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Entrevista al periodista Antonio Cuesta, corresponsal en Atenas de la Agencia Prensa Latina

«La austeridad en Grecia sólo ha beneficiado a bancos y multinacionales alemanas»

Fuentes: Rebelión

Grecia representa en torno al 2% del PIB de la zona euro, pero la llamada a rebato de los grandes poderes -singularmente la Troika y el gobierno alemán- ante un posible triunfo de Syriza, marca la campaña electoral. En un artículo publicado el 5 de enero en Público, el catedrático Vicenç Navarro refutaba los presupuestos […]

Grecia representa en torno al 2% del PIB de la zona euro, pero la llamada a rebato de los grandes poderes -singularmente la Troika y el gobierno alemán- ante un posible triunfo de Syriza, marca la campaña electoral. En un artículo publicado el 5 de enero en Público, el catedrático Vicenç Navarro refutaba los presupuestos del alarmismo: «Les aseguro que lo último que la banca alemana desea es que Grecia se vaya del euro. Y si no, esperen y lo verán. La causa de que a Grecia no la echarán de la eurozona es que, si ello ocurriera, la banca alemana tendría un  problema. Alemania tiene invertidos 700.000 millones de euros en los PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España)».

El periodista Antonio Cuesta, corresponsal en Atenas de la Agencia Prensa Latina (también lo fue en Turquía), abunda en esta vinculación al afirmar que las políticas de austeridad en Grecia «sólo han beneficiado a bancos y multinacionales alemanas». «La terca obstinación de Berlín de mantener a cualquier precio las medidas de austeridad y la fortaleza del euro creo que está llegando a su fin, y buena parte de la culpa la tiene Syriza», añade. En el fondo del problema, asegurar el «enorme negocio de la deuda». Antonio Cuesta Marín es también colaborador de Rebelión, coordinador de la editorial Dyskolo y autor del libro «Solidaridad y autogestión en Grecia» (Manu Robles-Arangiz Institua).
 
-Titulabas recientemente un artículo en Rebelión «Cuando los poderes extranjeros entran en campaña electoral» respecto a las declaraciones de dirigentes alemanes, acciones de bolsas y mercados ante una posible victoria de Syriza (las encuestas le adjudican a la coalición de izquierdas en torno al 30% de los votos). ¿Qué cambios observas respecto a los comicios legislativos de junio de 2012, en las que resultó vencedora Nueva Democracia, formación conservadora, cuando los sondeos también daban como ganador a Syriza y también se desató la campaña del miedo?
 
-Syriza fue la sorpresa electoral en mayo de 2012 al pasar del 4,6% de los votos y 13 escaños (en 2009) al 16,8%, apenas un 2% menos que lo que sacaron los conservadores Nueva Democracia (ND). Ninguna encuesta previó ese resultado y los primeros sorprendidos fueron los propios militantes de Syriza. El partido, realmente, no estaba preparado para ganar y si sumamos que en la segunda ronda, un mes después, la campaña del miedo fue terrible el resultado fue una victoria de la coalición proausteridad. Hay que decir, además, que la campaña electoral de ND y el PASOK consistió en negar lo que más tarde hicieron inmisericordes: recortes, privatizaciones, despidos…
 
La situación actual es sensiblemente diferente. Syriza se ha fortalecido bastante, dio un paso importante en las pasadas elecciones locales, al ganar el gobierno de la región de Ática (la más poblada), y cuenta con un programa de gobierno mejor elaborado. Enfrente tiene a unos oponentes deslegitimados, que ya mostraron a las claras cuáles son sus  propuestas, y que van a tener muy difícil generar ningún tipo de ilusión entre los votantes. Por supuesto su baza es el miedo, y con la ayuda de sus socios europeos tratarán de asustar cuanto puedan, en un intento desesperado por mantener a Grecia en el redil de la austeridad.
 
-Sugieres además que una fracción del capital financiero (incluido algún artículo en el «Financial Times») podría no ver de manera negativa, incluso la vía más favorable en la presente coyuntura, una victoria de Syriza como vía keynesiana con la que despertar una economía «moribunda» como la griega. ¿Se han manifestado de algún modo estos intereses?
 
-De manera pública muchos analistas del sector de las finanzas se han expresado en esos términos. Hablo de defensores acérrimos del neoliberalismo. En España, por ejemplo, El País también se desliza por esa línea, la de aceptar una renegociación de la deuda, entendiendo que más vale perder un poco que perderlo todo.
 
Además la falta de decisión de un gobierno cobarde y pusilánime como ha sido el binomio Samarás-Venizelos ha llevado al desastre incluso al sector financiero en Grecia. En 2014 la Bolsa de Atenas fue, a nivel mundial, la que mayores pérdidas registró, con una caída del 29%. Mientras, los bancos continúan en extrema postración a la espera de nuevas dosis de inyecciones monetarias.
 
 -El corresponsal de El País en Bruselas, Claudi Pérez, titulaba el 7 de enero un breve artículo del siguiente modo: «¿Quién teme a Alexis Tsipras?», donde afirma que al dirigente de Syriza no se le teme en la Comisión Europea, en Bruselas, en Francfort (sede del BCE) ni siquiera en Berlín. En el artículo se afirma dos veces que Tsipras «lleva meses reuniéndose en Bruselas, en Francfort y en Berlín, dejando claro que no va a tomar medidas revolucionarias». Se afirma además que en estas tres plazas «se le considera un tipo razonable». ¿Qué explicación se da en Atenas de estas reuniones y su contenido?
 
-Syriza ha dejado clara su adhesión a la Unión Europea y a la zona euro y sus propuestas no son, en efecto, «revolucionarias». La cuestión es saber quien podrá sacar más partido en una mesa de negociaciones, donde sin duda tendrán que resolverse la cuestión de la deuda y las formas de financiación que hoy por hoy necesita la economía griega. Por parte europea parece claro que recurrirán al chantaje monetario para tratar de seguir exprimiendo al estado griego. Lógicamente Syriza podría endurecer su posición con medidas, ahora sí, más radicales. Pero para ello deberá saber con qué grado de apoyo popular cuenta y, sobre todo, hasta dónde están dispuestos a llegar los griegos para salvar su dignidad y su soberanía.
 
 -¿Qué medidas concretas plantea Syriza para el escenario posterior a las elecciones del 25 de enero, sobre todo en relación con la deuda pública (alcanza ya el 177% del PIB) y los acreedores internacionales, y también en relación con los programas de austeridad impuestos por la Troika? ¿Y en el frente interno, por ejemplo, respecto a la fiscalidad, paliar la pobreza de la población, recuperación de los sectores estratégicos o relaciones con la iglesia ortodoxa?
 
-La reducción de la deuda no puede ser evaluada en todo su dimensión en estos momentos, pero algunos de los miembros del departamento de finanzas de Syriza han hablado días atrás de que podría ser reducida a la mitad. Eso, lógicamente, depende en gran medida de cómo transcurran las negociaciones con los acreedores. Lo que sí ha quedado claro es que las primeras medidas del gobierno irán encaminadas a realizar una profunda revisión del plan de privatizaciones, dejando fuera algunas empresas estatales estratégicas, un programa para revitalizar la economía productiva, el aumento del salario mínimo y las pensiones, la aplicación de ayudas a los más necesitados y una remodelación de la política fiscal, descargando a las clases populares de la presión insoportable que han sufrido hasta ahora.
 
 -En los municipios y regiones donde ya gobierna Syriza (por ejemplo, en el Ática, de un peso demográfico y económico enorme en el país), ¿pueden observarse algunos cambios concretos a partir de las políticas aplicadas?
 
-El mayor esfuerzo hasta el momento ha sido el de frenar el programa de despidos de los empleados públicos, poniendo en tales aprietos al ministerio de la Reforma Administrativa que el gobierno no ha podido cumplir los compromisos que tenía con la troika para 2014. En todo caso, el margen de maniobra que tienen las regiones no es muy grande, a diferencia de lo que ocurre por ejemplo en España, pues cuentan con muy pocas competencias, pero han mantenido una posición de resistencia e insumisión a los dictados de los acreedores que son realmente las únicas directivas en las que centra todo su esfuerzo el gobierno central.
 
-Numerosos analistas anticipan que Syriza no logrará la mayoría suficiente para gobernar en solitario. ¿Habría, a día de hoy, la posibilidad de acumular esta fuerza apoyándose en ecologistas, comunistas y el Frente de Izquierdas Anticapitalista (Antarsya)? ¿Se están «trabajando» acuerdos de estas características, o ves más factibles pactos que miren más a la derecha?
 
-Solo el partido ecologista, en los márgenes de conseguir el 3% legal que da acceso al Parlamento, ha mostrado su disposición a colaborar. El Partido Comunista (KKE) ha dejado claro desde hace tiempo que Syriza es tan enemigo como ND o el PASOK. El resto de formaciones de izquierda aún no definieron su postura o el mensaje que trasladarán a su militancia, entre ellas Antarsya pero también Izquierda Democrática, que muy probablemente quede fuera de la Asamblea Nacional. De cómo se decanten dependerá el resultado final de Syriza y de si necesitará una vez pasadas las elecciones, aunque solo sea para la elección del Primer Ministro, a otras fuerzas más a la derecha.
 
-En el verano de 2014 publicaste «Solidaridad y autogestión en Grecia», libro en el que analizabas el florecimiento de iniciativas sociales surgidas al calor de la crisis. ¿Mantienen el pulso en la actualidad y, sobre todo, la fortaleza suficiente para que Tsipras pueda apoyarse en el movimiento popular para sus reformas?
 
-Mi impresión personal es que no. Bien sea por la premura de tiempo, bien por los recelos entre el atomizado movimiento social y Syriza, lo cierto es que no se ha desarrollado como debería una alianza popular que integre las aspiraciones y la apertura de cauces de participación en el principal partido de la izquierda. Sin embargo, pienso que esa colaboración será más necesaria en caso de alcanzar el gobierno que incluso para acceder a él. Es una tarea que, pase lo que pase, Syriza no puede demorar más, poniendo todo su empeño y honestidad para que se vayan abriendo cauce de participación política desde la base.
 
-«Der Spiegel» ha filtrado los augurios de Merkel y el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, sobre una Grecia fuera de la Eurozona en caso de que Syriza aplique sus reformas. El FMI ha decidido suspender las negociaciones con Grecia hasta después de los comicios, en relación con el plan de rescate (desde 2010, un total de 240.000 millones de euros). ¿Resignación, miedo, sentimiento de colonia, necesidad de que potencias extranjeras obliguen al rigor? ¿Qué percepción tiene la población griega de estas noticias?
 
-En general la población está hastiada por unas políticas neoliberales que solo han profundizado la brecha entre una pequeña minoría, a la que no parece haber afectado seis años de recesión, y una mayoría que no ve el final a este largo túnel. La cuestión es de qué modo se puede poner fin a la cruel intervención de los poderes financieros. Una parte importante de los votantes confía en que la vía de Syriza sea suficiente para reconducir la crisis social y económica en la que se encuentra Grecia. Otro sector, no desdeñable, apuesta por medidas aún más fuertes, como el abandono del euro para recuperar de forma completa la soberanía política, económica y fiscal. Y por último hay un porcentaje también relevante que siguen creyendo en el modelo actual y en las promesas de recuperación lanzadas desde el gobierno y los grandes medios de prensa.
 
-Afirma Yanis Varoufakis, consejero económico de Syriza, que actualmente Grecia «está en bancarrota y no pide prestado a inversores privados». Por tanto, «la amenaza a un gobierno de Syriza no vendrá de los mercados», sino del BCE, la UE y Berlín, sostiene el economista en una entrevista a Alessandro Bianchi en «L’Antidiplomatico».  ¿Se continúa utilizando el discurso de la «responsabilidad», de que hay que cumplir con la ortodoxia para que los «mercados» no corten la financiación y dejen al país sin liquidez?
 
-Ese discurso es al que apelan los defensores del actual funcionamiento de la UE, y que no cuestionan las políticas del desastre promovidas por Alemania, pese a que han llevado a los países periféricos a la más completa postración. La terca obstinación de Berlín de mantener a cualquier precio las medidas de austeridad y la fortaleza del euro creo que está llegando a su fin, y buena parte de la culpa la tiene Syriza. Hasta ahora el único beneficiado ha sido el capital alemán (bancos y multinacionales), pero la posibilidad de que el pueblo griego se manifieste libremente en las urnas puede marcar un punto de inflexión en las políticas comunitarias aunque hace falta que esta ola no se detenga en Grecia y continúe en más países.
 
-Por último, en el libro «Solidaridad y Autogestión en Grecia» recuerdas cifras estremecedoras sobre la «cura de choque» que ha sufrido Grecia. La deuda pública pasó del 129,7% del PIB en 2009 al 171,8% en 2013; y en el mismo periodo el PIB se redujo en un 26%, la mayor caída de un país en tiempos no bélicos. ¿Han tenido algún efecto «positivo» las políticas de austeridad, incluso desde una perspectiva neoliberal?
 
-Ninguno. La única intención de las mismas ha sido la de asegurar a cualquier precio que el enorme negocio de la deuda siguiera dando beneficios a los prestamistas y favorecer a las grandes empresas. No ha habido ninguna consideración ni hacia las condiciones de vida y los derechos de los ciudadanos, ni tampoco hacia el débil tejido productivo nacional. Todas y cada una de las medidas han ido encaminadas a desmantelar las leyes que protegían a los trabajadores o les garantizaban sus derechos más básicos, y aquí también incluyo a profesionales, autónomos o empresas familiares, para beneficiar a las grandes corporaciones y al capital transnacional ofreciéndoles un territorio libre de restricciones (laborales, medioambientales, fiscales…) donde enriquecerse sin cortapisas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.