La ultraderecha ha dirigido el quehacer de los gobiernos en República Dominicana desde septiembre de 1963, y es predominante en el sistema político nacional. En materia de acción política, la influencia de los sectores retrógrados se puso de manifiesto en el inicio de la presente semana, cuando el Congreso aprobó el establecimiento de sanciones penales […]
La ultraderecha ha dirigido el quehacer de los gobiernos en República Dominicana desde septiembre de 1963, y es predominante en el sistema político nacional.
En materia de acción política, la influencia de los sectores retrógrados se puso de manifiesto en el inicio de la presente semana, cuando el Congreso aprobó el establecimiento de sanciones penales para toda mujer que dé un paso hacia la interrupción de su embarazo y para toda persona que colabore con ella en tal sentido.
En el año 2010 el sistema de partidos se puso de acuerdo para incluir en la Constitución la protección al feto. La aprobación en el Congreso del Código Penal es la culminación de la tarea asignada a los congresistas por el Opus Dei y por grupos oligárquicos que se han posicionado a partir de la práctica religiosa.
El posicionamiento de la Iglesia Católica en las esferas de poder (refrendado en el Concordato firmado en 1955 y afianzado con el poder económico y la influencia adquirida a través de la propiedad de diversos negocios, sobre todo centros escolares) ha sido decisivo.
Grupos feministas solicitan al presidente Danilo Medina observar la ley en lugar de promulgarla, pero la promesa de avance no es creíble, dado que en el año 2014 la inclusión de un párrafo en el cual se proponía legislar sobre el aborto (acaso abriendo la posibilidad de autorizarlo en ciertos casos) hizo que Medina devolviera al Congreso la pieza.
Los rancios grupos oligárquicos alineados con la Iglesia dirigen a los representantes del mal llamado sistema de partidos en este accionar misógino. Esgrimen un dogmatismo religioso de factura medieval y contribuyen a la continuidad del sistema patriarcal y del sexismo, componentes importantes del esquema de dominación.
Indolencia y exclusión
La violación a los derechos sexuales y reproductivos atenta contra la salud de las mujeres, amenazando sobre todo a las mujeres pobres, las que acuden al sistema público.
Es una indignante manifestación de indolencia del sistema político y sus representantes, pero no es la única. ¿Qué decir, por ejemplo de la vulnerabilidad en que viven miles de familias a pesar de los alardes de progreso en la propaganda oficial?
La manipulación de los grandes medios ha contribuido a acallar el escándalo, pero no por ello deja de ser indignante el hecho de que en un país cuya economía ha crecido durante casi un cuarto de siglo, un sistema frontal y una vaguada causen 15 muertes, destruyan 121 viviendas y dejen incomunicadas 69 comunidades. Eso ocurrió en República Dominicana debido a los recientes aguaceros.
¿Por qué tanta gente vive en condiciones de vulnerabilidad en un país con una economía en crecimiento? El presidente Danilo Medina, los ex presidentes Hipólito Mejía y Leonel Fernández, igual que los dirigentes partidarios que han sido funcionarios en los gobiernos de las últimas décadas, tienen el deber de responder a esta pregunta.
Los organismos internacionales reconocen que el crecimiento económico no ha sido inclusivo. ¿Cómo podría serlo si entre los factores de acumulación de capital siguen ocupando un importante lugar el salario deprimido, el desconocimiento del derecho de asociación y la restricción del acceso a los servicios básicos?
Si en los últimos dos años la economía dominicana ha crecido en mayor medida que otras economías continentales y en el período 1992 -2014 el promedio de crecimiento por año fue mayor del 5 por ciento, ¿cómo se explica que la educación ´pública sea de ínfima calidad y el sistema de salud sea deficiente?
Gobiernos en esencia ultraderechistas han actuado al servicio exclusivo del capital. En momentos de crisis imponen austeridad a las mayorías y en momentos de auge las excluyen de los beneficios.
El compromiso de clase
La ultraderecha se sirvió de los tres partidos que han tenido representación mayoritaria en el Estado y puso su marca en ellos y en sus dirigentes. Serviles han de ser, para poner el sello de legalidad a la acción imperialista en el ámbito nacional. Indolentes también, para garantizar la reproducción de los capitales y preservar los privilegios de la clase dominante.
El hoy despedazado Partido Reformista Social Cristiano y los fusionados Partido Revolucionario Dominicano y Partido de la Liberación Dominicana, han encabezado gobiernos que cumplen el encargo de ahogar en sangre las protestas de carácter masivo.
El PRSC, con Joaquín Balaguer a la cabeza, estimuló con prebendas, salario deprimido, permisividad para la apropiación indebida de riquezas y otros nada limpios recursos la unificación de la clase dominante, además de desatar una verdadera cacería contra los grupos progresistas y revolucionarios.
El PRD, durante el gobierno de Salvador Jorge Blanco, reprimió con saña las protestas de abril de 1984, y pasó sobre más de 200 cadáveres para imponer las políticas fondomonetaristas.
El Partido de la Liberación Dominicana, heredó de sus antecesores en el gobierno la inserción en el pacto de impunidad que ha encubierto el saqueo al Estado, y también asumió las líneas maestras trazadas por la ultraderecha.
Además de reprimir las protestas, los dirigentes del PLD han hecho importantes aportes a la clase dominante en materia de manipulación ideológica, pues han orientado el soborno y las prebendas sobre todo hacia el pago del activismo propagandístico.
Eso explica que Leonel Fernández y Danilo Medina estén hablando de reelección y promoviéndose a través del reparto de limosnas navideñas en lugar de responder por el despojo de que han sido objeto los sectores populares en los últimos años.
Debido a los pactos y las pugnas, y respondiendo a la necesidad de montar cada cuatro años un espectáculo electorero, el sistema político ha cambiado de fisonomía. La alianza con el PLD (casi fusión) terminó de dividir al PRD surgiendo el Partido Revolucionario Moderno, PRM, cuyos dirigentes tienen la misma marca que selló su ejercicio en los grupos anteriores. Nada nuevo representa Hipólito Mejía, y a Luis Abinader cabe definirlo como un neoliberal confeso, tan partidario de la privatización como Leonel Fernández y Danilo Medina y tan demagogo como Hipólito Mejía.
De lo podrido no puede emerger lo nuevo. Los grupos que en 1963 derrocaron el gobierno constitucional encabezado por Juan Bosch, se oponen hoy al avance político.
Es ese sistema el que condena el aborto y elabora mensajes navideños y propaganda electorera sobre los destrozos y sobre el luto que dejaron las recientes inundaciones.
Son esos dirigentes, millonarios y divorciados de las mayorías, quienes se adhieren a un sistema criminal y podrido.
La Policía ha matado (cifra del Consejo Nacional de los Derechos Humanos) 200 civiles en lo que va de año, el 70% de ellos con edades de entre 18 y 30 años, porque las ejecuciones extrajudiciales (además crueles probadamente ineficaces como método para combatir el crimen) forman parte de una política de Estado. Ni los gobernantes ni la falsa oposición se pronuncian sobre esto.
El avance político ha de lograrse en lucha contra este injusto sistema y condenando a sus dirigentes, no en asociación con ellos… Es preciso aniquilar los proyectos de la ultraderecha… El peculado y la sangre dejan manchas imborrables…
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.