Durante los últimos veinte años el enfrentamiento de clase en El Salvador ha transcurrido en el plano político, por las movedizas arenas de la lucha electoral y como pugna social entre el movimiento popular y la oligarquía representados en el FMLN y ARENA. El conflicto armado entre dos proyectos históricos se trasladó de los campamentos […]
Durante los últimos veinte años el enfrentamiento de clase en El Salvador ha transcurrido en el plano político, por las movedizas arenas de la lucha electoral y como pugna social entre el movimiento popular y la oligarquía representados en el FMLN y ARENA.
El conflicto armado entre dos proyectos históricos se trasladó de los campamentos guerrilleros a los centros de votación. Y lo hizo bajo la mirada penetrante e interesada del imperio, que a la vez cambió a partir de 1992 su anterior estrategia de guerra de contrainsurgencia por la de apoyo vía AID al «fortalecimiento de la democracia y la gobernabilidad.» Y que hoy cuenta con una embajadora de origen puertorriqueño, que mantiene una conveniente posición de bajo perfil, supuestamente más preocupada en la cooperación que en lo político.¡Ay, Bendito!
El propósito fundamental del gobierno estadounidense junto con toda, con toda la derecha local, desde los Acuerdos de Paz de 1992 es desplazar a la izquierda representada en el FMLN de la lucha por el poder político y reducirla a una fuerza vociferante pero insignificante, a la vez que mantenerla atada y bien atada al circo, perdón, cerco electoral. Y el surgimiento de GANA y posteriormente de Unidad puede contribuir a este fin.
La meta imperial es lograr romper la polarización política entre derecha e izquierda, que es un reflejo de un conflicto social histórico no resuelto y darle paso a la gobernabilidad, a la «tranquilidad social» que significa una situación bajo control, la estabilidad necesaria para que las compañías transnacionales «inviertan» y hagan sus negocios y el gobierno se ponga a su servicio.
Se pretende un espectáculo electoral exclusivamente de derecha, con la derecha y para la derecha. Y este objetivo imperial es hoy más urgente en vista de los desafíos derivados de una correlación de fuerzas a nivel de gobiernos latinoamericanos que le es desfavorable. En esta elección de 2014 se enfrentaran los partidarios de la Alianza del Pacífico y de ALBA. La derecha y la izquierda.
Los Estados Unidos añoran regresar a una situación electoral «segura» como la de 1984 y 1989 en que los candidatos presidenciales eran de ARENA y del PDC, respectivamente Roberto DAubuisson y José Napoleón Duarte, y Félix Cristiani y Fidel Chávez Mena. Y si fuera posible retroceder el reloj medio siglo y regresar a 1962, a los años «dorados» del PCN, con un candidato único de la derecha y los militares, el Coronel Julio Adalberto Rivera. ¿Será…? O estarán pensando en el PRUD de Osorio y de Lemus.
Se engañan aquellos que ven en Unidad una reencarnación de la antigua UNO, que fue un instrumento electoral amplio para enfrentar la dictadura militar. Y se engañan mucho más los que piensan que ha surgido un nuevo Mesías que nos conducirá a la tierra prometida donde no habrá corrupción ni lucha de clases.
Y se engañan también los que piensan de manera triunfalista que con sus propias fuerzas y sin necesidad de alianzas se puede derrotar a la derecha, olvidando que la victoria de 2009 obedeció precisamente a una alianza que incluyó a sectores que hoy desfilan y tiran dulces desde la carroza del candidato de Unidad. Ambos sectores le prestan un insospechado servicio a los que añoran la restauración oligárquica.
Y es que el enfrentamiento entre proletariado y burguesía en El Salvador, como clases sociales del sistema capitalista, difícilmente adquiere los perfiles europeos clásicos, sino que esta mediado por las características de nuestra formación económica-social dependiente latinoamericana. Oligarquía y movimiento popular y sus respectivos intereses antagónicos y evolución histórica refleja con mayor precisión nuestra situación, en el marco del enfrentamiento a nivel global entre imperios y resistencias.
El movimiento popular como expresión de la izquierda ha acumulado una riquísima experiencia en el uso de diversa formas de lucha, legales e ilegales, pacíficas y violentas, rurales y urbanas, etc. Cada una de estas formas de lucha respondió a momentos históricos diferentes en términos de correlación de fuerzas entre sectores populares y oligárquicos. Tuvimos un largo periodo de dictadura militar (1932-1992), luego de guerra popular revolucionaria (1981-1992) y a partir de 1992 de lucha electoral.
La lucha electoral
Y la lucha electoral para la izquierda, tiene sus propios ángeles y sus propios demonios, entre estos el reformismo y el acomodamiento, de la misma forma que la lucha armada tenían el militarismo y la lucha popular el hegemonismo y el sectarismo. De no realizarse una sistemática lucha ideológica contra estas tendencias nocivas, en cada momento, las posibilidades de caer en sus redes son altas.
El otrora ejército guerrillero del FMLN (1980-1992) que derrotó diversas estrategias contrainsurgentes, se transformó en la actual maquinaria electoral partidaria (1993-2013). Las victorias militares fueron sustituidas por las victorias electorales, que incluyen conquistar San Salvador en 1997, los municipios principales alrededor de la capital en 2000, una significativa presencia legislativa, y la presidencia en 2009. Y el reto de seguir como izquierda gobernando el país mediante la victoria en las próximas elecciones presidenciales de febrero de 2014.
Anteriormente, el movimiento popular y sus luchas, tuvo su última época de auge en el periodo de 1974 a 1980 y luego se debilitó y pasó a jugar un papel secundario. Y antes y durante parte del momento anterior hubo un periodo de intensa lucha electoral en el marco de la dictadura militar (1967-1977). Y mucho antes un periodo de lucha popular antidictatorial (57-67).
A continuación exploramos como el enfrentamiento de clases se ha expresado en las diversas formas de lucha implementadas por las fuerzas revolucionarias, así como sus instrumentos, líderes principales y la política de alianzas implementada, hasta llegar a la situación actual.
Las formas de lucha se modifican de acuerdo a la configuración de la lucha de clases, tanto a nivel nacional como internacional. En cada uno de estos momentos señalados hubo una forma de lucha que fue la principal en coexistencia con otras formas de lucha secundarias. Pero el hilo conductor que atraviesa estos momentos es el enfrentamiento de fuerzas sociales antagónicas.
En términos de lucha electoral esta ha sido dominante y una escuela de aprendizaje popular y enfrentamiento social durante dos grandes momentos. El primer momento abarca tres campañas e inicia en 1967con el PAR y la candidatura del Dr. Fabio Castillo, y luego mediante la UNO en 1972 con la candidatura de José Napoleón Duarte y en 1977 con la candidatura del Coronel Ernesto Claramount y el segundo momento comprende cinco campañas como FMLN, la de Ruben Zamora en 1994, Facundo Guardado en 1999, Schafik Handal en 2004, Mauricio Funes en 2009 y Salvador Sánchez Ceren en 2014. En total en ocho ocasiones se la ha disputado primero a los militares y luego a la derecha la presidencia.
Como contrapartida la dictadura militar impuso como candidatos en 1967 al General Fidel Sánchez Hernández; en 1972 al Coronel Arturo Armando Molina y en 1977 al General Carlos Humberto Romero. Posteriormente, derrotada la dictadura militar, la izquierda se enfrenta a la derecha política, o sea a ARENA, en 1994 a Armando Calderón Sol, en 1999 a Francisco Flores, en 2004 a Antonio Saca, en 2009 a Rodrigo Ávila y en 2014 a Norman Quijano.
Y anteriormente en 1944, con la Unidad Nacional de los Trabajadores, UNT se llevaba como candidato a Alejandro Dagoberto Marroquín , proceso cortado de tajo con el golpe militar del 21 de octubre y más antes se participa directamente como PCS en las elecciones municipales de enero de 1932, días antes de la insurrección, comicios que estuvieron acompañados del fraude electoral y la imposición.
La lucha armada
En términos de lucha armada esta ha sido dominante como forma de lucha durante tres momentos: enero de 1932, como insurrección indígena-campesina; octubre-diciembre de 1944 como preparativos e incursión militar desde Guatemala y enero 1981-enero 1992 como Guerra Popular Revolucionaria con sus respectivos frentes de guerra. Y como posibilidad entre enero 1961-febrero 1963 por medio del FUAR.
Alrededor de la Guerra Popular Revolucionaria se desarrollaron nuevas modalidades de lucha entre estas: la lucha diplomática que desembocó en un proceso de diálogo y negociación; la lucha conspirativa que permitió la construcción de una infraestructura clandestina al servicio de los frentes de guerra; la lucha de solidaridad, que permitió entre otras cosas, la disputa política al interior de Estados Unidos; la lucha por los derechos humanos, que permitió la denuncia política del régimen y la lucha de masas, que fue reactivada a partir del Comité Pro 1ro. de Mayo en 1983 y que en 1986 crea la UNTS.
En término de lucha de masas esta ha sido dominante a partir de las primeras huelgas artesanales de sastres, panaderos, talabarteros, zapateros y luego de la FRTS, de 1919 a enero de 1932, con la UNT de mayo a octubre de 1944; de 1948 a 1967 con el CROS, la CGTS y la FUSS, de 1974 a 1981 con el FAPU, BPR, LP-28, MLP y UDN, de 1986 a 1992 con la UNTS. Su última cresta fue la lucha contra la privatización de la salud en el 2000-2002.
En términos de lucha política clandestina, en la que la supervivencia del núcleo revolucionario ha sido lo fundamental, esta ha sido dominante desde enero de 1932 a 1940 en respuesta a la represión del General Martínez luego de ser derrotada la insurrección; de octubre 1944 a diciembre de 1948 con el golpe militar y la represión del Coronel Osmin Aguirre y Salinas; de febrero 1950 a marzo 1952 con la ola represiva de Oscar Osorio y de enero 1981 a mayo 1983 con el terror provocado por parte de los escuadrones de la muerte cobijados bajo las diversas juntas civico-militares, aunque en este último caso, el grueso de la conducción revolucionaria se encontraba ya en campamentos guerrilleros o fuera del país.
En términos del instrumento político de 1930 a 1970 es el Partido Comunista. De 1970 a 1980 se consolidan cinco fuerzas políticas de izquierda: FPL, ERP, RN y PRTC, y PCS, las cuales logran unificarse a partir de diciembre de 1980 en el FMLN, aunque la fundación de este fuera en octubre, y el proceso inicia en diciembre de 1979. El nombre FMLN se mantiene hasta la actualidad como partido político, aunque a lo largo de 30 años ha habido diversas rupturas.
En relación a la política de alianzas y la construcción de frentes políticos, es claro que el recién nacido PCS (1930-1932) no estuvo en capacidad de construir un frente común con la dirección política y las masas laboristas-araujistas, ni en lo sindical en la FRTS ni en lo estrictamente electoral, lo que le hubiera permitido aislar a los golpistas del General Martínez y abrir un periodo de democratización, que fue postergado por sesenta años. Los errores de sectarismo ayer como PCS y hoy como FMLN, se pagan caros.
Es hasta inicios de los años cuarenta cuando los comunistas logran junto con sectores progresistas, aprovechar el momento de auge de la lucha antifascista a nivel mundial para forjar vínculos con sectores democráticos del ejército, los que desafiaron al dictador Martínez con el golpe militar del 2 de abril que aunque fracasó marco el inicio del fin de la tiranía, que cae el 8 de mayo como resultado de la huelga general de brazos caídos, en la que los estudiantes universitarios juegan un papel de vanguardia.
Esta experiencia de 1944 fue una riquísima experiencia de aglutinamiento de fuerzas antidictadura militar, lamentablemente no pudo sostenerse entre otras razones por la debilidad de la izquierda y porque la unidad popular se desmoronó.
En términos de fuerzas sociales antagónicas, los trabajadores en sus diversas expresiones (clase obrera artesanal, industrial, campesinos, capas medias urbanas, empleados públicos, desempleados, vendedores ambulantes) han constituido un polo mientras que a nivel de clases dominantes esta se ha mimetizado desde la antigua oligarquía agro-exportadora, pasando por la oligarquía financiera hasta llegar a la actual simbiosis de oligarquía comercial importadora y grupos de capital transnacional.
Cada una de estas formas de lucha mencionadas aparecen y desaparecen de acuerdo a los cambios en la situación política. 1932, 1944 y 1977 marcaron el agotamiento de la vía electoral, como resultado en la primera de la masacre, en la segunda del golpe de estado y en la tercera, del fraude cometido por la dictadura militar; 1992 marcó el agotamiento de la vía armada, iniciada en 1981, como resultado de la reforma política pactada en los Acuerdos de Paz; enero de 1981 con la primera ofensiva militar del FMLN marcó el agotamiento de la vía de la lucha de masas iniciada en 1974 con el surgimiento del FAPU; mayo de 1944 y enero de 1992 marcó el agotamiento de la situación de clandestinidad absoluta y el paso a la vida legal de los comunistas en el primer caso y de los revolucionarios del FMLN en el segundo caso.
El dilema de la izquierda salvadoreña
Y la pregunta que se plantea a los revolucionarios y revolucionarias salvadoreños es si existe un agotamiento de este camino electoral y cual sería la alternativa. Debemos de preguntarnos si estamos próximos a un nuevo momento o nos encontramos todavía en la cresta de la lucha electoral. Pienso que lo electoral no esta agotado, pero que únicamente con lo electoral difícilmente podremos avanzar hacia la ruptura del modelo.
Debemos de evitar la visión voluntarista que exige el cambio de rumbo de la forma de lucha electoral sin ninguna alternativa viable, la cual conduciría a un descalabro y a un retroceso, así como la visión espontaneista que defiende la situación actual de inmovilidad y visión electorera, que esta conduciendo a la perdida de los principios revolucionarios, en particular del antiimperialismo y la visión de clase.
Es por lo tanto urgente reactivar el movimiento popular y sus luchas, para garantizar la necesaria acumulación que permita la ruptura. Existe temor a orientarse hacia este camino porque se considera que podría afectar la acumulación institucional lograda como FMLN que es considerable. Pero de no hacerlo, lo más seguro es que terminemos administrando el sistema que alguna vez deseamos transformar.
Y además en este punto incide el factor internacional y como nos posicionamos en la actual correlación de fuerzas entre imperios y resistencias a nivel internacional y continental, lo cual influye poderosamente en la configuración de una estrategia revolucionaria orientada a la ruptura del modelo neoliberal, del sistema capitalista y de la dependencia imperial.
Estamos en un nuevo momento en el que la hegemonía estadounidense es desafiada globalmente por la emergencia del G-20 y del BRICS. Y esto se expresa en nuestra región latinoamericana en la existencia de un importante polo de resistencia antiimperialista (el ALBA) cristalizado en los gobiernos de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y naturalmente Cuba. Este polo influye en Uruguay, Argentina e incluso en El Salvador. Y mantiene una alianza estratégica con Brasil. Y esta enfrentado a la recién creada Alianza del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile), a la cual El Salvador esta invitado a ingresar. Es una disputa. Y el que ocupe la presidencia a partir del 2014 decide. El que pispilea pierde…y no deberíamos de perder.
La reunión en Bali, Indonesia
El próximo round del enfrentamiento entre imperios y resistencias a nivel global será en Indonesia, en la preciosa isla de Bali del 3 al 6 de diciembre. Ahí se celebrara a IX Conferencia Ministerial de la OMC integrada por 159 países. Las dos anteriores (2009 y 2011) fueron en Ginebra. Antes en Hong Kong. Y recordamos en 2003, la de Cancún, México.
El fantasma de la ronda de Doha que pretende liberalizar el comercio mundial, continuara apareciendo como el invitado principal a este encuentro en el que asumirá por vez primera un brasileño, Roberto Azevedo, el mando de este organismo internacional. Y se hablara de agricultura, comercio, e inversiones, y nos interesa. Los imperios pretenden continuar subsidiando a sus agricultores y bloqueando el ingreso libre a los productos de los países en resistencia.
El escenario electoral
La segunda vuelta es la peor pesadilla tanto para Arena como para el FMLN, mientras es el sueño dorado de Unidad. El problema radica en que las tres variables existentes obligan a la búsqueda de alianzas. Si la segunda vuelta es entre Quijano y Sánchez Ceren ¿a quien apoyara la base de Saca? A Quijano. Si es entre Quijano y Saca ¿a quien apoyara la base de FMLN? A Saca. Y si es entre Saca y Sánchez Ceren ¿a quien apoyara la base de ARENA? A Saca.
La única manera que el FMLN puede garantizar su permanencia en el gobierno es mediante una gran alianza política que rebase la que permitió el gane del presidente Funes. Pero nada indica que se estén haciendo esfuerzos en esta dirección y el tiempo va pasando y ya pronto estaremos frente a un hecho consumado.
Y este escenario electoral a esta altura está contaminado por tres situaciones: uno, la crisis al interior del órgano judicial promovida por las fracciones legislativas de Fmln y Gana para desarticular la Sala de lo Constitucional, la cual perjudica electoralmente a Sánchez Ceren y a Saca y beneficia a Quijano; dos, la situación de la delincuencia, en la cual el tema de la tregua entre pandillas lejos de despertar el respaldo ciudadano ( voto futuro) lo ahuyenta y la situación del enjuiciamiento de funcionarios del gabinete Flores por el caso CEL-ENEL. En el caso de la tregua entre pandillas por su posición el beneficiado a nivel electoral es Quijano y en el caso del juicio político a Flores-Bang el beneficiado es Sánchez Ceren.
La cautela por parte del FMLN con respecto al ideario antiimperialista le permitió comprometer sus votos para el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea y mantener un cuidadoso silencio sobre el TLC, la ILEA y la Base Militar de Comalapa para no «desentonar» en el «unánime» concierto partidario nacional. Pero estas actuaciones le restan votos en el estratégico sector de la «clase media urbana.»No pueden seguir confiando en ganar las presidenciales del 2014 en la disciplina de su «voto duro.»
Por su parte, el capital transnacional aunque seguramente preferiría a alguien de derecha, no pierde el sueño acerca del futuro mandatario salvadoreño. Confía que cuentan con los resortes económicos, diplomáticos y mediáticos que les permitirían enderezar cualquier desviación sospechosa de rumbo. Es el núcleo oligárquico con su recién creado G-20 el que sueña apasionadamente con presenciar en junio de 2014 a un humillado presidente Funes entregarle la banda presidencial al candidato de ARENA, Norman Quijano.