Sin olvidar antecedentes y tradiciones propias, los soviets han sido (lo siguen siendo) una de las grandes aportaciones praxeológicas, de democracia directa, participativa y popular, de la revolución socialista de 1917. Formas posteriores del movimiento obrero se inspiraron (y se siguen inspirando) en ellos. El nombre de la Unión Soviética toma pie en esa forma […]
Sin olvidar antecedentes y tradiciones propias, los soviets han sido (lo siguen siendo) una de las grandes aportaciones praxeológicas, de democracia directa, participativa y popular, de la revolución socialista de 1917. Formas posteriores del movimiento obrero se inspiraron (y se siguen inspirando) en ellos. El nombre de la Unión Soviética toma pie en esa forma obrera-campesina de organización e intervención políticas. Ni que decir tiene que el sistema político imperante en la URSS se alejó, mucho más pronto que tarde y bastante rápidamente de estos procedimientos y prácticas de democracia ciudadana y popular. No lo tuvieron fácil desde luego. Las dimensiones del país, el cerco, los agentes de todo tipo y orden y mil agresiones más no permitían un campo de juego limpio, participativo y bien trazado.
Unas breves observaciones a propósito de sendos artículos, con presencia soviética, del profesor Vicenç Navarro (magníficos, excelentes, como nos tiene acostumbrados).
En «La sovietización de EE.UU» [1], VN nos habla del famoso libro de Pasternak, de la película «Doctor Zhivago» de D. Lean y de las posiciones político-culturales abiertas del PCI. Tomando pie en un artículo reciente de Paul Craig Roberts, sostiene el profesor de la UPF que «las prácticas de vigilancia del Estado sobre el ciudadano normal y corriente a través de la agencia de seguridad del gobierno federal de EEUU… son mucho más invasivas que las que desarrolló el Estado soviético». Más invasivas. Añade PCR, recuerda VN, que «la sanción del Estado soviético a aquellos que denunciaban y documentaban la violación de derechos humanos, como el mismo Pasternak, eran mucho menos severas que las que el gobierno federal de EEUU ha impuesto a Bradley Manning, Julian Assange y Edward Snowden». ¡Menos severas que el gobierno federal! Mientras tanto, concluye Navarro, «los liberales, grandes valedores, en teoría, de la libertad, continúan tomando a la sociedad estadounidense y al Estado de EEUU como puntos de referencia, como guardianes de los derechos humanos y de la libertad». Qué autoridad moral, pregunta, «tiene el gobierno federal de EEUU para presentarse hoy como el gran defensor de la intimidad y de la dignidad personal, entre otros derechos humanos». Como es evidente, ninguna, absolutamente ninguna. Incluida las gentes próximas a la ex secretario de Estado y acaso futura candidata a la presidencia usamericana.
En un segundo articulo, «El silenciado movimiento de tropas estadounidenses cerca de Ucrania» [2], el doctor Navarro nos informa, más que oportunamente, de los lados oscuros.-muy-oscuros de la situación en Ucrania. «La administración Obama ha decidido enviar 600 soldados estadounidenses a países del Este de Europa, antes miembros de la Unión Soviética y ahora miembros de la OTAN… Estos países son Polonia, Lituania, Letonia y Estonia». Los soldados trasladados están regularmente estacionados en la base militar usamericana en Italia, son miembros de la 173 Brigada de Infantería.
Navarro recuerda las posiciones de uno de los máximos ideólogos de la Guerra Fría, George Kennan: con la caída de la Unión Soviética y la derrota del régimen comunista [creo que es Kennan quien habla en este punto, no VN] «la OTAN había dejado de tener justificación…la OTAN había conseguido su objetivo. Mantenerla, y todavía peor, expandirla hacia el este, rodeando ahora a Rusia, era un enorme error, pues era una provocación a Rusia, Estado que, para Kennan, debería convertirse en aliado de EEUU.» Kennan, recuerda Navarro, «murió a la edad de 101 años hace solo unos años (en 2005)». Fue embajador de EEUU en Moscú en 1952, «conocía bien Rusia» (es decir, entonces la URSS). «Predijo que la expansión de la OTAN hacia el Este llevaría a un conflicto armado, debido a que Rusia se sentiría acorralada».
Navarro afirma a continuación, es él quien habla ahora, que «por paradójico que parezca, Kennan creía que la Guerra Fría tenía que ver con la contención del comunismo, cuando en realidad tenía que ver más con la expansión de EEUU». De ahí, prosigue, «que el comunismo desapareciera pero la expansión hacia el Este continuara.»
Lo segundo es verdadero, sin atisbo para ninguna duda, incluso la más hiperbólica. Pero lo primero no lo es y una persona de la altura intelectual y del compromiso político del doctor Navarro acaso no debería usar esas expresiones. Ni el movimiento comunista ha fallecido, como es obvio para todo aquel que quiera mirar el mundo que nos rodea (añado yo: ¡gracias a resistencias admirables y enormes sacrificios humanos! ¡Viva Cuba, libertad para los tres antiterroristas cubanos aún arrestados!), ni lo que desapareció con la caída del muro y la desintegración de la URSS fue «el comunismo». Fue otra cosa, importante sin duda, con enormes defectos por supuesto también, pero no el comunismo.
No es el imperialismo de Putin, sino el del gobierno federal de EEUU, el que es un problema, sostiene Navarro con toda razón y coraje político. Y añade: «Como dije en mis artículos anteriores no tengo ninguna simpatía hacia la Unión Soviética ni hacia la Rusia de ahora, pero presentar ahora al gobierno ruso como el mayor causante de la crisis en Ucrania me parece un enorme error que puede conducir a una guerra». De acuerdo en lo último. Sobre el preámbulo:
No estoy seguro de que la Rusia actual (no tengo por Putin, por decirlo rápido y mal, ninguna afinidad, pero no se habla de él sino de Rusia) no deba merecer alguna simpatía, por crítica y matizada que ésta pueda ser (así su deseo de llegar a acuerdos en Irán y Ucrania, o su oposición a las prácticas salvajes del imperialismo en latinoamérica), pero ¿es de recibo afirmar por una persona de izquierdas que no tiene simpatía alguna hacia lo que fue y representó la Unión Soviética? ¿Ninguna? ¿No fue la URSS un aliado esencial de la II República española? ¿No fue la URSS un país de países decisivo, que pagó con millones y millones de muertos, para la derrota del nazismo en Europa y en el mundo? ¿Su política exterior, no olvido desde luego las invasiones de Praga y Hungría ni tampoco de la de Afganistán, es equiparable sin más matices a la que fuera y sigue siendo la geopolítica de Estados Unidos? ¿Vietnam hubiera resistido y vencido sin la ayuda soviética? ¿Con el Chile de Allende y la Unidad Popular tuvieron el mismo comportamiento USA-Nixon-Kissinger y la URSS? ¿No nos merecen estas actuaciones, y muchas más que podrían citarse (Angola, Mozambique, Sudáfrica, el apoyo al exilio republicano, etc) algún reconocimiento, critico si se quiere? ¿Ninguna simpatía por nada de lo que fue y representó la Unión Soviética?
Notas:
[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=183854
[2] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=184042
Salvador López Arnal es nieto del obrero cenetista asesinado en el Camp de Bota de Barcelona en mayo de 1939 -su delito: «rebelión»- José Arnal Cerezuela.
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