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Perú

Martillando al neoliberalismo

Fuentes: Rebelión

Evidentemente los neoliberales parecen estar viviendo su peor pesadilla por el remezón de la actual crisis capitalista, en la que sus patrones capitalistas se ven a punto de ser enterrados en las fosas de Hart Island, Nueva York, junto a sus víctimas; sin embargo, eso no les hace perder de vista la importancia de la batalla ideológica contra el Socialismo para la definición del futuro del capitalismo en la resolución de la crisis que ya se ha llegado a catalogar como “más grave que la de 1929”, aquella que fuera el marco del Fascismo y de la Segunda Guerra Mundial.

Para conjurar su pesadilla, Mario Ghibellini ha perpetrado un artículo, titulado “La hoz y el martillazo” (https://elcomercio.pe/opinion/columnistas/la-hoz-y-el-martillazo-por-mario-ghibellini-noticia/?ref=ecr), publicado el 25 de abril de 2020 en El Comercio, en el que, mezclando viejos clichés del arsenal neoliberal con mentiras y tergiversaciones sobre el Socialismo, busca reafirmar el capitalismo y su ideología y modelo neoliberal. Pese al tiempo transcurrido consideramos necesario para la lucha ideológica someter a los martillazos de la realidad y la historia los argumentos de Mario Ghibellini.

MENTIRAS HISTÓRICAS MONUMENTALES

Los Neoliberales ¿Vencedores de qué?

En todo el texto, Mario Ghibellini proclama a los neoliberales como los vencedores en las urnas y el debate de la batalla ideológica, autotitulándose como los campeones de la democracia y las libertades”.

Es necesario conocer la historia del Perú, algo que los neoliberales desprecian con el mote de historicismo, de los últimos treinta y cinco años para refutar esta mentira: La única oportunidad en la que se debatió abierta y públicamente sobre la ideología neoliberal y su programa para el Perú fue durante las elecciones de 1990, cuando Mario Vargas Llosa fundador del Movimiento Libertad, del que fue parte Mario Ghibellini, y candidato de la alianza derechista FREDEMO (Libertad-PPC-AP) planteó abiertamente aplicarlo mediante el shock económico y a las justas llegó al 32% de los votos válidamente emitidos en la primera vuelta; en la segunda vuelta, la polarización entre quienes estaban a favor de las propuestas del neoliberalismo y quienes estaban en contra se resumió en “shock” y “no shock”, el resultado fue que 37.6 % de los votos válidos se emitieron a favor del neoliberalismo y su política de shock económico. Entonces ¿A qué le llama victoria en las urnas y el debate, democracia y libertad Ghibellini? A que, después de su periplo por Estados Unidos y su visita a los banqueros norteamericanos, Alberto Fujimori impuso desde el 8 de agosto de 1990 la política neoliberal y del shock económico, que se rechazó en las elecciones, violando abiertamente la decisión democrática de la población peruana.

Luego, ya conocemos del golpe de 1992 para imponer el modelo neoliberal con referéndum fraudulento para aprobar la Constitución neoliberal de 1993 y elecciones fraudulentas para la reelección de Fujimori en 1995 y 2000, con las fuerzas armadas y policiales, el Servicio de Inteligencia Nacional y el Grupo Colina para enfrentar a los opositores.

En las elecciones del año 2001, todos los candidatos que disputaban con posibilidades de ganar las elecciones, que eran de derecha, obviaron defender abiertamente el neoliberalismo y buscaron presentarse como una opción de “centro económico”, “preocupados por la pobreza extrema y el desempleo” (https://www.redalyc.org/pdf/110/11000611.pdf); es decir optaron por la mentira y el embuste para sorprender al electorado, hoy vemos en donde terminó el gobierno de Alejandro Toledo. Luego en el 2006 recurrieron al miedo para lograr la ajustada victoria de la derecha, sin realizar ningún debate de ideas, permitiendo al Partido Aprista gobernar con la misma Constitución Neoliberal. El 2011 se repitió el “fenómeno Fujimori”, cuando Ollanta Humala capitalizando el descontento popular llegó al gobierno para terminar gobernando con el programa de los derrotados candidatos neoliberales. El 2016 los candidatos de la derecha simplemente aprovecharon el descontento y la desilusión generado por el gobierno nacionalista.

Ni con debate ni mediante las urnas impusieron el neoliberalismo, sino mediante el golpe de estado, la mentira, el miedo, etc., aprovechando el poder económico de los grandes empresarios y su propiedad de los medios de comunicación para alienar, atemorizar y engañar. Ese es el misterio que Ghibellini no quiere desentrañar.

¿Neoliberales probos, Socialismo corrupto?

Sin ningún rubor, Ghibellini pretende elevar al neoliberalismo al altar de la lucha contra la corrupción y asignar a los regímenes que construyen el socialismo la corrupción; pretende que olvidemos la historia reciente del país de todos los actos de corrupción, impunes hasta hoy, ocurridos en los treinta años de imposición del neoliberalismo desde Alberto Fujimori, pasando por Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala, PPK y los actuales actos de corrupción del gobierno de Vizcarra, en plena pandemia. Y, los héroes del capitalismo y el modelo neoliberal en el Perú, además de la empresa ODEBRECHT, que pregona Ghibellini, son partícipes de esos actos, como Dionicio Romero, Roque Benavides, José Graña Miró Quesada, Carlos Rodríguez Pastor, etc., algunos de ellos dueños del periódico en que publica Ghibellini.

El resumen de esta historia reciente de la corrupción en el Perú consiste en un presidente condenado, un presidente suicidado, dos presidentes con arresto domiciliario y un presidente con restricciones, mostrándonos como es que la democracia liberal levantada sobre el capitalismo en nuestro país, que Ghibellini defiende, refuta su tesis que la “dictadura” del Socialismo “es más favorecedora de la corrupción que cualquier otra”.

Como siempre, la realidad refuta a martillazos los argumentos neoliberales de Ghibellini.

VETUSTOS PRINCIPIOS DESMENTIDOS POR LA REALIDAD

Mario Ghibellini y su creencia en que “el mercado asigna mejor los recursos, dicta mejor los precios, programa mejor lo que hace falta producir y la cantidad a producir para felicidad de todos”.

En medio del desbarajuste en que ha caído nuestro país, Gibhellini pretende hacernos creer en su viejo credo del siglo XVIII. No vamos a remontarnos muy lejos para comprobar la falsedad de esta baratija ideológica neoliberal, sino a la actual pandemia que azota nuestro país.

El capitalismo neocolonial se ha hecho dominante en nuestro país en el transcurrir del siglo XX y en los últimos 30 años su versión neoliberal ha impuesto el dominio absoluto del mercado y de la inversión privada con el esfuerzo individual y la competencia como sus acicates, es que acaso ¿Han garantizado la cantidad de hospitales y camas de hospitalización y de Unidad de Cuidados Intensivos para atender a los pacientes de esta pandemia? NO, es la salud pública que contribuye deficientemente con la mayor cantidad de hospitales y camas de hospitalización y de UCI; a pesar de que ha sido destrozada y desfinanciada por la implementación de la reducción del gasto público para imponer la disciplina fiscal de la mano de los incentivos tributarios a la inversión privada para alcanzar la reducción del déficit fiscal que los neoliberales pregonan. Las consecuencias de ello son los cientos de miles infectados sin atención, los miles de muertos que pudieron evitarse, los parientes y amigos adoloridos por el fallecimiento de sus seres queridos; sin olvidar, que la falta de personal, infraestructura, equipos e insumos suficientes han motivado para establecer el estado de emergencia y la cuarentena, a fin de evitar el colapso del sistema de salud.

¿Esa es la forma en que se manifiesta la “mejor asignación de los recursos” y la “felicidad de todos», que el mercado produce?

Cuando se anunciaba la pandemia en el Perú y se discutía la declaración del estado de emergencia y la inamovilidad, los precios de los productos de primera necesidad y de higiene comenzaron a aumentar, los precios de los pasajes para el interior del país de igual forma, ni que se diga los precios de los pasajes desde otros países al Perú y desde el Perú hacia otros países; en consecuencia, no todos pudieron acceder a comprar lo suficiente para la cuarentena que se anunciaba, no todos pudieron desplazarse a encontrarse con sus familiares de dentro y de fuera del país.

¿Es esa la forma en que el mercado “dicta mejor los precios” para la “felicidad de todos”?

Antes de iniciarse la cuarentena y durante ella, productos como mascarillas, guantes, alcohol, oxígeno etc. no solo les fueron inalcanzables a quienes los necesitaban, por el aumento de sus precios, sino que ni siquiera podían encontrarlos. Peor aún, los tan necesarios ventiladores mecánicos para la sobrevivencia de los pacientes eran insuficientes y no existían en el Perú para cubrir la cantidad necesaria, ni siquiera entre los mercaderes de la salud. Como consecuencia de dichas carencias, las infecciones aumentan y las muertes también.

¿A eso se llama que el mercado “ha programado mejor lo que hace falta producir y la cantidad a producir” para “felicidad de todos”? ¿Los infectados, muertos, sus familiares y amigos nos podemos contar entre todos aquellos a quienes el mercado produce felicidad?

Mario Ghibellini y su creencia en el dios mercado.

Ni la realidad, descrita en los párrafos precedentes sobre la pandemia que nos azota, ni la apelación al razonamiento lógico cuya falta atribuye a los socialistas (párrafo quinto de su columna), le impiden a Mario Ghibellini apelar al mercado como creencia religiosa, pues no se puede entender que, aun contra la historia, pretenda que el mercado es un ente eterno que nos dará la felicidad a todos, que existió desde siempre y existirá para siempre.

Sin embargo, los análisis de arqueólogos (V. Gordon Childe, Los orígenes de la Civilización, Fondo de Cultura Económica, 1954; Luis G. Lumbreras, en Pueblos y culturas del Perú Antiguo, Ediciones Copé, 2020 y en Compendio de Historia Económica del Perú, Tomo I Economía Prehispánica, BCR e IEP, 2008) indican que, por un largo periodo de tiempo que van desde hace cientos de miles de años hasta hace unos 10 000 años, en el mundo y en el territorio que hoy es el Perú, los hombres vivieron, durante el paleolítico, enteramente de la recolección y, luego, de la caza y la pesca en pequeños grupos nómades que dichas actividades permitían mantener, una economía de subsistencia y autosuficiente, en la que el mercado careció de objeto para la vida de estos grupos humanos. Incluso hace 50 000 años, en el paleolítico superior, las escasas formas rudimentarias de comercio, nos dice Gordon Childe, no constituían una parte fundamental de la economía de los grupos que se basaba en la caza, la recolección y la pesca. Es en el Neolítico, hace unos 10 000 años, cuando la creación de la agricultura y la ganadería permitió a las comunidades producir más alimentos que los que necesita consumir y aumentar su producción para satisfacer las exigencias del aumento de la población, apareciendo la propiedad privada, las clases sociales y el intercambio de mercancías, cuya intensificación y regularidad dio origen a los mercados. El intercambio de mercancías en las sociedades esclavistas se limitaba al que realizaban los esclavistas, que eran una minoría en relación con los hombres esclavos, pues el esclavo no podía comerciar, dado que tanto el esclavo como su producción eran propiedad del esclavista, puesto que el esclavo era un “instrumento para la acción” como lo dijera Aristóteles (Política. Aguilar, S.A., 1964, Pág. 1416); y, siguió siendo limitado en las sociedades feudales porque los siervos, que eran la mayoría en estas sociedades tampoco podían intercambiar sus productos, pues en gran parte eran entregados al dueño de la tierra, reservándose una mínima cantidad para su consumo.

Solamente cuando se crearon determinadas condiciones de los medios de producción, con la revolución industrial, que permitieron a todos los hombres intercambiar mercancías, incluyendo principalmente la venta libre de la fuerza de trabajo para su explotación por el capital, y surgió el capitalismo; es cuando el mercado se convirtió en la forma dominante de relación para el intercambio de la producción, con la consecuente aceleración de los procesos de concentración de la propiedad y la socialización de la producción que la “libre competencia en el mercado” deviene. Su extensión de la mano del capitalismo desde determinados países, como Inglaterra, a nivel mundial no ha estado exenta de las crisis cíclicas, de la explotación de los trabajadores y los pueblos colonizados, exponiendo incluso al peligro la misma existencia de la humanidad como vemos en la pandemia o en la subsistente crisis ambiental; provocando las críticas teóricas, en cuya cumbre se encuentra las realizadas por el fundador del Socialismo Científico Carlos Marx y los movimientos contra su existencia; pero, el cuestionamiento no se ha limitado a socialistas y comunistas, incluso economistas defensores del capitalismo como John Maynard Keynes o recientemente Joseph Eugene Stigliz han criticado en su oportunidad al mercado.

En consecuencia, podemos considerar que no siempre ha existido el mercado, no siempre ha sido dominante, su dominio ha llegado de la mano del capitalismo y, por las consecuencias de las misma naturaleza del capitalismo y sus efectos contrarios a la misma existencia de la humanidad se prefigura la necesidad de su futura extinción; debiéndose tomar en cuenta la meditada y visionaria enseñanza del autor de El Capital “Aunque una sociedad haya encontrado el rastro de la ley natural con arreglo a la cual se mueve-y la finalidad última de esta obra es, en efecto, descubrir la ley económica que preside el movimiento de la sociedad moderna-, jamás podrá saltar ni descartar por decreto las fases naturales de su desarrollo. Podrá únicamente, acortar y mitigar los dolores del parto”. (Carlos Marx. El Capital, Crítica de la Economía Política. Tomo I. Fondo de Cultura Económica, 1971, México 12, D.F., pág. XV)

Mario Ghibellini y su creencia que “en la búsqueda del propio bienestar se ocasiona –deliberadamente o no– el ajeno”.

Mario Ghibellini defendiendo dicho enunciado liberal cuestiona a los Socialistas que “No han entendido todavía que en la búsqueda del propio bienestar se ocasiona –deliberadamente o no– el ajeno”. Lo que no ha entendido Mario Ghibellini, y no creo que pueda explicarnos, es cómo la búsqueda del propio bienestar, del transportista que aumenta en 300 % el precio de sus pasajes ocasiona el bienestar ajeno, cómo ocasiona bienestar a quien desea desplazarse a reunirse con sus familiares y cuyo presupuesto para ese viaje era 300% menos, lo que sería lógico y real es considerar que dicho aumento le ocasionará malestar e incluso un profundo dolor y daño patrimonial. Si reflexionamos lo que ha pasado y pasa con el aumento de los precios durante esta pandemia, como lo que ocurre con el precio del oxígeno en que la imposibilidad de pagar el precio acarrea la muerte de quien lo necesita, o en otras circunstancias, es evidente que llegaremos a similar conclusión. Claro, esa conclusión es ajena a quienes se encuentran ahítos, seguros y aprovisionados, mostrando claramente a quienes expresa este argumento de Ghibellini, la minoría de ricos que pueden pagar cualquier precio.

Solamente la falta de análisis de la realidad, un egoísmo y utilitarismo individualista y una concepción sadomasoquista podría aceptar como una verdad y una guía de conducta el enunciado esgrimido por los neoliberales que conduce a permitir que el daño a una persona le produzca bienestar a otra y que ello está bien, en tanto produce bienestar a quien provoca ese daño, deliberadamente o no.

FALSIFICACIÓN DEL SOCIALISMO O LA ATRIBUCIÓN DE LOS MALES DEL CAPITALISMO AL SOCIALISMO.

Mario Ghibellini pretende que a los Socialistas “Les parece que está bien juntar lo suficiente como para comer cada día, pero no acumular ganancias como para labrarse una situación de abundancia o lujo”.

Dicha pretensión es completamente falsa. El Socialismo no propone que el ser humano viva juntando lo suficiente para comer cada día. Para el Socialismo, el ser humano no solo debe tener lo suficiente para alimentarse, sino que también debe disfrutar de la cultura, la educación, una buena salud, del arte, de la ciencia, del ocio creador. En suma, creemos, como José Carlos Mariátegui que el Socialismo “será para los pobres no sólo la conquista del pan, sino también la conquista de la belleza, del arte, del pensamiento y de todas las complacencias del espíritu” (Henri Barbusse, La Revolución y la Inteligencia, La Escena Contemporánea, en Mariátegui Total, Tomo I. Primer Edición. Librería Editorial Minerva, Miraflores, 1994, pág. 992).

Lo que pasa es que el capitalismo que defiende Mario Ghibellini, justificado por el neoliberalismo, escinde la sociedad; de un lado, una mayoría que a las justas junta lo suficiente para comer cada día, incluso menos, con salarios miserables, jornadas laborales extenuantes, inestabilidad laboral y de salarial, amenazas constantes al derecho a vacaciones y al tiempo libre; y, del otro lado, una minoría que junta más que lo suficiente para comer cada día, sino también para darse lujo y abundancia, que la mayoría no tiene.

Como muestra de esa realidad del capitalismo y el neoliberalismo en nuestro país, puede mencionarse que los investigadores María Amparo Cruz Saco Oyague, Germán Alarco y Bruno Seminario, a quienes no se puede atribuir una orientación socialista o comunista, coinciden que en el Perú “los ingresos de los ciudadanos en el segmento menos favorecido (10% más pobre), entre 1997 y 2015 se mantuvo igual, pero las rentas del estrato más rico (1%) subieron en 20% (concentrando la tercera parte del ingreso nacional)” (https://www.up.edu.pe/prensa/noticias/desigualdad-socioeconomica-peru-conversatorio-universidad-pacifico).

Entonces, Mario Ghibellini pretende atribuir a los Socialistas lo que son consecuencias propias del Capitalismo y de su modelo neoliberal.

Mario Ghibellini pretende que los Socialistas “Lo que en el fondo persiguen es ‘castigar’ la riqueza misma, que consideran pecaminosa porque siguen creyendo que se consigue a costa de la pobreza de otros”.

Nada más ajeno al Socialismo que la visión religiosa del pecado y el castigo en cuanto al origen y disfrute de la riqueza. La explicación del socialismo respecto del origen de la riqueza se basa en el análisis de Carlos Marx sobre lo que ocurre en la producción de la riqueza partiendo del estudio de la sociedad capitalista y de los análisis que realizaron no solo Adam Smith, a quien Mario Ghibellini cita, pero desconoce; sino también de los economistas pioneros en la investigación del Capitalismo como David Ricardo, Jean Baptiste Say, Sismonde de Sismondi, James Mill. No es la producción de riqueza lo que cuestionan los socialistas sino la apropiación por los capitalistas de la riqueza producida por los trabajadores, que es la naturaleza histórico social del capitalismo; es decir, en el capitalismo el trabajador crea la riqueza, pero no se apropia de toda ella sino de una parte y de la otra se apropia el capitalista. Esta situación, ya había sido señalada por Adam Smith sin descubrir el mecanismo, cuando indicaba “Existe una especie de trabajo que añade valor al objeto al que se incorpora, y otra que no produce aquel efecto. Al primero, por el hecho de producir valor, se le llama productivo; al segundo, improductivo. Así, el trabajo de un artesano en una manufactura agrega generalmente valor a los materiales que trabaja, tales como su manutención y los beneficios del maestro. (…) Aunque el maestro haya adelantado al operario sus salarios, nada viene a costarle en realidad, pues el aumento de valor que recibe la materia, en que se ejercitó el trabajo, restituye, por lo general, con ganancias los jornales adelantados; (…) Cualquiera se enriquece empleando muchos obreros en las manufacturas (…)” (Adam Smith. Investigación sobre la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones. Fondo de Cultura Económica, 1958, México 12, D.F. pág. 299), ¿Mario Ghibellini atribuirá ideas pecaminosas a Adam Smith, porque afirma que cualquiera se enriquece empleando muchos obreros?

Lo que superó Carlos Marx, al respecto del descubrimiento de Adam Smith, es que el capitalista no le compra al obrero, mediante el salario, su trabajo sino su fuerza de trabajo, lo que permitió distinguir de manera más clara la parte que el obrero trabaja para cubrir el salario, de la parte que trabaja para generar la plusvalía que, en términos de Adam Smith “enriquece a cualquiera”, descubriendo con ello la ley de la plusvalía que rige el desarrollo del capitalismo y otras leyes que permiten entender su carácter histórico y transitorio, sus crisis y tendencia a ser sustituido por el socialismo.

LA DEFENSA DEL CAPITALISMO Y EL NEOLIBERALISMO

Para completar su tarea, Mario Ghibellini amaga una defensa del “modelo económico”, con el argumento “que le permitió al Estado Peruano desarrollar las espaldas fiscales que hoy le sirven para paliar los estragos de la emergencia en tantas familias pobres”; es decir, pretende hacernos creer que el modelo neoliberal, durante 30 años se implementó para generar las reservas fiscales a fin de paliar los estragos de la emergencia, otorgándole un carácter previsor y altruista que no tiene. Si recordamos y observamos los treinta años de neoliberalismo en el Perú veremos que los distintos gobiernos hicieron caja fiscal por motivos completamente opuestos a la previsión y el altruismo como son: Primero, a consecuencia de vender las empresas del estado imponiendo el rol subsidiario del estado y en beneficio de los inversionistas privados; Segundo, para pagar la deuda externa; Tercero, porque se consideró a los servicios de salud, educación, seguridad social, etc. como mercancías que debían ser proveídas por el mercado, mediante compra y venta, y no por el estado, desarrollando un sistema de autofinanciamiento, subsidios y categorización en caso que los prestara el estado, por lo que no se priorizó ampliar su presupuesto para cubrir al total de la población por todas las enfermedades conocidas y por conocer; y, Cuarto, porque en la misma concepción neoliberal de exclusividad de la inversión privada y el rol subsidiario del estado, se ha “ahorrado” al dejar que invertir en ciencia, tecnología e industrias, sin dejar destinar esos “ahorros” a la compra a las empresas privadas de obras, bienes y servicios. Las consecuencias las tenemos ahora, con el deficiente sistema de salud público, cuyas características no repetimos porque ya las señalamos líneas arriba, y la inexistencia de una ciencia, tecnología e industria propia que permita afrontar la pandemia; con las muertes consiguientes que pudieron evitarse.

Además, la “espalda fiscal” desarrollada por el modelo económico no ha servido para garantizar la preservación de la salud y la vida de la mayor cantidad de los peruanos; que si se puede garantizar con un sistema de salud público universal, gratuito y suficientemente implementado como lo viene demostrando, a pesar del bloqueo económico que el gobierno de Donald Trump recrudece sin importarle la pandemia, la República de Cuba; tal como lo señala su embajador en Perú, Sergio González: “La clave para el éxito de esa lucha han sido las políticas públicas, a partir de una firme voluntad del estado y la consideración de la salud como derecho humano inalienable, no una mercancía. No se gradúan 95 mil médicos en una década. No se consigue una densi­dad de médicos de 9 por cada 1,000 habi­tantes (la mayor del mundo) de la noche a la mañana, ni se consiguen 5,2 camas hospitalarias por cada 1,000 personas en cuestión de semanas”(https://diariouno.pe/12vencimos-al-coronavirus-porque-estabamos-preparados/)

Para rematar la defensa que Ghibellini hace del modelo neoliberal, también observamos que la “espalda fiscal” desarrollada por dicho modelo solamente ha servido para las grandes empresas; pero ni con eso han podido evitar el descalabro de la economía peruana.

Las justificaciones que presenta Ghibellini del despilfarro, según los neoliberales toda inversión del estado es despilfarro, de 4000 millones de dólares en la refinería de Talara o la deficiente ejecución del presupuesto del Ministerio de salud, que deben ser investigadas, no pueden servir para ocultar los 30 años de sistemática falta de dotación de presupuesto suficiente al sector salud, fundada en la concepción neoliberal de que las necesidades de salud deben ser resueltas por el mercado y la inversión privada y que el estado debe reducir el gasto público.

Finalmente, abrumado por su pesadilla, Ghibellini debe aceptar que “El capitalismo, desde luego, no ha acabado con los problemas en el mundo. Y probablemente nunca lo hará”; sin embargo, busca el consuelo de que “(…) ha producido más bienestar y mejora de la calidad de vida de los habitantes del planeta que el socialismo (…)”, buscando reafirmar la supuesta superioridad capitalista frente al socialismo, un asunto que requiere un análisis histórico y multifacético (económico, social, político, cultural, educativo, salud, etc.), rigurosamente sustentado, antes que la simpleza de la afirmación de Ghibellini que termina siendo, nuevamente, una profesión de fe religiosa, ciega e irracional, la misma que ha pretendido imputar a los socialistas para descalificarnos.

Al respecto vamos a señalar, en esta oportunidad, un hecho reconocido por todos y es que, los países que se han convertido en los mayores referentes del desarrollo capitalista han sido Inglaterra, considerada la cuna del capitalismo, Francia, considerado el ejemplo del ascenso político de la burguesía, y Estados Unidos, considerado el sucesor de Inglaterra en el dominio capitalista del mundo. En el caso del Socialismo, son representativos, con todas las diferencias que puedan existir entre los socialistas al respecto, la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y la actual República Popular China.

Ahora bien, hay que tener en cuenta que “Aunque los primeros indicios de producción capitalista se presentan ya, esporádicamente, en algunas ciudades del Mediterráneo durante los siglos XIV y XV, la era capitalista sólo data, en realidad, del siglo XVI” (Carlos Marx. El Capital, Crítica de la Economía Política. Tomo I. Fondo de Cultura Económica, 1971, México 12, D.F., pág. 609), con precisión se puede observar que en Inglaterra ese proceso ocurrió a partir del siglo XVI, Estados Unidos nació como estado independiente en 1776; y, Francia, quebrantó al régimen feudal con la revolución de 1789.

En el caso del Socialismo, se puede indicar como la fecha de inicio de la construcción del socialismo, en Rusia con la Revolución de octubre de 1917, que solo se pudo consolidar en 1922 con la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, después de la derrota de las fuerzas monárquicas y las intervencionistas de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Japón principalmente. El inicio de la construcción del socialismo en China se puede señalar en el año 1949, con la fundación de la República Popular de China, después de más de 30 años de guerra revolucionaria contra las fuerzas feudales, capitalistas y colonialistas de Japón, Inglaterra, y Estados Unidos.

Como se puede ver el capitalismo tiene más de cinco siglos de existencia, mientras que el socialismo recién ha cumplido 100 años de empezar a construirse. En esos 100 años, a la URSS le tomó menos de 40 años y a la República Popular de China cerca de 70 años, alcanzar el nivel de desarrollo industrial y tecnológico de esos dos países capitalistas, Inglaterra y Estados Unidos, partiendo de situaciones económicas y sociales muy atrasadas y, no en condiciones pacíficas sino de hostilidad y guerras desarrolladas contra ellas por las potencias capitalistas que le ocasionaron la perdida de millones de vidas.

Muchos aspectos más se pueden evaluar respecto de la superioridad del Socialismo frente al Capitalismo; sin embargo, partiendo del motivo actual que ha llevado a escribir a Mario Ghibellini, la pandemia, nos limitaremos a decir que son los países con estados y gobiernos que se orientan al socialismo como la República Popular de China, Vietnam y Cuba los que vienen enfrentando con mejores resultados en garantizar la salud y la vida de sus ciudadanos que los países con estados y gobiernos que defienden el actual capitalismo como Estados Unidos, Brasil, Reino Unido (que incluye a Inglaterra), Francia, incluso Alemania. Para no ir muy lejos veamos la lamentable realidad de la pandemia en nuestro país capitalista neocolonial con un estado y gobiernos neoliberales durante los últimos 30 años, en la que aventajamos dolorosamente, en infectados y muertos, a los países que construyen el Socialismo, a los cuales los periodistas como Mario Ghibellini, siguiendo los dictados de los gobiernos norteamericanos, siempre nos han dicho que son el “infierno en la tierra” y los “ejes del mal”.

Cuando la vida y la salud de las personas se ponen en riesgo, es cuando el Capitalismo, hoy con el neoliberalismo, muestra todas sus miserias y bajezas y el Socialismo muestra toda su superioridad.