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Perú, sin queso ni tostada

Fuentes: Rebelión

El caso de corrupción de Odebrecht y los impactos económicos generados por el fenómeno de «El Niño», así como las políticas de ajuste que el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) viene implementando desde hace año y medio, dejan un 2017 con mucho que desear en Perú. Lo macro Las proyecciones de crecimiento fueron reflejo […]

El caso de corrupción de Odebrecht y los impactos económicos generados por el fenómeno de «El Niño», así como las políticas de ajuste que el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) viene implementando desde hace año y medio, dejan un 2017 con mucho que desear en Perú.

Lo macro

Las proyecciones de crecimiento fueron reflejo de las diversas vulnerabilidades. Pese a haber iniciado el año con buenas perspectivas que apuntaron a una expansión de 3,8% del Producto Interno Bruto (PIB), el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) redujo sus expectativas en más de una ocasión: ocho décimas menos hasta alcanzar un 3% en mayo y nuevamente en agosto recortaron el pronóstico a un 2,8%.

Es obvio que el crecimiento no será el previsto inicialmente. Sin embargo, desde inicios del segundo semestre, el Producto Interno Bruto peruano transita lo que desde la voz oficial se cataloga como «la primera fase de recuperación» de un ciclo que, según predijo el MEF en su marco macroeconómico multianual, durará hasta mediados de 2019, y será potenciado por el proceso de reconstrucción y el despliegue de infraestructura necesario para los Juegos Panamericanos de los que el país es anfitrión ese año.

Antes de ello, desde el MEF se proyectan obtener los primeros frutos de la reforma tributaria propuesta por el ejecutivo que a esta fecha ya fue ingresada al Congreso para su discusión y cuyos objetivos centrales apuntan a modificar tres puntos claves:

  • Régimen tributario Mediana y Pequeña Empresa.
  • Declaración y repatriación de capitales en el extranjero.
  • Impuesto General a las Ventas (IGV).

Aún leyendo las letras pequeñas del proyecto, es difícil evaluar el resultado final de la reforma. Sin embargo, a priori, los números son más pesimistas que los estimados por el gobierno de PPK algo que sigue generando preocupación entre los expertos, quienes consideran que podría tener un efecto contrario al prometido, especialmente en lo que respecta al mundo laboral, teniendo en cuenta que:

  • Cerca del 80% de la población empleada trabaja en el sector informal, lo que los deja por fuera de las garantías mínimas para una vejez digna.
  • Al menos 22% de los trabajadores en el sector formal mantiene contratos laborales indefinidos.

La reactivación de la demanda interna y el estímulo a las inversiones es otra preocupación. Para nadie es un secreto que el ejecutivo peruano lidera una administración abierta a la inversión privada extranjera y al igual ha hecho Mauricio Macri en Argentina, ha comprometido una lluvia de nuevos financiamientos para paliar la merma en la recaudación fiscal.

El detalle está en los sectores que desde el ejecutivo se invita a invertir. Aquí entra en juego la minería cuya producción – según el Ministerio de Energía y Minas – aporta alrededor del 15% del PIB y además, es el principal sector receptor de Inversión Extranjera Directa – para el tercer trimestre del año registraron un alza del 6% -. De acuerdo con los planes del gobierno de PPK, se simplificarán los permisos mineros para atraer nuevas inversiones con la esperanza de que los altos precios de los metales ayuden a impulsar US$10 mil millones en nuevos proyectos en 2018.

Todo parece indicar que Perú, cuya senda de crecimiento de la última década ha estado guiada bajo la visión triunfalista de un modelo de crecimiento basado principalmente en la exportación de minerales e hidrocarburos, seguirá evadiendo reformas estructurales a largo plazo como la justicia tributaria o la diversificación productiva del país.

En año y medio de gobierno, PPK y su tren ejecutivo no han presentado políticas con las que la economía peruana pueda ser capaz de mitigar efectivamente los choques adversos como los de inicio de año, ni prevenir mayores impactos externos relacionados con factores impredecibles como la volatilidad de los precios energéticos o la velocidad del ajuste de la política monetaria en Estados Unidos.

Lo micro

Si en lo macroeconómico PPK aún no ha podido cumplir las altísimas expectativas acumuladas alrededor de su pasado como banquero, en lo social lo esperado es mucho menos consolador.

La desigualdad en Perú es sustantiva y si bien es cierto que la dilatación de esta brecha persiste desde hace ya varios gobiernos, PPK tampoco muestra demasiada voluntad política para mejorar en algo esa situación y cumplir con sus promesas electorales. De hecho, recientemente el ejecutivo reajustó una de sus metas planteadas para 2021:

  • Reducirá la pobreza de un 20,7% a un 15 % y no a un 10%, como inicialmente ofreció.

El sinceramiento de este objetivo no sería cuestionable si no fuera por el hecho de que dicha rebaja responde a un recorte a la inversión pública en el presupuesto de 2018 para sectores sensibles como:

  1. Salud. La partida se incrementará en menos de un punto porcentual, poco en comparación del 2% de 2016 y todavía lejos de la meta del 4% prometido por Kuczynski.
  2. Educación. La inversión se rebaja en un punto pasando a un 5%, cuando antes era de un 6%.

Esto sin contar que desde sus inicios el gobierno de PPK encargó a un grupo de ‘expertos’ la elaboración de propuestas para reformar el sistema de pensiones y el sistema público de salud.

Es la política de abrir un hueco para tapar otro.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.