Contra el «Imperialismo Cultural» las enseñanzas de Bolívar, Martí, Fidel y Chávez: La «Batalla de Ideas»
«…Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber (…), de impedir a tiempo con la independencia de Cuba, que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso». José Martíi)i
«…Batalla de ideas no significa solo principios, teoría, conocimientos, cultura, argumentos, réplica y contrarréplica, destruir mentiras y sembrar verdades; significa hechos y realizaciones concretas«. Fidel Castroiii
En las postrimerías del Siglo XX, e inicios del XXI, América Latina, reconocida por José Martí, como «Nuestra América mestiza»iv, la que, a decir del reconocido intelectual cubano, Roberto Fernández Retamar, «…incluye no sólo pueblos de relativa filiación latina, sino también otros, como los de las Antillas de lengua inglesa u holandesa, (…) y, por supuesto, los grandes enclaves indígenas»v, comenzó a protagonizar un importante período de renovación político-ideológica, que promovió la ocurrencia de grandes transformaciones en favor de los sectores más desposeídos de las diferentes sociedades en las que se desarrollaba el movimiento. Ciclo, que fue resultado, en gran medida, de la emergencia de líderes y gobiernos progresistas, nacionalistas, y en determinado casos, de un marcado carácter antiimperialista y revolucionario, que apuntaban hacia un nuevo mapa geopolítico de la región, en aquel momento, en construcción.
Proceso liderado, por dos importantes figuras, el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, y el entonces Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías; quienes, con verbo encendido, e impetuosa praxis política, lograron nuclear a su alrededor a otras emblemáticas figuras de la región, conformándose con ello, lo que, en no pocos espacios, fue reconocido como el inicio de la «segunda independencia»vi de ésta, «Nuestra América»vii. Se crearon así, iniciativas tan trascendentes, como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC; la Alianza Bolivariana de las Américas-Tratado de Comercio de los Pueblos, ALBA-TCP; y Petrocaribe, entre otras.
Se trató de lo que el destacado filósofo argentino, Enrique Dussel, denominara, «una cierta «primavera política»», la que según él, comenzó con «…el nacimiento de muchos nuevos movimientos sociales -como las «Madres de Plaza de Mayo» o los «piqueteros», los «sinTierra», los «cocaleros», las movilizaciones indígenas de Ecuador, Bolivia, Guatemala, y tantos otros-, reunidos en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, y desde la inesperada elección de Néstor Kirchner, de Tabaré Vázquez, de Luiz Inácio «Lula» da Silva, de Hugo Chávez, de Evo Morales, y de la perenne y proverbial figura de (…) Fidel Castro (…), entre los que no hay que olvidar la figura simbólica del subcomandante Marcos, entre tantos otros signos de esperanza»viii.
Un proceso, que desde se inicios, recibió una brutal embestida, tanto por parte de las fuerzas oligárquicas internas, de cada uno de los países en los que tenía lugar la ola trasformadora, como de grupos transnacionales de poder político, económico o comunicacional, al mando todos, de los «Imperialismos» mundiales, con el estadounidense al frenteix. Ofensiva que, sin embargo, con ciertos matices -solo que no demasiados novedosos-, se diferenció de las conocidas intervenciones militares y golpes de Estados promovidos por EE.UU. a lo largo de su historia -en muchas ocasiones, acompañado por sus acólitos-, no solo en las regiones latinoamericanas y caribeñas, sino a escala global, lo que, para el primer caso, ha sido calificado por el propio Fernández Retamar, como «…el capítulo, nunca cerrado, de su política de las cañoneras y del Gran Garrote«x. Política que, respondiendo a la esencia, profundamente expansionista e imperial de esa nación norteña, ha conseguido plagar a América Latina y al Caribe -junto a una gran parte de la humanidad-, de incalificables crímenes y miserias -como lo pronosticara Simón Bolívar-, lesivos a los tan mencionados, y mayoritariamente, vulnerados Derechos Humanos y Derecho Internacional, a nombre de los cuales actúa, con inusual hipocresía.
Así, a las puertas de lo que se ha dado en llamar, la IV Revolución Científico-Técnica e Industrial, o Revolución 4.0, diversos países de Nuestra América, enfrentan hoy una inmoral y cruenta ofensiva, con un propósito que, sin embargo, no ha cambiado en siglos, la destrucción de todo lo que, en mayor o menor grado, pueda entorpecer las voraces pretensiones de saqueo con las que, inefablemente, son mirados estos pueblos, desde ese «Norte, revuelto y brutal, que los desprecia»xi. Un escenario, en el que, si bien, las maquinaciones se mantienen incólumes, los métodos e instrumentos para lograrlos, intentan, inútilmente, su medra. ¿Cuáles son los hitos de esta histórica política de injerencia y agresiones que ha mantenido EE.UU. -muchas veces, acompañado por su comparsa imperial-, con los pueblos latinoamericanos y caribeños? ¿Cómo se manifiesta la reciente escalada que enfrentan hoy estas naciones, por parte de estos «Imperialismos», bajo el liderazgo de Estados Unidos de América? ¿Qué nuevos matices incorpora? ¿Qué tan novedoso resulta este propósito?¿Cómo entender el retroceso político, económico, ideológico y social, en general, que ha significado el triunfo electoral, de gobiernos conservadores, ultraderechistas y neoliberales en países en los que, como Argentina y Brasil, se habían desarrollado propuestas progresistas y reivindicadoras? ¿Pudieran ser interpretados estos procesos, como expresión de ciertos «consenso y hegemonía», alcanzados por estas clases en el poder, a partir de la reconocida visión marxista de los propios Marx y Engelsxii, de Leninxiii, y de Gramsci de dichas categorías?
Por otra parte, más allá de que dicha escalada de agresiones, se visibiliza a través de diferentes manifestaciones de lo que, eufemísticamente, se ha dado en llamar, la «Guerra de IV Generación»xiv, primero, y «No Convencional»xv, después -conceptos ambos, frutos del pensamiento estratégico belicista del pensamiento imperialista de EE.UU.-, en una mirada a contracorriente, ésta puede ser identificada, además, como una nueva acometida del «Imperialismo Cultural». Expresión, que tuvo un primer acercamiento, en la producción científica del reconocido intelectual estadunidense de tendencia marxista, Herbert Schiller; precursor también, de la disciplina, «Economía Política de la Comunicación». Así, para este autor, se trataría de, «El conjunto de procesos por los que una sociedad, es introducida en el seno del sistema moderno mundial, y la manera en que su capa dirigente, es llevada, por la fascinación, la presión, la fuerza o la corrupción, a moldear las instituciones sociales, para que correspondan con los valores y las estructuras del centro dominante, del sistema o para hacerse su propio promotor»xvi.
Un concepto, que partiendo de ese presupuesto teórico, por facilidad analítica -y de manera absolutamente provisional-, en una primera aproximación, en estas reflexiones, pudiera ser comprendido, como «La concentración transnacionalizada de los flujos informativos, y su movimiento, en sentido unidireccional, del «Norte» al «Sur» geopolíticos, es decir, desde los grupos de poder de los países imperialistas, industrializados y altamente desarrollados, liderados por EE.UU., hasta el resto del mundo circundante, y en especial, hasta las naciones empobrecidas y marginadas, producto del vergonzante y perpetuado saqueo del que han sido víctimas involuntarias. Flujos informativos, dirigidos a la transmisión de mensajes estandarizados, ajenos a las culturas, tradiciones y valores de estos pueblos, notoriamente frívolos, anodinos, banales, a través de los cuales, mayoritariamente , se diseña, construye y logra imponer, la muy controvertida «cultura de masas»xvii, la pseudo «cultura del kitsch»xviii. Mensajes además, totalmente apolíticos y desideologizados, o lo que es lo mismo, intensamente manipulados en función de los intereses de enajenación social, depredación y exterminio masivo de dichos grupos de poder».
Así, lo explicaron en 1972, Ariel Doffman y Armand Mattelart, en su célebre trabajo, «Para Leer al Pato Donald», según el cual, «Nuestros países se caracterizan justamente por ser exportadores de materias primas e importadores de factores superestructurales; por el monocultivo y el plurifacetismo urbano. Mandamos cobre, nos llegan máquinas para sacar cobre, y claro, Coca-Cola. Detrás de la Coca-Cola, está toda una estructura de aspiraciones, pautas de comportamiento; por lo tanto, un tipo de sociedad presente y futura, y una interpretación del pretérito. Al importar el producto que se concibe, se envasa, se etiqueta -y cuyos beneficios económicos retornan al Tíoxix; se importan también las «formas culturales de esta sociedad», pero nunca su contenido, vale decir, los factores que permitieran su crecimiento industrial. Está históricamente comprobado que los países dependientes han sido mantenidos en esta condición, por la división internacional del trabajo que los condena a coartar todo desarrollo que pudiera darle independencia económica»xx.
Un «sistema concentrado transnacional» de comunicación e información, que teniendo su génesis y primer punto de inflexión, en los albores del siglo XX, constituye premisa insoslayable para la pretendida invasión imperial, económica, pero también –y muy especialmente- ideológica, política, y cultural, asumiendo lo cultural -también, en una primera aproximación-, a partir del concepto refrendado por la «Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural», para la que, se trata del«…conjunto de los rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social, y que abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias»xxi. En consecuencia, una -no tan novedosa- forma de manifestación de la teoría y praxis del Imperialismo, para el logro de su propósito trascendente: alcanzar, consolidar y fortificar, un único modelo de sistema social y pensamiento, solo que, discriminatorio, injusto, y transgresor, para la mayor parte de la humanidad.
Un propósito que debe ser detenido, tal y como expresara el ministro de Relaciones Exteriores de la República de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, en su memorable discurso ante el 74 Debate General de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, según el cual , «D ebemos impedir que se imponga un modelo cultural único, totalitario y avasallador que destroce las culturas nacionales, las identidades, la historia, la memoria, los símbolos, la individualidad, y que silencie los problemas estructurales del capitalismo que provoca una desigualdad lacerante que aumenta sin cesar»xxii; hoy en el contexto, además del llamado «capitalismo cognitivo» que «…ofrece lo mismo. El capital digital corona las cadenas de valor mundiales, concentra la propiedad de los datos digitales, explota la identidad, la información y el conocimiento y amenaza la libertad y democracia ya menguadas analógicamente»xxiii.
Pero, ¿cómo interpretar este proceso desde las perspectivas, de las teorías del Imperialismo, la Comunicación, las Relaciones Internacionales y la Sociología, específicamente de la Sociología de la Comunicación, siempre, tomando en consideración, el acento cultural y los esquemas, «Norte-Sur» y «Sur-Sur»?¿Cuál es la lectura integral, acerca de la brutal, y prácticamente inédita agresión que enfrenta hoy la República Bolivariana de Venezuela por parte del ilegítimo «circo» comandado por el pretendido «Hegemón» global? ¿Podría considerarse que esta respuesta, así como la que mantiene el pueblo cubano por más de sesenta años, constituyen a su vez, una manifestación de la teoría de la «contrahegemonía» formulada por Gramsci, como genuino ideólogo, creativamente enriquecedor de la doctrina marxista-leninista? ¿Es viable la sistematización de ambas experiencias? ¿Podría considerase además, dicha sistematización, como un determinado aporte, a la ya iniciada tarea, de construir una renovada Teoría de las Relaciones Internacionales? Una Teoría con apego a Derecho, dirigida a una verdadera y efectiva democratización de estas Relaciones; basadas en el multilateralismo, la solidaridad, la colaboración fraterna y la compartimentación; con absoluto respeto a la autodeterminación y soberanía de los pueblos, para decidir su camino hacia el desarrollo, en el ejercicio de una auténtica «democracia de paz»; y finalmente, ¿sobre qué pilares se sostiene, la admirable resistencia, creatividad, y victorias alcanzadas por ambos pueblo ante estas agresiones?
En esencia, son éstas, cuestiones cardinales que podríamos preguntarnos, e intentar responder mayoritariamente, quienes -desde un compromiso con la justicia social, la equidad, la solidaridad fraterna, la complementariedad y la paz-, tenemos hoy, la enorme responsabilidad de luchar con las armas que poseemos; en el caso específico de la intelectualidad progresista y revolucionaria, con las del pensamiento, tomando en consideración, además, el legado de nuestros más ilustres próceres y líderes políticos; piénsese por ejemplo, en Simón Bolívar, quien, siguiendo la tesis de que «la primera de todas las fuerzas» es «la opinión pública«xxiv, llegó incluso a crear un periódico, el Correo del Orinocoxxv, llamado a fortalecer la lucha independentista que lideraba. Fue precisamente en la preparación de este rotativo, que expresara una de sus más trascendentales ideas al respecto, cuando solicitara a su amigo Fernando Peñalver la máquina, que más tarde, serviría para editar el órgano , «Sobre todo, mándeme usted, de un modo u otro, la imprenta, que es tan útil como los pertrechos«xxvi. De hecho, el propio José Domingo Díaz, director de otro diario de la época, la Gaceta de Caracas, y uno de sus más enconados detractores, reconocía esta vocación de El Libertador, cuando en 1829 declarara, «Fue siempre la imprenta la primera arma de Simón Bolívar; de ella ha salido ese incendio que ha devorado a la América y por ella se han comunicado al extranjero aquellos motivos…»xxvii.
Para José Martí, «De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace, debemos de ganarla a pensamiento» xxviii ; en consecuencia, Fidel Castro, su mejor discípulo, consideró siempre a la Batalla de Ideas como una insoslayable estrategia de lucha. Así, cuando aquejado de graves problemas de salud, comunicó a su pueblo, «…que no aspiraré ni aceptaré – repito- no aspiraré ni aceptaré, el cargo de Presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe»xxix, expresó que «Deseo solo combatir como un soldado de las ideasxxx. Fue precisamente esta convicción, la que le llevó a compartir con el Comandante Hugo Chávez, el proyecto de creación de un canal televisivo «para el sur, y con los ojos del sur», TeleSur; acontecimiento ocurrido el 24 de julio de 2005, en ocasión de celebrar el 222 aniversario del natalicio de El Libertador, Simón Bolívar. Una idea que ya había sido anunciada por el propio Chávez, en el discurso inaugural de la XII cumbre del G-15, que tuvo lugar en Venezuela el 27 de febrero de 2004, al declarar, que «En el Sur somos víctimas del monopolio mediático del Norte que actúa como un poderoso sistema encargado de difundir en nuestro países y sembrar en la mente de nuestros ciudadanos, informaciones, valores y patrones de consumo que son esencialmente ajenos a nuestras realidades y que se han conformado como el más formidable y efectivo instrumento de dominación. Nunca es más perfecta la dominación que cuando logra hacer que los dominados piensen en los mismos términos que los dominadores. Para enfrentar y comenzar a cambiar esta realidad, es que me atrevo a proponer la creación de un canal de televisión que podría ser captado en todo el mundo con la información y las imágenes del Sur. Este sería el primer y fundamental escalón para romper el monopolio mediático»xxxi.
Un análisis, en principio, que debería centrar el discurso narrativo, más en los aspectos superestructurales de esta «revitalizada» ofensiva imperial, que en los de orden fáctico -por lo general, conveniente, y profusamente tratados por analistas e instituciones afines-; partiendo de los –no tan– novedosos cauces por los que se despliega; vertientes en los que las industrias culturales desempeñan un papel primarioxxxii; en especial, los novísimos y muy poderosos medios de comunicación e información, altamente concentrados en manos de redes de poder transnacional, político, económico, financiero, militar, mediático, etc., ya mencionados, y a cuyos intereses, obviamente, responden. Una mirada entonces, que asumiría esta embestida, como un intento de «dominación de espectro completo», entiéndase, como «…una visión integral que lo que proclama es que no se puede dominar algo o tener la supremacía si no se empieza desde la conciencia»xxxiii. Una construcción de sentido, que en consecuencia, ha de incluir, no solo aspectos de índole económico, comercial, financiero o material, en sentido holístico, sino, substancialmente, los políticos, ideológicos, simbólicos y culturales; tomando en consideración, que si bien, en función de alcanzar el «espectro completo», dicha «visión de dominación», mantiene su naturaleza «belicista», se trataría, en esencia, de un «belicismo de nuevo tipo»; en la medida, en que, si bien incorpora las «armas» y «métodos guerreristas convencionales», incluso con mucha fuerza; tiene su eje articulador en una escalada de agresiones más «sofisticadas» -entiéndase más «retorcidas»-, con el ya menciona manejo perverso de los medios de comunicación e información.
Escalada, con pretensiones igual de lesivas, instrumentada mediante una ilícita manipulación del aparato judicial con fines políticos, o «lawfere» –orquestado por dichos medios de comunicación e información-; hoy dirigida, en primera instancia, a evitar el retorno del llamado «progresismo» que reverdeció en nuestra región desde inicios del siglo. Una verdadera e inescrupulosa cruzada, que utiliza como emblema, la supuesta «lucha contra la corrupción» protagonizada por estos gobiernos, ante la cual, se organiza como única alternativa, la «desaparición y muerte política« de los principales actores de estos movimientos; sin excluir los intentos de su destrucción o muerte física, siempre que se considere necesario por los grupos de poder local o global; prácticas de las cuales, tristemente, se visibilizan sensibles ejemplos. Así, podrían destacarse, el «golpe de Estado parlamentario» que acabó con el Gobierno democráticamente electo de la ex presienta Dilma Roussef; el ilegítimo «circo» mediático y judicial, que llevó a la cárcel a un hombre probo, como el ex presidente «Lula» da Silva, frustrando su posible regreso a la más alta investidura del poder ejecutivo; la reciente intentona frustrada de magnicidio contra el presiente Nicolás Maduro Moro; o la triste e intempestiva enfermedad del Comandante Hugo Chávez, que llevó a su extemporánea muerte en condiciones altamente sospechosas de regicidio.
Se trata, en resumen, de agresiones, que incluyendo lo económico, en función del desgaste paulatino de dichos actores, centran y fundamentan su estrategia ofensiva de destrucción, en el uso maximizado de técnicas de manipulación psicológica y psicoterrorista, en la búsqueda de la deslegitimación y pérdida de credibilidad moral del pretendido «enemigo», cuyo acoso se agudiza, de tal manera, que finalmente, se convierte en objetivo de las ya mencionadas acciones judiciales, activadas desde las élites de poder, y por consiguiente, totalmente, amorales e ilícitas. «Enemigo», que se reitera, puede ser cualquier actor político: un Estado, piénsese en Cuba, Venezuela, Irán, Corea del Norte; un Partido, dígase el Partido de los Trabajadores, el PT de Brasil; o lideresas y líderes revolucionarios o simplemente progresistas, véanse los cercos jurídicos y situación actual de los que son objetos varias ex presidentas y ex presidentes, sumando a los ya mencionados, Rafael Correa y Cristina Fernández; el ex vicepresidente ecuatoriano Jorge Glass, y la activista social indígena Milagros Salas, ambos también injustamente presos; el ex canciller de Ecuador, Ricardo Patiño, hoy en un exilio involuntario; entre otros muchos. «No debe olvidarse del monopolio de los medios masivos de comunicación con que ha contado Estados Unidos», decía Fidel, «Y nuestros intelectuales se han reunido más de una vez para discutir el gravísimo problema de la atroz invasión cultural que sufren los pueblos de América Latina y del resto del mundo (…), porque no está sólo la mentira de orden político sino todo el veneno del punto de vista ético, toda la exaltación de la violencia, del consumismo, etcétera»xxxiv.
Agresiones, además, para las cuales, los medios de información y comunicación configuran los principales arsenales, soportes o instrumentos de transmisión y beligerancia; mientras que, propiamente la información, en sus múltiples variantes, configuran los misiles detonantes, a quienes les ha sido asignado el papel de perpetuar y fortalecer las asimetrías y desequilibrios existentes entre las Naciones, impuestos por los diferentes grupos de poder, potenciados hoy, en el contexto de esta globalización neoliberal. Una embestida del «Imperialismo cultural», dirigida hoy, con mucha fuerza, hacia la República Bolivariana de Venezuela; unido al recrudecimiento de la escalada beligerante contra la Revolución cubana, y todos los actores, políticos o sociales, que en cualquier medida, se opongan a la injerencia y al saqueo de sus pueblos. Así, los elementos planteados, y otros, que serán aportados en próximos artículos, justifican estas reflexiones a los que se sumaría otra importante tesis, que viene desde lo más genuino del pensamiento de nuestros próceres, Bolívar, Hidalgo, Sucre, San Martín, y nuestro Héroe Nacional, José Martí, entre otros, y que pudiera ser resumida, en uno de los fértiles pensamientos de este último, « Es la hora de los hornos, en que no se ha de ver más que la luz» xxxv . Y es que, precisamente en esta hora, en que Nuestra América , y «Patria Grande», están siendo amenazadas, por los voraces apetitos imperiales, y no solo de Estados Unidos, la intelectualidad patriota, revolucionaria, bolivariana, martiana, fidelista, guevariana y chavista, no puede menos que defenderla, y responder con su propio arsenal, porque, «La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos…» xxxvi ; en consecuencia, «Cuando la Patria fiera se conmueve, nadie debe dormir, so pena de honra» xxxvii .
La Habana, 20 de octubre de 2019
«Año 61 de la Revolución»
Notas:
i Bolívar, Simón (1829). Carta al Coronel Patricio Campbell, fechada en Guayaquil, el 5 de agosto. Documento 2083. Recuperado de http://www.archivodellibertador.gob.ve
ii Martí, José (1895-1991). Carta a Manuel Mercado, 18 de mayo; en Obras Completas, tomo 4, La Habana, p.167. La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales.
iii Castro Ruz,Fidel (2000).Discurso pronunciado, en el acto central por el Aniversario 40 de la Unión de Jóvenes Comunistas. Teatro «Carlos Marx», 4 de abril. Recuperado de http://www.fidelcastro.cu
iv Martí, José (1891-1991). Nuestra América; ensayo publicado por el propio autor en la gaceta mexicana El Partido Liberal, el 30 de enero; en Obras Completas, tomo 6; página 15-23. La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales. La frase en sí misma, corresponde al propi título del ensayo.//Subrayado en cursiva es de esta autora.
v Fernández Retamar, Roberto (1978). Nuestra América y el Occidente; 19 de noviembre; página 6. Universidad Nacional Autónoma de México. Centro de Estudios Latinoamericanos. Unión de Universidades de América Latina. México: México, S. A. //Subrayado en cursiva es de esta autora.
vi El concepto de «segunda independencia», se refiere también a la visión antiimperialista del propio José Martí, de acuerdo con el cual, «Jamás hubo en América, de la independencia acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes, repletos de productos invendibles: y determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones americanas de menos poder. (…) De la tiranía de España supo salvarse la América española; y ahora, después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia«; recogida en Congreso Internacional de Washington. Su historia, sus elementos y sus tendencias; Nueva York, 2 de noviembre Obras Completas, tomo 6; página 46. Opus Cit. //El subrayado en cursiva es de esta autora.
vii Martí, José (1891-1991). Opus Cit.
viii Dussel, E. (2006). 20 tesis de política; Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe, 176 págs.; pág. 7: Editorial Siglo XXI.
ix Vid: Comité de Santa Fe (2000). Documento Santa Fe IV: Latinoamérica hoy. // Vid , además: Comité de Santa Fe (1980). Documento «SANTA FE I: Las relaciones interamericanas: Escudo de la seguridad del nuevo mundo y espada de la proyección del poder global de Estados Unidos» y Comité de Santa Fe (1988). Documento SANTA FE II: «Una estrategia para América Latina en la década de 1990». Los tres documentos, recuperados de http:// www.oocities.org
x Fernández Retamar, R (2000). Calibán en esta hora de Nuestra América, Obras. Todo Calibán, t. I, pp. 120-121. La Habana, Cuba: Editorial Letras Cubanas.
xi Martí, José (1895-1991).Opus Cit.; página 168.
xii Vid, entre otras obras de estos autores: Marx, Carlos y Engels, Federico (1848). Manifiesto del Partido Comunista; en Marxists Internet Archive; (1871-1973) Marx, Carlos. Carta a Friedrich Bolte, 23 de noviembre; en C. Marx & F. Engels, Obras Escogidas, en tres tomos, URSS, Moscú, t. II; págs. 5-13; 447; 448: Editorial Progreso; (1859-1973) Prólogo de laContribución a la Crítica de la Economía Política; en Opus Cit. t. I, págs.516-520; (1845-1973)Tesis sobre Feurbach; en Opus Cit. t. I, págs. 7-10; (1859-1973) Engels, F. Contribución a la Crítica de la Economía Política; en Opus Cit.; tomo I, págs. 521-530.
xiii Vid, entre otros textos: Lenin, V.I. (2003).El Estado y la Revolución; enMarxists Internet Archive; El Imperialismo, fase superior del capitalismo, (1916) ; publicado por Fundación Federico Engels ; (1920-2011). La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo; México, 2011: Editorial Centro de Estudios Socialistas Carlos Marx; (1902-1981). ¿Qué hacer?; URSS, Moscú: Editorial Progreso.
xiv En 1989, fue publicado el ensayo El rostro cambiante de la guerra: hacia la cuarta generación, donde aparece por vez primera, la teoría acerca de una, entonces, futura «Guerra de IV Generación», formuladapor el analistaestadounidenseWilliam S. Lind, con cuatro coautores del Ejército y del Cuerpo de Infantería de Marina de esa Nación. Se trata, en principio, de un supuesto «método novedoso, integral y eficaz»para planificar y desarrollar un posible conflicto bélico entre su propio país y ciertos enemigos identificados por éste, esencialmente gobiernos y naciones; en la praxis, aplicable también a movimientos, grupos sociales, partidos, etc., que con cierta cuota de poder político, no comulguen con los designios imperiales y sus sempiternas maniobras de despojo. Vid : Lind, William S.; Nightengale, Keith; Schmitt, John F.; Sutton; Joseph W.; Wilso, Gary I. The Changing Face of War: Into the Fourth Generation; Oct 1989: Marine Corps Gazette. Pro QuestDirect Complete pg. 22-26. // Se trata además de «…la última fase de la guerra en la era de la tecnología informática y de las comunicaciones globalizadas», las décadas finales del siglo XX y el siglo XXI., citado de: Freytas, Manuel. Guerra de Cuarta Generación: cuidado, su cerebro está siendo bombardeado Parte I y Operaciones psicológicas: Su mente está siendo controlada por expertos. Parte II, 21 y 31 de marzo de 2006, respectivamente. Recuperado de https://www. iarnoticias.com. // Dos años más tarde, en 1991, Martín Van Creveld, profesor hebreo, en su obra La Transformación de la Guerra realizó significativos aportes a esta doctrina, hoy subscrita y en ejercicio por las fuerzas armadas estadounidenses en sus actos de conquistas neocoloniales, concebida esta última expresión en su sentido más amplio. Vid: Van Creveld, Martin. La transformación de la guerra. Libro de Edición Argentina, Buenos Aires, 2007. // Vid, además: Aznar Fernández-Montesinos, Federico. Las Generaciones de Guerras. Guerras de Primera Generación I; 25 noviembre. Documento de Análisis 54/2015; Aznar Fernández-Montesinos, Federico y González Martín (2015).Las Generaciones de Guerras. Guerras de Segunda y Tercera Generación II y III; 30 diciembre de. Documento de Análisis 59/2015. Ambos textos pueden encontrarse, en el sitio WEB del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE). Recuperados de https://www ieee.es
xv Vid: Estado Mayor Departamento del Ejército de EE.UU. (2010). «La Guerra no Convencional. Fuerzas Especiales. Circular de Entrenamiento Estado Mayor No. 18-01»; noviembre de. Washington, DC. // En este contexto, resulta significativo que los fundamentos de la Doctrina de la «Guerra no Convencional» estén contenidos en la Estrategia Nacional de Estados Unidos, conformada por tres documentos básicos: la Estrategia de Seguridad Nacional, la Estrategia de Defensa Nacional y la Estrategia Militar Nacional. Vid, además : Pérez Marrero, Arnold (2014). La Guerra No Convencional (Unconventional Warfare). Un acercamiento a su esencia; mayo. Departamento Docente de Preparación para la Defensa. Universidad de Matanzas. Recuperado de http://www.umcc.cu
xvi Vid, al respecto: Schiller, Herbert I. (1976). Comunicación y Dominación cultural, p. 9: International Arts&Sciences Press, EE.UU., Nueva York. Vid, además: BokserLiwerant, Judith (1992). La filosofía política de la Escuela de Frankfurt; en Filosofía Política La Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, Nueva Época, Vol. 37, No 150; págs. 49-52; De Alba, Alicia (2011). Un acercamiento a la compleja relación del pensamiento de Habermas y el de Foucault: con la mirada hacia lo educativo; en XI Congreso Nacional de Investigación Educativa. Recuperado de https://www.comie.org.mx; Del Arena, Celestino. Opus Cit., página 11; De Sousa Santos, Boaventura (2010). Para descolonizar Occidente: más allá del pensamiento abismal; 1ra ed. Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO y Prometeo Libros; Dussel, Enrique (1994). Historia de la Filosofía y Filosofía de la Liberación; Bogotá, Colombia: Nueva América. Recuperado de http://biblioteca.clacso.edu.ar; Friedman, George (1980). La filosofía política de la Escuela de Frankfurt: Edición Fondo de Cultura Económica;Sierra Caballero, Francisco (2011).Teoría crítica y comunicología. El legado de la Escuela de Frankfurt; en Constelaciones. Revista de Teoría Crítica; Volumen 3; Dossier «Teoría Crítica de la industria cultural»; Sazbón, José (2002). El legado teórico de la Escuela de Frankfurt; en «Teoría y filosofía política. La recuperación de los clásicos en el debate latinoamericano». Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales; Sazbón, José (2002). El legado teórico de la Escuela de Frankfurt; en Teoría y filosofía política. La recuperación de los clásicos en el debate latinoamericano. Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales; Sierra Caballero, Francisco (2011). Teoría crítica y comunicología. El legado de la Escuela de Frankfurt; en Constelaciones. Revista de Teoría Crítica; Volumen 3; Dossier Teoría Crítica de la industria cultural; Zea, Leopoldo (1972). América como conciencia; primera edición, México: Cuadernos Americanos, 1953. México: UNAM, y (1986). Diálogo epistolar; en El Nuevo Mundo en los retos del nuevo milenio. Recuperado de https://www.ensayistas.org
xvii Vid: Eco, Umberto (1984). Apocalípticos e integrados; capítulo I, «Cultura de masas y «niveles» de cultura», páginas 39-78; 7ma edición. Madrid, España: Editorial Lumen.
xviii Ibíd.; capítulo II, Estructura del mal gusto, páginas 79-152.
xix Se refiere, de manera eufemística, a «Mc Pato», que es el tío del «Pato Donald».
xx Doffman, A. y Mattelart, A. (1972). Para Leer al Pato Donald; págs.156: Siglo XXI Editores, s.a. El subrayado en cursiva es de esta autora.
xxi UNESCO (2001). «Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural». Documento refrendado en la 31 a Sesión de la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, el 2 de noviembre.
Recuperado de http://portal.unesco.org
xxii Rodríguez Parrilla, Bruno (2019). Discurso pronunciado en el 74 Debate General de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas; Nueva York, 28 de septiembre. Recuperado de http://www.cubadebate.cu
xxiii Ibíd.
xxiv Bolívar, Simón (1817-2007). Discurso pronunciado el 10 de noviembre de 1817, en Angostura. Discursos y proclamas; pág. 66. Caracas, Venezuela: Fundación Biblioteca Ayacucho. //El subrayado en cursiva es de esta autora.
xxv Vid: Morales, Claudia (2018). Correo del Orinoco. El ariete intelectual del Libertador. Caracas. Venezuela: Fundación Editorial El perro y la rana (digital)
xxvi Bolívar, Simón (1817). Carta de Bolívar a Fernando Peñalver. Guayana 19 de septiembre. Archivo General de la Nación. Catálogo digital del archivo del Libertador Simón Bolívar. Documento n.° 1954. Recuperado de http://www.archivodel libertador.gob.ve //El subrayado en cursiva es de esta autora.
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Gloria Teresita Almaguer Gonzálezes investigadora del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI)
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