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Por una agenda estratégica de América Latina (2/2)

Fuentes: Alai

Una alianza desde el Sur La coyuntura latinoamericana contemporánea, que mostró grandes avances en los proyectos y procesos de integración regional, a partir de un nuevo ciclo de acumulación política de las fuerzas progresistas y de izquierda en la región que se inicia con el siglo XXI, se muestra, hoy en día, como un amplio […]

Una alianza desde el Sur

La coyuntura latinoamericana contemporánea, que mostró grandes avances en los proyectos y procesos de integración regional, a partir de un nuevo ciclo de acumulación política de las fuerzas progresistas y de izquierda en la región que se inicia con el siglo XXI, se muestra, hoy en día, como un amplio espacio de disputa entre dos proyectos antagónicos.

De un lado, están los intentos de reorganización de los intereses hegemónicos de EE.UU. en la región, articulados a un creciente proceso de militarización y a estrategias multidimensionales de desestabilización política de los gobiernos democráticos en la región. Entre los principales instrumentos de esta estrategia se utilizan las guerras psicológicas y económicas que cuentan con poderosos aliados locales, particularmente los medios de comunicación monopólicos y las empresas transnacionales que operan globalmente a partir de una estrategia bien definida.

Por otro lado, se encuentran los diferentes proyectos de integración que, desde una visión soberana, están desarrollando diversos mecanismos de integración política, económica y cultural que, a pesar de los diferentes ritmos, han conseguido avanzar en la formulación de una agenda latinoamericana. Sin embargo, esta agenda aún adolece de una visión estratégica capaz de colocar en tensión todas las fuerzas y potencialidades de la región que le permita ejercer un papel más activo y de mayor impacto en los cambios profundos que se vienen desarrollando en el sistema mundial.

A la dinámica compleja de integración de los Estados y gobierno, acompaña también la integración de las naciones, de los pueblos y de los movimientos populares, que han mostrado un creciente poder de presión social y participación en la elaboración de políticas públicas, que refleja la creciente madurez del movimiento democrático.

En este contexto, la diplomacia regional adquiere una densidad sin precedentes. Un conjunto de nuevas articulaciones se traduce en instituciones subregionales, regionales y continentales, que transforman el proceso de integración en una compleja realidad donde están involucrados los Estados y los gobiernos, acompañados de un proceso, a veces paralelo, a veces convergente, de integración y unidad de los pueblos y de los movimientos sociales, incluyendo a los sindicatos y a los movimientos campesinos y estudiantiles que ya tenían una cierta tradición de integración en la región. Forman parte de este nuevo cuadro la afirmación de la identidad de los pueblos originarios que se convierte, al mismo tiempo, en inspiración e instrumento de movilización política capaz de transformar los Estados y crear nuevos principios constitucionales. De esta forma se redefine la relación con la naturaleza, confiriendo al movimiento ambientalista un sentido político y filosófico más profundo.

Un principio que adquiere cada vez mayor centralidad es el de la soberanía, como la capacidad de autodeterminación de los Estados, las naciones, los pueblos y las comunidades. Esta soberanía significa también la apropiación de la gestión económica, científica, social y medioambiental de los recursos naturales, que permita elaborar nuevas estrategias y modelos de desarrollo en beneficio de los pueblos.

La aproximación de América Latina a China, a Rusia y a los BRICS en su conjunto, representa una oportunidad de desarrollar alianzas estratégicas que dejen de reproducir el modelo primario exportador y se orienten hacia el desarrollo integral de sus pueblos. Se trata de acometer una profunda ruptura con la visión extractivista y los devastadores efectos sociales, económicos y ambientales que esta práctica acarrea y avanzar hacia un proceso de reapropiación social de la naturaleza y de los recursos naturales como base para el desarrollo y bienestar de los pueblos.

Se hace necesaria una política regional de industrialización de los recursos naturales. Esta política precisa apropiarse de la investigación científica y tecnológica, orientada al desarrollo de tecnologías de extracción que tengan el menor impacto ambiental posible, al conocimiento profundo de los materiales y su aplicación industrial, a la innovación tecnológica y a los nuevos usos industriales. Estos objetivos exigen también la creación de instrumentos de análisis para una gestión más eficiente de estos recursos.

Al mismo tiempo, es necesario tener claridad sobre el crecimiento de la disputa por minerales como una de las tendencias dominantes en el plano mundial. América Latina aparece como una de las grandes regiones en disputa. La diversidad de actores mundiales puede ser utilizada como instrumento positivo para asegurar la soberanía y aumentar la capacidad de negociación de la región.

La creciente aproximación entre las potencias emergentes, BRICS, el estrechamiento de las relaciones entre China y América Latina, la nueva dinámica de la cooperación Sur-Sur, abren un nuevo ciclo histórico de afirmación del Sur, basado en los principios de cooperación, autodeterminación y soberanía que inspiraron la declaración de la Conferencia de Bandung.

América Latina tiene una oportunidad histórica de desarrollar una cooperación estratégica con los países del Sur que le permita romper la relación de dependencia que marcó su inserción en el sistema mundial. Dejar de reproducir el modelo primario exportador significa poner en marcha estrategias de industrialización regional basadas en el desarrollo científico-tecnológico y en la producción de conocimiento y de información orgánicas a este proceso. Para este fin, se hace necesario asegurar y profundizar los avances democráticos conducidos por las fuerzas populares. Esto significa la construcción de una gran agenda estratégica que no se limite a administrar coyunturas impuestas por la dinámica mundial, sino que se proponga conducir el destino de la región.

Cabe a los países de la región aprovechar esta oportunidad o reproducir la lógica de la dependencia y la sumisión a los centros de poder del capitalismo mundial. La recuperación del espíritu de Bandung se convierte en una herramienta de transformaciones globales y representa la principal amenaza para las estrategias imperiales en la compleja geopolítica mundial.

– Monica Bruckmann es socióloga, profesora de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y directora de investigación de la Cátedra UNESCO sobre Economía Global y Desarrollo Sustentable, REGGEN. Theotonio Dos Santos es sociólogo, presidente de la Cátedra UNESCO sobre Economía Global y Desarrollo Sustentable, REGGEN, profesor de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ).

Esta es la segunda parte del artículo publicado en la edición 504 (mayo 2015) de la revista América Latina en Movimiento, titulado «60 años después: Vigencia del espíritu de Bandung». http://www.alainet.org/es/revistas/169851

URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/169906