El Gobierno de Syriza en Grecia ha lanzado el denominado Plan Salónica, que ha puesto quisquilloso a los «dueños de Europa» impulsando 11 medidas que tienen más de sentido común y solidaridad con el débil que de medidas revolucionarias o que pongan en peligro a la fortaleza europea. Esos «dueños» que es hablar de la […]
El Gobierno de Syriza en Grecia ha lanzado el denominado Plan Salónica, que ha puesto quisquilloso a los «dueños de Europa» impulsando 11 medidas que tienen más de sentido común y solidaridad con el débil que de medidas revolucionarias o que pongan en peligro a la fortaleza europea.
Esos «dueños» que es hablar de la troika, en lenguaje llano un grupo de decisión formado por el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI) vociferan a los cuatro vientos que Grecia debe ceñirse a la estabilidad emanada de los tecnócratas de Bruselas so pena de terminar saliendo de la bucólica, ensoñadora pero injusta arquitectura política-económica denominada Unión Europea.
El Primer Ministro Griego, Alexis Tsipras, flamante ganador de las elecciones de enero pasado lanzó el Plan Salónica contra la pobreza y la exclusión. Dos conceptos que en el último lustro se han enseñoreado del país helénico, tras las medidas draconianas impuesta por el Eje Berlín-Paris. Esto, a través de sus exigencias de ajustes fiscales, recorte en los gastos sociales, precarización del empleo y pauperización social, para conseguir el dinero que el Banco Central Europeo debía prestarle a Grecia, que en un juego de Birlibirloque volver a entregárselo al mismo Banco. Un acto de magia considerado irracional, injusto y violatorio para los derechos de millones de griegos.
Tsipras habla de un plan destinado a atajar «la emergencia humanitaria» que vive Grecia. No ha sostenido que dará marcha a un proceso de revolución o de desmarque de la Unión Europea, menos aún solicitar 130 mil millones de Euros al BCE como lo hicieron sus antecesores para salvar a los mismos que condujeron a Grecia a su actual Estado. Tsipras habla de modestos 2 mil millones de euros, para hacer frente a la emergencia social. Dinero que se pretende recaudar con una lucha más eficiente contra la evasión fiscal y nuevos impuestos para las rentas más altas. Nada del otro mundo pero que ya ha significado duros ataques frente a lo que los privilegiados de siempre consideran hoy «medidas populistas».
11 puñaladas al corazón de la troika
Once medidas encaminadas a dar comida, luz, techo y sanidad a 300 mil hogares. Una nueva moratoria de los desahucios en viviendas de valores menores a los 200 mil euros. Aumento del salario mínimo desde los 586 euros a los 751. Todo ello acompañado de una reforma laboral para generar condiciones laborales dignas a la población menor de 25 años cuyos índices de desempleo alcanzan el 50%
Como punto cuatro el ejecutivo griego determinó que usar el transporte público no puede ser tan malo para los altos cargos gubernamentales, si millones de griegos lo hacen, por tanto disminuirá a la mitad los 7.500 autos oficiales. Se reduce también el número de escoltas y el 30% del personal de la sede de gobierno, sumándose la venta de uno de los tres aviones con que cuenta el ejecutivo helénico. Se definió también el volver a contratar a 3.500 funcionarios que habían sido despedidos en anteriores administraciones. Igualmente se reabrirá el Canal de televisión Público, cerrado por el Gobierno de Antoni Samarás el año 2013. De esa forma, según Tsipras «reparar el crimen contra el pueblo griego y la democracia».
La medida número siete, considerada en gran parte de las culturas, un número de buena suerte va encaminada a detener las privatizaciones, quedando prohibido vender bienes nacionales para pagar deudas. Ello implica revisar la venta de 70 islas que tenían como objetivo reducir el déficit público. Revocar la venta del Puerto del Pireo a capitales chinos, como también no vender su participación estatal en la principal generadora de electricidad de Grecia. Tsipras anunció que no privatizará las redes y la infraestructura del país que «son nuestro capital nacional, la riqueza natural y mineral». El primer ministro no escondió su interés por captar la inversión extranjera y todas aquellas inversiones que generen empleo, siempre que favorezcan el «interés público».
Tsipras y sus «medidas revolucionarias», aquellas que causan tanto escozor en los altos cargos de la Unión Europea, decidió restaurar el sistema sanitario universal y gratuito en una sociedad donde el 35% de la población no tenía acceso a la salud ya sea por no tener cobertura tras un año de desempleo o por no pagar las cotizaciones para un sistema sanitario privado que se había impuesto sobre el tradicional modelo sanitario griego. En momentos que Europa vive una ola de islamofobia, de incremento de los partidos xenófobos, el Gobierno de Tsipras, a contracorriente, definió que todo hijo de inmigrantes nacidos en Grecia tendrán derecho a la nacionalidad griega, que seguramente le traerá alguna dificultad con su socio de Gobierno el ANEL, partido de Derecha nacionalistas Griegos independientes. Pero, ahí está la medida y la voluntad de Syriza de llevarlo adelante, que para eso tiene mayoría en el Parlamento.
En el plano de las pensiones, capital fresco y siempre recurrente para las medidas de ajuste del modelo neoliberal y que afectan las futuras jubilaciones de millones de personas, Tsipras decidió subir las pensiones que será financiado con los ingresos derivados de la explotación de las riquezas naturales. Finalmente, el Gobierno de Tsipras, para generar aún más desazón en la troika, que ve con alarma como estas medidas «radicales» pueden tener un efecto de contagio en España, Italia, Portugal e Irlanda, donde se viven situaciones de crisis económicas y sociales, ha decidido luchar contra la evasión fiscal – que llegó a cifras del 60% – mediante la decisión de ¡que paguen los que más tienen». Los tramos de la declaración de la renta serán modificados para que aquellas personas con ingresos menores a 12.000 euros anuales no tengan que pagar este impuesto, al mismo tiempo que aumentan los controles de los grandes depósitos. De igual forma, Syriza ha anunciado la eliminación del impuesto sobre las primeras vivienda, una medida que vendrá acompañada por la creación de un nuevo impuesto sobre las grandes propiedades
Tsipras ha decidido acometer 11 medidas que devuelvan algo de dignidad a una sociedad que estaba en el suelo, sometida a los dictados de la troika, con altísimos índices de desempleo, con el aumento de los índices de marginalidad y pobreza urbana. Con procesos de privatización que quitaban la riqueza conseguida tras decenas de años de esfuerzo social. Hoy Syriza y sus medidas han puesto en la mesa europea dos vías: una a saber si la prioridad del nuevo Gobierno griego y con ello un ejemplo para el resto del mundo es pagar a los acreedores que han esquilmado a las sociedades o la decisión es avanzar por el bienestar social a partir del triunfo y el voto de confianza ganado a punta de votos.
La respuesta de Tsipras y su Gobierno está en esa mesa: 11 medidas y avanzar hacia la satisfacción de las necesidades del pueblo griego. Para la troika que es hablar de Alemania y Francia la renegociación no tiene cabida: Grecia debe pagar, so pena de someterse a los más terribles pronósticos y para ello debe seguir privatizando (lo poco que queda) reducir las remuneraciones, despedir a funcionarios públicos, elevar impuestos – pero no precisamente a los que más tienen y reducir el tamaño del Estado. El escenario está instalado, la mesa está servida, los comensales en la mesa y 10.5 millones de griegos y otros tantos millones de españoles, portugueses e Irlandeses viendo como acaba esta batalla que acaba de iniciarse.
Articulo del Autor cedido por Hispantv
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