Luego de la crisis de los misiles en Cuba, Andréi Gromyko, durante 28 años Ministro de Relaciones Exteriores de la URSS, dijo que diez años de negociar la Paz valen más que un día de guerra. La Paz de Minsk, aunque frágil, es valiosa porque se firma cuando el Presidente Obama amenaza con nuevas sanciones […]
Luego de la crisis de los misiles en Cuba, Andréi Gromyko, durante 28 años Ministro de Relaciones Exteriores de la URSS, dijo que diez años de negociar la Paz valen más que un día de guerra. La Paz de Minsk, aunque frágil, es valiosa porque se firma cuando el Presidente Obama amenaza con nuevas sanciones a Rusia y con entregar armas letales a la junta nazi de Kiev, o sea, con echar más leña al fuego.
Buscando evitar la Tercera Guerra Mundial, los presidentes Hollande y Putin junto con la Canciller Merkel firmaron de garantes de una paz que debe batallar mucho antes de triunfar definitivamente. Esta paz se complica porque en Kiev se oponen a dialogar con las milicias populares del Donbás, los llama «subhumanos» y amenazan con exterminarlos; porque el Sector de Derecha, sostén nazi de la junta de Kiev, no reconoce el cese al fuego y van a continuar con «sus propios planes operativos» pese a la derrota desastrosa de sus tropas de elite en Debáltsevo; porque la ultraderecha de los EEUU piensa expulsar a Rusia del sistema financiero SWIFT y porque para el Complejo Militar Industrial de los EEUU las guerras son parte de su quintaesencia, al extremo de que la OTAN ha resuelto a futuro bombardear masivamente el Donbás para exterminar a su pueblo rebelde, tal como lo hiciera en Yugoslavia.
Este sector belicoso, que busca hacer crecer sin límite el presupuesto militar de los EEUU, ha encontrado en Rusia al enemigo perfecto y la ve como un suculento bocado por sus inmensos recursos naturales y por estar poblada con la mitad de la población de los EEUU, y ya se la hubieran comido de no estar tan bien armada.
Con Rusia puede fomentar el terror del norteamericano típico, que la confunde con la URSS y el comunismo, cucos con los que lo azuzaron durante setenta años. Y como un ingenuo es capaz de tragar cualquier rueda de molino, le dicen que Rusia ha invadido Ucrania, y a nadie se le ocurre preguntar ¿cómo es posible que entre tanto prisionero, que a menudo intercambian las huestes nazis de Kiev con las milicias del Donbás, no haya un sólo soldado del Ejército Ruso? Y cuando las más altas esferas de Moscú le exigen a Washington presentar pruebas, contestan que en internet hay escritos y se ven fotos que demuestran el bulo que sostienen. Los rusos se sonríen porque en internet hay fotos hasta del diablo bailando la samacueca. Ni que trataran con niños de pecho. Pero este sector belicoso de los EEUU ha arrimado su hacha a mal árbol. Los bandoleros de Kiev sólo saben robar y masacrar a su pueblo. Las armas que les entregan son capaces de venderlas incluso al demonio, no se diga a las milicias populares del Donbás, que, además de arrebatárselas, también las obtienen así.
Estos nazis serán buenos para asesinar a niños, mujeres y ancianos, eliminar y torturar prisioneros, bombardear casas cuna, escuelas y jardines de infantes, hospitales y barrios populosos, pero les falta lo que sabemos cuando se trata de pelear contra las milicias del Donbás que defienden su tierra, sus familias y sus derechos ancestrales.
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