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Narcopolítica en Uruguay

Fuentes: Rebelión / CLAE

Ya no llama la atención que en algún país apresen a un narcotraficante uruguayo. Lo que pudo sorprender es que esta vez el delincuente manifestó reiteradamente en las redes sociales su ardiente devoción por el presidente Luis Lacalle Pou y es conocida su adhesión al Partido Nacional, donde también integró una lista y se ha floreado divulgando varias fotos con el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, y con la precandidata oficialista Laura Raffo.

Esta vez se trata de la captura en Bolivia del narcotraficante uruguayo Julio Luis Deal Barrios, presunto lavador de activos del dinero sucio de su colega y compatrtiota Sebastián Marset.

Esta captura -de la que escapó Marset- deja a la luz la trama mafiosa que involucra a notorios empresarios uruguayos en el negocio de venta ilegal de estupefacientes a nivel regional e incluso extrarregional. La droga, a gran escala y en tonelaje, llega por distintas vías (aviones, camiones, pero en especial la fluvial por la hidrovía del Paraná) y se exporta al mercado europeo por el puerto de Montevideo.

Deal Barrios es fervoroso anticomunista  y por supuesto adversa al Frente Amplio, tanto como admira al ultraderechista argentino Javier Milei. Pero también es admirador del presidente uruguayo Luis Lacalle, al igual que Jorge Pérez Bentancor, también narcotraficante y cómplice de Marset, casualmente vecino del mandatario derechista en el exclusivo barrio privado La Tahona.

Hugo Acevedo pregunta en Caras y Caretas ¿por qué en las fotos con referentes blancos (del gobernante Partido Nacional- aparecen recurrentemente narcotraficantes de gran porte y pedófilos –el caso más notorio es del exsenador Gustavo Penadés– y abusadores? O son relaciones carnales inspiradas en una afinidad ideológica, o existen otros intereses ocultos, tal vez económicos.

Los uruguayos creían hasta hace poco que vivían lejos del submundo del narcotráfico, pero en los últimos 45 días se preguntan si no habría que cambiarle el nombre al país y ponerle Narcoguay, señala Angel Pedemonte. La punta del hilo es el pasaporte otorgado hace dos años por este gobierno uruguayo al narco Sebastián Marset, caso que involucra al ministro Luis Alberto Heber y al canciller Francisco Bustillo.

¿Realmente los narcos se sienten más cómodos con gobiernos blancos como el de Luis Lacalle Pou y eventualmente Javier Milei, o es solamente una coincidencia y una simpatía espontánea? Se trata de delincuentes con un alto poder económico, por lo que su identificación de clase social con el gobernante uruguayo y el economista argentino es muy notoria. Por supuesto, esta reflexión está en el mero terreno de las especulaciones y, por el momento, no tiene evidencia empírica, acota Acevedo.

Deal Barrios no sólo está vinculado a Marset sino que incluso habría ayudado en su fuga.Obviamente, tiene antecedentes por narcotráfico en Uruguay pero, al igual que Marset, como no tiene causa abierta, no está requerido por la justicia uruguaya. Parece increíble, pero es cierto. Su primera imputación penaldata de 1998, por tráfico ilegal de estupefacientes. Nadie puede negar que no sabía quién era y a qué se dedicaba.

Los medios montevideanos recuerdan que durante el último gobierno del centroizquierdista Frente Amplio, ambos se mudaron –Marset a Paraguay y Deal Barrios a Bolivia–, seguramente porque no se sentían cómodos en Uruguay.

Con su manifiesto apoyo al Partido Nacional, Deal sondeó la posibilidad de invertir en nuestro país, seguramente para lavar dinero negro del narcotráfico. El control del lavado de activos, desde la aprobación de las normas contenidas en la inconstitucional Ley de Urgente Consideración puesta en marcha por el gobierno de Lacalle, está haciendo agua por todos lados.

A estos delincuentes que se mueven en las sombras, aunque a la luz sean miembros de la alta sociedad, les convienen los controles de movimiento de dinero laxos y la desregulación, cualidades que caracterizan a gobiernos -como el actual en Uruguay- muy complacientes para los cuales el Estado debe ser prescindente y el mercado mueve la economía, aunque los potenciales inversores sean mafiosos de gran porte.

Pese a que reside en Bolivia, desde donde maneja sus actividades ilícitas, es un personaje muy activo en las redes sociales, donde elogió al “libertario” Javier Milei y al presidente Luis Lacalle e instó a los ecuatorianos a votar contra la candidata progresista Luisa González, para él “comunista”.

La justicia boliviana lo condenó bajo los cargos de “organización criminal, asociación para delinquir, atentado contra los miembros de organismos de seguridad del Estado, falsedad ideológica y uso de documento falsificado”. 

Este episodio se suma a la captura de Jorge Pérez Bentancor, por su implicancia en la comercialización de 256 kilos de cocaína. También este hombre, que se solía mover en los círculos exclusivos de la sociedad uruguaya y entre millonarios de extracción nacionalista, está vinculado a Sebastián Marset. Es decir, los tres son parte de una misma organización mafiosa.

Relaciones carnales

Lo cierto es que, como sucede en otros países de la región, están saltando a luz las relaciones carnales entre el narcotráfico y la política uruguaya, en este caso concreto con el Partido Nacional. Hay que recordar que el gobierno le otorgó un pasaporte legal al capo mafioso Sebastián Marset hace dos años, lo que le permitió escapar de una cárcel emiratí, donde fue recluido luego de intentar ingresar con un documento paraguayo falso a Emiratos Árabes Unidos.

Encontraron a Marset en Bolivia, pero se escapó de la policía. Sindicado por el asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci en Colombia, huyó con su familia y se desconoce su paradero. Sus guardaespaldas secuestraron policías y se siguen destapando más hechos que dan cuenta de una trama de narcotráfico, persecución y corrupción a nivel internacional.

Uruguay ya no es solo un país de tránsito de drogas, sino que productor de drogas sintéticas, mientras se verifica el aumento en el consumo de  cocaína y las metanfetaminasa nivel local, y se advierte de la presencia de un cartel liderado por naroctraficantes uruguayos que operan en la región y garantiza la exportación .

Un informe de la Secretaría Nacional para la Lucha contra el Lavado de Activos y el Financiamiento del Terrorismo (Senaclaft) de Uruguay advierte que se fortaleció el accionar de organizaciones criminales a nivel regional, entre las que se destacan los grupos de origen brasileño y argentino, principalmente de la zona de Rosario, la segunda ciudad argentina, que utilizan la hidrovía Paraguay-Paraná para canalizar los envíos de cocaína desde América del Sur a Europa, vía el puerto de Montevideo.

Diez toneladas de cocaína incautadas en un puerto de Alemania. Record y portada de noticias en varios medios internacionales. La droga provenía de Paraguay y se sospecha que el cargamento haya pasado por Uruguay, una vez más. Las miradas recaen otra vez sobre las autoridades del Uruguay.

Luvis Hochimín Pareja. Periodista uruguayo, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.