El problema de Ucrania se ha ido complicando día a día hasta convertirse en un nudo gordiano debido a la intransigencia de la UE y los EE.UU. que,perdiendo el sentido de la realidad, lo quisieron todo para sí. Con esta finalidad se inmiscuyeron descaradamente en los asuntos internos de Ucrania, financiaron el levantamiento de Maidán, […]
El problema de Ucrania se ha ido complicando día a día hasta convertirse en un nudo gordiano debido a la intransigencia de la UE y los EE.UU. que,perdiendo el sentido de la realidad, lo quisieron todo para sí. Con esta finalidad se inmiscuyeron descaradamente en los asuntos internos de Ucrania, financiaron el levantamiento de Maidán, instigaron a la ultraderecha a tomarse el poder y, por apoyar ciegamente a la dictadura rusófoba de Kiev, aceptaron la eliminación de los derechos ancestrales del pueblo del sureste ucraniano, de ascendencia rusa.
Los que hasta hace poco exigían a Yanukovich no reprimir las violentas manifestaciones de Maidán son los mismos que ahora instigan a la ultraderecha rusófoba aexterminar a la población del sureste de Ucrania, que no tuvo otra salida que rebelarse y tomar las armas. Luego, con la cantaleta de que la «democracia» debe defenderse de los terroristas, o sea de los patriotas levantados en armas, se asoma la portavoz del gobierno de los EE.UU., Psaki, para justificar el asesinato de niños, mujeres, ancianos y civiles desarmados, la quema de seres vivos en la Casa de los Sindicatos de Odesa y la barbaridad de disparar contra ambulancias que conducen a los heridos en combate.
Al gobierno entrante de Poroshenko, electo en una una contienda precipitada, por decir lo menos, puesto que en ella se impidió la participación de todos los candidatos de la oposición, con lo que no hubo una elección propiamente dicha, le tocará decidirse o entre los nazis del Sector de Derecha, que han sido el sostén armado del desgobierno actual, o tratar de arreglar el problema con Rusia, de la que Ucrania depende casi por completo. Y no se trata sólo el asunto del gas, muy importante por cierto, pues ya deben más de 3500 millones de dólares y a partir del 3 de junio Rusia le va a cortar este suministro, por lo que de nuevo van a comenzar a robar el gas que Gazprom le vende a Europa, sino que la totalidad de la producción de las 245 empresas de la industria militar de Ucrania es adquirida por Rusia, si Ucrania ingresara a la OTAN, como pretenden algunos políticos extremistas, estas fábricas se cerrarían, porque nadie en Occidente va a comprar estos productos, y las protestas sociales serían cada vez mayores debido a que la crisis económica, hoy grave, se tornaría calamitosa. Tampoco Rusia va a soportar eternamente que se asesine a mansalva a la población rusohablante del sureste de Ucrania.
Para arreglar por la buenas el problema de Ucrania, se hace indispensable la colaboración estrecha entre la UE, los EE.UU., Ucrania y Rusia, algo que hasta ahora no se ve por ninguna parte, más que nada porque los menos interesados en ello son los miembros del actual gobierno fascista de Kiev, que busca pescar en río revuelto. Por no darse este escenario, ya que la extrema derecha busca obtener el control del poder total del Estado de Ucrania, la rebelión popular se va a prolongar hasta terminar en la fundación de un nuevo país, llamado Novorrossia, «no solo en las regiones del sureste del país, sino en todo el Estado de Ucrania, cuyos recursos sean propiedad del pueblo y le sirvan a su población.» Esta cita es parte de una proclama rebelde. Vale la pena recalcar que el pueblo de Crimea desde siempre pidió el retorno a Rusia, algo que en un comienzo no exigía el pueblo del sureste de Ucrania, que sólo quería que lo dejaran hablar en ruso y un poquito de autonomía. Como se ve, las cosas se van complicado poco a poco y se van a complicar mucho más.
El quid del asunto estriba en que la una mitad de Ucrania se orienta hacía Rusia y la otra, donde el nazismo controla el poder, hacía Occidente. Como el Presidente electo, Poroshenko, no puede romper el cordón umbilical que lo ata al sistema mafioso criminal al que siempre ha pertenecido, no podrá tampoco cortarel nudo gordiano compuesto por intereses oligárquicos, por políticas criminales de extrema derecha, por diferencias religiosas y culturales, por intereses de la OTAN y por el levantamiento popular armado.De ahí que su anuncio de que va a continuar la política actual de Kiev -no discutir sino imponer el criterio de Estado absolutista-, va a profundizar la guerra civil hasta llegar a un punto de no retorno, cuyo único resultado predecible es la desintegración de Ucrania. Se repite así la tragedia yugoslava, en la que todos pierden menos el imperio.
El desgobierno de Kiev se persuadió de que podía derrotar a los rebeldes. No pudo. En sus primeras declaraciones, Poroshenko habla de derrotar lo que llama terroristas e insta a que se lo haga en pocas horas. No podrá.
Parece que en Ucrania todos han cruzado el Rubicón.
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