Jefes de Estado y cancilleres de 33 países de América Latina y el Caribe muestran en Caracas su voluntad política de constituir la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), el nuevo foro de integración continental que excluye a EEUU y Canadá. Con el andar del tiempo, la Celac terminará -en los hechos prácticos- por […]
Jefes de Estado y cancilleres de 33 países de América Latina y el Caribe muestran en Caracas su voluntad política de constituir la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), el nuevo foro de integración continental que excluye a EEUU y Canadá. Con el andar del tiempo, la Celac terminará -en los hechos prácticos- por anular a la anacrónica Organización de Estados Americanos (OEA), básicamente concebida en su tiempo como instrumento para el manejo de un «patio trasero» que vivió un siglo 20 azotado por dictaduras impuestas y apoyadas por el socio principal.
La Celac será una representación política más genuina de los pueblos de América Latina y el Caribe que hablan diferentes lenguas, poseen variadas culturas, como países tienen distintos tamaños y con diversos matices socio-económicos y políticos abordan una lucha común permanente por mejorar sus condiciones de vida. La diversidad tras objetivos políticos comunes le dará un nuevo sentido independiente a la palabra «integración», diferente a los designios rapaces de naciones grandes que sólo buscan mercados y materias primas baratas a través de sus transnacionales. También quedan fuera de juego las ex metrópolis ibéricas, España y Portugal, sumergidas hoy en sus propias dificultades.
Breve historia
La Celac remontó un largo camino propio, desde que en los ’80 se constituyó el Grupo de Contadora (Colombia, México, Panamá y Venezuela) para promover la paz centroamericana ante los conflictos armados internos en El Salvador, Nicaragua y Guatemala. En los ’90 devino en el Grupo de Río, que continuó la labor de Contadora con más países involucrados, como Argentina, Brasil, Colombia, México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela, que incorporaron de a poco a naciones de la Comunidad del Caribe (Caricom), en una trayectoria de 22 cumbres que abordaron situaciones clave de la región.
El paso siguiente fue la Cumbre sobre Integración y Desarrollo de América Latina y el Caribe (CALC), impulsada desde el Grupo de Río por el entonces presidente brasilero Luiz Inacio Lula Da Silva, para articular procesos propios de integración y desarrollo frente a los desafíos de la crisis financiera de los países desarrollados, la crisis económica y la crisis alimentaria. El primer encuentro cumbre de la CALC en Brasil, en 2008, incluyó representaciones del Mercosur, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y el Grupo de Río.
La Celac estará formada por Antigua y Barbuda, Argentina, Bahamas, Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Dominica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Granada, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Panamá, República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y Las Granadinas, Santa Lucía, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.
Diversidad ideológica
Lo esencial es que Caracas cobija un encuentro de mandatarios ideológicamente tan disímiles como el chileno Sebastián Piñera, el venezolano Hugo Chávez, el colombiano Juan Manuel Santos, el ecuatoriano Rafael Correa, el mexicano Felipe Calderón, el peruano Ollanta Humala, el nicaragüense Daniel Ortega, la argentina Cristina Fernández y muchos otros surgidos de elecciones impecablemente libres.
Los coordinadores de los 33 países fundadores prepararon del 28 de noviembre al 1 de noviembre los documentos que serán adoptados en la Cumbre del viernes y sábado: la Declaración de Caracas, que proclama el nacimiento de la organización, el Plan de Caracas, que fija los lineamientos a seguir para que la Comunidad cumpla sus objetivos, el estatuto de funcionamiento y procedimientos y 18 comunicados que incluyen aspectos educativos, ambientales y de desarrollo social. La opinión mayoritaria se inclinó por darle a la Celac el carácter de foro de integración, sin burocracia funcionaria y complementaria de instancia como Unasur y la propia OEA.
El borrador de los Cancilleres establece que los órganos de la Celac serán la Cumbre de Jefes de Estado, la reunión de Cancilleres, la Presidencia pro tempore, la reunión de coordinadores nacionales, las reuniones especializadas y la tríada integrada por el Estado que ostenta la Presidencia, el precedente y el sucesor. La reunión de Jefes de Estado será la instancia suprema de la Comunidad y deben reunirse ordinariamente en el país que ostente la Presidencia.
Los Cancilleres resolvieron por unanimidad que Cuba sea sede de la Cumbre 2013 y Costa Rica en 2014. Al acordarse en México el embrión de la Celac en 2010, se decidió que la siguiente Cumbre 2012 fuera en Chile. La designación de Cuba para 2013 fue un acto de justicia sin reparos con un país excluido de la OEA entre 1962 y 2009. Entre otros, el peruano Rafael Rocangiolo dijo que «constituye una reivindicación histórica indispensable por lo que ha sido la historia en estas décadas y por lo que Cuba significa como símbolo de la causa de América Latina y el Caribe».
Los cancilleres estuvieron de acuerdo en que la Celac puede fortalecer la región ante la crisis financiera mundial, pero aún ni está definido si las decisiones se alcanzarán por consenso o mayoría calificada. El canciller chileno Alfredo Moreno opinó que América Latina y el Caribe «han mostrado que pueden progresar en un momento en el que otros países más desarrollados han tenido dificultades». Dijo que estos países se han preparado «sumando fuerzas», actuando en mecanismos como Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) y ahora lo harán desde la Celac «aprovechando que hay mercados que están creciendo».
El tema subyacente fue la supervivencia de la OEA. El canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, afirmó que la Celac reemplazará a la OEA, idea compartida por el presidente anfitrión, Hugo Chávez. «Ese es el destino de la Celac, llegar a sustituir a la OEA (…), los temas de la región deben tratarse en la región», dijo Chávez. Para Patiño surge una oportunidad de mejorar el diálogo regional y abordar temas como la presencia colonial de Estados Unidos en Guantánamo, tema que no se puede tratar en la OEA.
Según Chávez, «a medida que pasen los años, [la Celac] dejará atrás a la vieja y desgastada OEA», fundada en 1948 por iniciativa de EEUU. La OEA «es un organismo mellado por lo viejo, por el desgaste de los años, muy lejos del espíritu de nuestros pueblos, de la independencia, de la integración de América Latina», apuntó el venezolano.
La canciller mexicana, Patricia Espinosa, cree que la OEA, asentada en Washington, y la Celac «son esfuerzos de cooperación y diálogo complementarios». Para el canciller uruguayo Luis Almagro, la OEA y la Celac «son dos cosas absolutamente diferentes». Indicó que la OEA «incluye a una potencia mundial con una instancia de diálogo diferente», mientras que el nuevo organismo ofrece una visión latinoamericana y caribeña «para lograr mejores oportunidades para la región».
(*) Ernesto Carmona es periodista y escritor chileno