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Perú

Un balance del 9 D y perspectivas

Fuentes: Rebelión

«La historia se hace desde el presente» Anónimo «Todo fluye, todo cambia» Heráclito Los resultados del balotaje de 15 regiones del país y del referéndum de la administración Vizcarra, que se realizaron el 9 de diciembre, replantean, coyunturalmente, todo el escenario político del Perú y avizoran una perspectiva más compleja y contradictoria, con fuertes tendencias […]

«La historia se hace desde el presente»
Anónimo
«Todo fluye, todo cambia»
Heráclito

Los resultados del balotaje de 15 regiones del país y del referéndum de la administración Vizcarra, que se realizaron el 9 de diciembre, replantean, coyunturalmente, todo el escenario político del Perú y avizoran una perspectiva más compleja y contradictoria, con fuertes tendencias a la reacción bonapartista, pero también a la rebelión popular.

Elecciones regionales: Ganan los independientes, quedan segundos los votos viciados y nulos; y AP, APP y SP se convierten en la tercera, cuarta y quinta fuerza política nacional, respectivamente

Y en efecto, los movimientos locales independientes que obtuvieron 17 regiones (de las 25), son los ganadores de esta contienda.

Luego están los votos nulos y viciados, ocupando el segundo lugar, y lo que demuestra que ahora ni con las sanciones, la gente se anima a ir a votar y prefiere pagar la multa.

En Amazonas, ganó Oscar Altamirano, de Fuerza Amazonense con el 55.53%; en Apurímac, Baltazar Lantaron, de Llankasun Kuska, con el 60.98%; en Arequipa, ganó Elmer C. Llica, de Unidos por el Gran Cambio, con el 57.65%; en Ayacucho, alcanzó la victoria, Carlos Rúa de Musuq Ñam con el 58.12%; en Lima provincias, Ricardo Chavarría, de Fuerza Regional, con el 65.29%; en Piura , Servando García, de Fuerza Regional, con el 63.18%; en San Martín, Pedro Bogarin, de Acción Regional, con el 50.67%; en Tacna, Juan Tonconi, de Acción por la Unidad Tacna, con el 60.58%; y en Tumbes, Wilmer Dios, del Movimiento Independiente Regional Faena, con el 50,63%.

Por su lado, Acción Popular (AP), gana en Cajamarca, Cusco, Huánuco, y la estratégica ciudad de Lima, sumando tres regiones y la capital de la República, convirtiéndose en la tercera fuerza del país, mientras que Alianza Para el Progreso (APP), se adjudicó la victoria en Madre de Dios y Cerro de Pasco, que sumado a la de la Libertad y Ucayali, tendría cuatro gobiernos regionales y sería la cuarta fuerza política; mientras que y Somos Perú (SP), se quedaría solo con Ancash, tornándose en la quinta fuerza política.

En otras palabras, las agrupaciones AP, APP y SP, se posicionan como las únicas sobrevivientes a la crisis del régimen político del 93.

«La naturaleza aborrece el vacío», decía Hegel. Y en efecto, en el primer caso, la corrupción que envuelve al apro-fujimorismo les pasa factura dejando un vacío que es cubierto por AP, que, sumado a los aciertos de Belaunde en la construcción de infraestructura, la tendencia mediática a favor de Muñoz en Lima, el liderazgo personal de Mesías Guevara en Cajamarca, así como los errores políticos de última hora del contrincante, como en el caso de Ancash, explican la victoria de AP. En el segundo caso, porque APP, es un partido nuevo y corporativo (con la universidad-empresa Cesar Vallejo), que con un discurso populista y un método asistencialista (semejante al fujimorismo), logra llenar el vacío que dejo el APRA.

La otra cuestión que hay que destacar es que la «guerra de guerrillas» de propaganda limeña contra candidatos regionales como en el caso de Piura, Arequipa y Pasco, entre otros, lo único que logró es exacerbar más los ánimos descentralistas de l@s electores provincianos que, al final, votaron contra la capital, aupando al poder a candidatos con varios «anticuchos éticos y jurídicos».

En el caso del Cusco, donde el candidato de AP, ganó con una ventaja de 40% de votos, se explica por la animadversión del pueblo con el contrincante Luis Wilson, que por más que se disfrazó con otra fachada, rechazó su trayectoria aprista. Y en el caso de Cajamarca, pues, la victoria de Mesías, apertura una doble victoria, ya que éste utilizará su cargo como gobernador, para acumular fuerzas en su guerra política interna contra Barnechea, Vitocho y cia. Ya sea para liderar el partido o para una nueva negociación política que respete su cuota de poder.

En verdad, la perspectiva del gobierno de Mesías va a depender de la contradicción entre cumplir con la promesa de «Conga va con licencia social» o ser presidente de la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales, que la administración Vizcarra va a articular, con el asesor en las sombras, Eduardo Ballón.

Otro factor a tomar en cuenta es que la mayoría de autoridades regionales electas antes han sido alcaldes, consejeros o congresistas, expresando así la existencia de una élite política local. Y en el caso de los alcaldes, pues, ya que la no reelección les impide postular en su localidad, candidatean a una localidad vecina, sacándole la vuelta a la ley o como dice el dicho, «hecha la ley hecha la trampa».

A su vez, hay que señalar otro elemento de balance que debe ser profundizado seriamente, es que la «descentralización a la limeña» per se no ha resuelto las demandas populares culturales, éticas y políticas. Por esto es que, es una regla general, que las gestiones políticas regionales son un fracaso (con algunas excepciones).

Se organiza un «bloque antiminero» en el sur y parte del norte del país

Así las cosas, Vizcarra, tendrá un nuevo frente político contestatario con la elección de gobernadores de centroizquierda o que vienen de los movimientos sociales «antimineros transnacionales» como es el caso de Puno, Moquegua, Arequipa, Tacna y Junin. Incluso, el propio Mesias Guevara, prometió en Campaña que «Conga no va». Y así como éste hay otros que llegaron al sillón político regional prometiendo el oro y el moro para ganar la elección.

Una vez en el poder, y al carecer de las competencias política-económicas para solucionar los problemas de saneamiento físico legal o de promesas como la democratización de Majes Siguas II en Arequipa o de corrupción, etc. enfilarán baterías contra el gobierno central convocando a marchas contra Lima (talvez en esta perspectiva es que astutamente, el gobierno central, aprobó darles 50 000 millones -el 30% del presupuesto-, a las regiones y gobiernos locales, como una estrategia de que los conflictos sociales se dirijan a las regiones. Sin embargo, durante la administración García en el 2008 también tuvimos un despliegue monstruoso de presupuesto para las regiones, animado por el boom minero, lo que luego desembocó en la ola de corrupción que ya todos conocemos y que comenzó por Ancash con el entonces gobernador César Álvarez, más conocido como la Bestia).

En esta perspectiva, los gobernadores de Moquegua y Puno, ya hablaron con Evo Morales para realizar un convenio que les permita a estos pueblos la construcción del gasoducto o exportación de gas a precios asequibles como sucede en el vecino sureño (también hablaron sobre telecomunicaciones, salud y la venta de urea a Bolivia). Esta cuestión, de avanzar, colisionara con las aspiraciones semibonapartistas de Vizcarra y su aliado de la embajada norteamericana (que más bien necesita disciplinar a los regímenes políticos de su patio trasero para desplazar a China en el marco de la guerra comercial).

Semibonapartismo: Una competencia contra sí mismo que crea muchas expectativas (que puede resultar un boomerang), y bloquea, por ahora, la consigna «que se vayan todos»

Y en efecto, el semibonapartismo de Vizcarra, se basa en su arbitraje entre las clases y grupos políticos en pugna por el poder económico y político, respectivamente. Por eso confronta con Roque Benavides y a la vez con el escandaloso apro-fujimorismo metiendo a Keiko presa y denunciando la corrupción de García. Para esta estrategia, utiliza, por un lado, la estrategia de las prisiones preventivas (como un mecanismo de extorsión política como sucede con Ollanta, que ahora sale a defenderlo gracias a que le están devolviendo sus bienes; sin aperturar juicio hasta ahora a ningún empresario, como Graña Miroquesada, vinculado a Lavajato), y por otro, el referéndum, como un mecanismo de manipulación política distractivo y de válvula de escape de la movilización social, depositando las esperanzas en que «él es el salvador de la nación», con el aval de las FF.AA. y Washington (el canciller Néstor Popolizio declaró que, en enero, va a pedir al grupo de Lima un acuerdo, para romper relaciones diplomáticas con Venezuela).

«Ni va haber disolución del Congreso ni creo que sea necesario», dijo la periodista y consejera del gobierno, Rosa María Palacios (https://larepublica.pe/politica/1374485-guion-rosa-maria-palacios-hoy-dia-siguiente). Y el otro consejero vizcarrista, Carlos Tafur, escribió, «… El referéndum permite desfogar el generalizado sentimiento de que «se vayan todos…», (Referéndum mata antisistema, La República, 10/12/18). Y en realidad, con el 85%, Vizcarra, ya no necesita cerrar el Congreso porque éste está arrinconado. No es casualidad, entonces, que Salaverry, se reúna con el presidente una vez a la semana, para coordinar la agenda, y el líder del Congreso, haya rechazado firmar la Ley de financiamiento ilegal de partidos, así como ampliado la legislatura para implementar las reformas. Y Vizcarra tiene expectativa que con Salaverry puede conquistar una mayoría parlamentaria para gobernar.

Es cierto que Salaverry tiene su juego propio (distanciarse de Keiko para evitar denuncias en su contra, así como seguir con sus lobbies, con el fin de crear su propia bancada), pero también es cierto que él comprende que el sistema debe aparentar que las tesis de Montesquieu funcionan sino todos pierden.

Pero lo que no dicen los consejeros del presidente es que éste compitió con si mismo ya que nadie hizo una campaña logística-publicitaria agresiva nacional por el NO (lo de Rafael Rey, miembro directorio del BCR, fue algo muy simbólico). Al contrario, hay pruebas de como el propio gobierno utilizó funcionarios de la ONPE para hacer campaña por el SÍ. Es este marco, la victoria del SÍ, estaba descontada. La pregunta era con cuanta ventaja iba a ganar Vizcarra. Y en verdad, a la vista de los resultados, la victoria del gobierno no fue la esperada ya que el 85% (en promedio), se cuenta de los votos válidos, pero el 42.4% de electores hábiles no fue a votar por diversas razones.

Sin embargo, el 85% ha sido suficiente para que la administración Vizcarra se pavonee y ahora salga al ataque contra l@s trabajador@s. Y es que claro, con un 85% de apoyo como plebiscito, la izquierda reformista de Yalta apoyándolo, la oposición lumpenezca del aprofujimorismo en delicados aprietos, un Congreso impopular nauseabundo como chivo expiatorio, las clases medias delegando su poder, y el apoyo de las FF.AA. y la embajada yanqui, el gobierno, tiene, por ahora, la sarten por el mango.

Así las cosas, la consigna que arengaba el pueblo «que se vayan todos» se diluye por el momento, en el poder delegado a Vizcarra, para que este «salve a la nación», bloqueando, también por ahora, la tendencia a la rebelión popular, y en ese sentido, la tendencia al desarrollo de la conciencia política para sí de l@s trabajadoror@s.

Y en la pugna contra la oposición fujimorista, ahora Vizcarra tiene el poder casi absoluto para manipularlos y hacer lo que se le antoje. Este es el poder que le ha dado el referéndum. De tal forma que en el caso de que Chavarry, quiera sacar a los fiscales Vela y Domingo Pérez, y la población se movilice contra esta intentona, el propio mandatario, demandará al fujimorismo, tramitar la investigación y renuncia de Chavarry, logrando su propósito ya que estos no tienen más perspectiva, por ahora, que él de sacar obras para sus respectivos distritos electorales.

Entonces, el cierre del Congreso, sería el Plan B de Vizcarra, si es que no logra imponer el segundo paquetazo económico-laboral, con el costo político que sea acusado de autoritario por la oposición apro-fujimorista. Pero en una crisis política post referéndum, lo que piense la oposición le va a dar igual al mandatario semibonapartista. Es más, el cierre del Congreso y adelanto de elecciones, le daría la popularidad necesaria como para repetir el plato en el 2021, cuestión anhelada por los Vizcarralovers.

Mirar la película y no la foto

Sin embargo, «Todo fluye, todo cambia», decía Heráclito. Y en efecto, los resultados del referéndum, son una foto del momento. El arte del método de análisis político dialéctico está en determinar la dinámica del movimiento con todas sus contradicciones y sus tendencias y cuál de éstas es la tendencia general.

Algo semejante pudimos observar con la asunción de PPK al poder que fue celebrado con bombos y platillos por la clase dominante peruana y los EE.UU. ya que era el «primer gobierno tecnócrata de lujo y con pasaporte norteamericano» que iba a privilegiar la técnica por encima de la política. No obstante, los negocios especulativos a los que estaba ligado el ex mandatario, la frialdad frente a los problemas más dramáticos del pueblo, la continuación de una política «neoliberal» que fracasó en su fin de disminuir la pobreza y desigualdad, el ascenso victorioso de varias luchas sociales (maestros, campesinos de la papa, mujeres, jóvenes de institutos, etc.), la falta de un partido, la corrupción en su entorno, así como la traición a sus electores con el indulto a Fujimori, generaron las condiciones para su renuncia a la más alta magistratura del país, acabando como uno de los peores gobiernos de la historia republicana.

Por tanto, no hay que olvidar que el ascenso de Vizcarra al poder, fue producto de una serie de contradicciones políticas, sociales y económicas, que en algún momento tendrán que salir a la superficie (no olvidemos que el chuponeo a Alan García además de convertirlo en líder de la oposición, fue una metida de pata al igual que la renuncia de la ministra de Cultura por corrupción, y de estos errores vamos a ver más por el carácter en descomposición del Estado y por carecer de partido). Por ahora, Vizcarra, canta victoria, las encuestas le dan 61% de popularidad, y envalentonado ha salido con el pie en alto a cancelar las más de cincuenta mesas de diálogo por conflictos sociales con las comunidades nativas a la vez que mantiene en Estado de emergencia comunidades mineras en Las Bambas y Pasco, expresando, de esta forma, fuertes tendencias reaccionarias (que en un contexto geopolítico bolsonarizado puede desembocar en fascismo de nuevo tipo, discursivo, para comenzar).

Entonces, a la vez que plantea un diálogo con los empresarios, partidos, la Academia y, demagógicamente, con el pueblo, tiende a incrementar la represión y la mano dura contra las protestas antimineras. Este es un signo del bonapartismo. Y es que EE.UU. lo respalda. No es casualidad la declaración del embajador norteamericano cuando, en medio de la solicitud de asilo de García a Uruguay, dijo que, «en Perú hay independencia de poderes» (bloqueando el asilo de García).

Y es que el bonapartismo se caracteriza por elevarse por encima de las contradicciones como un árbitro entre las clases en contienda, dando concesiones a ambas clases. Velasco Alvarado fue un bonapartista clásico. Mientras que daba la reforma agraria a las masas (producto del ascenso de lucha de los campesinos en el sur), mantenía relaciones con la burguesía y pagaba la deuda externa imperialista. Sin embargo, a diferencia de Velasco, Vizcarra no viene de las FF.AA. y no tiene mayores concesiones que dar al pueblo que sus palabras demagógicas de luchar contra la corrupción (al menos que dé un giro en su estrategia y decida ajustar con impuestos a los que más tienen, lo cual le daría más popularidad para llevar adelante el segundo paquetazo, con el discurso que aquí «todos tienen que mojarse», cuestión que es poco probable).

El propio ex alcalde de Lima, Luis Bedoya Reyes, acaba de declarar que, «Vizcarra puede dar comienzo a un populismo de derecha que ya estaba en Europa. o más cercano a Vizcarra es el caso del 31 con (David) Samanez Ocampo. El provinciano que llega por haber hecho méritos en su región y se sobredimensiona llegando a la altura del poder casi absoluto. Samanez Ocampo no terminó mal. Simplemente solito de desvaneció», (La República, 14/12/18).

Y en efecto, David Samanez Ocampo, ascendió al poder el 11/03/31, en medio de una crisis política, signada por el golpe de estado de Sánchez Cerro desde Arequipa, al presidente Augusto B. Leguía. Samanez, que provenía de una familia de hacendados de Apurímac, había dirigido la revolución montonera de 1894 contra Cáceres, y fue diputado y senador, en varias oportunidades. Gobernó durante 9 meses, conformando un equipo de nivel académico integrado por José A. Encinas, César A. Ugarte, Luis. E. Valcárcel, Jorge Basadre Grohmann, y Luis Alberto Sánchez, con el fin de elaborar el nuevo Estatuto Electoral (nuevo padrón electoral, mesa de sufragio en Jurado electoral, voto secreto, sanción para los omisos, etc.).

No obstante, el gobierno de Samanez, tenía como fin ser un gobierno transitorio sin mayores ambiciones, mientras que el caso de Vizcarra es diferente porque éste aspira a ser un Bonaparte.

Pero, si bien es verdad, el 85% de apoyo al referéndum le da un espaldarazo (que algunos consejeros sugieren sea utilizado para formar un nuevo partido de derecha liberal para gobernar hasta el 2026), creando grandes expectativas, pues, como señalamos en nuestro nota «Escenario Post referéndum» (09/12/18), estas también se pueden convertir en un boomerang ya que el pueblo va a sacar la conclusión que Vizcarra ya tiene el poder suficiente para cerrar el Congreso y resolver los problemas sociales y económicos más acuciantes. Y esta perspectiva, es una cuestión que también comparte el analista Tuesta Soldevilla ( https://www.youtube.com/watch?v=fQcTCehkyfk; minuto 2.51).

Y en este sentido, Vizcarra, va a moverse (inaugurando obras a doquier), porque es consciente de las grandes expectativas que se han creado. Sin embargo, es un desarrollo complejo y contradictorio ya que puede pasar todo lo contrario.

Vizcarra gobierna para un sector de la clase dominante (grupo Miroquesada-Graña y Montero), las transnacionales y EE.UU. Por tanto, tiene la perspectiva de aplicar un segundo paquetazo «neoliberal» que va a llevar a la «nación» a una mayor confrontación política y social. Es por esta razón que, su Ministro de Trabajo, Cristian Sánchez, acaba de renunciar, mientras que el Ministro de Economía, Carlos Oliva, promotor de la contrarreforma laboral, sigue contento en su puesto declarando que van a disminuir las vacaciones pagadas a 22 días, eliminar los feriados laborales pagados, eliminar el despido arbitrario, todo en aras de la «competitividad laboral y la reducción de costos». Y cuando le llovieron críticas, Vizcarra, declaró que van a «respetar los derechos laborales», lo cual demuestra que camina pisando huevos o que es un populista muy hábil ya que solo un estúpido (políticamente hablando), como Vargas Llosa, va a declarar en campaña, que va a realizar un Shock económico, para luego perder las elecciones.

Ya anteriormente negaron la negociación colectiva, abrieron proceso de despidos a decenas de maestros del Sutep clasista por la huelga pasada (y 1050 obrer@s de SITOBUR en pie de lucha contra los despidos del municipio de Lima), aumentaron el IGV un punto y disminuyeron el impuesto a la renta de los grandes empresarios de 30% a 27%.

Más confrontación con el Congreso y el aprofujimorismo, obras públicas, «nuevo diálogo»-nuevo gabinete, alianzas y nuevas reformas como distracción mediática

Es por estas razones, que, en su reciente mensaje a la Nación, Vizcarra, habló de una lista de obras de infraestructura, inversiones mineras, la iniciación del proyecto aeroportuario de Chincheros, etc. para dar a entender que el gobierno «está trabajando». Pero lo que no dice es que, si bien es verdad, las obras, las puede avanzar gracias a sus reflejos y la necesidad de mantener su popularidad, pues, la mayoría de las grandes inversiones mineras se encuentran en regiones donde la centro izquierda ha ganado las recientes elecciones, lo cual lo va a llevar a una relación más compleja y de confrontación política.

Por otro lado, el carácter semibonapartista del gobierno obliga a que éste «golpee» políticamente a los que no se alineen como acaba de suceder con el hermano de César Acuña y ex gobernador de Lambayeque, Humberto Acuña, metiéndolo preso por corrupción. Y no sería casualidad que, al propio fundador de APP, también «golpee», así como a sus aliados de la izquierda liberal Nuevo Perú (que según el analista José Carlos Requena también fue golpeado).

En vista de esto, y de los «conflictos no resueltos» con la oposición política aprofujimorista, Vizcarra, va a continuar con el circo de confrontar con el congreso, va a plantear un nuevo diálogo, va a cambiar de gabinete en el corto plazo por uno de «guerra» integrado por figuras regionales provincianas como parte de su nueva estrategia de alianzas y correlación de fuerzas (más uniforme en el programa), para imponer su política, a la vez que va impulsar nuevas «reformas» como ya anunció como la de recortar la inmunidad parlamentaria y el voto preferencial, porque además le son funcionales a su estrategia de guerra contra la economía popular.

La contrarreforma económica laboral de Vizcarra tiene como fin cerrar el déficit fiscal de aproximadamente $8 000 millones

Y todo esto producto de la necesidad imperiosa de la administración Vizcarra de cumplir con las recetas del FMI que exigen el cierre del déficit fiscal (para que pueda haber más préstamos y deuda a la misma vez), que éste mencionó en su mensaje a la Nación. Un déficit que bordea los $8 000 millones (y que disminuyó en $2000 millones gracias al paquetazo de abril).

El presupuesto para el 2019 es de 186 000 millones, es decir $51 000 millones (una cuarta parte de la economía que es de unos $200 000 millones), y está diseñado teniendo en cuenta la deuda pública externa que se lleva alrededor del 25% del PBI (palanca de la fuga de capitales).

Estos $51 000 millones se utilizan para saldar las cuentas en educación, salud, seguridad, y otros rubros que se deciden arbitrariamente, en los cuales se da la corrupción, lo cual nos lleva a una situación de déficit ya que se gasta más de lo que se tiene y además no se cobra todos los impuestos a las grandes transnacionales y la burguesía nacional (gracias al régimen golpista y «neoliberal» de 1993), ni se logra cercar la elusión tributaria por estos últimos, conllevándonos al forado económico de aproximadamente $8 000 millones mencionados líneas arriba.

Es decir que cerca del 10% del Presupuesto 2019 esta desfinanciado antes de empezar el año. Esta cuestión del déficit fiscal es la responsable del default de la economía argentina dejándola expuesta a cualquier «estornudo» extranjero como el endurecimiento de la política monetaria de la FED causando el desplome de la moneda gaucha. Brasil está en el mismo sendero y por eso Bolsonaro tiene como una de sus banderas el ajuste de guerra contra l@s trabajador@s. La administración Vizcarra ha prometido bajar el déficit a 1% para el bicentenario, sin embargo, hay una contradicción ya que el presupuesto del 2019 está inflado siete veces a pesar que la economía solo está creciendo al 2%. Y la única forma de lograrlo es con un plan de guerra para esquilmar los agujereados bolsillos de l@s trabajador@s.

A esta cuestión hay que sumar los aproximadamente 50 000 despedidos en lo que va del año, la migración venezolana y los 300 000 jóvenes que se incorporan al mercado del desempleo al año, mientras que, por otro lado, Vizcarra, profundiza la privatización del agua para hacer caja para cerrar el déficit fiscal.

Sin embargo, la economía peruana es dependiente y se ubica en el marco de la volatilidad de la crisis mundial. En lo que va del año se dieron tres desplomes de la bolsa de valores en Wall Street y en Perú, hace un mes aproximadamente, también hubo un desplome de la bolsa de Lima (casi paralelo a la caída de las acciones de las FAANG).

«En el tema de vacaciones, tenemos estos 30 días de vacaciones, pero en realidad incluye sábados y domingos. Yo opino que deberíamos tener 22 días laborables de vacaciones  y que la gente debería tomarlos cuando desean, eso es parte de la flexibilidad laboral… Ahora tenemos la tele trabajo, el part time, y una serie de trabajos que están marcando el mercado laboral y nuestra legislación debe estar a la par de todos eso…se buscará que las personas independientes, que pueden trabajar 7 horas desde sus hogares, también puedan tener derechos laborales, como estar en planilla…», declaró, Carlos Oliva, Ministro de Economía (La República, 13/12/18).

Y el ex premier Zavala, dijo en el CADE, que «la idea es adecuar el sueldo mínimo a la realidad de cada región».

«El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad», escribió el escritor norteamericano Ernest Hemingway. Pero pareciera que Vizcarra nunca leyó al literato. En verdad, si no fuera por el apoyo de EE.UU., las FF.AA., los reformistas de izquierda, y los Mass Media del grupo El Comercio, el gobierno de Vizcarra se hubiera caído como un castillo de naipes hace rato.

Entre el caos y la «fiesta»: Ajustes a Textiles, SITOBUR, SUTEP clasista, SINTRARENIEC, CITE, Backus, etc.

La amenaza del segundo paquetazo económico laboral tuvo inmediatamente la respuesta del proletariado textil (afiliado a la CGTP), que ha convocado a un Plan de lucha (plantones frente al MEF el 20 de diciembre, paro nacional para mediados de enero, etc.). Por su lado, el SUTEP clasista, ha convocado a una manifestación frente al Tribunal Constitucional (TC), para el 18 de diciembre, contra los despidos de cientos de trabajador@s por ejercer su derecho a la huelga, mientras que 1050 obrer@s de SITOBUR siguen en pie de lucha varios meses contra los despidos arbitrarios y por sus salarios impagos por la municipalidad de Lima. De igual forma, hay varios sindicatos como CELIMA, Backus, SINTRARENIEC, etc. y la Confederación Intersectorial de Trabajadores Estatales (CITE), etc., que están combatiendo por sus derechos laborales, pero cada uno disperso por su lado.

A esta cuestión hay que sumar los más de 190 conflictos sociales que existen, especialmente, por protestas antimineras y medioambientales (https://larepublica.pe/sociedad/1356558-peru-han-reportado-190-conflictos-sociales-ano), como el actual paro de 72 hrs (con bloqueo de carreteras), en la provincia de Melgar contra la contaminación de la cuenca de Llallimayo demandando el cierre definitivo de la minera Aruntani S.A.C ., cuestión que pondrá a prueba la política de Vizcarra y también de Aduviri.

En este marco, el secretario general de la CGTP, Gerónimo López, solicitó la renuncia del ministro de economía, (diario Perfil, 09/12/18), sin embargo, su estrategia política de dilatación del Paro Nacional (postergado en dos oportunidades), y de colaboración de clases (con Vizcarra frente al aprofujimorismo), no preparó a la clase trabajadora para enfrentar esta nueva arremetida contra el pueblo, sino que más bien, en la práctica, la CGTP Ayacucho, operativizó una política de saboteo de la Jornada de protesta del 28 N de algunos Frentes Regionales y colectivos radicales de izquierda, que tenían como bandera la consigna «Que se vayan todos y Asamblea Constituyente», a pesar que en la Asamblea Nacional de Delegados de la CGTP se acordó, «…convocar a un referéndum por la Asamblea Constituyente… aprobar, por unanimidad el informe, además, de varias mociones de orden, facultando al Secretariado Ejecutivo Nacional para convocar las jornadas de lucha que sean necesarias en lo que resta del año, para exigir un cambio constitucional y nuevas elecciones nacionales», (01/09/18).

Esta política de colaboración de clases también se ve en la falta de orientación política a sus bases para derrotar el referéndum semibonapartista de Vizcarra, dejándolos a su libre albedrío, y, como decimos líneas arriba, fortaleciendo al gobierno de Vizcarra y el régimen golpista del 93, para que ahora con más oxigeno salga envalentonado para imponer los planes de ajuste del FMI.

A este caos producido por el sistema capitalista, l@s trabajador@s le van a poner el sello de clase convirtiéndolo en su «fiesta» (derechos laborales y avances reivindicativos), de lo contrario será una derrota y el caos.

2019: ¿La tormenta después de la calma del referéndum?, Urge un Encuentro Unitario Popular por el Centenario de las 8hrs y la defensa de los derechos laborales

Así las cosas, Vizcarra se encuentra como un elefante en una tienda china. Cualquier mala movida, puede generar destrozos.

Por ahora, Vizcarra está mareado con los votos, las clases medias están del lado del gobierno y un sector de l@s trabajador@s confundidos. Pero ya están empezando a estirar los músculos y a reaccionar con la convocatoria de lucha de los maestros del SUTEP y los proletarios textiles, entre otros. La lucha del SUTEP es clave por ser uno de los sectores más esclarecido y tener una articulación propia con los padres de familia y los estudiantes. Y el movimiento de mujeres es el más potencial en convocatoria de masas nunca antes visto en la historia contemporánea, pero además va a ser uno de los sectores más golpeados si se aprueba la contrarreforma laboral del gobierno. Por tanto, es estratégico articular la lucha en un solo Frente que de la pelea por ser dirección en la II Asamblea Nacional Popular que se realizará en enero para derrotar el segundo paquetazo capitalista.

Hegel decía que, «la naturaleza se expresa a través del accidente», y en el Perú del siglo XXI hay varios ejemplos al respecto. En Puno, la rebelión popular (que puso en cuestión el balotage del 2011), se dio, no por una consigna política revolucionaria, sino por el rechazo a la transnacional minera canadiense Bear Creek Mining Corporation en Huacullani, Chucuito, Puno. De igual forma, en Lima, la masiva movilización en Lima norte, con factores de rebelión, fue contra los abusivos e ilegales peajes adjudicados a la empresa Rutas de Lima (Odebrecht), por gobiernos de derecha e izquierda liberal.

El pueblo ha dado numerosas muestras de lucha que los reformistas maquillan o esconden como lo hicieron cuando no vieron la tendencia al desarrollo insurreccional del Paro del 19 de Julio de 1977 o la rebelión contra la dictadura fujimorista del 2000 o los Arequipazos, Moqueguazos, Tacnazos, Baguazos, etc.

Ellos nunca ven condiciones para luchar. Por eso es que en vez de animar a l@s trabajador@s para luchar se convierten en sus sepultureros. Pero sí son duchos en ser furgón de cola de Fujimori, Toledo, Ollanta, PPK y Susana Villarán con quienes co-gobernaron y usufructuaron de prebendas en nombre de que «no hay correlación de fuerzas».

La estrategia de los reformistas es seguir dando de comer lechuga a los leones.

Con esta clase de amigos, ¿quién desea enemigos?

Por fortuna mucha agua correrá bajo los puentes y la movilización de diversos sectores sociales, especialmente de l@s maestr@s, obrer@s, jóvenes, mujeres, trabajador@s del campo, etc. contribuirán a un nuevo ascenso y combate en defensa de las conquistas históricas laborales y sociales por las que «dieron la vida» miles de trabajador@s como Delfín Lévano hace cien años atrás.

La insurrección de los chalecos amarillos franceses contra el alza de las tarifas de combustible arengando «Macron demission» ha dejado estupefacta a la vanguardia. La lucha contra la contrarreforma laboral aquí será una batalla decisiva. La tendencia a la rebelión popular está presente en la dialéctica de la lucha de clases peruana. O la más grande de las victorias o la más grande de las derrotas. Y ahí estarán presentes l@s verdaderamente demócratas, socialistas y revolucionarios levantando la bandera de «Que la crisis la paguen los ricos», «Por el respeto a las 8hrs», «Que los ricos paguen sus impuestos», «No a los peajes», «No al alza de los pasajes del Metropolitano», y por la Asamblea Constituyente libre (con carácter deliberativo en los organismos democráticos de poder de los jóvenes, mujeres y trabajador@s), soberana (sin intervención extranjera imperialista), y revolucionaria (conquistada por la movilización del pueblo trabajador).

César Zelada es integrante del Comité Impulsor de la revista (teórica y de actualidad), La Abeja socialista.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.