Jean-Luc Melenchon, además de haber sido dirigente estudiantil, líder sindical, periodista y profesor de francés, también hizo parte de la dirección nacional del Partido Socialista, PS, una de las más importantes formaciones políticas del país, de la cual se retiró para conformar el Partido de Izquierda (Parti de Gauche) en febrero 2009. El ex senador […]
Jean-Luc Melenchon, además de haber sido dirigente estudiantil, líder sindical, periodista y profesor de francés, también hizo parte de la dirección nacional del Partido Socialista, PS, una de las más importantes formaciones políticas del país, de la cual se retiró para conformar el Partido de Izquierda (Parti de Gauche) en febrero 2009. El ex senador Melenchon es diputado europeo.
Es de los escasos políticos europeos que conocen de los procesos políticos y sociales que se viven en Sudamérica. Su interés por este lado del mundo se dio a partir del golpe de Estado en Chile contra el presidente Salvador Allende, en septiembre de 1973. Este sangriento suceso lo puso frente a otras dos dictaduras, la de Argentina y Uruguay. Recuerda que esos fueron «los tres primeros países latinoamericanos que entraron en mi campo de análisis».
Hernando Calvo Ospina. La dirigencia de la izquierda en Francia ¿cómo ve sus análisis sobre los procesos políticos y sociales que se desarrollan en países como Venezuela, Bolivia o Ecuador?
Jean-Luc Melenchon. La casi totalidad de los dirigentes de izquierda han considerado mis reflexiones sobre América Latina como una diversión, un exotismo. En particular los dirigentes del PS, con los cuales ha sido imposible tener una discusión seria sobre ese tema, porque son parte de la pobreza intelectual, cultura, política y socialista que vive buena parte de la izquierda europea.
Es que los dirigentes del PS francés, y de la socialdemocracia europea en general, son personajes a los cuales yo considero como «pollos de engorde». Ellos vienen de las grandes escuelas, sin ningún pasado de implicación en las luchas populares, y aún menos han conocido el internacionalismo político. Suben en la escala política creyendo que su discurso de gestiores es socialismo. Y lo hacen creer.
Esta dirigencia nunca ha comprendido lo que pasa en América Latina porque no le ha interesado. En el mejor de los casos se contenta con recitar el subproducto de la propaganda estadounidense que aparece en la mayoría de medios de prensa.
La socialdemocracia europea no está interesada en tomar lecciones del método político que se está viviendo en Sudamérica. No quiere ni saber que los latinos se cansaron de las recetas del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y de sus políticos tradicionales. Y debería de aprender, porque aquí el pueblo va en ese camino, y podría quedar más aislada de lo que ya está.
El presidente Hugo Chávez ha dicho: «No se quiere entender que para distribuir las riquezas entre los pobres se deben cambiar las instituciones». Y el mismo Chávez nos pregunta: «¿Es que existe una alternativa? ¿Dónde están los magníficos modelos de ustedes, los europeos, que nosotros debemos imitar?». Y tiene razón, pues lo que tenemos para mostrarles, para poner sobre la mesa, es el modelo griego, en cuya cabeza está el presidente de la Internacional Socialista, de la socialdemocracia, Yorgos Papandreu (hijo), el que se hizo elegir con un discurso de izquierda y luego vendió el país a los banqueros. Y ahí tenemos los resultados.
Por eso les he dicho a esos dirigentes que tengan la boca cerrada, y que miren con respeto el camino que proponen Chávez, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador o José Mújica en Uruguay. No para imitarles, sino para aprender. Pero no, la arrogancia no los deja, a pesar de que la socialdemocracia está varada, y que ni sus mismos dirigentes creen en ella como proyecto. Prefieren decir que el mercado es una potencia que no se puede manejar, una fuerza que va pero sin saber para dónde.
HCO. ¿No le parece que existe una especie de rabia entre cierta intelectualidad y muchos medios de información contra estos dirigentes, en Francia y Europa?
J-LM. El neoliberalismo impuso un increíble nivel de destrucción y regresión en las sociedades latinoamericanas. Trazó un camino para acabar con el Estado, bajo el pretexto de que era un sistema colectivo ineficaz y burocrático, por lo tanto se debía de acabar para que la empresa privada lo reemplazara. Y hoy el Estado está casi desaparecido y los servicios son malos y caros. Por eso creo que en Venezuela, Bolivia, Uruguay, Ecuador y otros países suramericanos se está tomando la buena dirección para salir de ahí.
Muchos de los que se dicen intelectuales y casi todos los medios de prensa, e incluyo a no pocos sectores de la izquierda, demuestran rabia contra Chávez y Morales, principalmente. No es suficiente que hayan llegado democráticamente al gobierno, ni que estén disminuyendo la pobreza en tiempo record, ni que alfabeticen, ni que den salud a los pobres. Estas cosas tan esenciales se toman como si fueran secundarias. El argumento de siempre es que en esos países «falta libertad». Se les reclama una libertad de prensa que en Europa no es posible, porque aquí no se puede insultar ni calumniar al presidente o al rey, ni a ninguna autoridad del Estado, y esto es lo que hace la prensa de oposición en esos países. Dicen que Chávez es un dictador, pero se olvidan de que ha ganado doce procesos electorales.
Le reprochan a Morales, a Chávez, o Correa el haberle «confiscado» el petróleo y el gas a las transnacionales. Pero esconden que esas riquezas pertenecen a esos pueblos. Y aquí la gente aplaude esas decisiones, porque en Francia y Europa también un día nos contaron que privatizando todo las cosas irían mejor, y eso ha sido una gran falsedad. El pueblo francés y el europeo están viendo cómo unos países que están a las puertas del imperio estadounidense resisten y avanzan con otro tipo de lógica, no digo modelo, de lógica, tratando de hacer otra organización social para el bien de las mayorías empobrecidas. Los ataques a Chávez, Morales, Correa o Mújica son debidos a la mala conciencia de lo que pasa aquí. Quieren ocultar que mientras ellos están reduciendo la pobreza, en nuestra casa aumenta la miseria.
HCO. Lo que uno puedo percibir fácilmente es que no son simples ataques, sino campañas bien orquestadas contra esos dirigentes.
J-LM. Escupir sobre la América Latina que cambia es la cotización básica para pertenecer al club de los «bien pensantes», de las personas que merecen el respeto y la consideración de los medios de prensa. El extraordinario lineamiento a los intereses de Estados Unidos en Francia, que ya no es ajeno a sectores de la izquierda, incrementó ese desprecio. Un ejemplo de ello son las grotescas campañas de desinformación que regularmente lanza la CIA, y que demuestran cómo sus oficinas de propaganda y de otras agencias estadounidenses se benefician de una gran complicidad y facilidades.
Con Chávez se dan ejemplos continuos. Las campañas se construyen en Estados Unidos y llegan a Francia, y demás países de Europa, por intermedio de los medios de prensa en España. Lo absurdo es que regularmente son retomadas por los partidos de izquierda como verdaderas sin tomarse la molestia de verificar. Eso lo viví en el Partido Socialista. Recuerdo que en una ocasión le pregunté al Primer Secretario del Partido si él estaba de acuerdo con un comunicado que se iba a emitir contra Chávez. Me dijo que no sabía de qué se trataba. Al explicarle que la información estaba distorsionada, decidimos averiguar de donde provenía la idea central del mensaje, hasta que llegamos a los que he considerado como «agentes de influencia» de Washington. Coincidencialmente eran personas que habían sido invitadas a Estados Unidos por instituciones políticas o universidades, con todos los gastos pagos. Es que eso crea lazos de reconocimiento, amistad y de gratitud, y se demuestran ayudando a esas campañas de opinión cuando se les pide. De esas personas existen en el PS, y en otros muchos partidos de Europa, de derecha e izquierda, ligadas directamente a las agencias de Estados Unidos porque son pagadas para que respondan a sus intereses.
HCO. Y en este contexto que describe, ¿dónde queda Cuba? No se puede olvidar que ese proceso revolucionario no ha dejado de ser atacado hace cincuenta años.
J-LM. No soy gran conocedor de Cuba, pero si soy un observador, y puedo decir que Cuba, en América Latina, beneficia de una autoridad y de una audiencia que no corresponde a lo que se dice en Europa. Aquí, cuando se habla de Cuba, es para tildarla de dictadura y para decir que faltan libertades. A esa prensa, toda ligada a Estados Unidos, solo le importa buscar a alguien que se diga disidente o preso político para volverlo héroe y lanzar sus campañas. Nunca se mencionan los casi 600 atentados que la CIA le ha preparado a Fidel Castro, ni el terrible bloqueo impuesto por Estados Unidos.
Cuba es objeto de una visión totalmente desequilibrada y absurda en Europa. Aquí se prohíbe comprender la realidad política, humana y hasta espiritual de ese país y de América Latina. Cuba produce rabia porque encarna el sentimiento de independencia, porque le ha puesto otra cara a la soberanía popular. ¿Qué soberanía popular existe en Europa, donde las naciones mismas están sumisas a Estados Unidos? O ¿qué soberanía popular existe en Francia donde, por ejemplo las mayorías votamos contra la Constitución europea y el gobierno la hizo aprobar en la Asamblea Nacional?
Se debe ser lúcido, y entender que Cuba produce rabia a los poderosos porque es el foco que mantiene la idea, el sueño vivo de poder hacer algo diferente, y que continúa a pesar de todos los problemas materiales. Yo felicito a Cuba, a su resistencia y a las contribuciones que ha hecho a la ciencia, a la cultura, al deporte y a la historia universal.
Muchos políticos, medios de prensa e intelectuales de Europa no quieren entender que en Cuba, Bolivia, Venezuela y otras naciones suramericanas las mayorías decidieron gobernarse. Y esta rebeldía latinoamericana no es nueva, ha existido desde las guerras de independencia, hace doscientos años. Los latinoamericanos siempre han estado apegados a la rebeldía por los deseos de libertad.
HCO. ¿Y para finalizar?
J-LM. Cada vez que tengo oportunidad hablo de América Latina, en particular de esos pueblos que están luchando por construir otras sociedades. En Europa se debería mirar hacia allá, porque es una fuente de inspiración, de conocimiento, lucha y optimismo, ese que tanto necesitamos. No existe otro lugar en el mundo donde eso se encuentre.
Paris, mayo de 2010
*Periodista, colaborador de Le Monde Diplomatique.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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