Con la abrumadora victoria del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), y de sus candidatos Daniel Ortega y Rosario Murillo en las elecciones celebradas este domingo, Nicaragua puso freno a la arremetida conservadora que con la incitación y financiamiento de Estados Unidos protagoniza la oligarquía regional contra los procesos revolucionarios en la Patria Grande. El […]
Con la abrumadora victoria del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), y de sus candidatos Daniel Ortega y Rosario Murillo en las elecciones celebradas este domingo, Nicaragua puso freno a la arremetida conservadora que con la incitación y financiamiento de Estados Unidos protagoniza la oligarquía regional contra los procesos revolucionarios en la Patria Grande.
El FSLN, con Ortega y Murillo a la cabeza, doblegó una vez más a los partidos de derecha de esa nación centroamericana, al tiempo de zarandear el conocido plan marrullero de Washington de destronar a los gobiernos populares en Latinoamérica, con el propósito de recuperar su otrora dominio desde el sur del Río Bravo hasta la Patagonia.
Los nicaragüenses acudieron a las urnas para votar por quienes verdaderamente representan el progreso, la estabilidad y la paz para su país, y derrotar a la entreguista y fragmentada oposición oligárquica por la que abiertamente apostaba la Casa Blanca y el Pentágono.
Ortega, líder histórico del FSLN, conquistó su nueva reelección a la presidencia con el 72, 5 por ciento de los sufragios a su favor, según los datos oficiales ofrecidos este lunes por el Consejo Supremo Electoral.
Los vanos llamados a la abstención, los cuestionamientos infundados sobre el carácter democrático de la consulta, las interferencias de la Organización de Estados Americanos (OEA) y las acciones injerencistas de Washington no consiguieron truncar el triunfo y la continuidad del Sandinismo.
Nicaragua cumplió su misión histórica de romper la cadena con la que Estados Unidos persiste en atar a las naciones de Nuestra América, e impedir así su unidad, independencia y soberania.
Además demostró a la derecha envalentonada latinoamericana, y especialmente a Washington, que en lo adelante no les será fácil materializar su objetivo de acabar a cualquier precio, incluidas fórmulas antidemocráticas, con cada uno de los gobiernos legítimos progresistas de la Patria Grande.
Los Nicas frustraron asimismo el denominado efecto dominó que el imperio del Norte aceleró en nuestra región, luego que en Argentina se impuso el régimen derechista de Mauricio Macri, y en Brasil fue consumado un golpe de Estado contra la mandataria legítima Dilma Rousseff, tras los similares escenificados con anterioridad en Paraguay y Honduras.
El plan norteamericano sigue en pleno desarrollo contra paises como Venezuela, Bolivia, Ecuador y El Salvador, entre otros, por lo que el pueblo nicaraguense y el Sandinismo deben mantenerse en alerta, después de su transcendental victoria de este 6 de noviembre.
Estados Unidos es enemigo acérrimo de los verdaderos procesos democráticos, aunque vocifere lo contrario, y particularmente cuando los derrotados en las urnas son sus súbditos conservadores en cualquier rincón del mundo.
Por supuesto que el Águila Imperial no dejará de acechar y atacar, pero Nicaragua la acaba de herir con el nuevo triunfo de la Revolución Sandinista, lo que sin duda alguna constituye un aliento para las fuerzas de izquierda de la Patria Grande en su batallar frente a la actual arremetida derechista.
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