Publicado el 20 de abril 2017 en la sección «Tribuna» del semanario francés Politis
Ante el cuestionable tratamiento mediático de las izquierdas latinoamericanas por los medios de comunicación franceses, un conjunto de investigadores y especialistas de esta región ha deseado rectificar en esta tribuna algunas contra-verdades.
En nuestra calidad de investigadores y especialistas en América Latina, la presencia de esta región en la campaña electoral francesa hubiera debido ser motivo de regocijo. Sin embargo, observamos con inquietud el tratamiento mediático del que es objeto. Después de algunas referencias humorísticas a la insularidad de la Guayana, nos alertó el grado de desinformación que evidencian las recientes polémicas, que van de la simplificación a interpretaciones totalmente fantasiosas. Esto nos preocupa aun más pues constatamos que grandes periódicos nacionales movilizan a figuras políticas complejas de la historia reciente para alimentar una confusión ya presente en las izquierdas radicales y el autoritarismo, como por ejemplo el titular sensacionalista del diario «Le Figaro«: «Castro, Chavez… Melenchon, ¿el apóstol de los dictadores revolucionarios?».
No podemos dejar de interrogarnos: ¿se trata sólo de provocar el terror de un auditorio de electores indecisos? En efecto, numerosos medios de comunicación parecen no retener del balance de las izquierdas latinoamericanas sino los elementos que pueden contribuir a presentarlos como un espantapájaros, con el objeto de restar credibilidad a los movimientos políticos que se inspiran parcialmente de ellos.
Ante temas complejos y con frecuencia desconocidos, ciertos medios de comunicación tienen tendencia a tomar libertades con la historia y las realidades sociales contemporáneas de la región. Incluso en los medios de comunicación del servicio público, en particular el canal de televisión France 2, por ejemplo, en un reportaje de 2012 sobre la reelección de Hugo Chávez, lleno de errores groseros y de juicios, o más recientemente, en mayo de 2016, con la intervención de François Lenglet en el programa » Des paroles et des actes» (Palabras y actos) , donde acusa infundadamente de corrupción al presidente Evo Morales. Más allá de las imprecisiones factuales, constatamos una falta de interés generalizada en una comprensión real de las transformaciones sociales y políticas.
Algunos periodistas conocen a fondo los asuntos latinoamericanos contemporáneos y acuden a expertos capaces de proponer análisis muy agudos, en particular en el caso de la crisis política, económica y social de Venezuela. Pero frecuentemente los comentaristas más influyentes transmiten una visión fragmentada y estereotipada de la situación. «¿ Venezuela? ¡Fácil! ¡Mucho petróleo, presidentes autoritarios que monopolizan la televisión, una alimentación racionada y manifestaciones !»
El análisis de las causas estructurales y a largo plazo resulta obviamente menos atractivo para comprender las realidades económicas, sociales y políticas contemporáneas. Pese a su carácter fundamental, no se trata el tema de la inserción de los países latinoamericanos en la división internacional del trabajo y los «intercambios desiguales». Sin embargo, uno de los principales factores de las economías de estos países reside justamente en el hecho de que dependen en gran parte de la exportación de materias primas y que la volatilidad de los precios de éstas tienen repercusiones inmediatas en las tasas de cambio y los mercados financieros nacionales. En la esfera académica, lo que ha sido teorizado como el «síndrome holandés» o «la maldición de los recursos naturales» (a largo plazo, los resultados económicos de un país son inversamente proporcionales a la amplitud de sus recursos naturales), parece ser desconocido por análisis periodístico que se pretenden científicos y objetivos.
Nuestro propósito aquí no es explicar y aun menos justificar, los errores de los gobiernos que llegaron al poder desde los años 2000. Al contrario, se trata de invitar a desarrollar análisis críticos reales y superar la hipnosis de la instantaneidad. Así, es posible superar interpretaciones simplistas que designan a los regímenes «buenos» o «malos» e intentar comprender los procesos históricos que generan situaciones particulares.
La larga formación de la ola de nuevas izquierdas
¿Qué era Venezuela antes de Chávez, Ecuador antes de Correa, Bolivia antes de Morales, Brasil antes de Lula, Argentina antes de Kirchner?
Partamos de un tema preciso: la inflación en Argentina durante la era de Kirchner. Para comentarla, sería preciso tomar en cuenta la debilidad estructural de la moneda argentina, causa ya de hiperinflación durante la presidencia de Raúl Alfonsín, en 1988. Sería preciso recordar la re-especialización de la economía en torno a la exportación de materias primas agrícolas iniciada a fines de los años 1979 con el cese de las políticas de industrialización para substituir las importaciones, reforzada por las condiciones draconianas impuestas por el currency board y las medidas aplicadas en la década de Carlos Menem. Este último ejecutó al pie de la letra los programas de reajuste estructural recomendados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) mediante la privatización de infraestructuras, empresas públicas y sectores enteros de los servicios sociales. No podemos tampoco dejar de mencionar las condiciones de introducción de políticas neoliberales tanto en Argentina como en Chile – considerada por muchos historiadores como un «laboratorio» en el cual el choque fue especialmente brutal – por dictaduras asociadas a las élites económicas locales con el apoyo del gobierno estadounidense a través del tristemente célebre Plan Cóndor, instrumento de lucha contra los comunismos y las izquierdas. Cada pregunta parece sacar un hilo de una desesperante madeja de procesos históricos y políticos. El tiempo y la complejidad de las situaciones no pueden ser sistemáticamente explicados por los medios de comunicación, pero sí deberían al menos aportar elementos para alimentar los análisis.
Los gobiernos que precedieron a la «ola de las izquierdas» latinoamericanas llevaron a sus respectivos países a crisis económicas, sociales y políticas inéditas. Son embargo, ante políticas autoritarias y resultados económicos catastróficos, las opciones de estos dirigentes rara vez fueron cuestionadas por los discursos mediáticos franceses, como si la sumisión a las reglas del FMI garantizara la buena conducta para los «países periféricos».
Evidentemente, los gobiernos de las nuevas izquierdas no disfrutaron de la misma indulgencia mediática. Sin embargo, sus progresos sociales y democráticos son numerosos. Las derivas y los fracasos son suficientemente conocidos y comentados en Francia para que no sea preciso citarlos. Tracemos más bien un sucinto panorama de los éxitos en los últimos 15 años.
Estos movimientos políticos se originaron en las movilizaciones sociales de las décadas de 1990 y del 2000, y se estructuraron en torno a los sindicatos, a grupos de militantes por los derechos de los pueblos indígenas, colectivos y asociaciones de barrio, de defensa del ambiente o feministas. En el escenario político, se caracterizan por la voluntad de situarse entre la social-democracia y la izquierda radical. Las prácticas de desintermediación del acceso a la política institucional deberían permitir la reapropiación de lo político y la ampliación de la participación. En este sentido, las reformas constitucionales permitieron la introducción de referendos revocatorios en Venezuela o en Bolivia y en Ecuador la constitucionalización del buen vivir . A pesar de algunas semejanzas, estas «nuevas izquierdas» son extremadamente diversas y comprenden tanto a los gobiernos bolivarianos o de inspiración eco-socialista que pretenden romper con el neoliberalismo (Venezuela, Ecuador y Bolivia) como a los gobiernos progresistas socio-liberales (Argentina, Brasil, Uruguay y, en cierta medida, Chile).
En el plan social, las extremas desigualdades del continente no son lamentablemente recientes ni imputables a los gobiernos de izquierda. A través de diferentes estrategias y sin lograr liberarse de la renta producto de la exportación de materias primas, las políticas públicas de estos países han concentrado sus esfuerzos en reducir la fractura social. A pesar de la crisis económica, los años 2000 permitieron a más de 30 millones de brasileños superar la pobreza. En Bolivia, la proporción de la población que vivía en condiciones de pobreza crítica pasó de 66,4% en el año 2000 a 38,9% en 2015, mientras en Ecuador pasó de 44,6% en 2004 a 22,5% en 2014. En Venezuela, el índice de escolarización a nivel secundario pasó de 47% en 1995 a 75% en 2007, mientras el coeficiente de Gini [1] pasó de 0,435 à 0,402 y que millares de viviendas fueron construidas. Bajo las presidencias de Kirchner (2003-2015), Argentina inició un proceso de reconstrucción de los fundamentos del Estado social a través de la instauración de un subsidio universal para los niños, de pensiones de jubilación para todos y de la garantía de gratuidad de los sectores públicos (salud, educación).
Los medios de comunicación y la polarización política
La mayoría de los medios de comunicación pertenecen a grandes grupos de comunicación que son a la vez importante actores políticos . En América Latina, un informe del Observacom [2] evaluó en 60% esta concentración en el conjunto de la región. En este contexto, algunos gobiernos intentaron proponer alternativas para garantizar el pluralismo mediático y la libertad de expresión. Un ejemplo es la Ley de Medios argentina, cuyo objetivo es limitar la concentración de medios de comunicación en grandes grupos, reforzar los medios del sector público y favorecer el desarrollo de medios asociativos, cooperativos o locales en todo el territorio. Viendo un riesgo para su expansión comercial, el Grupo Clarín, principal conglomerado de prensa argentino [3] se convirtió en opositor radical del gobierno de Kirchner. En reacción a estos comportamientos, los medios de comunicación públicos de algunos países se convirtieron a su vez en tribunas para sus gobiernos respectivos, reforzando así el mecanismo de polarización.
La polarización política es por lo tanto obra de los medios de comunicación. La velocidad con la que el nuevo Presidente argentino, Mauricio Macri, derogó la Ley de Medios ilustra la importancia para las derechas latinoamericanas de la potencia mediática. Lamentablemente, la prensa francesa – quizás demasiado segura de la imparcialidad periodística – retoma con frecuencia análisis de prensa favorables a los sectores conservadores y neoliberales. Así la crisis política brasileña que permitió la instauración del gobierno ultra-liberal de Michel Temer fue conocida en Francia a través de la mirada de medios favorables a la élite económica, como Globo, Folha de São Paulo, Estadão de São Paulo o Veja , que participaron más o menos activamente a la destitución muy poco democrática de Dilma Rousseff.
Así se ha elaborado la ignorancia de las evoluciones democráticas y políticas que atraviesan las sociedades latinoamericanas. Más allá de políticas gubernamentales, observar a América Latina sólo a través de la oportuna denuncia de derivas chavistas o castristas y de un «miserabilismo» condescendiente contribuye a mantener representaciones eurocentristas que niegan toda fuerza original, creadora y liberadora a sociedades particularmente innovadoras en el plano socio-político y regularmente agitadas por movilizaciones colectivas
Estas últimas, como todos los movimientos de organización colectiva «de base», son poco citadas en los medios de comunicación dominantes, aunque representan hoy en día uno de los fenómenos políticos más interesantes.
La imagen muy aproximativa que dan estos medios de las diversas realidades latinoamericanas favorece el predominio de una desinformación generalizada, que permite a textos poco serios tener gran éxito, uniéndose a esta espesa neblina. Así, cuando un artículo relaciona insidiosamente las situaciones contemporáneas y las dictaduras militares de las décadas de 1960, 1970 y 1980, sus términos, que se sirven de una demagogia que pretenden denunciar, parecen casi aceptables. ¿Cómo no reaccionar y condenar esos discursos, cuando todavía viven con nosotros exilados políticos y sus hijos?
Es lamentable que en la arena política las mujeres y los hombres deformen las realidades sociales para manipularlas en su favor. En este caso, si se puede reprochar a Jean-Luc Melenchon que mencione solamente los éxitos de las izquierdas latinoamericanas, en ningún caso sería sensato o legítimo oponer una lectura diametralmente opuesta: la función del periodista, como la del investigador, es intentar hacer al mundo más inteligible. Sin embargo, desde hace unos diez días, asistimos a una presentación muy discutible de América Latina en la prensa francesa. Alimentados tanto por un cinismo político y electoral como por un eurocentrismo latente, reducen la historia de América Latina y su complejidad social y política a una caricatura. Algunos ejemplos latinoamericanos muestran que no puede haber democracia plena cuando los medios de comunicación prefieren la polémica, e incluso la instrumentalización política, a los hechos y a su explicación.
Notas:
[1] Medida de la desigualdad de ingresos en un país, de 0 para el más igualitario a 1 para el más desigual.
[2] Observatoire latino-américain de médias et convergence.
[3] Primer diario en número de ediciones y 60% del mercado de la televisión por cable
Leer también Mélenchon et l’exemple vénézuélien: triste tropisme?
Redactores:
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Jean-François Deluchey, enseignant-chercheur, politologue, Université Fédérale du Pará (Brésil)
Nathalia Capellini, doctorante, Université de Versailles Saint-Quentin-en-Yvelines – CHCSC
Yoletty Bracho, doctorante en sciences politiques, ATER à l’Université Lumière Lyon 2
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Daniel Veloso Hirata, enseignant-chercheur, sociologue, Université Federal Fluminense (Brésil)
Lucía Belloro, doctorante, Sorbonne Nouvelle – IHEAL – CREDA
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Claudia Jordana Contreras, doctorante, EHESS
Julien Dufrier, doctorant, Sorbonne Nouvelle – IHEAL – CREDA
Louise Rebeyrolle, doctorante, Sorbonne Nouvelle – IHEAL – CREDA
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Clara Biermann, ethnomusicologue – CREM & CREDA, ATER en anthropologie à l’IHEAL – Paris 3 Sorbonne Nouvelle.
Laura Fléty, anthropologue – LESC – MUSEU NACIONAL Rio de Janeiro
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Jérémy Robert, géographe, postdoctorant, IFEA
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Juliette Dumont, maître de conférence en histoire, Sorbonne Nouvelle, IHEAL-CREDA
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Mathilde Allain, docteure en sciences politiques, chercheure associée au Centre Emile Durkheim, IEP de Bordeaux
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Carolina Milhorance, post doctorante, développement durable, Université de Brasilia, Brésil.
Silvia Capanema, enseignante-chercheure, historienne – l’Université Paris 13
María Maneiro, enseignant-chercheur, sociologue, CONICET/ Universidad de Buenos Aires, Argentine.
Alicia Rinaldy, docteure en sociologie, Sorbonne Nouvelle – IHEAL – CREDA
Claire Souillac, doctorante, Sorbonne Nouvelle – IHEAL – CREDA
Gabriel de Santis Feltran, Professeur de Sociologie, Université Federal de São Carlos, SP, Brésil
Jessica Brandler-Weinreb, chercheure associée au CED – UMR 5116 et au CREDA 7227
Guillaume Beaulande, journaliste
James Cohen, Professeur, Université de Paris 3 Sorbonne Nouvelle
Lucie Hémeury, doctorante, Paris 3 Sorbonne-Nouvelle, IHEAL-CREDA Sarah Dichy-Malherme, doctorante associée à l’IFEA, Université de la Rochelle
Sarah Dichy-Malherme, doctorante associée à l’IFEA, Université de la Rochelle
Eliza Benites-Gambirazio, doctorante IHEAL-CREDA et University of Arizona
Irène Favier, maîtresse de conférence en histoire contemporaine, UGA-LARHRA
Jordie Blanc Ansari, Doctorante en Anthropologie, Paris 3 – Sorbonne Nouvelle (IHEAL – CREDA)
Patrick Zahnd, Professeur invité à Sciences-Po Paris,Tecnologico de Monterrey campus de Mexico, Mexique
Pacôme Girod, chercheur à l’Institut de la Démocratie, rattaché au Conseil National Électoral équatorien
Lorenzo Jalabert D’Amado, doctorant, Paris 3 – Sorbonne Nouvelle (IHEAL – CREDA)
Clément Astruc, doctorant, Paris 3 – Sorbonne Nouvelle (IHEAL – CREDA)
Hélène Roux, Chercheure associée, UMR Développement et sociétés, Paris 1
Carolina Vélez Gómez, Instituto de Altos Estudios para el Desarollo, Bogota, Colombie
Sofia Espinosa, doctorante, Paris Panthéon Sorbonne, UMR Développement et Sociétés
Mauro Dela Bandera Arco Júnior, doctorant, Université de São Paulo, Brésil