
Dos años después de su disolución, quedan 230 presos de ETA expuestos a una política de dispersión por el territorio español y francés. La sociedad vasca solicita el reagrupamiento de los prisioneros en el territorio vasco para enterrar definitivamente el conflicto armado. Entre las organizaciones que piden el acercamiento de presos, los curas de la teología de la liberación cumplen un papel importante.