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¿Logrará Estados Unidos implantar la pena de muerte en Puerto Rico?

Fuentes: Rebelión

La muerte, con su impecable función de artesana del sol/ que hace héroes, que hace historia/y nos cede un lugar para morir/en esta tierra, por el futuro… De esa forma inicia la hermosa canción «Su nombre es pueblo» del cubano Eduardo Ramos y que inmortalizara en su voz la también cubana, ya fallecida, Sara González. […]

La muerte, con su impecable función de artesana del sol/ que hace héroes, que hace historia/y nos cede un lugar para morir/en esta tierra, por el futuro… De esa forma inicia la hermosa canción «Su nombre es pueblo» del cubano Eduardo Ramos y que inmortalizara en su voz la también cubana, ya fallecida, Sara González. Esas líneas le dan un giro necesario y sanador a la experiencia que de la muerte enfrenta el pueblo boricua casi de continuo. No hay duda que los asesinatos en Puerto Rico prácticamente nos asedian cotidianamente desde hace ya al menos tres décadas. Las estadísticas espeluznantes de dos o tres asesinatos por día, en un país de menos de cuatro millones de habitantes como el nuestro y donde no hay una guerra declarada, representan una incógnita difícil de descifrar. [i]

En el plano político los boricuas comenzaron a matar en masa a otros seres humanos desde hace mucho más tiempo. Luego de aprobada el Acta Jones en 1917, Estados Unidos ha llevado a miles de puertorriqueños a sus muchas guerras y tan temprano como en la Segunda Guerra Mundial, esto arrancó quejas expresadas en melodías que alcanzaron entonces gran popularidad, siendo una de las más recordadas «Despedida» de Pedro Flores, en la voz de Daniel Santos. [ii] [iii] Pero la angustia era mayormente ante el peligro de sucumbir en el campo de batalla. No se cuestionaba entonces en esas expresiones de arte popular, el motivo de las guerras, todo lo contrario, había aceptación completa de los fines honrosos de las mismas, en particular, ante el avance del nazismo/fascismo. Buena forma de estimar la mentalidad del pueblo.

Luego de la Segunda Guerra Mundial y ya cercano el conflicto que conduciría a la Guerra de Corea los reclamos de la justeza del trato a los reclutas dieron pie para iniciar el cuestionamiento tanto de las guerras como de los fines imperialistas de Estados Unidos. Pedro Albizu Campos fue uno de los primeros en articular la acusación de los planes hegem ó nicos de Estados Unidos. [iv] El rechazo al Servicio Militar Obligatorio, el cual inici ó durante la Primera Guerra Mundial tomó impulso durante la Segunda Guerra Mundial. [v] En la década del 1950 Estados Unidos logró hacer valer su charada en las Naciones Unidas sobre la «autodeterminación» de Puerto Rico sin mencionar su imposición al Servicio Militar Obligatorio y criminalización a los resistentes. [vi] Las respuestas valientes del Partido Nacionalista de Puerto Rico no lograron cambiar esa realidad entonces. ¿ Habremos pagado caro eso? ¿Qué fue lo que se sembró? Volveremos a estas preguntas.

Las imputaciones y acusaciones que el Ejército de los Estados Unidos esgrimió contra soldados boricuas en la Guerra de Corea originaron otra cosecha de expresiones en el cancionero popular reclamando el honor en la batalla. Estas acusaciones se probaron todas falsas. [vii] Sin embargo es la experiencia boricua con la Guerra de Vietnam lo que logra aparejar las expresiones de arte popular con los planteamientos que diversas organizaciones políticas con madurez organizativa para entonces, impulsaron en la conciencia del pueblo. [viii] Es emblemática la letra de «Monón» de Roy Brown. [ix] Los horrores de la Guerra de Vietnam trajeron a la conciencia de muchos jóvenes la afinidad por las guerras y el desprecio a la vida de los detentores del poder en Estados Unidos y de su gobierno. Aun más, puso a contraluz el problema de clases de la sociedad estadounidense e hizo tambalear malamente la propaganda de la pretendida democracia yanqui. La guerra y la muerte son para los pobres, los ricos se quedan en casa llenándose los bolsillos. De ahí que el fuego surja como alerta terrible en «Monón.» Después de la década del setenta se calló el cancionero con respecto a ese tema. Solamente se escucharon canciones viejas y nuevas dedicadas a Vieques.

Los estudios estadísticos sobre los asesinatos y llamados delito tipo 1 tienden a coincidir que la tasa de los mismos se elevó dramáticamente en las décadas del 70 y 80. Hubo bajas y subidas en las próximas décadas pero no regresó a las tasas de los años previos al 1960. El empuje voraz del narcotráfico encontró una mentalidad idónea para el crimen con el asesinato como ajuste bancario de cuentas. «Todas las guerras son económicas» se escuchaba entonces decir a muchas personas de la clase media luego del final de la Guerra de Vietnam. No nos sublevamos ante esa realidad. Al menos no en el número suficiente para contrarrestar esta mentalidad que fue muy útil para los criminales del narcotráfico y para los criminales del negocio de la guerra en Estados Unidos. En el plano de política internacional mantuvo la vitrina del consumo complaciente tan necesaria para los planes de dominio de Estados Unidos en este hemisferio. [x] La economía subterránea era una «necesidad» ante la insuficiencia de la economía formal para generar el estilo de vida de la llamada clase media. El enredo de espíritu se completaba con tildar a los nacionalistas de locos y asesinos cuando bajo el Derecho Internacional esta lucha sí conformaba los parámetros de la defensa propia.

No hay duda que las victorias finalmente alcanzadas con respecto al Servicio Militar Obligatorio y la salida del campus de la Universidad de Puerto Rico del ROTC implicaron una acción correctiva para la mentalidad que se iba consolidando en nuestro pueblo. No fue suficiente, sin embargo, para detenerla. Llegaron los cupones y otras transferencias masivas de parte de Estados Unidos con el acuerdo implícito de continuar con las bases militares, ver con indiferencia el martirio de Vieques, colaborar en las guerras de Estados Unidos y completar el círculo con el entretenimiento bélico y de acción violenta como referente casi omnipresente a través de todos los medios. Por eso aquellas gestas del 1950 al 1970 no fueron suficientes. [xi] Por eso la mentalidad se arraigó. Por eso hemos llegado a la encerrona que nos ha tendido hábilmente el Departamento de Justicia de Estados Unidos y su corte en Puerto Rico: el regreso a la pena de muerte como supuesto detente a la criminalidad, en particular a los asesinatos. Esto sin cambiar nada de la estructura econ ó mica, pilar indispensable dentro de lo cual se mueve tanto el narcotráfico como las guerras de Estados Unidos.

La jefa de los fiscales federales reaccionó con optimismo este pasado septiembre cuando un jurado reunido en la corte de Estados Unidos en Puerto Rico falló en ponerse de acuerdo para imponer pena de muerte al acusado, contra quien pesaba el asesinato de su compañera sentimental, quien a su vez era informante de una agencia federal. ¡Vaya lío! «Puerto Rico está listo para el caso adecuado». [xii] Imaginamos que se refiere a alguno que tenga todos los agravantes de las leyes de Estados Unidos y además provoquen repugnancia profunda en el pueblo. La repugnancia por estos crímenes siempre la ha habido y mucha. Pero ella cuenta con la consabida gota que derrame el vaso. Las redes sociales se encargaron de bajarle unas pulgadas a la valla de contención que el pueblo ha presentado hasta ahora contra la pena de muerte con el caso reciente del asesinato del joven publicista, José Enrique Gómez Saladín. Muchos pidieron la pena de muerte para los cuatro imputados quienes, según lo indicado en partes de prensa, parecen haber desplegado extremos de crueldad inimaginables.

La saga de las reacciones al asesinato del joven publicista tomó un giro interesante cuando expresaron rechazo contundente a un programa televisivo de pésimo gusto dedicado a la chismografía. En el mismo uno de los dos comentaristas dijo que de ser cierto que la víctima había ido a solicitar servicios de prostitución a una calle supuestamente conocida por esta actividad, pues se había buscado lo que le pasó. Se lo buscó. ¿Dónde antes habíamos leído esa frase? Es un caso viejo, precisamente de la década del 70. En el 2002 Rosa Mari Pesquera depone ante el Senado de Puerto Rico sobre el asesinato de su hermano Santiago Mari Pesquera, hijos ambos del conocido líder independentista, Juan Mari Brás y de la militante Paquita Pesquera, ocurrido en el 1976. Su testimonio es demoledor para la conclusión del estado de que el único imputado llevado a juicio actuara solo. [xiii] Este acusado y convicto, supuestamente le revel ó a la Revista Cr ó nica, publicación de exilados cubanos que campeaban por su respeto, que lo había matado y que él mismo se buscó la muerte.

Probablemente la impunidad de éste y otros asesinatos políticos, a la luz del sol, contribuyó a profundizar la mentalidad que prevalece hoy día sobre el valor de la vida y la indiferencia crasa cuando se trata del peligro que se cierne sobre los «otros». De ahí que por varias décadas se escuchó con frecuencia «Allá que se maten entre ellos.» cuando las estadísticas de las muertes por narcotráfico se dispararon. (Es el paralelo de «Todas las guerras son económicas» que ya discutimos.) Como si no salieran de nuestros propios vecindarios y no fueran parte de nuestro pueblo. Cuando las balas zumban desde los carros entonces se devela la realidad de cuan conectados estamos todos en este pequeño espacio patrio. A los boricuas, Estados Unidos los mandaban a matar a sus guerras y los que se opusieran con otro proyecto político, los mataba el exilio cubano en su propio país. [xiv] [xv] Ahora, cuatro décadas más tarde, Estados Unidos nos receta más muerte, para dizque detener la hemorragia de asesinatos. Es la misma receta en su propio país, en el Medio Oriente, y donde quiera.

La mentalidad prevaleciente no salió de debajo de una mata. Se gestó durante las décadas de la primera mitad del Siglo Veinte y se sembró en el plano político antes que se difundiera al plano social. Aún hoy continúa profundizándose. El gobernador electo salió a hablar de «seguridad» hacia Estados Unidos cuando lo que debiera hacer es poner distancia. [xvi] Estados Unidos ignorará como es su costumbre, que la última ejecución en Puerto Rico fue en la década del 20 cuando también se legisló contra ese castigo. Ignorará nuestra constitución porque estamos bajo el poder de la suya que lo permite. Nuestro pueblo habrá de buscar la forma para colocar a la muerte de cara al sol, como culminación de la vida natural que nos corresponde a todos. Tendremos que abrir camino para que con la muerte no se sumen más antihéroes. Y que el fin de la vida anuncie futuro a nuestro pueblo. No a la pena de muerte. Sí a una revolución profunda.

Liliana García Arroyo es sicóloga.


Notas:

[i] Ver Gustavo Vélez, Puerto Rico cuenta sus muertos. Recuperado de www.economiapr.com el 10 de diciembre de 2012; Luis A. Berríos Pérez, Luis A. (2011, 13 de julio), Crimen en Puerto Rico y Estados Unidos, El Nuevo Día, versión digital, recuperado el 10 de diciembre de 2012; Criminalidad en Puerto Rico, Enciclopedia de Puerto Rico, Fundaci ó n de Humanidades. Recuperado de http://www.enciclopedia.pr.org/esp/article.cfm?ref en el 12 de diciembre de 2012. Berríos hace su análisis exclusivamente sobre los asesinatos por lo cual la tasa no regresó nunca a los años anteriores al 1920. Si se consideran los datos que ofrece la Enciclopedia de Puerto Rico sobre los delitos tipo 1 los cuales incluye otros delitos además de asesinatos, la tasa no regres ó a los niveles del 1960. Los delitos tipo 1 han sufrido redefiniciones y las estadísticas oficiales del crimen se consideran poco confiables y susceptibles a manipulación. Ver, por ejemplo, En turno otras dos comandancias (27 de agosto del 2012), El Nuevo Día, versión digital, recuperado el 10 de diciembre de 2012.

[ii] Ver Juan Antonio Corretjer, La sangre en huelga: Notas de la resistencia al Servicio Militar Obligatorio, Guaynabo, Puerto Rico, 1966; Ver Che Paralitici, No quiero mi cuerpo para tambor: El Servicio Militar Obligatorio en Puerto Rico, Ediciones Puerto, San Juan, 1998.

[iii] Ver Edelmiro J. Rodríguez Sosa, La guerra y la música, Encuentro… al sur. Recuperado de http://abeyno.wordpress.com/2009/07/16/la-guerra-y-la-musica-edelmiro-j-rodriguez-sosa/ en el 12 de diciembre del 2012 . Ver Che Paralitici, op cit., pág. 284-285.

[iv] Ver Marisa Rosado, Las llamas de la aurora: Acercamiento a una biografía de Pedro Albizu Campos, Editora Corripio, C. por A., República Dominicana, 1992, pág. 183-184.

[v] Ver Che Paralitici, op cit., pág. 271

[vi] Ver Juan Antonio Corretjer, op cit., pág. 34.

[vii] Ver Juan Antonio Corretjer, op cit. pág. 26-30. El autor indica que el peso de la defensa de los boricuas acusados falsamente de cobardía en la famosa colina Kelly, la llevó Gilberto Concepción de Gracia y el Partido Independentista de Puerto Rico. Todos los boricuas acusados fueron reivindicados.

[viii] Ver Edelmiro J. Rodríguez Sosa, op cit, Rodríguez no incluye a «Monón», canción que nos atrevemos a asegurar era la más que se escuchaba en las actividades antimilitaristas en Puerto Rico de los años de la Guerra de Vietnam. Incluye la canción de Davilita, «Vietnam». Por otro lado, Rodríguez se refiere a Estados Unidos y asevera que «La nación quedó sumida en un pesimismo notable que solo sería curado con un triunfo en otra acción bélica. Esa recuperación ocurrió en la llamada Guerra de Kuwait.» El autor no ofrece ninguna evidencia de la «curación» de este sentimiento desde el arte popular el cual es el tema que desarrolla. Por otro lado se revela la concepción de que las guerras traen «optimismo». Estados Unidos no había sufrido ataque alguno que provocara su intervención.

[ix] Ver letra de «Monón», la original de la década del 1970. Recuperado de http://letras.terra.com/roy-brown/1491403/ en diciembre 13, 2012.

[x] Ver Luis A. López Rojas, La Mafia en Puerto Rico: Las caras ocultas del desarrollo, Isla Negra, San Juan, 2004.

[xi] Para un resumen excelente y desmitificador de las transferencias de Estados Unidos en forma de cupones y ayudas relacionadas ver Cándida Cotto (14 de abril del 2011) Linda Colón Reyes: Mitos sobre la pobreza y la asistencia social, Prensa comunitaria. Recuperado de http://www.prensacomunitaria.com/pobreza-y-desigualdad/solidaridad/670-linda-colon-reyes-mitos-sobre-la-pobreza-y-la-asistencia-social en el 12 de diciembre de 2012. La ideología que se arraigó de que «todos somos vagos» aunque no tiene base en la realidad se refuerza a través de los medios de comunicación de forma inmisericorde trayendo a colación estadísticas mal entendidas y casos específicos, generalizando hacia toda nuestra sociedad. Creemos que urge un estudio sobre la participación de los medios en ese sentido. Los inmensos tapones en Puerto Rico a las seis de la mañana desdicen sobre la tal vagancia.

[xii] Ver Nindi Méndez Pagán (27 de septiembre de 2012) Rosa Emilia mantiene la esperanza en la pena de muerte, Noticel. Recuperado de http://www.noticel.com/noticia/130907/rosa-emilia-mantiene-la-esperanza-en-la-pena-de-muerte.html en el 12 de diciembre de 2012.

[xiii] Ver Rosa Mari Pesquera (23 de enero del 2002) Ponencia sobre el caso del asesinato de Santiago Mari Pesquera. Recuperado de www.viejo.verdadyjusticia.net en el 12 de diciembre de 2012.

[xiv] Ver Marta G. Sojo (Febrero, 2004) Raúl Á lzaga Manresa, director de Viajes Varadero en la isla borinqueña, habla para BOHEMIA. Recuperado en http://www.latinamericanstudies.org/dialogue/alzaga.htm en el 10 de diciembre de 2012.

[xv] Ver Luis López Rojas, op cit,. pág. 68, y su resumen del «Report of Tourism in Puerto Rico, 1967» realizado por el Stanford Research Institute, pág. 76-78. A raíz del éxodo del exilio cubano hacia Puerto Rico la actividad del narcotráfico se incrementó dramáticamente y se potenció la prostitución en nuestro país.

[xvi] Ver Populares proponen pequeños aviones de control remoto para vigilar las costas (25 de julio del 2012) El Nuevo Día, versión digital. Recuperado en el 10 de diciembre de 2012. Ver García Padilla discute en Washington asuntos de seguridad pública (13 de diciembre de 2012) Primera Hora. Recuperado de http://www.primerahora.com/garciapadilladiscuteenwashingtonasuntosdeseguridadpublica-739893.htm en el 13 de diciembre de 2012. Por otro lado, las estadísticas de Estados Unidos de su población presidiaria, la pena de muerte como castigo y su frecuencia al compararse a otros países que también la aplica y las matanzas, casi exclusivamente estadounidenses, en instituciones educativas y otros centros donde convergen grupos de personas, unidos al estrambótico presupuesto militar, sugieren que es poco juicioso emular a este país en lo que respecta a buscar soluciones para la conducta violenta.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.