Recomiendo:
0

Perú

¡Tarjeta roja, para Donald Trump…!

Fuentes: Rebelión

Finalmente, Nicolás Maduro confirmó ayer su asistencia a la Cumbre de las Américas que se celebrará en Lima en el mes de abril. La decisión venezolana cayó como pedrada en ojo tuerto sobre una concertada troupe anti bolivariana que sumó una chilla insoportable. En el marco de la misma, a un grupo de parlamentarios peruanos […]

Finalmente, Nicolás Maduro confirmó ayer su asistencia a la Cumbre de las Américas que se celebrará en Lima en el mes de abril. La decisión venezolana cayó como pedrada en ojo tuerto sobre una concertada troupe anti bolivariana que sumó una chilla insoportable.

En el marco de la misma, a un grupo de parlamentarios peruanos se le ha ocurrido presentar una Moción a fin que el Congreso de la República declare «Persona No Grata» al ilustre visitante, que vendrá al Perú a sustentar los anhelos de su país y a defender la soberanía de los Estados de la región condenando resueltamente prepotencia imperial desatada contra el mundo.

Los peruanos no saben realmente qué es lo que pasa en Venezuela. Un buen grupo repite como papagayo lo que lee en la «prensa grande» y lo que le «informa» la Tele basura. Piensa, entonces, que los venezolanos se mueren de hambre, y que comen desperdicios. Y tiene la idea que Nicolás Maduro es un dictador insufrible.

Y, claro, esa es la versión que proporciona, servil como siempre, la CNN, la Sociedad Interamericana de Prensa y los grandes «medios» a disposición del Gran Capital. Habría que pensar solamente en una cosa: si esos medios nos dicen eso, la verdad debe ser la opuesta.

Porque así ha sido siempre: ellos nos han dicho, por ejemplo, que la minería es sinónimo de riqueza, y la realidad peruana lo ha desmentido siempre; que el capitalismo es bienestar y progreso y el subdesarrollo y la miseria de los pueblos ha mostrado un categórico desmentido; que Estados Unidos es «guardián de la democracia», pero invade países y destruye naciones; que Cuba es «lo peor» cuando la UNESCO conoce oficialmente que tiene la mejor educación de América Latina y la OIMS elogia su política de salubridad y la pone como ejemplo para otros.

También nos dijeron en el pasado que Batista y Somoza eran líderes de sus pueblos, que Pérez Jiménez y Rojas Pinilla, eran garantía de desarrollo; que Pinochet, Videla o Fujimori encarnaban un modelo de progreso. Con todos estos antecedentes ¿debiéramos creerles cuando pretenden vendernos la idea de un país -la Venezuela Bolivariana- que se «destruye» como consecuencia de un proceso de profundos cambios sociales?

Es cuestión de pensar: los que defendieron siempre a las figuras de la Clase Dominante y sus políticas -Alan Garcia, Alberto Fujimori, Keiko Fujimori o Pedro Pablo Kuczynski- nos dicen que Nicolás Maduro «es malo». Si ellos dicen eso, bueno nomas ha de ser.

Imaginemos por un instante que en el Perú, un gobierno pretendiera atender las más elementales demandas ciudadanas –Salud, por ejemplo- y para hacerlo decretara que ella sea gratuita, y que todos los peruanos sean atendidos sin costo alguno ante cualquier dolencia que les afecte ¿Cómo reaccionaría el pueblo?. Ciertamente estaría plenamente de acuerdo y aplaudiría entusiasta esa decisión. Pero ¿cuál sería la reacción de las Clínicas Privadas?.

Algo igual podría decirse en materia de Educación. Si para servir a todos, ese gobierno decretara la educación gratuita ¿cómo reaccionarían los colegios privados, las Universidades privadas, los padres de familia que envían a sus hijos a «centros exclusivos» porque tienen billete suficiente para hacerlo?.

Pues bien, eso es lo que ocurre en Caracas, donde los dueños de la sartén por siglos, brincan de ira porque se les está quitando la posibilidad de «hacer negocio» con la salud, la educación, y otros servicios elementales.

Y esa es la razón por la que chillan también los dueños de los bancos, los grandes empresarios, los propietarios de hacienda, los casa tenientes y otros poderosos de antaño. Son ellos los que provocan -con ayuda del gobierno de los Estados Unidos y la colaboración de sus áulicos en todas partes- el desorden económico y los problemas urgentes que debe atender la sociedad venezolana.

Por lo demás, Nicolás Maduro es un Presidente electo por voluntad ciudadana y no es producto de un Golpe de Estado, como Temer, ni de un artificio seudo legal como Trump, que sacó dos millones de votos menos que su rival en los comicios del 2016, pero «ganó» por las modalidades de cómputo imperantes en ese país. Por lo demás, el gobierno de Maduro ganó recientemente las elecciones para la Asamblea Constituyente y los comicios ediles y regionales celebrados hace poco. Y, por si eso no fuera suficiente, es un gobierno dialogante, que acaba de suscribir acuerdos trascendentes con la Oposición en citas celebradas en Santo Domingo ante veedores internacionales.

Nuestro pueblo debe estar informado de ello. Y ese es el deber de todos los que pensamos y escribimos con la verdad en la mano, independientemente de que nuestras reflexiones sean consideradas, o no, por los «medios de comunicación» al servicio de la clase dominante. La falta de recursos, en unos casos, y la extrema mezquindad, en otros, pueden hacer que nuestra voz no llegue a millones, pero llegará, sin duda, y será compartida, por la gente que piensa, y que razona.

La gente que piensa, en efecto, es la que se ríe de las triquiñuelas urdidas por los politiqueros de hoy que no atinan a resolver nada y sirven sólo como testaferros de mafias a guardaespaldas de maleantes. La gente que piensa sabe que Donald Trump encarna finalmente la política de sangre y muerte que hay que repudiar. Y que es él -y ningún otro- el único que realmente merece que se le declare Persona No Grata en una reunión que busca congregar a países en lucha por un porvenir mejor.

El pueblo es el mejor árbitro de la historia. Y será el pueblo el que disponga para Donald Trump, Tarjeta Roja.
 

Gustavo Espinoza M., miembro del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera. http://nuestrabandera.lamula.pe

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.