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CELAC hace un año

La cumbre debe enviar una señal a Estados Unidos para que revise su política hacia Cuba

Fuentes: Rebelión

El mensaje fue recogido por la prensa que seguía la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) hace un año en La Habana: «la cumbre debe enviar una señal a Estados Unidos para que revise su política hacia Cuba». La nota, luego de citar la opinión del analista Arturo López-Levy, de la […]


El mensaje fue recogido por la prensa que seguía la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) hace un año en La Habana: «la cumbre debe enviar una señal a Estados Unidos para que revise su política hacia Cuba».

La nota, luego de citar la opinión del analista Arturo López-Levy, de la Universidad de Denver, de que «nunca antes, desde (la revolución de) 1959 a la fecha, La Habana había recibido un espaldarazo regional público tan claro», agregaba que «la presencia de los mandatarios «reiterará un mensaje de rechazo hemisférico a la política norteamericana de aislamiento contra Cuba».

Y finalizaba diciendo: «Sin embargo, los analistas descartan que Washington recoja este mensaje».

La corresponsal del diario español «El País» en Washington, Eva Sáiz, firmaba una nota, el 30 de enero del año pasado, donde recordaba que Estados Unidos ha sido categórico a la hora de censurar el resultado de la II cumbre de la Celac». En un comunicado -decía-, «el Departamento de Estado ha acusado a los asistentes de haber abrazado el castrismo, reprochándoles la ausencia de críticas hacia el régimen autoritario que gobierna en la isla y la falta de apoyo a la libertad de expresión y de manifestación».

«Estamos decepcionados porque la Celac, en su declaración final, haya traicionado la dedicación de la región a los principios democráticos al aceptar el sistema unipartidista de Cuba», señaló el Departamento de Estado, en la declaración citada.

Estados Unidos recordó entonces, en esa declaración, que el foro adecuado para discutir los asuntos hemisféricos era, en su opinión, la Cumbre de las Américas, la misma que se va a celebrar en abril próximo en Panamá y de la que, hasta ahora, Cuba estaba excluida.

Cambios

Es evidente que los «analistas» estaban equivocados. Entre la segunda cumbre de la Celac, celebrada el año pasado en Cuba, y la tercera, que se lleva a cabo esta semana en Costa Rica, la situación política hemisférica ha cambiado con la decisión de Estados Unidos de restablecer relaciones diplomáticas con Cuba.

Parece imposible no atribuir a la Celac algún papel en ese cambio. La existencia misma de la Celac es ya testimonio de los cambios ocurridos en la política regional.

Del mismo modo, Panamá, anfitrión de la próxima Cumbre de las Américas, había tomado la decisión de invitar a Cuba. El tema era sensible, pues algunos países habían dejado abierta la posibilidad de no asistir si el gobierno de la isla caribeña no era invitado como, finalmente, fue.

Del aislamiento que desde 1960 se impuso al gobierno cubano, suspendido de su participación en la Organización de Estados Americanos (OEA) y rotas sus relaciones diplomáticas con casi todos los países de la región, a la situación imperante hasta diciembre pasado, antes de los anuncios del presidente Barack Obama con respecto a su política hacia La Habana, fue Washington el que se fue quedando aislado.

El año pasado se repitió la votación de la Asamblea General de Naciones Unidas, donde 188 países (con los votos en contra de Estados Unidos e Israel) pidieron el fin del embargo norteamericano a la isla. Desde 1998, si excluimos dos pequeñas islas del Pacífico, Estados Unidos solo contaba con el voto de Israel en apoyo a su política.

Cuba-EEUU

La III Cumbre de la Celac se celebrará en San José cinco días después de concluida en La Habana la primera ronda de conversaciones entre Cuba y Estados Unidos para discutir los detalles del proceso de reanudación de relaciones diplomáticas.

Queda pendiente el embargo, cuyas medidas más extremas solo pueden ser levantadas por ley (el presidente Obama lo pidió, en su discurso sobre el Estado de la Nación, la semana pasada) y la inclusión de Cuba en una lista de estados que apoyan el «terrorismo», elaborada por Washington. Ambos temas, dijo Josefina Vidal, jefe de la delegación cubana en esas conversaciones, complican la normalización de las relaciones entre ambos países.

«No descartamos que el tema sea abordado en la intervención del mandatario cubano, haciendo mención a los resultados de las discusiones que inician en La Habana», dijo la semana pasada el vicecanciller costarricense, Alejandro Solano. Es probable que sea tratado también por otros mandatarios en la cumbre de la Celac.

No parece arriesgado decir que este cambio tendrán repercusiones profundas en América Latina, tal como las tuvo la decisión de aislar y sancionar a Cuba después del triunfo de la revolución en enero de 1959.

Paz en Colombia

Otro cambio importante, que no debe ser analizado independientemente del anterior, es el avance de los acuerdos de paz en Colombia, en negociaciones que se celebran desde hace dos años en La Habana.

Después de ocho años de la política de «seguridad democrática» del presidente Álvaro Uribe, apoyada por la administración Bush, que dio como resultado millones de desplazados, los «falsos positivos» que anunciaban como guerrilleros muertos los asesinatos cometidos por las fuerzas de seguridad y el ejército colombiano, el presidente Juan Manuel Santos se ha empeñado en negociar con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) un acuerdo definitivo de paz.

Después de negociar aspectos fundamentales del proceso, se discute ahora en Colombia la necesidad de ratificar lo acordado en un referéndum.

«El Presidente prefirió acordar con las Farc la refrendación en una decisión profundamente democrática, transparente, en un acto de confianza en los ciudadanos», dijo el jefe del equipo negociador del gobierno, Humberto de la Calle.

Un acuerdo de paz en Colombia desarticulará la estructura militar montada por Uribe, incluyendo bases militares con presencia norteamericana, así como los grupos paramilitares que daban soporte a esa política.

Otros cambios

Llegan a esa reunión también gobierno recién elegidos: Dilma Rousseff, en Brasil; y Evo Morales, en Bolivia, han reasumido sus cargos este mismo mes. Si bien la presidente brasileña enfrenta críticas de algunos de sus partidarios por la integración de un gabinete que no parece corresponder a las expectativas, Morales asume con un respaldo popular superior al 60% de la opinión pública.

Del mismo modo, viene el presidente uruguayo, José Mujica, ya en los días finales de su mandato, acompañado por el presidente electo, Tabaré Vázquez, que asumirá el próximo 1 de marzo el tercer gobierno consecutivo del Frente Amplio en ese país.

En Chile gobierna nuevamente, desde el año pasado, Michelle Bachelet, después de cuatro años de gobierno de la derecha encabezado por Sebastián Piñera. Bachelet llega a la cumbre con un importante triunfo político en la mano: la reforma del sistema político binominal impuesto por la dictadura del general Augusto Pinochet que, mediante un intrincado sistema de votaciones calificadas, impedía reformas a leyes sustanciales en el país.

La otra cara de esa moneda sería la grave situación que enfrenta el gobierno de Venezuela (cuyo líder, el fallecido presidente Hugo Chávez, tuvo un papel decisivo en la creación de la Celac), con una crisis económica y de desabastecimiento que debilita al presidente Nicolás Maduro.

En el escenario extraregional, la Cumbre se realizada solo semanas después de la celebración del Foro Ministerial entre China y la Celac, que concluyó el 9 de enero en Beijing.

«China se ha convertido en el segundo socio comercial de la región entre 2000 y 2013», dijo Alicia Bárcenas, la Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Y aunque, en su criterio, las relaciones entre América Latina y el Caribe y China han representado múltiples beneficios, «persisten importantes desafíos como el creciente déficit comercial y la fuerte concentración de las exportaciones regionales en un número muy limitado de productos básicos».

Esos son algunos aspectos del escenario en el que la diplomacia costarricense deberá conducir la III Cumbre de la Celac, en la que pasará a Ecuador la presidencia pro tempore que ejerció en el último año.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.