Hola, ¿te puedo hacer un giro de US$ 100 a Panamá y tú transfieres el equivalente en bolívares a la cuenta de mi padre en Caracas? -Sí, claro. Hagamos todo rápido antes de que cambie el precio del dólar. Y quédate tranquilo que tu familia recibirá el dinero hoy mismo. -Ok, les aviso para que […]
Hola, ¿te puedo hacer un giro de US$ 100 a Panamá y tú transfieres el equivalente en bolívares a la cuenta de mi padre en Caracas?
-Sí, claro. Hagamos todo rápido antes de que cambie el precio del dólar. Y quédate tranquilo que tu familia recibirá el dinero hoy mismo.
-Ok, les aviso para que estén pendientes. La gente está pasando hambre…
Este intercambio de mensajes de texto se dio entre Jorge, profesor venezolano de 32 años que llegó a Montevideo en 2015, y su operador de cambio ubicado en Panamá.
Comunicaciones similares ocurren todos los días entre venezolanos en el exterior y gente que se dedica a convertir sus dólares en bolívares y hacérselos llegar a sus familias en el país caribeño, donde existe control de cambio desde el año 2013.
El Observador conversó con algunos venezolanos que viven en Montevideo, quienes (confidencialidad mediante, sobre todo para proteger la identidad de sus parientes que cobran el dinero en Caracas) confirmaron que realizan envíos mensuales o quincenales a sus familias.
Las operaciones se llevan a cabo con perfil bajo, pero son una realidad a todas luces.
A esta altura, nadie puede negar que los venezolanos que permanecen en su país necesitan recursos del exterior para hacer frente a la peor crisis humanitaria de la historia de Venezuela.
Según un informe de la investigadora Datos, al menos unos 3 millones de venezolanos reciben dinero desde otros países. DatinCorp, por su parte, da cuenta de que casi 60% de los hogares venezolanos tiene al menos un familiar en otro país.
Los receptores de emigrantes venezolanos son principalmente Colombia, Estados Unidos (Miami), España, México, Panamá, Chile, Argentina, entre otros. Por lo tanto, las remesas se envían a través de operadores generalmente ubicados en esos países. Se estima que 42% de las divisas fluye desde Europa, 40% de Estados Unidos, 13% de Sudamérica y 5% de Centroamérica y El Caribe, según Datos.
Como se trata de operaciones por «canales opacos», es difícil calcular los montos de las remesas que se manejan, sin embargo los economistas locales calculan que sumaron US$ 1.500 millones en 2017.
Historias de envíos
«Yo contacto a una señora en Panamá y le envío unos US$ 50 mensuales. Ella a su vez le transfiere el equivalente en bolívares a mi madre, en su cuenta bancaria de mi país. Ahora el cambio está en 1.250.600 bolívares por dólar en el mercado negro, pero sube todos los días. Con eso puede comprar un surtido de alimentos para un par de semanas, aunque casi nunca consigue carne, ni los medicamentos que necesita», dijo Jorge.
Conviene que la cadena de transacciones sea realizada en un mismo día debido a la gran fluctuación del precio del dólar negro en Venezuela (subidas de golpe, frecuentes y de alta variación). Así como Jorge, otros venezolanos de clase media radicados en Uruguay confirman que envían entre US$ 50 y US$ 300 mensualmente, según su disponibilidad.
Generalmente se pasan los datos sobre la tasa que ofrece cada operador a través de mensajes de texto. En este momento, por ejemplo, les conviene hacer las transacciones con unos operadores en Panamá que están ofreciendo precios de cambio más convenientes.
«No tengo miedo de que el gobierno de Venezuela fiscalice estas operaciones, porque no tiene interés en hacerlo. Somos más de dos millones y medio de venezolanos que nos hemos ido del país durante el chavismo o el madurismo. Sería el colmo que nos condenaran aún más de lo que ya hicieron», dijo Zayda, cosmetóloga de 25 años que vino a Uruguay a mediados de 2017.
Zayda vino a Montevideo con su esposo y ambos están trabajando, sin embargo esperan alquilar un apartamento y dejar la pensión donde viven, para traer a su hijo de 3 años, quien quedó en Caracas con su abuela. «En Venezuela existe una ley que prohíbe la compraventa de dólares, por eso tenemos que recurrir a otras opciones para hacerle llegar dinero a mi madre y al niño», explicó la joven.
Posición del gobierno
El gobierno venezolano combate las transacciones vinculadas al mercado ilegal de divisas, pero lo hace en forma discrecional y, en relación específicamente a las remesas, se ha mostrado permisivo en la práctica. De alguna manera, al régimen le conviene ese flujo de dinero que ingresa al país, dado que ayuda a satisfacer algunas necesidades básicas de la población, lo que no ha podido lograr el modelo económico formal.
Unos US$ 1.500 millones es una cifra nada despreciable que, indirectamente, también está ayudando al gobierno venezolano a aliviar la presión social ante la crisis. Se calcula que ese monto ya ha sido superado en lo que va del año 2018.
A principios de mayo, el gobierno autorizó la apertura de casas de cambio oficiales (en el aeropuerto, hoteles y destinos turísticos del país) para controlar la entrada de remesas familiares y otras operaciones. La intención es contrarrestar las transacciones en el mercado paralelo o negro, según dijo el vicepresidente, Tareck El Aissami.
Sin embargo, la mayoría de las remesas que ingresan a Venezuela lo hacen ya convertidas en bolívares; la comercialización de las divisas se efectúa previamente en el exterior, al precio del dólar paralelo.
El anuncio gubernamental ha generado indiferencia entre los venezolanos en el exterior, quienes piensan que la tasa oficial no será atractiva y en nada cambiará la práctica actual. Uno de los consultados expresó su molestia: «Lo único que quiere el gobierno de Maduro es ganar una tajada del negocio de las divisas», según dijeron.
En el pasado el gobierno trató implementar una iniciativa similar, pero no dio resultado por la cantidad de requisitos que se les exigía a los interesados en cambiar divisas y a la lentitud del sistema, entre otras limitantes.