Las dinámicas del poder en las sociedades posmodernas son muy diferentes a las de aquellas propias de la Guerra Fría, donde todo era blanco o negro, izquierda o derecha. La realidad misma ha desbordado y superado en mucho esta visión dicotómica. Las luchas hoy tienden a ser meramente coyunturales y no necesariamente buscan una transformación […]
Las dinámicas del poder en las sociedades posmodernas son muy diferentes a las de aquellas propias de la Guerra Fría, donde todo era blanco o negro, izquierda o derecha. La realidad misma ha desbordado y superado en mucho esta visión dicotómica. Las luchas hoy tienden a ser meramente coyunturales y no necesariamente buscan una transformación estructural y objetiva del sistema (lo que conocíamos como revoluciones), tampoco responden todas necesariamente a una visión ideológica compartida uniforme y a una oposición tácita a las estructuras del poder económico globales. Así es como de pronto hoy podemos encontrarnos con movimientos sociales cuyas reivindicaciones son típicas del liberalismo político sobre derechos individuales o de propiedad, y otros, que tienen como fin o bandera de batalla, conquistas sociales, colectivas o de clases económicamente menos favorecidas por el mal llamado desarrollo. Por esto es menester afirmar, como dice el dicho, que no todo lo que brilla es oro.
Para comprender mejor cómo es que se traduce todo esto en hechos reales en nuestros días, es de vital importancia hablar sobre geopolítica, aquella ciencia maldita como algunos la han llamado, pero que sin lugar a duda no pierde actualidad, en especial con un mundo cada vez más complejo e interdependiente, lleno de crisis regionales con tintes globales y niveles de detalle, así como de desinformación que lo vuelven uno muy volátil e inestable. La geopolítica nos sirve para profundizar en la realidad política, geográfica, militar, económica, social y cultural de los pueblos, si a ello le agregamos el hecho de que es una rama del conocimiento que piensa el mundo de forma sistémica y organizada, sin dejar de lado ninguna región del planeta o variable, tenemos entonces un saber que es estratégico y con un valor imprescindible para cualquier nación que desee sortear con éxito los desafíos políticos internos y externos a los que se vaya a enfrentar en el corto, mediano y largo plazo.
Esta breve introducción que planteo respecto a movimientos sociales y geopolítica es para facilitar exponer mi punto respecto a la situación actual que vive Costa Rica, en cuanto a la crisis interna que, desde hace algunos años, pero que en especial en los últimos quince días enfrenta. El fenómeno de las «Primaveras Árabes» ha sido muy estudiado en los últimos años por especialistas en Relaciones Internacionales, ya que fueron movimientos que surgieron en algunos países de Medio Oriente producto de situaciones objetivas de crisis que se venían acumulando con el paso del tiempo a raíz de la falta de democracia, violación a los derechos humanos y otro tipo de abusos políticos, así como económicos contra la ciudadanía, provocando con ayuda de algunas manos extranjeras y redes sociales, el levantamiento popular y el respectivo derrocamiento del presidente o dictador de turno.
Lo interesante de estudiar estos fenómenos años después y con datos concretos, es que nos permiten dilucidar la verdadera estrategia que subyace en el fondo de todo este gran teatro de lo que Occidente llamó «lucha por la democracia y la libertad y los derechos humanos». Empecemos por Bahréin que, según datos de Amnistía Internacional, después de la famosa «primavera», la mayoría de los y las activistas de derechos humanos y dirigentes políticos están entre rejas, mismos que lucharon por el cambio en el país. En Egipto, los jóvenes que se manifiestan son encarcelados, el autoritarismo ha aumentado de la mano de las violaciones a los derechos humanos y las torturas solo por oponerse políticamente al nuevo régimen, Libia sigue sumido en el caos y la guerra interna, ahora vuelve a estar dividido y hay dos gobiernos, uno amigo de Occidente y otro no reconocido por éste, Siria, como no pudieron derrocar a Bashar al Assad, convirtieron el país en un infierno y una bomba de tiempo donde una guerra nuclear global puede estallar en cualquier momento. No sin mencionar que, desde el inicio del conflicto en ese país, más de 12 millones de sirios han tenido que irse de sus tierras, sin dejar de lado los cientos de miles muertos.
No obstante, esto no es algo que solamente se presenta por aquellas latitudes, en Guatemala meses antes de las elecciones de 2015 estallaron manifestaciones populares contra el entonces presidente Otto Pérez Molina, quién a causa de un tremendo caso de corrupción, tuvo que renunciar al poder, situación que los movimientos ciudadanos vieron como un triunfo, lo que nunca pensaron o se esperaron fue que Jimmy Morales, neoconservador y ultra religioso llegase al poder. El último caso de una situación así ha sido Venezuela y Nicaragua, que sin ningún ánimo de defender a esos dos dictadores, han enfrentado situaciones muy similares que responden a la misma dinámica desestabilizadora, con Ortega, el detonante fue la reforma a las pensiones que el FMI le dijo que hiciera, pero como vimos era solo el «enganche», ya que cuando echó para atrás con la misma, el verdadero objetivo político lo gritaba el pueblo en las calles: «lo que queremos es que se vaya del poder».
Algo que debe quedar claro es que dichos cambios no los piensan o lo organizan movimientos progresistas y de vanguardia, sino las mismas élites económicas y pequeños grupos de poder que no están a gusto con lo que tienen en lo inmediato, por lo que después de toda «primavera», a pesar de que son los sectores populares quienes piden la cabeza del gobernante y salen a la calle, no son sus representantes quienes llegan al poder. Al final las masas y estos grupos de avanzada son utilizados estratégicamente por otros quienes son los que sí realmente sacan el provecho político a las situaciones críticas que se detonan. ¿Llegarán realmente líderes populares que luchen por la libertad de su pueblo a estos países que se encuentran bajo dictaduras o serán lobos vestidos de piel de ovejas que bajo una bandera llevan planes para desarrollar otro tipo de negocios? ¿Permitirían las potencias mundiales que realmente llegue a un país con una posición geográfica estratégica algún líder realmente patriota que haga valer y respetar la soberanía de su país y las vidas de sus gentes?
La estrategia es muy clara y sencilla, el objetivo político superior es cambiar de régimen ya sea por necesidad geopolítica o porque los negocios que se estaban haciendo con el o la protección del viejo títere en el poder, sumado al descontento popular están perdiendo su dinamismo. Para ello se necesita hacer estallar una crisis objetiva con el fin de justificar el derrocamiento y hacer ver que es demanda ciudadana dicho cambio de orden, la forma en que lo hacen es sacando a las calles a todos aquellos grupos denominados progresistas, jóvenes críticos contra el sistema y disgustados con el orden imperante, especialmente estudiantes universitarios, así como aquellos colectivos sociales y de izquierdas que luchan por causas justas y tienen siempre su ímpetu listo para tomar las calles y exigir al poder que responda a las demandas de las grandes mayorías. Pero ¿cómo logran utilizarlos, lanzarlos a las calles y crear las condiciones objetivas para poner al gobierno de turno de rodillas? La respuesta la encontramos en los acontecimientos históricos recientes de los países: los constantes y cada vez más graves casos de corrupción, la pérdida de credibilidad en la política, los partidos y los políticos, el desgaste de las ideologías clásicas, de la institucionalidad del Estado, el no mejoramiento de las condiciones económicas de las grandes mayorías que se ve reflejado en el aumento de la desigualdad y la pérdida de oportunidades. Esto, de la mano de una política de austeridad o reforma que haga el gobierno de turno para tratar de «solucionar» el problema, al ser siempre de índole impopular ese tipo de medidas, forman las condiciones perfectas para detonar el caos.
Todo lo anterior, con el fin de llegar a nuestra querida Costa Rica y para hacer una aproximación a la crisis que vivimos en estos momentos y para tratar de vislumbrar cuáles fuerzas de la sociedad podrían estarse viendo beneficiadas políticamente de todo este acontecer lamentable para la Patria. El problema económico que tiene el país es muy grave, algo así como una empresa en quiebra que necesita un préstamo para poder salir adelante, va a quedar muy endeudada y pagando intereses muy altos, pero es eso o dejar a mucha gente sin empleo, lamentablemente el mundo de hoy (los dueños del poder económico global) nos pone casi siempre a nosotros países en vías de desarrollo a elegir entre dos males, lo bueno es que siempre hay uno menos malo. Es exactamente eso lo que pasa ahorita, este combo fiscal no es el mejor y no toca los temas que una reforma seria debería de tocar, como por ejemplo la renta mundial, pero debemos entender que será peor para todos, en especial los más pobres si no se aprueba. Aunque, ojalá se le pudieran hacer algunos cambios.
Ahora bien, para los sindicatos, que es muy probable que no estén viendo el bosque sino solamente el árbol, ceder a veces implica no ganar lo que quiero en lo inmediato, pero sí abrir espacios para una segunda batalla que permita estar mejor plantados y eventualmente con mayor apoyo real que pueda tener la fuerza, sin necesidad de violencia o imposición de voluntades a la fuerza, mover el barco hacia un mayor equilibrio para todos. La historia costarricense es rica en enseñanzas sobre acuerdos y diálogos, recuerden solamente la época de los años cuando el líder del Partido Comunista de Costa Rica, Don Manuel Mora Valverde aceptó cambiar el nombre de su partido poniendo primero el país y el avance de la gran reforma social de la cual todavía gozamos. Se pudo poner de acuerdo con la Iglesia Católica y con el Doctor Calderón, recuerden también que Don Manuel acepta el irse a México después del 48 para evitar una invasión norteamericana que diera al traste con la reforma social, así como con la profundización de esta que realizó Don José Figueres con la Segunda República. Algunos años antes, Don Manuel hasta jefe de campaña fue una vez de Don Ricardo Jiménez, si un luchador social con Don Manuel tuvo la visión, la capacidad y la flexibilidad táctica para hacer cumplir sus objetivos superiores, cómo ustedes, señores sindicatos no van a entender que no es el fin del mundo dejar que el gobierno gobierne, al fin y al cabo, la gran mayoría de ustedes lo apoyaron y junto con otros miles de costarricenses lo pusimos ahí, y después empezar un proceso patriótico nacional y amplio hacia una reforma más justa, donde incluso se pueda invitar a actores como la OIT en un proceso de diálogo social amplio, donde sea incluyente también para el sector productivo. Cuando se tiene visión y se quiere, las cosas se hacen, esas formas de lucha propias de épocas anquilosadas y excluyentes de la Guerra Fría ya pasaron (esto va por igual a los empresarios), hoy nos necesitamos todos, la Patria se hace en conjunto.
Al final, comprendiendo la dinámica geopolítica del mundo, los ejemplos que he mencionado y lo que está sucediendo, si hacemos un análisis con conciencia, podemos afirmar que los sindicatos se están metiendo en un callejón sin salida y están siendo los que le hacen el trabajo a los sectores que ellos dicen combatir: los neoliberales. Albino y todo el bloque sindical están poniendo el pecho a las balas, que junto con el gobierno se están peleando, dejando el camino abierto para lo que muy bien ellos han denominado «la gran reforma neoliberal del país», están dejando un frente descuidado y quizás el más importante, muy estratégico todo, esos sectores no se están desgastando políticamente, más bien al contrario, ya que quienes lo están haciendo son sus enemigos, sindicatos-PAC-FA, quienes en un arrebato de falta de visión y madurez política cayeron en un juego muy peligroso, en algo así como en un estilo de Coliseo Romano, donde hay quienes sí están mirando cómo luchan y desgastan solos, casi que entre iguales. La misma dinámica de las primaveras, la estrategia es igual, la táctica es la que se «tropicaliza». ¿Quieren ser los medios de quienes desean hacer mella la imagen del gobierno? ¿Para qué pelearse así con un gobierno y un partido que, a hoy, es la única opción de no derecha fuerte que queda en el país? ¿Quiénes le sacarán el jugo político a esta crisis? ¿Serían realmente los sectores avanzados y progresistas los que llegarían al poder? Me parece que las grandes conquistas sociales hoy se defienden más con la cabeza y estrategia, que con el hígado o los egos.
La falta de visión de largo plazo, liderazgo y diálogo que tienen algunos políticos nuestros, así como dirigentes sindicales y empresariales, sumado a la incapacidad de comprender el mundo y la política de forma sistémica, se habla de globalización pero siguen entendiendo al país como si fuese una isla ubicada en otro planeta donde, ignorantemente creen que sólo existe globalización y afectación positiva al país en lo económico y tecnológico, pero no así en los fenómenos geopolíticos o militares de la propia región u otras del mundo, hace que literalmente podamos decir, como en la famosa serie del Chapulín Colorado: «oh, y ahora quién podrá defendernos», con el agravante que para nosotros la respuesta en este momento es el silencio más opaco e inquietante. Ojalá que el diálogo, la tolerancia, el respeto y la paz sean la luz que nos guíe como nación y nos permita salir de esta coyuntura, dando siempre ejemplo al mundo de que somos ese país bendecido, trabajador y visionario.
Mauricio Ramírez Núñez. Profesor de Relaciones Internacionales
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.