de VM posibilitaron a la izquierda obtener el tercer lugar muy cerca del segundo.

¿Nueva división?

Tras ese importante triunfo político producto del reagrupamiento de la izquierda, de la renovación de un discurso y de un trabajo conjunto desde las bases, la izquierda ha vuelto a dividirse por la candidatura presidencial al 2021. Unos postulan a VM en tanto otros líderes creen que es su oportunidad. Al momento la bancada del FA en el Congreso de la República prácticamente se ha dividido, surgiendo la bancada Nuevo Perú, aunque aún sin reconocimiento oficial.

El socialismo lejos de debates y prioridades

Lejos y sin ningún vínculo con esta ruptura, están los escasos debates sobre nuevas propuestas ideológicas o programáticas sobre la construcción del socialismo peruano. Estas propuestas, débilmente promovidas por ambos grupos, no han sido renovadas desde 1930 tras la muerte de Mariátegui. Propuestas como construir el socialismo en diálogo y debate con la cultura política, el arte, los avances tecnológicos, etc., no forman parte de la agenda de la izquierda.

Izquierda derrotada por la izquierda

Esta sería la tercera oportunidad, en 37 años, que la izquierda es derrotada por la propia izquierda. ARI, IU y FA, son la expresión del triunfo del privilegio de la pelea por las candidaturas y el poder interno, antes que la unidad por construir el socialismo en el Perú. Pocos dirigentes nacionales ponen por delante la construcción del socialismo, sin embargo, de miles de profesionales, dirigentes sociales y populares de izquierda están contribuyendo a crear la nación peruana.

Construcción de la nación peruana con ideales socialistas

El Perú es un espacio territorial y una república que no están construida sobre una nación. Desde la conquista en 1532, hasta la actualidad, el Perú ha estado dividido desigualmente de manera racial, política, económica, socialmente. El español blanco, encomendero, sacerdote, noble, etc., tenía todos los privilegios sociales, económicos, políticos, etc., contra una masa de indios mestizos postrados, explotados, excluidos. La nación, como ciudadanos iguales ante la ley, no ha existido.

Y como hemos visto, la izquierda marxista desde Mariátegui ha estado presente en la vida política peruana. Ha captado miles de dirigentes sociales y populares, formado miles de profesionales e intelectuales. Ha sido gobierno en cientos de municipios distritales y sus militantes participan activamente en la política local, provincial y regional desde hace décadas. Incluso hay voceros en la derecha que han salido de la izquierda. Hasta la derecha se ha nutrido de la izquierda.

Así, en los gobiernos de Alberto Fujimori (1990-2000), Valentín Paniagua (2000-2001), Alejandro Toledo (2001-2006), Alan García (2006-2011) y Ollanta Humala (2011-2016), muchos líderes, profesionales e intelectuales de izquierda han participado en las diferentes instancias gubernamentales. Tanto así que han generado su propio diario, La República, bastión de la difusión de ideas de izquierda, a la cual luego se le sumó el diario La Primera.

Profesionales de izquierda lideran espacios como la Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza, el Acuerdo Nacional, Gobiernos Regionales, Provinciales y Locales, entre otros, desde los cuales siembran desde hace décadas ideales y acciones de igualdad, justicia social, lucha contra la no discriminación, promoción de la inclusión social, combate a la desigualdad, fomento de la organización y actoría popular e indígena, etc., sobre los cuales se puede construir una nación.

Hay ejemplos del impacto de la izquierda en construir nación. La marcha multitudinaria, Ni una menos (2016), contra la violencia de género, sin duda es también fruto del trabajo de las feministas de izquierda. Los grupos políticos en las regiones por la descentralización y regionalización, es impulsada por la izquierda desde décadas. Igual ocurre con la lucha contra la no discriminación en todas sus formas. Verdad que no sólo de la izquierda, pero su aporte ha sido y es importante.

Por supuesto que también hay dirigentes, profesionales e intelectuales de izquierda oportunistas y corruptos que se vendieron por un lugar en el poder o por una posición laboral. Pero son los menos, porque sino la izquierda no se hubiera podido agrupar en la última elección presidencial. Lo cierto es que la izquierda aún no puede dimensionar el tremendo impacto y contribución que ha hecho en la construcción de la nación peruana, de ciudadanos iguales ante la ley.

Este esfuerzo de miles de militantes de izquierda por décadas, ha sido dispersa, aislada, personal, sin una orientación nacional unitaria, sin el respaldo de líderes y políticos nacionales, sin grandes reconocimientos más allá de lograr por ejemplo colocar la palabra inclusión social en leyes, ordenanzas o directivas, y que su paso tuvo, sin decirlo, la marca de la izquierda, de la justicia social, del socialismo, pequeño en su espacio, pero gigante por el poco respaldo para su vigencia.

La izquierda no puede detectar la demanda de un gran sector del país por una izquierda líder en la construcción del socialismo peruano. Si lo supiera no se pelearía por candidaturas presidenciales, como un botín, sino buscaría la unidad para lograr construir en democracia un gobierno socialista con libertad e igualdad. Pelearía por disputar la hegemonía intelectual, cultural, artística, ideológica, económica al neoliberalismo, que en algunos casos no tiene oposición firme.

La nación que está construyendo la izquierda, acaso sin ser muy consciente por su dispersión y división, no está siendo debidamente representada por la política ni la ideología. He allí una tarea urgente para quienes creemos que es posible crear una patria socialista, incorporando lo mejor de la civilización oriental y occidental, uniendo lo disperso, pero a condición de que se proponga una nueva visión del socialismo moderno, ideológicamente concebido desde nuestra realidad.

Y lo más importante es que esta nueva propuesta ideológica, programática, política y organizacional, deberá retomar críticamente los aportes de la hornada de intelectuales, políticos y dirigentes populares de la época de Mariátegui, así como de la época de los años 60, 70 y 80, y cómo no la nueva realidad que se cierne sobre el futuro de la izquierda. No es posible elevar una propuesta socialista sin cribar el pasado, evaluar el presente y redefinir el futuro.

La izquierda ha operado, a veces con aciertos otras con muchas debilidades y fracasos, al interior del sistema democrático representativo en la que se vio envuelta por la historia. Tenía su propuesta de democracia directa que dejó de lado y asumió, con algunas reflexiones pero pocos debates profundos, la democracia representativa. Ha mantenido la democracia liberal sin lograr incorporar sustancialmente una mayor participación popular en el ejercicio del poder.

Y tuvo su propuesta de gobierno popular en los años 70 sin que fuera procesado críticamente sobre su inviabilidad, ni el por qué fue dejado de lado. La izquierda se despojó progresivamente de sus fórmulas ideológicas incubadas en los años 60 y 70, sin autocríticas ni rupturas fundacionales de algo nuevo. Fue el tiempo el que hizo que la izquierda se sumara a la corriente nacional de construcción de un estado democrático y con base popular, pero sin mayor debate.

¿Cómo transformar el estado peruano, heredero del estado oligárquico, y que no permite el desarrollo sobre bases nacionales y populares, ni la más amplia participación popular en la gestión pública? ¿Cómo impulsar procesos culturales de cambio hacia una mayor representación política y social en el estado? ¿Cómo lograr que el proceso de democratización promovida por la izquierda acabe en la construcción de un estado socialista? ¿Qué estado y país socialista queremos?

Son muchas las interrogantes que nos plantea la hora actual a la izquierda. Pero ésta está más bien pensando en cómo lograr ser la cabeza de la representación política en las próximas elecciones presidenciales, y muy poco en cómo la construcción del socialismo en el Perú es un trabajo no sólo de los socialistas sino de liberales y de sectores medios que anhelan un país más humano, más justo y solidario, y que no necesariamente abrigan un pensamiento marxista.

Es esa además la perspectiva que tuvo Mariátegui, aglutinar un conjunto de fuerzas académicas, intelectuales, sociales, populares, económicas, claro desde su visión más marxista liderada por los obreros y campesinos, que bajo la hegemonía de una nueva propuesta de civilización socialista, pudiera lograr el más amplio consenso. Hoy hay varios temas a debatir como la hegemonía clasista de obreros y campesinos, pero lo innegable es que el socialismo puede ser factible.

Finalmente, el Perú no es Venezuela, ni Cuba, etc. Aquí florecerá un socialismo propio, único, personal, que debe nutrirse de lo mejor del mundo, pero ni fotocopiará ni reproducirá otras experiencias, como decía Mariátegui. El tema central es tener la vocación, voz interior, de creer que el socialismo será siempre, a pesar seguro de sus limitaciones humanas, una civilización superior al capitalismo, más allá de las elecciones, o mejor, asumiéndolas y trascendiéndolas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.