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Perú

Las vueltas de la tuerca

Fuentes: Rebelión

¿Cuántas vueltas da una tuerca cuando se le quiere afirmar en una superficie?. Nadie lo sabe con exactitud. Pareciera que siempre será posible que admita una más, antes de quedar definitivamente asegurada al concluir su ciclo. Pues bien, el escenario político, es lo más parecido a una tuerca en movimiento. Cuando se piensa que ya […]

¿Cuántas vueltas da una tuerca cuando se le quiere afirmar en una superficie?. Nadie lo sabe con exactitud. Pareciera que siempre será posible que admita una más, antes de quedar definitivamente asegurada al concluir su ciclo. Pues bien, el escenario político, es lo más parecido a una tuerca en movimiento. Cuando se piensa que ya acabó, da una vuelta más. Y hasta queda allí la sensación que aún otra, será posible.

Después de casi una hora de tedioso discurso presidencial plagado de cifras y recuerdos, vino un urticante final que hizo saltar a los adormilados congresistas de la «mayoría parlamentaria», que volvieron a rugir como ganado en celo.

Fuero los 15 minutos de «cierre», en los que Martín Vizcarra anunció solemnemente su voluntad de adelantar los comicios parlamentarios y presidencial previstos para el 2021, y situarlos un año antes, a fin de encontrar «una salida» a la crisis de gobernabilidad por la que atraviesa el país. La pataleta de Keikistas y apristas fue poco menos que descomunal. Terminaron gritando al Jefe del Estado estentóreos «¡Fuera! ¡Fuera!» como si tratara de echar de su jardín al gato que se deslizara furtivo, en busca de desaprensivos pajaritos.

Que Keikistas y apristas reaccionaran a una sola voz de esa manera, no debiera sorprender a nadie. Tampoco, que los «invitados de la Tele» -congresistas, analistas y otros- se sumaran a ese coro melifluo, mostrando sin rubor que lo único que les interesa, es resguardar los privilegios de la Mafia.

Pero que de los propios predios del oficialismo llovieran similares artilugios, sí que sorprende. Sobre todo, cuando provienen de congresistas que ayer nomás se decían «partidarios» del gobierno. Por lo visto, los Sheput o los Violeta y la Sánchez, ya no lo son más, porque puestos a escoger entre su lealtad y su quincena, cerraron filas por la última sin resuello alguno.

De esas opiniones es que surge hoy la estrategia de la reacción. Ella buscará «vacar» a Martín Vizcarra a cualquier precio para tener «la cancha libre» y hacer de las suyas, aunque fuere en un cuarto de hora de felicidad. Veamos:

Si Martin Vizcarra y Mercedes Araoz «renunciaran», quedaría Pedro Olaechea como Presidente del Perú por cuatro meses y Karina Beteta sería -¡Horror de horrores!- Presidenta de Congreso. Aprovecharían entonces para aprobar y promulgar una ley estableciendo que «los ciudadanos peruanos de origen japonés que tuvieran más de 80 años y que hubiesen desempeñado funciones académicas como Rector de Universidad; o Políticas, como Jefe del Estado; no podrán permanecer en prisión y serán liberados y proclamados -por sus sucesivos sufrimientos- héroes y mártires de la Patria».

Y darían otra ley para que una persona procesada, «si es mujer, e hija de un ex Presidente de la República, sea liberada de toda acusación pasible de condena dados sus elevados méritos morales y su henchida voluntad patriótica». Después, proclamarían al Congreso de la República como «Primer Poder del Estado», y resolverían que «sus integrantes no puedan ser objeto de sospecha, dudas o denuncias», y que ningún tribunal «estuviese facultado a abrir proceso contra ellos», dado que gozarán de «inmunidad plena y absoluta». Pero probablemente no se dé ese escenario porque Mercedes Araoz no habrá de permitir que la saquen del camino, estando apenas a dos pasos del Poder.

Se buscaría, entonces, otra vía: Declarar a Martín Vizcarra «incapaz de desempeñar funciones públicas» y destituirlo, para que doña Mercedes asuma ese cargo hasta julio del 2021. Y, para «ahorrar onerosos gastos al fisco», dejar sin efecto cualquier posibilidad de adelanto de elecciones parlamentarias, señalando que «los actuales» cumplirán la función para la que fueron ungidos «por cinco años», como lo ha precisado, con honda sabiduría, la nueva Mandataria de la Nación. (Ver edición de «El Comercio». 30 de julio 2019).

De este modo se podrá crear «un clima nuevo», de concordia, claro, entendimiento y buen gobierno, en el que se recupere el tiempo perdido y se den todas las garantías a la inversión foránea y al capital privado nacional o extranjero poniendo a su disposición todos los recursos que posea la Nación. Parodiando a Gonzalo Rose podríamos hacer una proclama y atribuirla a Monseñor Cipriani rechazando a los rojos y defendiendo los templos y las casas de hacienda «habidos unos para la gloria de Dios y otros para la tranquilidad de los pacíficos»

Así se superara este momento gris y amargo en el que, como lo sostuviera doña Meche » ha sido tenso y difícil» y en el que «ni el Ejecutivo ni el Legislativo han estado a la altura para encontrar un espacio de diálogo». Como la autocrítica siempre es valorada, escuchemos a la flamante mandataria: «Hemos usado de manera frívola dos instrumentos constitucionales: uno, que es la vacancia presidencial; y el otro, que es la cuestión de confianza». Y esa etapa claro, ha sido definitivamente superada. Tia María se hará realidad, la Southern brillará con luz propia y la Sociedad de Industrias y CONFIEP podrán mirar con confianza el porvenir en manos del Congreso de la República. Y las leyes previstas, serán realidad ¿Alguien lo duda?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.