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Perú

Pedro Castillo el Abimael Guzmán del siglo XXI 

Fuentes: Rebelión

Se le ha echado la culpa a Pedro Castillo de romper la unidad del Perú y que por eso se lo tiene bien merecido. Ahora es el Abimael Guzmán del siglo XXI.

Todo individuo del poder puede voltear la tortilla.  Construir verdades.  No se trata, sin embargo, de su verdad sino de LA VERDAD, la que es capaz de juzgar las otras verdades como equivocadas e ilegítimas. Esa verdad que divulgan en coro desentonado (vulgarizan)  los medios de comunicación sobre la ruptura del Perú como un ser unitario. O como el fragmento de Verdad que fue capaz de decir Cesar Hildebrandt -en respuesta a la asambleísta Sigrid Bazán- de que los 26 muertos no cayeron por crímenes (pues la FFAA tienen el monopolio de la violencia y su legitimidad) o de la asambleísta Maria del Carmen Alva afirmando que los muertos son resultado de los que protestan con el fin de chantajear. 

Esta construcción de la Verdad solo genera un sentimiento de horror.  Vamos a tratar de pensar el concepto del Perú unitario desde la filosofía bajo la guía de Spinoza y Deleuze.   Es que acaso el Perú es un solo cuerpo? Acaso el Estado nación constituido en el siglo XIX creó un solo cuerpo?  Si un cuerpo se entiende como el conjunto de relaciones, desde las más simples a complejas, y que estas relaciones corporales van construyendo y reconstruyendo un solo cuerpo, nos preguntemos si es esto lo que sucedió en Perú.  Más difícil aún: es que existieron los pensamientos o almas con capacidad de discernimiento para aceptar todas las relaciones que dieron forma a ese único cuerpo, pensándolo en la propuesta de estos filósofos de la relación paralela entre extensión o cuerpo y alma o mens.  

No, lo que se constituyó fue la estructura jerárquica de unos grupos sociales sobre y hasta contra otros (como la apropiación de tierras, bosques o recursos naturales). Esta jerarquía, normalizada e institucionalizada no hace un solo cuerpo sino que hace lo que podría denominarse una forma artificial, falsa (tan falsa como decir que Pedro Castillo la destruyó), pero con mecanismos (leyes, instituciones, costumbres normadas desde arriba, fuerzas con armas) muy potentes.  Bueno, esto podría decirse de todos los Estados modernos y acaso la diferencia esté en la potencia de la imposición jerárquica y vertical, en la concentración de todo y en el sufrimiento de centenas de años (no es una frase, es algo que quien lo soportó sabe o lo tiene en su memoria incluso genética).  Los creadores de la tristeza y el sufrimiento, dicen estos filósofos, son los tiranos y los que tienen un pensamiento y comportamiento de esclavos (no los esclavos socialmente dominados).   

Para que se constituya un solo Perú, hubiese sido necesario crear una situación de mutuo consentimiento: de todas las relaciones (así como en un cuerpo humano, animal, vegetal o ecosistema existe una aceptación entre los órganos, del oxígeno, de la sangre, de las células diferentes); es decir que para la combinación de relaciones simples y complejas de las células sociales, familiares, culturales, económicas, requería la capacidad y posibilidad de que todas las almas o pensamientos (todas las sangres) lo consientan  y que es ese consentimiento es el que le daría pervivencia al cuerpo llamado Perú. Este es el sueño de un Estado democrático en el que todos consentimos, pero que en el Perú tampoco y en ninguna época fue consentido (constituido), sino impuesto y que desde 1990 fue reimpuesto hasta el cansancio, con los años duros de Fujimori y los posteriores de incapacidad y debilidad (incapacidad necesaria para la concentración de la riqueza y el modelo extractivista) de los gobiernos del Siglo XXI.   

Es común usar la información de concentración de la riqueza y de pobreza para mostrar la falta de un país unitario. En efecto, para 2019, solo 17 mil de cerca de 34 millones de personas eran millonarios en dólares en Perú, y de ellos un grupo muy pequeño -de no más de 10- tienen cada uno más de mil millones de dólares.  El modelo económico no permite espacio para nadie más que las grandes corporaciones; las mayores ganancias están en petróleo, minería, electricidad, comunicación y finanzas e incluso agroexportadoras.  Allí un pobre o una persona de clase media no tienen más acceso que el de ser empleados, obreros o pequeños productores o comerciantes.   Más aún la concentración está en grandes corporaciones, cuyo ejemplo es el Banco de Crédito del Perú que tiene hasta 180 empresas en 9 ramas productivas.  Y, por último, el 30.1% de la población peruana es pobre en 2021, casi 9 millones de peruanos casi no logran comprar la canasta básica.  Y un millón 354 mil están en extrema pobreza (Banco Mundial) 

Pero si vemos el mapa de pobreza, los levantamientos sociales no se están dando únicamente en las regiones más pobres del Perú y el apoyo a Pedro Castillo supera el 50% por lo que no solo son pobres.  No existe entonces una relación directa entre esas condiciones y la demanda política: la crisis actual es contra la exclusión y la imposición de las decisiones, es contra la sensación de que hay mafias políticas y que están muy alejadas de la voz, el deseo y el interés popular.  

 Emociona ver en Youtube, desde un país vecino, quienes son los que arengan en las calles, quiénes marchan: un conjunto de seres que pertenecen a relaciones existentes de los desposeídos, de los indígenas, campesinos, jornaleros, empleados pobres. Los creadores de la riqueza y de los servicios en el Perú, son los que marchan y arengan, con un lenguaje directo, sin doble intención.   

El Perú nunca fue un solo ser.  No solo no fue consentido, sino que ha existido como un largo virreinato.  No se trata de que es un Estado fallido, porque este concepto supone que existen Estados no fallidos.  Se trata de un Estado no acordado.  Por ese emergen los discursos separatistas y los regionalismos, que no necesariamente implicarán más democracia (experimentado en Bolivia, planteado en Ecuador), pero también en positivo ha dominado la idea de la Asamblea constituyente, que aunque se esgrima sin fundamentos que es por el deseo de Castillo de mantenerse en el poder (lo que también es posible y se ha dado en algunos lugares), es en realidad de recreación: relación de relaciones, un nuevo cuerpo resultante de la unión de la diversidad de cuerpos, es un deseo constituyente de la gran sociedad. 

Al acusar a Pedro Castillo de ser el Abimael Guzmán del siglo XXI están utilizando un discurso que tuvo éxito contra un grupo efectivamente terrorista.  Discurso que coincide con la idea fuerza del Estado de USA, desde las Torres Gemelas, para hacer funcionar la OTAN contra enemigos globales, fantasmagóricos, terroristas y tener un gobierno mundial unipolar. Al individualizar el odio contra Castillo, se está negado la fuerza vital social para la reconstrucción del Perú como un solo cuerpo.  Será por eso que intuitivamente  Castillo responde el 25 de diciembre con un sereno saludo navideño;  en el mismo tiempo en que (lo que sirve para mostrar el des-cuerpo del Perú) el partido de Fujimori propone, casi bajo la mesa y en medio del drama en las calles, un proyecto de ley que permita la disolución de los territorios de pueblos en aislamiento voluntario para abrir las puertas a las empresas petroleras (especialmente en las cuencas del Napo y Tigre).  

La construcción de un solo cuerpo, pasa entonces, por la capacidad de reconstituirse. Y eso no lo van a hacer los grupos de poder, por sí.  Forcemos un poco el concepto de cuerpo para el Perú: aceptemos que está integrado de una manera extraña, no unido pero si integrado, y entonces pensemos en los criterios de enfermedad, de los filósofos.  El mal o la enfermedad es en este caso la incapacidad del mismo cuerpo Perú de perseverar, y es la capacidad de suicidarse, por la existencia de un conjunto de relaciones, estructuras en movimiento, que destruyen el resto de relaciones, a su interior.   

Cuando Arguedas escribió Todas las sangres, todavía existían los sistemas patriarcales que, en cierto modo, fueron acuerdos entre distintos cuerpos, aceptaciones de relaciones dados por distintas sabidurías; pero hoy nada existe, ni siquiera está la idea de un Estado que vigila la equidad y los derechos, que a pesar de no ser un solo cuerpo y mantener las jerarquías, al menos no llena de dolor todos los poros de aquel Perú cuya riqueza cultural y social siempre admiramos. 

No es un factor externo el que mata al Perú, sino que internamente el Perú se enferma a sí mismo, por su misma falsa forma de Estado Unitario, por su error genético,  los grupos económicos y políticos de la alta jerarquía cometen errores y franquean, (dice Deleuze al referirse a las partículas de un cuerpo) el umbral de la tolerancia.  El Perú puede dar la imagen de crecimiento económico, pero es un cuerpo enfermo, que se agota gradualmente, que hace reaccionar a las partes mayoritarias de su ser. Así que Castillo nada tiene que ver con Abimael Guzmán ni con los grupos de poder, así el no haya tenido como cuerpo, la potencia requerida. 

Referencias 

Alarco, G., Castillo, C. y  Lei, F. (2019). Riqueza y desigualdad en el Perú. Oxfam.  

Deleuze, Gilles, (1981). En medio de Spinoza. Editorial Cactus. Argentina 

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