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Perú

Ollanta Humala, un converso neoliberal

Fuentes: Punto Final

«El poder no cambia a las personas, solo revela quiénes verdaderamente son», frase atribuida tanto al fraile dominico Frei Betto como al presidente uruguayo José Mujica. Lo cierto es que el poder hace aflorar lo peor de quienes lo detentan. Esto se ha visto claramente en Perú desde 1990, cuando Alberto Fujimori llegó a la […]

«El poder no cambia a las personas, solo revela quiénes verdaderamente son», frase atribuida tanto al fraile dominico Frei Betto como al presidente uruguayo José Mujica. Lo cierto es que el poder hace aflorar lo peor de quienes lo detentan. Esto se ha visto claramente en Perú desde 1990, cuando Alberto Fujimori llegó a la Presidencia, y en los sucesivos gobiernos de Alejandro Toledo (2001-2006), Alan García (2006-2011) y el actual de Ollanta Humala. Todos gobernantes elegidos con programas de gobierno progresistas que a poco de asumir abandonaron sus promesas.

Pero lo que ocurre con Humala es emblemático. Ganó la primera vuelta en abril de 2011 con un plan de gobierno llamado De la Gran Transformación, que criticaba «el modelo neoliberal que acentúa la desigualdad social, depreda los recursos naturales, violenta la legalidad y la democracia, y no genera desarrollo». Para la segunda vuelta, y en un afán de calmar los nervios de la derecha y ganar votos de los indecisos, se comprometió a cumplir una «hoja de ruta», versión edulcorada de su plan de gobierno original.

Pero la verdadera «gran transformación» se dio cuatro meses después, cuando cambió a su primer ministro y casi todo el gabinete, deshaciéndose de la totalidad de los cuadros profesionales que provenían de la Izquierda. A partir de entonces, fue desviando su ruta hacia la derecha y en esta decisión mucho ha tenido que ver su esposa, Nadine Heredia.

Heredia ha aparecido al lado de su marido desde la campaña electoral de 2006, que Humala perdió frente a García, y muy especialmente en la de 2011. Bluejeans, camiseta (primero roja y después blanca) y zapatillas, era el uniforme de ambos. Pero todo cambió luego que Humala asumiera la Presidencia, el 28 de julio de 2011. La primera dama dejó la sencilla ropa deportiva y la cambió por modelos de exclusivos diseñadores, zapatos de tacón, peinados de peluquería y maquillaje recargado. Pero el cambio no solo fue cosmético. El poder empezaba a revelar quién es verdaderamente Nadine Heredia.

Una historia urbana da cuenta de cómo «las viejas pitucas» (como se conoce a las esposas de grandes empresarios), trabajando en tándem con sus maridos, fueron rodeando a Nadine para convencerla de que a su vez convenciera a Humala de cambiar el rumbo del gobierno. Lo lograron, porque el presidente se deshizo de los sectores izquierdistas que lo acompañaban desde 2006 e hizo un giro hacia la derecha neoliberal.

Para Salomón Lerner Ghitis, quien lideró el primer gabinete de Humala: «Nadine se siente muy cómoda en esos medios, a los cuales no tenía acceso. Creo que ésa es la forma como a veces hay personalidades que quieren ir ascendiendo en su escala social y se van acomodando. Creo que es lo que ha ocurrido con ella».

La renuncia -el pasado el 24 de febrero- de César Villanueva, cuarto primer ministro de Humala en dos años y medio, puso en evidencia el poder que ejerce la primera dama junto con el ministro de Economía y Finanzas, Luis Miguel Castilla. Villanueva, presidente del gobierno de la región amazónica de San Martín, fue nombrado el 31 de octubre de 2013 en reemplazo de Juan Jiménez Mayor. Pero decidió apartarse del gobierno luego que Nadine Heredia y Castilla lo desautorizaron públicamente sobre un aumento del salario mínimo. Ambos declararon casi al unísono que el tema salarial «no estaba en agenda».

En una entrevista televisiva, el ministro Castilla negó haber tratado este asunto con el primer ministro Villanueva, pero confirmó haber comentado a Humala la inconveniencia de incrementar el salario mínimo -que asciende a 750 soles, equivalente a 265 dólares, uno de los más bajos de la región-, porque puede afectar a pequeñas y medianas empresas y generar desempleo e inflación.

Tras su salida del gobierno, César Villanueva no se quedó callado. En diversas entrevistas manifestó que su renuncia se debió a la intromisión de Nadine Heredia en los asuntos de Estado. «Si tomé la decisión de renunciar es porque no admito una intromisión así, por pequeña que algunos la consideren. Además, la intromisión no fue pequeña. Por eso renuncié. Y la decisión de mi renuncia se produjo el mismo día en que ella declaró sobre el aumento del sueldo mínimo», señaló al diario La República .

Salomón Lerner, ex primer ministro, considera que «l a influencia de la primera dama daña la institucionalidad del primer ministro, la cual debe ser respetada porque así lo dice la Constitución. En una primera etapa, la injerencia de la primera dama era básicamente para coordinar asuntos de tipo social; ahora su rol no es solamente en esos casos. Parece que está interesada en otros aspectos».

Pero la injerencia de la primera dama no sólo es en el Ejecutivo. También da órdenes a los congresistas del Partido Nacionalista, del cual además es presidenta.

Un ex viceministro que pidió mantener su nombre en reserva, fue testigo de cómo Heredia ordenaba a los congresistas nacionalistas votar a favor de una censura al fallecido legislador izquierdista Javier Diez Canseco a fines de 2012, señalando que se trataba de «un enemigo, porque nos hizo mucho daño con el asunto de Madre Mía», en referencia a las denuncias de Diez Canseco sobre la participación nunca esclarecida de Humala en violaciones a los derechos humanos durante el tiempo que permaneció en la base militar de Madre Mía, en el departamento de San Martín, en los años 90.

La participación de Heredia junto con el ministro Castilla en el manejo del gobierno ha afectado la popularidad de Humala. Inició su mandato con 70% de aprobación, hasta caer a 24% de acuerdo con una encuesta del 9 de marzo de la consultora Datum Internacional. Sólo entre febrero y marzo de este año, la aprobación de Humala perdió 15 puntos.

Las razones de la desaprobación de Humala incluyen no combatir la inseguridad ciudadana (22%), no trabaja/no hace nada (15%) y corrupción (13%). Pero para muchos la caída de la popularidad presidencial tiene que ver con la decisión de duplicar los sueldos de ministros, viceministros y altos funcionarios públicos (que oscilan entre 10.700 y 9.000 dólares), mientras el sueldo mínimo se mantiene en un nivel escandalosamente bajo.

Entre 2011 y 2013 el crecimiento económico de Perú ha sido de 6.3% en promedio, de acuerdo con el Banco Mundial. Pero ese crecimiento, basado en exportaciones de materias primas gracias a los elevados precios internacionales, no ha significado mejoras en las condiciones de vida de la población. La pobreza extrema aún afecta a casi 26% de los 30 millones de peruanos y peruanas, y la indigencia a 6%, según cifras de la Cepal. El 70% de personas que trabajan lo hacen en la informalidad, es decir, sin protección social. Esos indicadores son claro ejemplo, como bien dice Salomón Lerner en entrevista con Punto Final , del «fanatismo neoliberal» al que Humala se convirtió.

 

Publicado en «Punto Final», edición Nº 800, 21 de marzo, 2014

 

www.puntofinal.cl