Cualquiera que estuvimos en la cumbre climática de Katowice, la COP 24, alucinamos con el nivel de uso de carbón para producción eléctrica y la contaminación consecuente. Algo también asociado a este tipo de energía es obviamente el calentamiento atmosférico , del que pese a no percibirse a simple vista, ya tenemos suficiente evidencia. Al ser el carbón mineral químicamente principalmente carbono, al quemarse produce grandes volúmenes de dióxido de carbono (CO2), que liberado en la atmósfera funciona como una manta calentando la tierra por encima de los límites normales. En Katowice (o Coalvice, “vicio por carbón”), la cumbre se celebró cerca de una mina en desuso. Porque ahora ya no hace falta ir bajo tierra, sino que se levanta el manto y arrasa con todo (minería a cielo abierto). En Katowice el cielo es gris por la quema del carbón en su central. Es lo que en el Reino Unido denominaron a inicios de la revolución industrial “esmog” (de “smoke” humo, y “fog”, niebla), para referirse a esa niebla antropogénica. Y cuando nieva, la nieve es también negra.
Después de Alemania con 4 cumbres climáticas, ningún país del mundo ha acogido tantas como Polonia, que ha organizado tres: Poznan en 2008, Varsovia en 2013 y Katowice en 2018. Tres en diez años. Todo ello se corresponde con su deseo de frenar la eliminación de la energía térmica de carbón en la agenda mundial. Y obviamente, nos sorprendió que a estas alturas, en 2018, todavía siguieran intentándolo.
Sin embargo, a la contaminación cotidiana se sumó el efecto de esas cumbres, que conllevan la celebración de contra-cumbres con el flujo de muchos activistas internacionales, que incentivan a las activistas locales. Igualmente han afectado las decisiones internacionales, y Polonia comienza a dar su brazo a torcer. Sus emisiones conllevan el pago de grandes sumas en permisos europeos de emisión de carbono. Igualmente, se han encontrado con la negativa de bancos a financiar sus proyectos de carbón. Todo ello, pese al poder que ostenta en su economía, ha hecho que la producción eléctrica con carbón resulté menos rentable.
Como decimos, en ello tiene que ver el hacer de activistas locales, en unas condiciones muy poco propicias, porque como Greenpeace planteó en una pancarta “¿Quién gobierna Polonia? ¿la industria del carbón o su gente?”. Porque como también aprendimos en Katowice, la industria del carbón tienen gran poder en ese país. Emplean a mucha gente (80.000 personas en todo el país), tienen grandes beneficios y subvencionan muchas actividades, y por ello nadie se atreve a posicionarse contra ellos. Así, Polonia es el único miembro de la UE que se niega a comprometerse con la neutralidad climática para 2050 y prevé la continuación de la extracción de carbón hasta entonces.
El gobierno polaco incluso rechaza la decisión del máximo tribunal de la Unión Europea de cerrar la mina de lignito en Turów, de la estatal polaca PGE (Polska Grupa Energetyczna). La licencia ambiental de Turów expiraba en abril del año pasado, pero el gobierno se la renovó hasta 2040. Pero la expansión de la mina también era geográfica ya que llegaba a 100 metros de la frontera con la República Checa y cerca del territorio alemán. Ello creó un conflicto con esos países y también dentro de la UE.
La demanda ciudadana contra el gobierno
Ahora cinco ciudadanas polacas, amparadas por la organización legal medioambiental ClientEarth y el bufete Gessel, han llevado a su gobierno a los tribunales. La razón esgrimida es que éste no les ha protegido de los efectos de la crisis climática, vulnerando sus derechos a la vida, la salud y la vida familiar, derechos recogidos por la Constitución polaca.
Los tres primeros casos fueron presentados hoy 10 de junio. Las denunciantes son Monika Stasiak, Małgorzata Górska y Piotr Nowakowski. Este último vive en un bosque de Gran Polonia, afectado por las cada vez más frecuentes fuertes tormentas e incendios. Estos fuegos amenazan cada vez más su casa y por tanto su seguridad. Las otras dos denunciantes se dedican a la actividad turística, y sufren también el efecto meteorológico severo. Se da la paradoja que una ha sido afectada por una intensa sequía, mientras que la otra por inundaciones.
A estas denuncias se sumarán otras dos al final del mes. Estos serán presentados por Piotr Romanowski y por Maya Ozbayoglu. El primero es un agricultor que ha perdido la mitad de sus ingresos por la sequía que afectó sus cultivos. Ozbayoglu es una activista climática de 18 años.
Esta es la primera vez que el gobierno polaco es llevado a los tribunales por sus propios ciudadanos por su política climática. Los demandantes quieren que el gobierno polaco se comprometa a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 60% para 2030 en comparación con los niveles de 1990, y a ser neutral desde el punto de vista climático para 2043. La demanda es incluso más ambiciosa que los propios objetivos de la UE.
Y la central y mina de carbón más contaminante de Europa a punto de cerrar
ClientEarth ya ha presentado otras demandas contra las infraestructuras de carbón de Polonia, como hace dos años, consiguiendo paralizar el proyecto de una nueva central de carbón, Ostrołęka C. La central está siendo ahora desmantelada.
Pero sin duda el logro más significante de ClientEarth fue esta semana, ya que también consiguió el anuncio de cierre la central eléctrica mayor y más contaminante de Europa: la central térmica de carbón de Bełchatów. Este cierre se producirá paulatinamente. Esta central produce entre 27 y 28 teravatios (27/28 millones de kilovatios!) por hora de electricidad al año, el 20% de la energía total de todo el país. La central térmica de Bełchatów tiene casi un kilómetro de largo, y chimeneas de más de 275 metros de altura. También es propiedad de la estatal PGE, Grupo Energético Polaco. Junto a la central, se anunció también el cierre de la mina a cielo abierto de lignito que abastece a esta central. El lignito es uno de los tipos de carbón más contaminantes, debido a su baja densidad. Y esa baja densidad, además, obliga a quemar enormes cantidades.