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Vigilar y castigar en el Perú

Universidad Nacional de San Marcos al rojo (vivo)

Fuentes: Rebelión

Una vez más, la universidad decana de América (fundada en 1551) se ve agredida por el Estado peruano, su recua de ayayeros y prensa a su servicio. Y esto sucede en medio del reciente drama popular, con miles de heridos, damnificados y centenares de muertos por los desbordes que sacudieron la costa norte de ese […]

Una vez más, la universidad decana de América (fundada en 1551) se ve agredida por el Estado peruano, su recua de ayayeros y prensa a su servicio. Y esto sucede en medio del reciente drama popular, con miles de heridos, damnificados y centenares de muertos por los desbordes que sacudieron la costa norte de ese país (incluida la indolente capital limeña); y cuando las precipitaciones andinas que sobrepasaron los cauces fluviales, en consonancia con los efectos de la Corriente del Niño (‘el llamado Niño Costero’), revelaron grotescamente la falta de previsión y desidia oficiales, inclusive con obras de ingeniería hidráulica marcadas por la corrupción y nula planificación en función de las necesidades populares.

La sincronía entre ambos hechos recientes no es casual, ya que cuando se trata de los sectores populares todo golpea con más fuerza en privilegio de las castas de siempre. En efecto, una vez más, esta emblemática universidad nacional del Perú está en el ojo de la tormenta oficial y mediática. La noche del pasado 29 de marzo, grupos de estudiantes tomaron el campus sanmarquino para exigir soluciones a su desatendida lista de reclamos, donde incluyen el aumento en el cobro del Aporte Voluntario Estudiantil (AVE) -que de voluntario solo tiene el nombre- y el condicionamiento de la matrícula a otros cobros de mantenimiento. También denunciaron tráfico de influencias y corrupción administrativa del actual rector, Orestes Cachay, por haber usado la reciente entrega de becas de la Universidad de Harvard para beneficiar a varios miembros de la Asamblea Universitaria y comprar sus votos.

Como suele suceder cuando se trata de la juventud universitaria, en la educación pública, nada fue atendido a tiempo por las autoridades correspondientes del Poder Ejecutivo, ni, por supuesto, por las de la propia universidad. Lo cual llevó, como suele ser la historia de esta y otras universidades públicas, a que solo quedase el recurso de impedir las actividades académicas -toma de campus incluida- para que estudiantes y trabajadores sean escuchados en sus demandas.

El desenlace fue que, aun cuando el actual ministro del interior, Carlos Basombrío (uno de esos caviares que cambió las rojas banderas de su juventud universitaria, incluyendo su libro ‘El movimiento obrero: historia gráfica‘ de 1981, por los ternos elegantes y cómodos sillones del poder), anunció que no se intervendría la Universidad San Marcos, dos días después, el 31 de marzo, ordenó el ingreso de 300 efectivos policiales quienes, a punta de tanqueta y bombas lacrimógenas violentaron la autonomía universitaria, agredieron a quienes estaban realizando un acto de protesta justo y pacífico, y tomaron prisioneros a algunos estudiantes de esa casa de estudios.

Cabe remarcar que esta protesta unió a estudiantes con docentes y trabajadores sanmarquinos. Así, el representante del Sindicato de Trabajadores, Edgard Virto, manifestó: «Venimos siendo atropellados por la actual autoridad que ha despedido a más de 60 trabajadores sin ningún motivo, sin ninguna causal, dejándolos en la calle […]. La madrugada de hoy han intervenido de la manera más brutal, y es reprobable que este rector utilice medios para sembrar y dar a entender que los estudiantes han tenido armas, lo cual no es cierto. El día de ayer hicimos rondas con personal de la Defensoría del Pueblo, verificando que no hay situaciones de violencia ni deterioros en la universidad provocados por los estudiantes. Denunciamos esta actitud que consideramos es peor que la de Pedro Cotillo [el anterior rector]».

Una vez más, el Estado peruano busca amedrentar a la juventud de una universidad popular, lanzando el mensaje de que este tipo de protestas no se va a tolerar. Y para que esta abusiva e ilegal acción quede políticamente bien caracterizada, los periodistas serviles, que inundan esa cloaca que es el periodismo peruano (con honrosas y escasas excepciones), afloraron para agitar, nuevamente, el rostro del senderismo y las acciones terroristas en torno a esta pacífica toma de local, la misma que es un recurso válido cuando los reclamos universitarios no son escuchados por las autoridades, como le consta a quien haya pasado por estas aulas.

Así, por ejemplo, la periodista Magaly Medina (apodada ‘la Urraca’), quien representa el miasma más rancio del periodismo nativo y especializada en programas basura de chismes y sensacionalismo, se expresó en estos términos sobre la toma y desalojo del campus sanmarquino, en su mamarrachero programa televisivo ’90 Matinal’ del viejo canal sionista Latina Televisión (antes, Frecuencia Latina): «Estos chiquitos se están quejando de la represión policial brutal. Pero, por favor, ellos tomaron su universidad. Estaban jalando un cable para electrificar la puerta de entrada. No estoy escuchando hablar a estudiantes universitarios que realmente quieren hacer una carrera, estoy escuchando hablar a unos aprendices de terroristas».

Luego de recibir justificados ataques en las redes sociales de los propios sanmarquinos, así como de muchas personas solidarias con los universitarios, en cínico ejercicio retórico declaró lo siguiente: «¿Cuándo dije que lo fueran? Dije que parecían ‘aprendices de terroristas’ que no es lo mismo». Graznidos de urraca desplumada que, además de las referidas protestas en redes sociales, merecerá una demanda judicial de los alumnos contra esta periodista de pacotilla (quien ya estuvo en prisión por difamar al actual capitán de la selección peruana de fútbol, Paolo Guerrero, en octubre 2008), en este caso, por discriminarlos debido a su condición como estudiantes sanmarquinos.

Y ya que debatimos la manipulación sobre el sentido de las movilizaciones sociales, mencionemos que el pintor más representativo de la burguesía local, Fernando de Szyszlo (1925, Lima), amiguísimo del novelista Mario Vargas Llosa y los sectores empresariales, dio el siguiente testimonio para el suplemento especial de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) por los 100 años de esta institución: «Yo recuerdo cuando mis amigos universitarios sufrían por las clausuras y las huelgas de san Marcos en una época turbulenta. La PUCP fue tomando fuerza entre los alumnos hartos de perder sus semestres y retardar su graduación».

A este nonagenario artista plástico, así como a varios comunicadores peruanos, cabría recordarles que las diversas luchas por la gratuidad de la enseñanza pública no son monopolio de unos cuantos revoltosos sanmarquinos, sino que integran la historia popular latinoamericana e internacional; como fue el caso, para poner un ejemplo cercano y reciente, de las multitudinarias protestas de estudiantes en Chile, entre los años 2010 y 2014, por una universidad gratuita. En este país, además, resulta escandaloso que el gobierno supuestamente izquierdista de Michelle Bachelet no haya introducido la gratuidad de la enseñanza universitaria en ninguno de sus dos gobiernos. En la ultra industrializada Alemania, este derecho se ha venido defendiendo mediante huelgas prolongadas y multitudinarias ocupaciones de campus, salones e instituciones públicas incluidas; con lo que se logró paralizar, por ejemplo en Berlín, la introducción de cuotas semestrales. Lo propio ha venido sucediendo en diferentes universidades europeas, donde se realizaron multitudinarias movilizaciones contra el denominado «Plan Boloña», así como por los recortes presupuestarios, en particular a la investigación.

Como si esto fuera poco, un nieto políticamente bastardo del Amauta José Carlos Mariátegui, «Alditus» Mariátegui, espetó en su programa «Ampliación de noticias» de RPP Noticias que los estudiantes sanmarquinos -y los de cualquier universidad pública- debieran obtener subvenciones estatales a manera de préstamo, para que luego, cuando sean profesionales devuelvan el dinero invertido por el Estado en su formación académica. Con lo cual, «Alditus» mató dos pájaros de un solo eructo mental: 1) si fuera un préstamo aquel dinero, como entiende cualquier persona con lógico discernimiento, se cancelaría la gratuidad de la enseñanza violándose ipso facto la respectiva ley constitucional (algo que, dicho sea de paso, a las arrogantes clases dominantes y cía. jamás les ha importado un pito en el Perú), y 2) este representante de la burguesía nativa considera que un profesional, forjado en la universidad pública, no devuelve nada con su ulterior trabajo, sino que debe devolver lo invertido en su preparación en dinero contante y sonante. Nada de lo anterior hizo este sujeto, sin embargo, cuando recibió una beca de postgrado en periodismo, en España, ni cuando se benefició de un doctorado inconcluso en la Complutense de Madrid, universidad pública bajo subsidio español.

Más allá de sumas y restas, subleva la micro visión que esta clase burguesa y compañía exhiben respecto de la formación académica: como un terreno de dólares más o dólares menos, de trueque de metálico por educación, y con una vieja mentalidad sobre el éxito individualista. Por lo demás, las palabras expresan mejor lo que disfuerzos y manierismos retóricos disimulan mal: en su artículo «Algunos apuntes sobre todo este batiburrillo webero sobre San Marcos«, este nieto bastardo del Amauta llamó ‘estudiantes menesterosos’ a quienes carecen de economía para solventar una carrera profesional.

En uno de los pocos espacios medianamente objetivos, como es el blog Grancomboclub del ex dirigente estudiantil de la Universidad Católica del Perú, Silvio Rendón, este expresó un claro deslinde crítico comentando, irónicamente, aquel razonamiento mercenario y prácticas autoritarias sobre la educación pública:

«‘No discuto la gratuidad temporal de la enseñanza pública‘, pero luego tienen que devolver la plata prestada. Entonces no es gratuidad de ningún tipo, ni siquiera temporal. Es préstamo, no prestación de un servicio gratuito. ¿Por qué negar con una mano lo que se afirma con la otra? Ya, pues, derecha, di de frente que no quieres gratuidad de la enseñanza en el Perú.

Se juega además con estereotipos: ‘pudiente’ y ‘menesteroso’. Ambos calificativos atentan contra la dignidad del/a estudiante de la universidad pública. Los países desarrollados, medianamente desarrollados y en desarrollo tienen sistemas de universidades públicas. ¿Por qué? ¿Porque les gusta que unos pocos ‘se la lleven gratis de los impuestos de otros’ ‘cuando son pudientes’ o cuando son ‘menesterosos’? ¡No! Lo hacen porque quieren formar cuadros profesionales que atiendan las necesidades laborales de las empresas. La empresa privada formará gente puntualmente o en labores específicas, pero no tienen cómo comprometer a un trabajador a trabajar siempre para la empresa. Históricamente el estado ha asumido esta formación.

El apoyo del estado a la universidad pública no es un subsidio de consumo; es una inversión nacional en capital humano. La chata lógica individualista que no sabe de externalidades combinada con una tradición oligárquica excluyente sólo ve dinero desperdiciado, sólo se imagina que el dinero vuelve al estado si el apoyo económico a la universidad pública desaparece y se convierte en un préstamo. Un profesional que trabaja para su país no cuenta como que está ‘devolviendo’ el dinero al estado. Un médico o una enfermera que trabaja en un hospital público con bajos sueldos, no devuelve nada a cambio de su formación. Un ingeniero que construye una carretera o un profesor mal pagado educado en La Cantuta que trabaja en zonas rurales no devuelve nada al estado. No, eso no vale, ahora encima tendría que pagar ‘US$10 mensuales a 12 años y pico, sin intereses y a tras 5 años de graduarse’. Eso significaría simplemente la completa privatización de la universidad pública en el Perú. Inténtalo, derecha, y no tendrás una toma de local: tendrás una revolución».

Cabe acotar, al respecto, algunas precisiones e interrogantes. El financiamiento de la universidad pública por el Estado no es solo ni tanto una inversión; sino, en principio, un derecho civil consagrado por la propia Constitución neoliberal fuji-monteSINista. Recordemos que las universidades públicas son financiadas, también, por los impuestos que pagan los profesionales egresados de sus aulas. En este sentido, y si se trata de cómo financiar la gratuidad de la enseñanza cumpliendo el mandato constitucional, por qué Aldo Mariátegui y otros agentes del neoliberalismo explotador no exigen mayores cargas tributarias para las grandes empresas nacionales y multinacionales; o mayores imposiciones tributarias para las empresas mineras, por ejemplo, que obtienen exorbitantes ganancias pagando misérrimas regalías. Por qué no exigir que estas empresas paguen más; o que los parasitarios congresistas ganen menos. A qué se debe que estos apologistas de la explotación al trabajador peruano (mediante la usurera y racista política del «cholo barato») callaron cuando Fujimori malbarató las empresas públicas. Con todo ese dinero que el Estado piadosamente condona al gran capital se podría financiar una educación pública de mucha mayor calidad y rendimiento. Es una vergüenza que la escuela pública peruana sea una de las peores de América Latina, y que solo el alumnado y muchos docentes de San Marcos, la UNI y la Agraria den la talla, a pesar del sabotaje que padecen históricamente del propio Estado y las clases dominantes para quien sirve.

Un último y grotesco ejemplo de todo lo narrado se produjo en RPP, durante el siguiente cargamontón de la periodista Patricia del Río y su cómplice -otra vez- Aldo Mariátegui, contra Jorge Huamán, secretario de relaciones internas de la Federación Universitaria de San Marcos (FUSM), a propósito de la denuncia estudiantil de que esta universidad aprobó cobrar un monto mayor por el carné universitario (S/ 18 soles cuando la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria -SUNEDU- indicó que cuesta S/ 16) y que, además, se pretende cobrar por el uso de laboratorios, el comedor y gimnasio, cuando dichos servicios deben estar incluidos en el costo de la matrícula.

Se cita unos fragmentos resaltados por el portal lamula.pe (dicho sea de paso, a P. Del Río no parece haberle ido bien en matemáticas durante su escolaridad):

«PERO SI SON SOLO DIEZ CÉNTIMOS DIARIOS»

Mariátegui: ¿Nos puedes detallar cuáles son esos cobros (indebidos), a cuánto ascienden?

Huamán: Se llama aporte voluntario estudiantil, pero de aporte voluntario no tiene nada porque…

Del Río: Esa es la versión de usted versus la del rector, pero ya nos quedó clara cuál es su posición. Usted dice…

Huamán: En el propio reglamento de matrícula se condicionan a través de gastos operativos, en el cual condicionan directamente el aporte por mantenimiento de laboratorios.

Mariátegui: ¿A cuánto ascienden los pagos de los que estamos hablando?

Huamán: En algunas facultades como ingeniería electrónica, se hacen cobros de 60 soles. En ingeniería industrial, bordea delos 150 a los 200.

Del Río: 60 soles por semestre…

Mariátegui: O sea, 10 soles al mes.

Del Río: O sea, 10 céntimos diarios. [SIC]

«DEJEN DE HACER LABERINTO, PÓNGANSE A ESTUDIAR»

Del Río: Ustedes son conscientes de lo que está pasando en el país, ¿no? ¿Los estudiantes de San Marcos son conscientes de lo que está pasando en el país? [En referencia a los huaicos y lluvias]

Huamán: Somos conscientes totalmente de lo que está pasando en el país…

Del Río: ¿Son conscientes de que el Estado está haciendo todo lo posible por asistir a gente que no tiene nada?

Huamán: Correcto…

Del Río: Y son conscientes de que San Marcos es una universidad que tiene que ser pública y gratuita, ¿cómo no?, pero que además alberga estudiantes de colegios privados que han pagado hasta un par de meses sus colegiaturas sin quejarse mucho. ¿No podrían un poco poner el hombro por esta vez y no hacer laberinto? ¿Llegar a un acuerdo con la universidad y diferir el pago si alguien tiene problemas? ¿De verdad tenemos que estar discutiendo esto en este momento porque ustedes no quieren pagar 20 o 30 céntimos diarios?

Huamán: Hemos hecho jornadas y campañas de solidaridad…

Del Río: Jorge, mucho más solidarios van a ser si no hacen laberinto en estos días, de verdad. Y pónganse a estudiar y reúnanse para hacer labor social. Nosotros vamos a estar muy agradecidos y dejen estudiar a los que si quieren estudiar. Estoy segura que su reclamo sí tiene fundamento, pero (también) estoy segura que lo pueden resolver de una manera más eficiente que lo que están haciendo. Confiamos en la responsabilidad y sensibilidad de los estudiantes de San Marcos.

Huamán: Eso esperamos que el rector haga con nosotros…».

Al igual que la «Urraca» Medina, y como ya es costumbre entre los venales periodistas peruanos, P. Del Río ha intentado articular, luego, una disculpa pública por los términos empleados; ante lo cual se le ha respondido duramente aquí1 y aquí2.

Detrás de esta retahíla de sandeces, típicas del arrogante periodismo limeño -así como de no pocos intelectuales, artistas y un sector de esta sociedad-, se trasunta una perspectiva pesetera y disciplinaria, propia de una carceleta en cualquier rincón olvidado del país, así como desviar todo en detalles secundarios para soslayar el conflicto de fondo, político e histórico, en este tipo de denuncias y reclamos justificados por parte de estudiantes y trabajadores del sistema educacional público peruano. Lo cual termina siempre con desenlaces represivos que recuerdan tiempos del fujimorato o la dictadura militar de los 70; vale decir, agresión armada contra protestas de universitarios como si fuesen avezados delincuentes.

En las imágenes televisivas se observa papelería de agitación política (Ver aquí, minuto 1:40), entre otros materiales requisados de este talante. Detalles que hacen presumir que las supuestas armas de fuego y bombas molotov, que la policía dice haber hallado en la toma del campus, fueron sembrados por las fuerzas represivas que invadieron esta universidad, como afirma la propia Federación Universitaria de San Marcos (FUSM).

De este modo, observamos que esta emblemática universidad nacional continúa siendo blanco de las élites que no le perdonan que haya sido, tradicionalmente, una fuente de pensamiento y acción críticas. Si recordamos algunos hechos en su historia lo comprobaremos. Cuando fue rector el aprista Luis Alberto Sánchez, este se opuso rotundamente a la construcción del campus universitario con el argumento de que los estudiantes podrían articular cualquier protesta mucho más fácilmente. Durante la dictadura de los generales EP Velasco Alvarado y Morales Bermúdez, se hizo ingresar fuerzas militares en reiteradas ocasiones. A fines de los años 80 y comienzos de los 90, en plena democracia representativa, fueron asesinados 2 estudiantes y otro quedó inválido por balas de la policía contra marchas de estudiantes sanmarquinos en la avenida Venezuela. En 1992, Fujimori decretó la intervención militar de San Marcos apostando efectivos militares y francotiradores al interior del campus. En este caso, las redadas eran encabezadas por sujetos encapuchados que recorrían los pasillos y señalaban a estudiantes y profesores que deberían ser detenidos o inclusive desparecidos: San Marcos estaba sembrado de soplones que cumplían este tipo de funciones (internacionalmente, el caso más sonado de este tipo de prácticas fue el asesinato, en 1992, de 9 estudiantes y un catedrático en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, «La Cantuta»). Durante la ocupación militar del fujimorato, los soldados obligaban a cantar, a patadas, el himno nacional a los estudiantes, y quienes no lo hacían eran detenidos con las consabidas sesiones de tortura. Considerando esta historia, la más reciente ocupación de San Marcos no es, pues, un hecho aislado sino que corresponde a una línea de continuidad, a una dinámica estructural con la que se ha pretendido siempre acallar el pensamiento y la acción estudiantiles.

Lo anterior se inserta en el marco oficial y oficioso de criminalizar la protesta, sembrando el fantasma del terror político para desautorizar la rebelión, y creando cortinas de humo para que los grandes ladrones y mafiosos que integran el poder en ese país sigan impunes -como varios expresidentes recientes, empezando por el búfalo gordo Alan García-, mientras el pueblo peruano -incluidos sus estudiantes más valientes y críticos- sigue invisibilizado, silenciado y secularmente desatendido en sus necesidades urgentes. Es justo afirmar, entonces, que el único terrorista es el Estado capitalista.

No uno sino mil huaycos políticos les esperan, sin embargo, a las rancias clases dirigenciales peruanas en los próximos años, hasta que la protesta popular alce vuelo y sepulte en definitiva esta historia de oprobio que significa la República peruana. Constituida, desde 1821, en beneficio de grupos egoístas y extranjerizantes que, riéndose de las penurias del pueblo (como la estólida y desenfocada risa del presidente actual, en estos días de lluvias y huaycos terribles), va camino a que su cacareado crecimiento económico le reviente en sus narices en pleno bicentenario de la fundación del inservible e insensible Estado criollo.

César Ángeles Loayza. Escritor y periodista peruano. Radicó varios años en Barcelona (España), Francia (París) y Berlín (Alemania). Integró el comité editorial de la revista de cultura y política Intermezzo Tropical. Ha publicado cuatro libros de poesía, así como un libro con dos ensayos sobre los poetas Arthur Rimbaud, y César Vallejo y el humor. Está incluido en la selección con 12 poetas de los años 80: La Última Cena, así como en la selección de poesía peruana actual, en la revista Brújula/ Compas del Latin American Writers Institute, de New York. Cursó la Maestría en Literatura, con mención en Estudios Culturales, en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Publicó, en diciembre 2015, su libro Cortes intensivos. Entrevistas y crónicas (1986-2014), donde reúne su trabajo en periodismo cultural sobre 26 personajes de la escena contemporánea. Recientemente participó en el JALLA-La Paz (Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana) en calidad de ponente con su exposición «Periodismo cultural bajo tiempos de guerra: Perú 1986-1995 (hasta hoy)».

Parte de su trabajo se puede apreciar aquí:

http://www.letras.s5.com/archivocesarangeles.htm

http://www.ciberayllu.org/Autores/

Índice y video promocional del libro ‘Cortes intensivos’: https://www.facebook.com/cesar.arskorta/posts/914455505307897?hc_location=ufi https://www.youtube.com/watch?v=DddKsNUxLN8

Página oficial del libro: https://www.facebook.com/Cortes-Intensivos-Entrevistas-Y-Cr%C3%B3nicas-1986-2014-1659147461024569/?fref=ts

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.