«Un servidor de pasado en copa nueva», sería, en el vocabulario del cantautor Silvio Rodríguez, la maza sin cantera. Del presidente Danilo Medina, hay que decir que es un servidor de pasado en cualquier copa. ¿Acaso es nueva la demagogia? Los analistas políticos que dicen estar maravillados con las promesas contenidas en el discurso de […]
«Un servidor de pasado en copa nueva», sería, en el vocabulario del cantautor Silvio Rodríguez, la maza sin cantera. Del presidente Danilo Medina, hay que decir que es un servidor de pasado en cualquier copa. ¿Acaso es nueva la demagogia? Los analistas políticos que dicen estar maravillados con las promesas contenidas en el discurso de toma de posesión del 16 de agosto, sencillamente buscan justificar con ello su decisión de insertarse en alguna instancia del poder político.
No es cierto que para contribuir con el mejoramiento de la educación hay que adocenarse o adherirse al proyecto politiquero que propone Danilo Medina. Si el nuevo presidente decide asignar a la Educación el 4% del Producto Interno Bruto, como está consignado en una ley general que data de 1997, responde con ello a un requerimiento del sector empresarial, que demanda fuerza de trabajo capaz de responder a los requerimientos del modelo económico que se aplica.
A los sectores conscientes de la población les queda presionar para que mejore la calidad de la educación, no para satisfacer al empresariado, sino para fomentar la educación en valores y en el conocimiento dirigido a fomentar la capacidad de autogestión y la vocación transformadora.
Sus asesores en materia de imagen y de comunicación trataron de disimular la condición de político gris que siempre ha tenido Danilo Medina, introduciendo en el discurso de toma de posesión frases sensibleras que no necesariamente cabían en el contexto, y frases altisonantes de las que acostumbra a pronunciar Leonel Fernández, quien heredó ese elemento de la oratoria de Joaquín Balaguer.
Eso es servir pasado, y, más aún, servir lo peor del pasado.
¿Por qué, si tanto le preocupa a Danilo Medina la suerte de los desposeídos, colaboró, en el primer gobierno de Leonel Fernández, con la privatización y aconsejó no permitir la formación de sindicatos, además de dirigir un gabinete en el cual a los secretarios de Estado se les aumentó el sueldo para lavar con ese aumento las fortunas y capitales hijos del saqueo al erario?
La promesa de no negociar con la mediocridad ni con los corruptos, la pronunció Danilo Medina horas antes de rehabilitar con nombramientos a personas que, tras feos escándalos, el propio Leonel Fernández había colocado en armarios cerrados con llave, y ratificar en sus puestos o mover de uno a otro ministerio a figuras con similar definición. Se puede mencionar a Felucho Jiménez, nombrado en Refidomsa, a Francisco Javier García y Carlos Morales Troncoso, ratificados en Turismo y en Relaciones Exteriores, y al jefe de la Policía, quien ha sido tan sanguinario como su antecesor, Rafael Guillermo Guzmán Fermín.
¿Se ajustarán ahora a los requerimientos de transparencia, limpieza y todos los demás términos que pronunció Danilo Medina? ¿Pagarán el desastre que han hecho?
A quienes han señalado que Danilo Medina no se refirió a Falcondo, a la Barrick Gold y, en sentido general, a las concesiones para minería a cielo abierto y para fábricas que dañan el medio ambiente, hay que recordarles que él jamás ha cuestionado la definición de seguridad jurídica que maneja Leonel Fernández, y que tampoco ha roto las amarras con los Bush, los reyes de España y otras figuras políticas con intereses en empresas depredadoras.
Y, hablando de amarras y sucios amarres, el programa fondomonetarista sigue siendo presente y amenaza. ¿No sintieron los «ilusos» de nuevo cuño en el discurso de Danilo Medina la presencia del proyecto de profundizar la aplicación de esa política? Por eso tampoco habló de la presencia militar yanqui en el país.
No es esa la plataforma de un transformador, o siquiera de un tímido reformador. Hay que preguntar por qué fingen estar cargados de ingenuidad quienes dicen creerlo…
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