La carrera electoral llega a su fin este domingo tras varios meses de una campaña que según la mayoría de analistas políticos del país ha sido pobre, tanto en propuestas como en el propio despliegue de los partidos. Con todas sus carencias y sus debilidades, el sistema político salvadoreño, su democracia representativa, da un paso […]
La carrera electoral llega a su fin este domingo tras varios meses de una campaña que según la mayoría de analistas políticos del país ha sido pobre, tanto en propuestas como en el propio despliegue de los partidos.
Con todas sus carencias y sus debilidades, el sistema político salvadoreño, su democracia representativa, da un paso más en su consolidación con estos comicios en los que se eligen 262 alcaldes y 84 diputados. Salvo algunos conatos de violencia y ciertos episodios de campaña sucia, lo cierto es que la época de proselitismo electoral ha transcurrido en relativa calma y normalidad.
No es poco teniendo en cuenta además que el propio proceso electoral presenta novedades importantes, como el voto residencial o las listas abiertas de candidatos a la Asamblea Legislativa, que permitirá a los votantes marcar directamente sobre las caras de los mismos.
La percepción general es que el próximo lunes el reparto de poder político en el país será más bipartidista, con los dos partidos mayoritarios, Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), copando la mayoría de municipios y puestos en la Asamblea Legislativa.
Junto a ellos aparecen una serie de partidos en distintas situaciones, unos en ascenso, otros en declive y otros luchando por no desaparecer, que en cualquier caso tendrán al menos la llave de la gobernabilidad en el Palacio Legislativo.
Gran Alianza para la Unidad Nacional (GANA), surgido de una escisión de ARENA en 2009, se perfila como tercera fuerza política, arrebatando esa condición al Partido de Conciliación Nacional (PCN), hoy convertido en Concertación Nacional (CN), que parece tener opciones de estar como cuarta fuerza en la Asamblea.
Estos dos partidos también tienen la pretensión de copar algunas alcaldías en zonas determinadas donde han hecho una apuesta electoral clara.
El resto de partidos son una incógnita. El Partido de la Esperanza (PES), marca de la Democracia Cristiana salvadoreña, y Cambio Democrático (CD), tienen alguna posibilidad de conseguir la supervivencia política aprovechando el sistema de cocientes y residuos para obtener algún diputado que complete el crisol legislativo.
Partido Nacional Liberal (PNL), Partido Popular (PP) y Fraternidad Patriótica Salvadoreña (FPS), todos ellos nacidos en 2011, no parecen optar a obtener ningún representante siguiendo así con la tradición de formaciones políticas efímeras en El Salvador.
Finalmente, cinco candidatos no partidarios, dos en San Salvador, uno en Chalatenango, otro en Ahuachapán y otro en La Unión, compiten en franca desventaja y con pocas posibilidades por aprovechar la reforma electoral que impulsó la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, que además de permitir su participación abrió las listas de los partidos para que se pueda votar por las fotos de los candidatos.
Hacia el bipartidismo
Una seña de identidad de las democracias liberales que imperan en los países más desarrollados y que cuentan con mayor trayectoria dentro de este sistema político es el bipartidismo.
En algunos casos, como en Estados Unidos, es radical, pues solo existen dos partidos que se alternan en el poder y que en esencia defienden el modelo económico y social, proponiendo cambios solo de matiz para el mismo.
Ese bipartidismo es también imperante en los países europeos, aunque allí conservan espacio otras opciones, mas sin posibilidad real de alcanzar el poder.
En América Latina la tendencia es menos marcada, pues los procesos políticos tienen distintas peculiaridades, aunque sí hay países con marcada preponderancia de esta estructura en la que dos institutos políticos copan la representatividad de los sectores moderados de izquierda y derecha.
En El Salvador, tras 20 años ininterrumpidos bajo el sistema representativo liberal, el bipartidismo es ya una realidad. ARENA y FMLN copan el poder político y, aunque conservan recelos mutuos, cada vez parecen más capaces de establecer una alternancia normalizada en el poder.
Es un esquema que aporta estabilidad al sistema político, pero al mismo tiempo mina las expectativas de transformación económica y social que una buena parte de la población salvadoreña considera necesaria para mejorar sus condiciones de vida.
También supone que los partidos grandes fomenten y se apoyen decididamente en su voto duro, con pobreza de propuestas y poco debate de ideas, provocando una sensación de desmovilización general, de bajo interés por un proceso electoral cuyos resultados parecen estar ya cantados de antemano.
Primera campaña del FMLN en el poder
Aun así, esta campaña ha estado presidida por la novedad de que por primera vez el FMLN ha tenido que defender su gestión en el gobierno de la nación, algo que ha marcado todo su desarrollo.
El partido de izquierda, que ganó las elecciones presidenciales de 2009 y desbancó del poder a ARENA tras dos décadas ininterrumpidas, ha centrado su campaña en la necesidad de más apoyo ciudadano para continuar con el proceso de cambio que dicen haber iniciado en el gobierno y en la pasada legislatura, en la que tuvieron el mayor número de diputados y aprovecharon la división del grupo parlamentario de ARENA.
«El cambio sigue» ha sido el lema central del FMLN, que ha hecho bandera de programas sociales impulsados por el gobierno y gestionados por los ministros del partido en el Ejecutivo, en especial la entrega de paquetes escolares que lleva a cabo el Ministerio de Educación y la reforma integral que impulsa el Ministerio de Salud.
También se han apoyado en algunas iniciativas legislativas impulsadas por su grupo parlamentario que ya son una realidad, en especial la recientemente aprobada Ley de Medicamentos.
No obstante, los magros resultados obtenidos por el gobierno en áreas cruciales como la seguridad o la economía han constituido el mayor lastre para el FMLN, que paradójicamente no ha tenido capacidad de decisión en el ámbito económico en ningún momento y perdió el aparato de seguridad a finales del pasado año por decisión del presidente Mauricio Funes.
Asimismo, son la seguridad y la economía las banderas de ARENA en la campaña, los asideros que ha utilizado para construir un ataque continuo a la gestión de un gabinete que los tricolores presentan sin discusión como «el gobierno del FMLN», aunque éste no controle buena parte del mismo.
Lo que analistas y encuestas parecen dibujar es que el FMLN podría experimentar en alguna medida un voto de castigo por no haberse visto avances importantes en la mejora de las condiciones de vida de la población ni en la lucha contra la delincuencia y la impunidad rampantes que convierten a El Salvador en uno de los países más violentos del mundo.
Termina una campaña, comienza otra
Hay unanimidad en cuanto a que una vez celebradas las elecciones de este domingo, el lunes 12 de marzo comienza ya la campaña para las presidenciales de 2014.
Los dos grandes partidos no han dado pistas sobre los candidatos que podrían presentar, y el resultado que obtengan en esta elección a diputados será una piedra de toque para decantarse por un perfil u otro.
En el caso de ARENA, las encuestas se han empeñado en encumbrar al alcalde de San Salvador, Norman Quijano, como el preferido por sus votantes. Sin embargo, no faltan analistas que consideran que a Quijano «le queda grande la camisa de candidato presidencial». Por otra parte, ARENA tiene fresco el fracaso estrepitoso de su último candidato, Rodrigo Ávila, apoyado por el entonces presidente de la República y líder del partido Elías Antonio Saca.
Es por ello que la dirigencia actual del partido de derecha, que maneja el ex presidente Alfredo Cristiani, posiblemente se decante por alguien más del gusto de la clase económicamente dominante del país, como Luis Mario Rodríguez, o incluso alguien que forme parte de la misma, como Roberto Murray Meza o algunas de las caras visibles de las gremiales del sector privado.
Por parte del FMLN, las opciones también están abiertas. Aunque el dirigente efemelenista José Luis Merino manifestó hace unos días que ya tienen decidido a su candidato presidencial, el secretario general, Medardo González, aseguró en una entrevista concedida a ContraPunto que la Comisión Política del partido había decidido no hablar de ello hasta después de estas elecciones y que el resultado de las mismas podría influir en la decisión final.
El partido en el gobierno tiene claro que para ganar debe encontrar un candidato capaz de aunar voluntades de dentro y fuera de la organización, al igual que hizo Mauricio Funes en 2009.
Así, se cierra la puerta a algunas personas que tienen poder y aceptación dentro del FMLN pero no fuera. Entre los miembros del partido, suenan nombres de personas con perfil moderado, como Óscar Ortiz o el ministro de Relaciones Exteriores, Hugo Martínez, que por otra parte se sabe que no cuentan con el apoyo de la dirección.
Además, el resultado de la elección de diputados de este domingo también influirá en la relación entre FMLN y gobierno. Si los resultados son malos, el partido podría decantarse por adoptar una posición más beligerante con las políticas de asentamiento del modelo neoliberal que impulsa el Ejecutivo de Funes, la política represiva de seguridad que están impulsando los nuevos responsables de la misma o la profundización de la relación con Estados Unidos, asuntos que no agradan a la militancia de base.
Todo ello también afectaría la elección del candidato de izquierda para la presidencia, que en cualquier caso, dado el carácter eminentemente conservador de la mayoría del electorado, deberá ser una figura concertadora y moderada.
Fuera de los dos grandes partidos aparece en el horizonte una figura que cada vez va tomando más fuerza como candidato para 2014. No es otro que el ex presidente Saca.
En los últimos días ha aparecido en varios medios anunciando que se quiere presentar nuevamente para ocupar la Presidencia de la República, con el mensaje de la necesidad de unidad de la derecha para vencer al FMLN.
Su papel de mentor de GANA es ya incuestionable, y los responsables de ese partido no han perdido oportunidad de loar la figura de Saca y de manifestar su deseo de que sea su candidato en 2014.
Así que todo parece dispuesto para que Saca se ponga el chaleco naranja en la próxima campaña. La apuesta sería, dado el escenario político, aunar suficientes votos como para convencer a ARENA que él es el mejor candidato de la derecha en el país. No parece fácil que el partido de Cristiani, que expulsó a Saca de sus filas en 2009 y profesa por GANA una animadversión nunca escondida por la «traición» que supuso su nacimiento, dé su apoyo a Saca para que vuelva a ser presidente.
Sin embargo, en este país la política está muy ligada al nivel de inversión que se esté en condiciones de realizar. Por lo visto en esta campaña, las posibilidades económicas de GANA son muchas, con lo cual no se puede descartar ningún escenario futuro.
Como se suele decir, en este país nunca digas esto es el colmo.