Con una campaña electoral anodina y falta de entusiasmo, el pasado 7 de febrero la burguesía logró validar, como lo hace cada cuatro años, el régimen democrático burgués de dominación y explotación en Costa Rica, montando una dirección de recambio para manejar sus hilos del poder: Los teleceistas (la alianza del sector de la burguesía […]
Con una campaña electoral anodina y falta de entusiasmo, el pasado 7 de febrero la burguesía logró validar, como lo hace cada cuatro años, el régimen democrático burgués de dominación y explotación en Costa Rica, montando una dirección de recambio para manejar sus hilos del poder: Los teleceistas (la alianza del sector de la burguesía local como socia minoritaria y gerencial del gran capital financiero internacional , bancario y maquilador) se volvieron a imponer, bajo la apariencia de que el voto de cada costarricense es el que decide y que además este acto es «pura vida», o sea, que quien lo ejerce disfruta colocándose el yugo del gran capital en su aporreado cuello.
Cuando el todo determina las partes
Pero estas elecciones trascienden los objetivos naturales de la burguesía cuando juega a la «democracia» para mantener su poder. Las elecciones recién pasadas reflejan una situación particular de la situación general de la lucha de clases a nivel mundial. A la rebelión de las masas que no se dejan y resisten la opresión y la explotación del capitalismo en su fase imperialista, este responde con la militarización, las guerras, la agresión, la represión y el recorte de los derechos democráticos.
Que Obama se interese más en ocupar militarmente Haití (desgarrador ejemplo de la barbarie capitalista) es coherente con su política general de militarización y represión- agresión en el mundo. La misma política de beligerancia militar contra la revolución iraní y las provocaciones a la revolución bolivariana buscando al enemigo que justifique la agresión y su afirmación de poder es la única constante del imperialismo. La débil recuperación de la «crisis» económica no alcanza a despertar la más mínima perspectiva de un mejoramiento o crecimiento sostenible en ninguna de las potencias y en ninguna de las llamadas economías emergentes como la china o la hindú y lo que queda es recrear la ley de la selva para imponer el sometimiento de los que resisten al sistema.
El capitalismo no puede resolver ni los problemas sociales ni económicos de las grandes masas y acelera la destrucción de las fuerzas productivas como las de la naturaleza agotada, en extinción y colapso a una velocidad vertiginosa. La barbarie es la única bandera de la integración planetaria para seguir montados en el poder y reproducir el capital. No hay forma de hacer capital y de reproducirlo en ganancia que imponiendo fuertes políticas de reducción salarial, de desempleo, de cercenamiento de derechos y conquistas sociales y económicas y de explotar hasta el estrés cuanto recurso esté disponible para hacer más capital concentradamente en cada vez más pocas manos. Si bien es cierto el discurso y los mecanismos persuasivos, disuasivos y retóricos pueden hacer lo propio, en definitiva, solo el garrote, paraliza y doblega la lógica de la resistencia con la pulsión vital que sale a flote en las cada vez más frecuentes luchas de las masas por resistir al capitalismo senil.
El imperialismo ha tomado la decisión de la militarización y la represión contra el fantasma de la rebeldía, de la resistencia y en fin de la revolución que recorre el planeta. El enemigo es la desestabilización y esta se ubica en las acciones de resistencia contra cuanto plan y política tiene la burguesía para imponer su régimen de ganancia con la ayuda de la máscara de la «democracia». Si bien no puede identificarlo directa y abiertamente, el imperialismo y las burguesías semicoloniales como la nuestra debe ir preparando el terreno y meter en un mismo saco a la rebeldía islamista, a la resistencia palestina, a las masas bolivarianas y a cuanta expresión de lucha de los trabajadores, los oprimidos y los pueblos junto a la amenaza de los «narcos», el terrorismo o la delincuencia en general.
La burguesía teleceista «gana» pero, obcecada, la lucha de clases se agudiza
Resultado de las elecciones, el régimen democrático burgués sale fortalecido en sus instituciones jurídicas y electorales, en su institución parlamentaria, más diversificada y variopinta, como «contrapeso» a un Ejecutivo que hace lo imposible por aparecer «independiente» y separada de su progenitor: el Teleceísmo liderado por el grupo de los llamados «Los Arias».
El teleceismo, hizo lo propio por obtener una gran participación de electores y pretendía un amplísimo margen de triunfo para la Presidencia y para la Asamblea Legislativa pero la realidad de un país polarizado ha vuelto a saltar sobre la superficie. Entre tanta «burucha» y «confeti» electorero la realidad mundial tomó rostro nacional entre los que cada vez son más y no quieren y los de arriba que no pueden seguir explotando como antes.
Si bien es cierto, la polarización de clases en el país no tuvo en los actores de la farsa electoral a los que mejor los representara, se equivocan quienes piensen que la burguesía la tiene asegurada o que ha logrado cortar o desviar las contradicciones que, pasada «la fiesta» vuelven a aparecer crudas y sin sedantes en la cotidianeidad de la vida del país.
Unos pocos días después de darse a conocer los resultados de las elecciones, los anuncios de aumentos en precios y tarifas así como de los combustibles saltaron con el brío propio de la contención forzada a la espera de que pasara la «fiesta electoral». Los verdaderos ejes para el nuevo gobierno ya han aparecido: Laura Chinchilla anuncia que estos serán la Seguridad y la actividad del Ministerio de Presidencia. Para financiar la «seguridad» policiaca la nueva Presidenta se lanza directamente contra los libertarios anunciando que los fondos para la financiación de este primer eje saldrá de un impuesto a los Casinos, sector que ellos defienden y manifiesta que la conflictiva privatización de los puertos de Limón continuará en su gobierno. Aunque el hecho de poner en igual importancia la actividad de la Presidencia y la Seguridad, para la búsqueda de acuerdos, está claro que es una reedición del «G38″( El frente unido de Liberación Nacional, los libertarios, cristianos, PUSC y el tureca de Echandi para aprobar el TLC) los cristianos y los socialcristianos para lograr los 29 votos de la mayoría simple y sumando al PASE y al PAC en lo que requiera de una votación calificada pero quedando demostrado que la división en el campo de la burguesía para nada sale resuelta en estas elecciones y al contrario se han configurado más claramente los bandos.
Igual ocurre con respecto al movimiento de masas. Lura Chinchilla no solo se propone la continuidad de las privatizaciones, las medidas para profundizar la transformación del país como plataforma de servicios, turismo, maquiladora y de producción de plantación fundamentalmente enfeudada a la exportación de bienes y capitales. Cuando Chinchilla se refiere a la Seguridad no lo hace entendiendo esta como seguridad social sino como seguridad represiva para poner en cintura a los que protesten contra los planes de explotación mientras se apertrechan bajo la justificación de la amenaza de los «narcos» y la delincuencia en general.
El triunfo de Laura y sus límites
El porcentaje de abstencionismo llegó a casi un 31% y aunque bajo 4% mantiene el fenómeno que se viene repitiendo desde la crisis del bipartidismo inaugurada electoralmente en la elección de 1998. Laura Chinchilla no logró un porcentaje de votos contundente que dejará atrás la experiencia de su predecesor de «dejar los pelos en el alambre» cuando hace cuatro años por un «tanto así» pierde y por otro «tanto así» hubiera tenido que ir a segunda ronda. Chinchilla obtuvo un 46%, menos de un tercio de los electores (dos millones ochocientos mil aproximadamente) y por tanto no sobrepasando los novecientos mil votos.
El ánimo de los que sí fueron a votar fue además frío, más que confiado. Las apelaciones a hacer el ejercicio del voto bajo el argumento de que es un lujo que otros no tienen solo convence a los que tienen dentro de sus prácticas rituales de la idiosincrasia «tica» marcar una papeleta como abrir una sardina en Semana Santa o comerse el «tamal» en la Navidad. Otros fueron los detonadores para que las «clases medias» especialmente las que se encontraban dentro del 34% que horas antes de las elecciones se mantenían indecisos no solo se acercaran a última hora a las mesas de votación sino que votaran a Presidente por la teleceista Laura Chinchilla y quebraran su voto como negación o resarcimiento de su conciencia en las papeletas diputadiles al no estar muy convencidas de que Arias haya merecido la reelección hace cuatro años y que ahora mereciera la continuidad.
El Gobierno de los teleceistas y su principal partido tuvieron que apelar otra vez a la estrategia del miedo para asustar a la clase media con la amenaza que representaban los libertarios si se hacían del Gobierno o si eran los contrincantes en una segunda ronda. Entre otras cosas había que asustar con las amenazas de los libertarios de implantar la dolarización de la economía, el cierre de la Seguridad Social y la píldora del día después, para convencer a los sectores medios de que «el menos malo» realmente era el continuismo.
Ante la atractiva denuncia libertaria de «platinas» y del despojo al que arroja a los «de a pie» la «inseguridad ciudadana», el miedo buscaba que estos sectores medios «valoraran» que a pesar de las consecuencias de la crisis económica el Gobierno que tanto defendía Laura Chinchilla había sostenido del desplome las posibilidades de medio mantener el trabajo, el salario, el control de la inflación, de las tasas básicas para mantener el «pura vida» como su estilo de vida.
Que el argumento del miedo haya salido de estos especialistas en utilizarlo refleja que quien azuza con el miedo solo está expresando los propios. En efecto, promueven el miedo porque tienen miedo de una explosión social. Apelan al miedo no solo de las amenazas libertarias a las «ligths» condiciones de vida de las clases medias en vías de empobrecimiento ralentizado pero en picada. Apelan al miedo a una difusa amenaza del «crimen organizado» y la «criminalidad» para justificar el fortalecimiento de todos los aparatos represivos, de nuevos y más sofisticados para suscribir mayores acuerdos de capacitación y asesoría de organismos policiacos y militares del imperialismo norteamericano, europeo y sionista. Miedo para impulsar una política de recorte a los derechos democráticos bajo pretexto de enfrentar en la «última frontera» a los narcos y afines.
A este shock en el que metió a las «clases medias» que se le habían ido con el PAC en las elecciones pasadas y le puso en serio peligro la jugada de la «reelección» por la Sala IV, los teleceistas arrimaron también a su triunfo el voto del clientelismo de los beneficiados con la «focalización de la pobreza» a partir de los fondos del Estado: Los miles de beneficiados de las «becas» del Programa Avancemos, los adultos mayores pensionados que vieron duplicadas sus escuálidos salarios de pensión y los miles de beneficiados por el IMAS en las llamadas zonas «urbano marginales».
También contó Chinchilla con el voto de un buen porcentaje de las mujeres, muchas de ellas son las que están directamente vinculadas con los programas asistencialistas como beneficiarias o administradoras de los dineros que el Estado entrega. Muchas mujeres también habrían pensado que como sector oprimido podrían encontrar en una mujer una verdadera representante de situaciones tan sentidas como la violencia doméstica, la responsabilidad que sobre ellas recae del cuido de niños, nietos o de personas adultas dentro de la familia, como jefes de familia y de que en medio de la crisis habría más sensibilidad en una mujer que en la prepotencia de una figura masculina. El hecho que la jerarquía eclesiástica le otorgara el título de hija predilecta de la virgen María apunta a darle atributos religiosos-políticos de imagen para la autoridad que Arias no necesitaba por gozar del título de hijo predilecto de la «paz» que ahora comparte también con el jefe de la ocupación en Afganistán: Barak Obama.
El voto por Laura Chinchilla lo ubican las encuestas en los sectores adultos pues no contó con el voto joven que no se cree el cuento de una perspectiva de trabajo con el modelo de país del teleceismo que solo ofrece trabajo a cuenta gotas para los calls centers, las maquiladoras especializadas, el turismo ecológico y sexual y los engaña obligándolos a pagar fuertes sumas para la educación privada que al final no es ninguna garantía para conseguir un puesto de trabajo.
Pero la verdadera amenaza y a lo que más miedo le tienen los teleceistas es a las masas que por encima de sus camisetas electoreras que a muchos costos en su mayoría se pusieron el pasado 7 de febrero, muestran cada vez mayor impaciencia ante la voluntad de la burguesía de no cambiar las cosas, de no resolver los problemas más elementales y las necesidades más apremiantes de estas grandes mayorías.
La burguesía teleceista no tiene otro programa que el de garantizar la sobreexplotación y la rapiña tanto de las masas trabajadoras como de los recursos naturales. No tiene ningún otro plan que proteger e incrementar la reproducción del capital y tiene muy claro que solo arrebatándole a las mayorías la miserable porción que tiene de la riqueza social puede incrementar la propia o particular. Solo se puede incrementar la riqueza de unos pocos incrementando en la misma proporción la pobreza de los que constituimos las mayorías: Trabajadores del campo, la costa y la ciudad, asalariados en general, pequeños y medianos productores y comerciantes, trabajadores informales y desempleados.
El garrote y el acuerdismo es la política entre los representantes del capital y los que están a su servicio (como las burocracias sindicales y los dirigentes de los aparatos del movimiento social entre los que están también los aparatos estudiantiles) para mantener el sistema y los planes de explotación. No es casual que Laura Chinchilla afirme que sus principales tareas se centran en Seguridad y en la Presidencia. Esta última en el sentido de lograr como método el acuerdismo o la concertación. Tampoco es casual que Ottón Solís que ya venía planteando el acuerdismo en aras de salvar la «patria» se haya apurado a declarar que se retira de las pretensiones políticas y deja abierto el espacio para otros interlocutores en aras del acuerdismo. Tampoco es casual que Otto Guevara haya salido a manifestar su interés por sentarse a dialogar y negociar con Laura Chinchilla ahora a partir del nuevo «músculo» del aumento de su caudal de votos y de diputados en esta elección.
El desplome del PAC y los partidos del «NO»: la crisis de los que se negaron a ofrecer una alternativa al teleceismo
Para un buen sector de las masas, el PAC y su dirigente Ottón Solís no presentaron una alternativa a la aplanadora «neoliberal» en el debate nacional sobre el TLC primero, tampoco después al optar en su lugar por una estrategia de «boicot» sin plan alterantivo al debate de la Agenda Complementaria y pasar luego a la renuncia a recuperar la continuidad de la lucha contra el teleceismo buscando la armonización de los del Sí con los del No al TLC.
Ottón Solís y el PAC, (así como los pequeños aliados del Frente Amplio, Merino y las burocracias sindicales, incluyendo las que hacen de la «estrategia de la calle» su máscara para justificar su orfandad de no tener una verdadera propuesta alternativa al neoliberalismo y un plan de lucha desde las instancias de las bases) estuvieron dentro del zapato de no enfrentar el sistema capitalista, de negarse a hacer en su lugar una propuesta anticapitalista y de llevar al amplio movimiento del NO al TLC el debate y la discusión de una propuesta alternativa al TLC y un verdadero Frente de Unidad de Acción para la lucha contra el TLC antes, durante y después del Referendum.
Las «clases medias» que en el 2006 y en la lucha contra el TLC veían al PAC como una alternativa se fueron desencantando de tanta jugada especulativa y de infinitas muestras de acuerdismo y respetable tolerancia a las políticas del Gobierno levantando el llamado «diálogo necesario venciendo la crisis y construyendo el futuro» (http://ottonpresidente.blogspot.com/2009/03/el-dialogo-necesario-venciendo-la.html). La política del PAC de la concertación y unidad nacional dejó el espacio para que a «platinazos» y «hombres chingos» los libertarios atrajeran la simpatía de esos sectores medios y de sectores empobrecidos, como lo demuestra el crecimiento de Otto Guevara en las provincias de Limón, Puntarenas y Guanacaste.
El desplome del PAC no fue tan catastrófico porque a última hora y de la manga, Ottón se sacó una alianza con Rolando Araya y un sector que a medias reivindicaba el corazón del NO al TLC y dio un poco de ánimo a la gente que el PAC había enfriado con su giro a la derecha luego de aprobado el TLC y de cara al proceso electoral.
El carácter débil de este nuevo gobierno teleceista hace necesario que busquen la concertación. La reducción a 23 o24 diputados. La brecha entre los votos a Chinchilla y los votos a sus diputados obliga también al PLN hacer una alianza con los Libertarios, con el calderonismo que no solo se mantuvo sino que sale fortalecido y con el PASE y demás formaciones minoritarias cristianas que crecen a partir de la fuerza de sus demandas sectoriales y en el caso del PASE de su beligerancia retórica ante el TLC, que hizo del PASE una expresión nacional ,y de plantear los problemas democráticos de exclusión y de discapacidad en el marco de la lucha y la dignidad y no de la caridad, aunque siempre dentro del marco jurídico y no exactamente con el método de la movilización independiente.
En este escenario de concertación el nuevo Gobierno tiene también al FA y a las dirigencias de los distintos aparatos especialmente sindicales como otro sector para el acuerdismo. José Merino fue un fiel representante del parlamentarismo de «izquierdas» que convive con los gobernantes de turno y que cierran filas cuando el régimen democrático burgués está amenazado por el movimiento de masas. Ni qué hablar de personajes como Albino Vargas, la dirigencia de la ANEP y de las demás centrales sindicales que en sobradas ocasiones han planteado el llamado «Pacto Social» en lugar de la lucha consecuente contra las políticas capitalistas y explotadoras de la burguesía y el imperialismo.
El FA pudo mantener su única representación en el Congreso gracias a la expresión de lucha ambientalista más que de proponer una alternativa de país al capitalismo. Esta característica «ecologista» se enmarca dentro de las expresiones sectoriales que apuntamos crecieron pero que el sistema las abre como válvulas de escape y para encauzarlas dentro de las camisas de fuerza del régimen y el sistema. Que la campaña de Oscar López hiciera énfasis en el voto quebrado y que en el mismo sentido el FA hiciera su versión de la misma política con el «Necesitamos diputados como Merino» está claro del oportunismo de hacer de la curul el objetivo y no el medio para las luchas por el socialismo.
Los libertarios crecen como mecanismo de recambio en la perspectiva del desgaste del PLN
El repunte de los Libertarios que alcanzarían nueve o diez diputados tiene su fortaleza en el voto de las provincias costeras que son las más empobrecidas del país y en donde hubo mayor nivel de abstencionismo y en sectores medios que creen todavía en el discurso del neoliberalismo como si la libre empresa y el libre mercado le pudieran representar una mejor condición o un mejor futuro de trabajo, de vida, de servicios. También caló sus críticas a la inseguridad ciudadana y la ineficiencia del Estado y del Gobierno de turno. Estas críticas permearon especialmente en los sectores que están más desprotegidos por las consecuencias del deterioro social en cuanto a delincuencia se refiere y en la clase media baja que ve como se cierran las posibilidades de contener su caída del nivel de vida. Los ofrecimientos populistas fueron el producto para entusiasmar a estos sectores y para que el ML se ampliara socialmente.
Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. Los libertarios, que fueron una palanca fundamental en la unidad con el PLN para la aprobación del TLC, buscaron darse un perfil independiente porque los intereses que representan no corresponden con los del sector directamente vinculado al gran capital financiero internacional. No necesariamente el PLN tendrá más coincidencias con los libertarios que con el PUSC y hasta con el PASE. La unidad del ML con el PLN tuvo al TLC como moneda común pero la crisis del capitalismo lleva a una alta concentración del capital y a grandes conflictos de intereses entre la misma burguesía. Si bien hasta ahora los libertarios representaron a los sectores vinculados con la actividad especulativa como la de los casinos y la actividad inmobiliaria buscarán recoger los sectores que el teleceismo arista deja y dejará botados, así como buscará, con un discurso de «derecha», a sectores de la pequeña burguesía que seguirán descendiendo en su nivel de vida producto de la concentración del capital y la riqueza en cada vez menos manos. En ese sentido los libertarios son la carta de recambio que se prepara, más acorde con un fortalecimiento de la derechización y del alineamiento con la tónica del imperialismo de armar una respuesta contrarrevolucionaria en el mundo.
La burguesía y las variantes socialdemócratas o de un capitalismo con rostro humano están en bancarrota y el socialismo es la respuesta más realista
La forma bipartidista del régimen de explotación democrático burgués ha explosionado y agota sus últimos cartuchos con un PLN que el teleceismo le volvió a dar vida como cascarón o sombra del pasado socialdemócrata para travestirlo sosteniéndolo, mientras tanto, a una muy frágil base social remanente de lo que queda del estado Social de Derecho y de las clases medias que sobreviven con los días contados para su ingenua e ilusa «pura vida». Se ha pasado de un bibartidismo a un pluripartidismo especialmente marcado a nivel de la Asamblea Legislativa.
La expresión socialdemócrata renovada que Solís representó está presa de la gran contradicción de estas políticas agotadas frente al monólogo que tiene la mayoría de la burguesía y que plantea la necesidad de una salida o propuesta alternativa de clase y socialista. En la actual situación solo queda una radicalización de las políticas de la burguesía (que expresa el Libertario) o una respuesta socialista, porque los planteos socialdemócratas están caducos, agotados y quedan «chupando rueda» de la burguesía que está colocada en función del gran capital financiero internacional.
La crisis de gobernabilidad continúa. El régimen sigue jaqueado por el abstencionismo que se mantiene alto y el descreimiento que se profundiza por la frialdad del ánimo de los votantes. La falta de liderazgo y la debilidad del mismo dejan al frente teleceísta con una dirección más bien colegiada y con una fuerte y directa presencia del gran capital en la del banquero del Scotia Bank y hombre del Banco Mundial, Luis Liberman, como coordinador del sector económico y mucho más. La pérdida de diputados al bajar a 23 o 24 (datos no confirmados hasta la fecha) y atomizarse el resto del parlamento, obliga a una política de concertación en la que todos están de acuerdo pero que tendrá muchas dificultades por la diversidad de sectores por fuera del PLN con los que hay que concretarlos.
El continuismo se dará en una situación de prevalencia de la crisis económica capitalista con una agenda de tareas retrasadas o contenidas en razón del cálculo electoral la burguesía retoma su iniciativa más débil y dividida, con una país con procesos de gran movilidad en las clases sociales. Un proceso de alta concentración del capital. Un empobrecimiento mayor de las clases medias y un agravamiento de las condiciones de los trabajadores y sectores del campesinado pobre. Esas tareas por terminar de desmantelar lo que queda del Estado social de derecho, de abrirse definitivamente al gran capital, de bajar el salario social y real de los trabajadores demandará también de una gestión más bonapartista con una política de Estado, de mano fuerte, ante un fantasma de la rebelión y la explosión social que recorre, a veces visible y otras no tanto, la hasta hace poco bucólica y fiestera «democracia» tica.
Al movimiento social de los trabajadores y el pueblo, de los explotados y oprimidos, no les queda otra que formular una verdadera opción para las dificilísimas condiciones a las que arrastrarán los teleceistas en estos cuatro años. La condición sin la cual no es posible construirla es la de la negación de lo existente, es decir una definición anticapitalista y la construcción de una respuesta socialista desde los más mínimos problemas hasta los más gruesos. Porque el dilema sigue planteado: al capitalismo en su senilidad y barbarie solo le podemos responder con la salida socialista construida sobre la base de la democracia de abajo, de la participación y decisión desde las propias bases del movimiento social, única forma de construir una sociedad de los trabajadores y una República de trabajadores.
Partido Obrero Socialista de Costa Rica (POScr)