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Guatemala

La «unidad política» en el imaginario de la izquierda tradicional

Fuentes: Rebelión

Guatemala es un país tropical, cohabitado, en su gran mayoría, por pueblos originarios, donde el liberalismo hizo dos fallidas revoluciones nacionales para modernizar y desarrollar el país.

Después de la interrupción violenta de la segunda revolución liberal (que EEUU sospechó que era socialismo) emergieron propuestas revolucionarias de tendencia socialista, encabezadas por “vanguardias mestizas” aunque genéticamente indomestizos, que sistemáticamente negaron la cualidad de “sujetos revolucionarios” a las y los indígenas.

Tanto para la teoría, como en la praxis de las izquierdas clásicas del país, el indígena para ser sujeto político debía dejar de ser indígena, “pasar por la escuela” y así hacerse “guatemalteco”. De igual modo, el campesino, para ser ciudadano guatemalteco, debía abandonar el campo, migrar hacia las ciudades… y así hacerse “ciudadano”.

En los hechos, ni los revolucionarios liberales, ni los revolucionarios de la izquierda tradicional lograron “ciudadanizar” al campesino, ni convertir en “guatemaltecos” a las y los indígenas. Mucho menos, hacer las “revoluciones” que prometieron.

Cuando indígenas y campesinos se constituyen en sujeto sociopolíticos

En este contexto, y con el peso de los males congénitos de la bicentenaria República criolla, en Guatemala, indígenas y campesinos, desde sus comunidades organizadas en resistencia, se sublevaron social y políticamente a las “vanguardias revolucionarias”, y se auto proclamaron sujetos sociopolíticos y anunciaron la construcción de una “revolución plurinacional”, con un Estado plurinacional.

Desde 2012, ante la constatación de la intencionalidad política neoliberal de los Acuerdos de Paz (1996), las comunidades indígenas y campesinas en resistencia frente al neoliberalismo, al ser repelidas en sus demandas en el relato ideológico de las izquierdas, decidieron abandonar a las viejas izquierdas y crear su propia organización política (instrumento político, Movimiento para la Liberación de los Pueblos MLP, en 2018) y avanzar hacia la “revolución plurinacional” por el Buen Vivir.

El instrumento político, que plantea como su ideario: la reconstrucción de la Casa Común para garantizar bienestar para la Madre Tierra y bienestar para seres humanos, sin recursos económicos, ni pautas de la vieja izquierda, logró en elecciones generales del 2019 el histórico 4to lugar. Nunca una organización política, en este “país de revolucionarios” había logrado llegar tan lejos.

Los centenares de comunidades organizadas en resistencia al neoliberalismo, muy a pesar de contar con un brazo político (MLP), nunca dejaron de hacer “democracia directa y constante” en las calles, en las asambleas comunitarias, espacios de formación constante, etc.

Estas comunidades, antes, durante y después del proceso electoral, continuaron organizando, concientizando y movilizando a sus vecinos bajo la demanda de “Vamos por el proceso de Asamblea Constituyente Popular y Plurinacional para la construcción del Estado plurinacional para el Buen Vivir”. Clamaron, claman, convocan a la articulación y a la “unidad sociopolítica” a las organizaciones sociales y políticas de las izquierdas de Guatemala. Pero, la tradicional izquierda política (catalogada como neoliberal) anclada en la URNG y WINAQ, y la inmovilizada izquierda social acomodada en las organizaciones no gubernamentales apoyadas por la cooperación internacional “apolítica”, jamás acudieron, ni acuden a los llamados de articulación/unidad para la construcción del Estado plurinacional.

¿Por qué la “vanguardia revolucionaria” no escucha el llamado a la unidad plurinacional”?

Los actores plurinacionales no son sujetos revolucionarios. Para la vanguardia revolucionaria, las y los indígenas y campesinos no son sujetos políticos, menos revolucionarios. Por tanto, no están cualificados para nuclear/articular ningún tipo de revolución en Guatemala. “Los indios tienen que educarse para ser proletarios, y los campesinos deben ciudadanizarse para ser sujetos”, es al parecer la certeza compartida en la envejecida vanguardia revolucionaria.

Aún sospechan de la cualidad humana del originario. Como hijos de la modernidad colonial, los revolucionarios de antaño aún dudan de la cualidad antropológica del indígena y del campesino. Para ellos, el o la indígena que no sepa leer, ni escribir, que no hable el idioma oficial, o porte títulos académicos, por más que esté bautizado, quizás sea un homúnculo. Mas no un ser humano.

Indios y campesinos no pueden convocar a la unidad. Los únicos cualificados para convocar a la articulación, e indicar la ruta política a la indiada, son ellos. Indígenas y campesinos no deben convocar a la unidad, ni a ningún tipo de articulación política. Esta es la otra convicción ideológica que les impide acudir, no sólo a las asambleas de articulación sociopolítica que CODECA y CPO ya llevan realizando por cerca de un año, sino también les inhibe participar en las manifestaciones, paros plurinacionales convocados por indígenas y campesinos. ¿Cuándo la URNG o WINAQ, o las ONG acompañaron en las calles y en los duelos a campesinos e indígenas movilizados?

Desprecian la comunidad como si fuese una fase premoderna. Creen en la sociedad, mas no en la comunidad. Para ellos, la comunidad es la fase primitiva de la humanidad. Por tanto, ninguna acción política o económica de resistencia de las comunidades indígenas es, ni debe ser aprobada como válida. Por eso, esa potencia política de las comunidades fue desperdiciada y desechada históricamente por parte de la izquierda tradicional. Lo que prima es la vanguardia individual que busca coronar su existencia con algún cargo de elección popular.

El electoralismo como la única estrategia política. La izquierda política, por lo regular, inverna en tiempos de las constantes luchas de calle que realizan las comunidades indocampesinas. Sólo aparece en tiempos de campañas electorales buscando el voto. En ese sentido, funcionan como partidos empresariales, bajo la lógica de la democracia representativa electoralista.

Quizás, aparte de la ideología racializada, esta estrategia sea otra de las razones del por qué la izquierda tradicional no entiende, ni escucha, a las comunidades y pueblos en constante acción colectiva en las calles.

Proceso constituyente popular y plurinacional es el camino

Lo cierto es que, muy a pesar de los presupuestos ideológicos y estratégicos (disfuncionales con las grandes mayorías despojadas en Guatemala) de la izquierda tradicional, las comunidades y pueblos que impulsan el proceso constituyente popular y plurinacional hacen su propio camino de liberación, constituyéndose no sólo como sujeto sociopolíticos, con su propia organización política, sino también consensuando su horizonte y marco teórico (ideología) propio según las contingencias del sistema Tierra.  
Ollantay Itzamná. Defensor de Derechos de la Madre Tierra y Derechos Humanos desde Abya Yala.

Blog del autor: https://ollantayitzamna.com/

@JubenalQ

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.