Olivier Besancenot (Levallois-Perret, Francia, 1974) entra apresuradamente en la sala que un céntrico hotel de la capital ha habilitado para que los periodistas puedan charlar con algunos de los dirigentes políticos que han participado este sábado en las jornadas «Plan B, contra la austeridad por una Europa Democrática». El exportavoz parlamentario del Nuevo Partido Anticapitalista […]
Olivier Besancenot (Levallois-Perret, Francia, 1974) entra apresuradamente en la sala que un céntrico hotel de la capital ha habilitado para que los periodistas puedan charlar con algunos de los dirigentes políticos que han participado este sábado en las jornadas «Plan B, contra la austeridad por una Europa Democrática». El exportavoz parlamentario del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), que intervino en el foro «Igualdad de derechos en un planeta finito», ha abandonado la primera línea política. Muy lejos quedan ya las elecciones presidenciales francesas de 2002 y 2007, en las que se convirtió en el candidato más joven y consiguió arrancar de las urnas más de un millón de votos junto a su partido, la entonces Liga Comunista Revolucionaria (LCR) -actualmente dentro del NPA-.
Tras beber un trago de agua, se sienta a conversar con infoLibre. Besancenot se muestra preocupado durante la entrevista por el auge de la extrema derecha en Francia, asegura que la Unión Europea está «muerta» y apuesta por una refundación de la misma porque, en su opinión, la actual no es ni tan siquiera «reformable». Preguntado por el panorama político en España, prefiere no pronunciarse. Es complicado sacarle alguna interpretación personal en esta línea: «No está en nuestra tradición decir a los demás lo que tienen que hacer», repite en cada una de las cuestiones sobre la actualidad política española. Sin embargo, considera que «la orientación de la socialdemocracia y la de Podemos son contradictorias». Sobre Grecia, lamenta la «derrota» sufrida cuando el Gobierno de Tsipras aceptó el memorando.
PREGUNTA: Dentro de un año se celebran en Francia elecciones legislativas. En Grecia, Portugal y España estos comicios han desembocado en Parlamentos fragmentados que hacen imposible una gobernabilidad sin alcanzar acuerdos. ¿Existe la posibilidad de que suceda algo similar en su país el próximo año?
RESPUESTA: Hay ingredientes en el caso francés que se parecen a lo que pasa aquí [en España] o en Grecia, como la política de austeridad o el descrédito de los partidos políticos. Pero el problema es que actualmente en Francia todo esole beneficia a la ultraderecha porque no hay muchas movilizaciones frente a esas políticas. Sin embargo, desde hace unas semanas la cuestión social está volviendo a brotar, a pesar de los atentados [de París], con temas como el ataque frontal contra el Código de Trabajo, una reforma que puede levantar una serie de protestas que den una esperanza a la izquierda.
P: ¿Le preocupa el auge de la extrema derecha en Europa y, más concretamente, en Francia durante los últimos años?
R: Hay una subida de la ultraderecha en Europa, pero particularmente en Francia. Tanto en Grecia como en España, el recuerdo del franquismo y de la dictadura de los coroneles ayudan un poco a frenar el auge. Pero en mi país se está desarrollando una carrera entre la extrema derecha y la izquierda radical. La única manera de que eso pueda favorecer a la izquierda es que logre encarnar una nueva representación política, algo que el Frente Nacional no está haciendo.
P: ¿Hacia dónde camina, en estos momentos, la izquierda en Europa y cuál crees que es su asignatura pendiente?
R: Pienso que iniciativas como la del Plan B es justo lo que hacía falta para intentar federar a la izquierda anticapitalista a nivel europeo. Hasta ahora, el único punto de convergencia existente es un espacio institucional dentro del Europarlamento. Pero hay otros espacios fuera del campo institucional, como por ejemplo las fuerzas sociales, que hacen política en el buen sentido de la palabra y que debemos asociar, sin duda, a ese tipo de proyectos. Quizá para un futuro encuentro sería importante gastar más tiempo en invitar a un mayor número de representantes de los movimientos sociales de otros países europeos. P: Antes de que estallase la crisis económica, usted se presentó como candidato a la Presidencia de la República. Logró un 4% de los votos y 1,5 millones de votos. ¿Cree que ese resultado hubiera sido mayor en el actual contexto europeo?
R: Hay un espacio político que ha sido ocupado en Francia por diferentes organizaciones de la izquierda radical. Nosotros lo hicimos en algún momento, Lutte Ouvrière (LO) lo había hecho antes y el Front de Gauche lo hizo después. Pero ninguna de las tres logró aglutinar a las fuerzas de la izquierda a largo plazo. Por eso, en este nuevo contexto económico hay que estar abierto a la creación de un nuevo movimiento político con sangre, caras y voces nuevas, un poco en la línea de lo que aquí en España logró impulsar Podemos. Es la única manera de que las organizaciones existentes puedan unirse y trabajar juntas.
P: Desde las elecciones generales del pasado 20 de diciembre, España está dirigida por un Gobierno en funciones. El PP, partido más votado, no tiene los apoyos suficientes para investir un presidente. El PSOE se encuentra en fase de negociación intentando desbloquear esta investidura. ¿Ve posible un pacto de las formaciones de izquierda en nuestro país?
R: Eso no me toca a mí decirlo. Como internacionalista, no estoy aquí para dar consejos. Creo que ahora en España hay diferentes orientaciones en la izquierda que tienen puntos divergentes. O el PSOE es parte de la casta o no es parte de ella, pero no puedes ser parte de la casta durante seis meses y después no serlo más. Son situaciones complicadas y nosotros en Francia estamos muy lejos de tener la posibilidad de tratar de gobernar, así que no me voy a pronunciar.
P: ¿Qué papel debería jugar Podemos en estas negociaciones? ¿Consideras que es necesario que renuncie a algunas de sus ‘líneas rojas’ con el objetivo de evitar cuatro años más de Gobierno conservador?
R: Realmente no puedo contestar a eso porque no está en nuestra tradición decir a los demás lo que tienen que hacer. Cada situación es específica y estamos aquí para aprender del proceso de Podemos y ver qué enseñanza podemos tomar nosotros.
P: ¿Cree, como dijo este sábado Varufakis en las jornadas sobre el Plan B, que «la vieja Europa se está desintegrando y está muriendo«?
R: Sí, pienso que la Unión Europea, como cuadro económico y espacio político, está muerta. Por eso es tan agresiva contra los que quieren llevar a cabo políticas antiausteridad. Así fue con Grecia y así puede ser también con España y Portugal. Sabemos que no dejarán desarrollar otro tipo de políticas.
Además, pensamos que una política antiausteridad es contradictoria con el hecho de pertenecer a esa unión, y es por eso por lo que tenemos que salir de esa Europa que no es reformable. Sin embargo, hay que seguir siendo internacionalista y manteniendo la idea de construir otra Europa.
P: ¿Qué alternativas hay ante esta situación en el Viejo Continente?
R: Creo que se necesita apostar por una ruptura política, algo que nos permita tomar lo mejor de las legislaciones sociales y democráticas de cada uno de los países. La UE hace todo lo contrario: usa el dumping social, es decir, impone a todos los Estados la regla más baja. Probablemente se necesitaría un gran proceso constituyente para refundar otra Europa.
P: ¿Cómo cree que deben ser las relaciones entre la socialdemocracia y la izquierda radical?
R: Son relaciones incompatibles en cuanto a la aplicación de una política. Nosotros en Francia tenemos a la socialdemocracia en el poder y está desarrollando la misma política que el Gobierno de Sarkozy: ataque contra el tiempo de trabajo, el Código del Trabajo, los servicios públicos e, incluso, contra cosas que la derecha no se había atrevido antes. El problema es que cuando hay una política que se lleva a cabo no hay espacio para el doble discurso. O estás a favor de la privatización y la bajada de sueldos o estás en contra.
Quizá es interesante reflexionar sobre lo que hizo el Bloco de Esquerda en Portugal. Decidió ser independiente del Gobierno socialdemócrata, no entrar, y dijeron que apoyarían todo lo que fuese en el buen sentido pero que también se opondrían cuando se estuvieran haciendo las cosas mal. Si hubieran estado dentro, no podrían oponerse porque una de las características fundamentales de un Ejecutivo es la solidez.
P: ¿Entonces cree que Podemos tiene que incorporarse a un Gobierno junto al PSOE?
R: [Risas] Sería muy pretencioso por mi parte decir eso. Nosotros en Francia somos una organización de 3.000 militantes, que tuvimos mucho éxito durante un tiempo pero que después sufrimos una crisis importante que nos ha obligado a aprender a ser humildes. No somos profesores rojos para decir lo que se tiene o no se tiene que hacer. Nos gustaría ver cómo podemos ser útiles para que la experiencia de Podemos se pueda llevar a cabo aquí [en Francia].
Lo que sí sabemos desde el caso de Grecia es que una fuerza política sola no puede lograrlo frente a la troika. La derrota allí hace unos meses fue una derrota para todos. Sobre Podemos y la socialdemocracia, lo único que puede decir es que hay cosas que son tácticas y otras estratégicas. La orientación de la socialdemocracia y la de Podemos son contradictorias.
P: ¿Alertaría a los nuevos partidos de izquierda de que no bajen la guardia y sigan la misma línea para evitar que les suceda lo mismo que a ustedes en Francia?
R: Nosotros abrimos las puertas a todos, sin miedo y sin mentiras, pero no logramos montar un cuadro colectivo que permitiera a la gente tomar confianza y representarse a sí misma hasta el final. Por eso pienso que la cuestión democrática es estratégica. Cuando la gente le toma el gusto a la política hay que permitirles hacerlo hasta el final. A lo que hay que tenerle miedo es a la política profesional, la que se convierte en un empleo. Eso es muy importante.
P: ¿Se siente defraudado por las medidas que está tomando el Gobierno de Syriza en Grecia?
R: Después de la victoria en el referéndum, el hecho de aceptar el memorando fue una derrota para todo el mundo. Había una confrontación con la troika y fue ella la que ganó. Sin embargo, todo fue político, no había nada económico. El programa con el que Alexis Tsipras ganó las elecciones no era muy peligroso, el capital europeo lo podía absorber. Sin embargo, se quería demostrar que cualquier política alternativa no es compatible con la europea. Lo que sucedió en Grecia se puede repetir, y la próxima etapa la pueden experimentar países como Portugal y España. En este sentido, nos interesa saber qué lecciones ha sacado Podemos de lo que pasó en el país heleno para el día de mañana.
Fuente: http://www.infolibre.es/noticias/politica/2016/02/20/olivier_besancenot_45287_1012.html