Laura Chinchilla, la presidenta conservadora de Costa Rica, asegura que el país no se le está yendo de las manos. Lo cierto es que el ‘tranquilo’ país centroamericano no recordaba tiempos tan convulsos como los actuales.
Centenares de trabajadores de las bananeras, médicos, taxistas, trabajadores de la Imprenta Nacional y del Consejo Nacional de Producción, motociclistas y expendedores de combustible… demasiados sectores molestos para un país en calma social.
La presidenta, Laura Chichilla, insiste en que no pasa nada fuera de lo común: «No se nos ha ido el control del país, simplemente muchos de estos conflictos se vienen acumulando desde hace años y nos tocó atenderlos en este momento». La tesis de Chinchilla, del cuestionado Partido de Liberación Naciona (PLN) es que antes se aceptaban todos los reclamos y a ella le ha tocado poner el coto: «No vimos huelgas ni paros por un tiempo es porque se estuvo concediendo a manos llenas, pero ya no estamos para eso, hemos venido a pedir sacrificio a la gente y hemos estado metiendo en cintura a muchos sectores».
La tesis de la presidenta es peculiar porque su antecesor es Óscar Arias, su mentor político y autoridad clave en su partido. Pero, minimizando ese detalle, lo cierto es que los conflictos son diversos y apuntan el fin del «Estado Social» del que han presumido por décadas -y con alguna razón- los costarricenses.
Frentes abiertos
Hoy mismo, vía Twitter, Chinchilla, aseguraba que los trabajadores de las bananeras de Sixaola han llegado a un acuerdo con la empresa, una subsidiaria de Del Monte, con la mediación del Ministerio de Trabajo, aunque no hay confirmación de las partes.
Desde el 10 de noviembre unos 600 trabajadores de las bananeras, la inmensa mayoría indígenas ngöbes procedentes de Panamá, vienen reclamando derechos laborales básicos ante la sordera de la compañía Bamdeco. «Nos impiden ir al seguro, no nos permiten incapacitarnos, nos han eliminado los derechos de vacaciones y los pagos de las mismas son incorrectos, además nos pagan mucho menos que otras empresas bananeras, por ejemplo, por una hectárea la tarifa esta valorada en 2 mil colones y aquí nos pagan el 75% menos en muchos de los casos», explicaba Federico Santos, activista de la huelga y trabajador de la empresa Del Monte.
Hace una semana, la policía costarricense retuvo de forma ilegal a un reconocido activista ngobe panameño, Domingo Palacio, por desplazarse a Costa Rica en apoyo de sus hermanos.
A la espera de confirmar si, como afirma Chinchilla, el conflicto está en vías de solución, algunos analistas costarricenses ya califican este movimiento obrero como el más significativo en los últimos 20 años. Y explica este levantamiento la pérdida de garantías sociales de las que podía presumir el país ante sus vecinos.
Lo mismo opinan los médicos. Hace 13 días empezó el paro de anestesiólogos (se han perdido 2.000 operaciones) y desde el martes 29 de noviembre se ha sumado el resto del gremio médico. Sólo en la primera jornada de paro médico general se ha perdido 3.527 consultas y otras 152 cirugías. La respuesta del gobierno ha sido anunciar que está buscando médicos en México para reponer a los anestesiólogos nacionales y mandar hoy miércoles a la negociación en representación de la Caja del Seguro Social al único funcionario vetado por los anestesiólogos.
Gasolina y seguros
Donde sí ha dado marcha atrás el Gobierno ha sido en la intención de subir la prima de seguro para los motociclistas en un 49%. Después de una multitudinaria manifestación en San José ayer martes 29, la propia presidenta dijo que era un error de la institución encargada y ha anunciado que sólo se aumentará la prima un 15%.
Si la movilización de los motoristas fue espontánea, la de los expendedores de combustible ha sido patronal. Tras una resolución de la Corte Constitucional que determinaba como ilegal el método de fijación del precio del combustible por la autoridad competente, la Cámara de Empresarios del Combustible bloqueó el sector desde el día 28 de noviembre en reclamo de un alza en el precio de, al menos, un 5%. El bloqueo, de 24 horas, logró generar desabastecimiento en varias zonas del país.
La situación que enfrenta el Gobierno no es sencilla. A este clima de intranquilidad y protesta social se suma su inestabilidad política. Esta misma semana, no logró que el presupuesto de 2012 fuera aprobado en el Parlamento, donde todo el arco de oposición política está aliado en la denominada Alianza por Costa Rica. Así que, con 17 votos a favor (los del PLN) y 31 en contra, el Gobierno tendrá presupuesto porque la ley impide el bloqueo del mismo. Por si le faltaba algo, el diferendo fronterizo con Nicaragua no cesa y las provocaciones de parte y parte siguen enrareciendo las relaciones de dos países con una relación amor-odio que no puede ignorar ni la vecindad ni la necesidad.
La herencia del Gobierno de Arias -que ha sufrido un nuevo revés con la decisión judicial de anular la concesión de la mina Crucitas-, la senda neoliberal del PLN contraria a la tradición de Estado benefactor costarricenses, el incremento de la violencia o la presencia creciente del narco en el país no dibujan un panorama tranquilizador para Chinchilla a menos de dos años de haber llegado al poder.
Fuente: http://otramerica.com/radar/los-volcanes-sociales-de-costa-rica/889