Se viene afirmando que en el Perú existe una crisis política, una crisis del modelo económico y del régimen político, atravesados por la corrupción generalizada como por una espada de fuego, y de que es imperativo, aún para las fuerzas de izquierda, luchar denodadamente por el rescate de la democracia contra las mafias encarnadas en […]
Se viene afirmando que en el Perú existe una crisis política, una crisis del modelo económico y del régimen político, atravesados por la corrupción generalizada como por una espada de fuego, y de que es imperativo, aún para las fuerzas de izquierda, luchar denodadamente por el rescate de la democracia contra las mafias encarnadas en la tenebrosa alianza aprofujimorista, de tal forma que ahora la lucha popular contra la corrupción está liderada por el Presidente Vizcarra (pese a tener antecedentes de estar comprometido con actos de corrupción) constituyéndose este como el adalid de la lucha contra la corrupción, cual poderosa locomotora jalando el tren de la historia; y una vez más la izquierda, como furgón de cola.
Mientras tanto, realmente el sistema goza de buena salud, el modelo económico sigue funcional al esquema de despojo y saqueo, y el régimen político, dentro del marco constitucional se muestra rebosante de salud y vitalidad, aún para solucionar las «crisis políticas», con la perspectiva de santificarse; consolidándose en el tiempo, sin visos de una contradicción seria que la llegue realmente a desestabilizar y poner en peligro.
Cómo es posible que esta situación reiteradamente se de en el Perú, en donde los medios de información, evidentemente parametrados y serviles al sistema imperante, periódicamente y en forma oportuna (como en este periodo de elecciones locales), van soltando temas que se vuelven conflictivos y detonantes de las manifestaciones de rechazo y descontento popular, siendo estos (los medios parametrados y serviles), finalmente quienes marcan la agenda política. Enmarcando además las elecciones locales en el tema de la corrupción, tanto así que todos los candidatos prometen luchar contra la corrupción; es decir, el ladrón gritando ¡¡¡cojan al ladrón!!!
Cómo es posible que la contradicción principal de la lucha política en el Perú se dé entre dos manifestaciones de la derecha corrupta y sinvergüenza, pero sobre todo entreguista y servil a los intereses del orden establecido a nivel mundial; y que el movimiento popular vea como su enemigo principal, a la mafia aprofujimorista y que en su lucha contra este no dude en ir tras la otra vertiente de la derecha, además igualmente corrupta, dejando intacto al sistema.
Evidentemente, este es el escenario ideal para el imperialismo de las transnacionales, quienes realmente tienen una visión política global y aplican una estrategia que además de global, también tiene sus variantes locales de acuerdo a los adversarios con los cuales se encuentra; es así que para unos es la guerra brutal y genocida, para otros el bloqueo criminal, las amenazas de aniquilación e intervención armada, y para otros, es el de control total de la vida política, tanto de las fuerzas de gobierno como de las de oposición, así como de la opinión pública, manejando el curso de la lucha política con hilos invisibles, usando lacayos y cipayos locales, cuidando de dar apariencia de orden «democrático», legalidad y estado de derecho, a lo que realmente es la burda dictadura del dominio y saqueo, del sometimiento y de la condena a la miseria de millones de personas, además de la humillación, manifestada en la «voluntaria» renuncia a la soberanía y dignidad popular. Controlando de esta forma, de inicio a fin cada «crisis política», marcando el momento de su detonación, y el ritmo de su curso, así como la profundidad de estas; sin que lleguen a tocar los asuntos realmente de fondo, y con un desenlace predeterminado destinado a finalmente fortalecer y consolidar no solo a las fuerzas políticas útiles a sus objetivos y propósitos, sino además consolidando y fortaleciendo al orden establecido.
Es necesario para el movimiento popular peruano, reconocer de una vez por todas que el enemigo principal de nuestro pueblo, así como de los pueblos del mundo, es el imperialismo capitalista, y que la contradicción principal en nuestro suelo patrio, se da en torno a los recursos naturales, ya que el control de estos es el objetivo principal y fundamental de la estrategia imperialista.
O es que se cree que la estrategia política de la derecha nace en los pequeños y corruptos cerebros de los Fujimori, Montesinos, Alan García, y otros similares; y que el obstáculo principal del desarrollo y progreso nacional es la corrupción; Significando entonces que el capitalismo es bueno y que es la corrupción la que no lo deja dar sus buenos frutos.
Debemos pasar del escándalo provocado por los audios y videos de la corrupción, al escándalo del saqueo de los recursos naturales, difundiendo la real magnitud del robo y despojo, denunciando en todos los espacios, y en todas formas, que el problema de los recursos naturales no es solo la evasión y exoneración tributaria, o el daño ambiental, sino también, y sobre todo el robo colosal y descarado de la inmensa riqueza nacional. Además de que realmente existen números conflictos locales denominados «socio ambientales» en torno a los recursos naturales, los cuales es necesario centralizarlos y elevarlos a conflictos económicos y políticos de incidencia e interés nacional.
Los programas de gobierno de las fuerzas de izquierda deben contemplar lo que se podría hacer si contáramos con la soberanía sobre los recursos naturales, y con el control popular de los distintos niveles de gobierno, además de un congreso realmente representativo, popular y nacional, y un efectivo sistema de justicia. En ese orden de importancia y prioridad, no al revés.
La legitima consigna de una nueva constitución política, vía la convocatoria a una asamblea constituyente, se debe dar en torno al régimen económico, principalmente de los recursos naturales, y específicamente a lo señalado en el art. 66 de la actual constitución [1]; y de la Ley Orgánica N° 26821 (irónicamente denominada, «para el aprovechamiento sostenible de los Recursos Naturales»), derivada de este dispositivo constitucional, especialmente lo señalado en su art. 4 [2]; además del fortalecimiento y ampliación de la democracia participativa, el control popular sobre los niveles de gobierno, y la implementación de un sistema de justicia también constituido y conformado por la elección y control popular; es decir, un aparato estatal con sus poderes independientes pero con participación y control popular.
La correlación de fuerzas que se debe ganar en las calles, en la movilización social, debe estar orientada hacia ese objetivo político, sólo así el pueblo peruano se incorporará a la lucha de la humanidad por la paz, justicia, y por la vida; frente a las fuerzas de la destrucción, del dolor y sufrimiento humanos.
Notas:
[1] Art. 66.- Los recursos naturales, renovables y no renovables, son patrimonio de la Nación. El estado es soberano en su aprovechamiento. Por ley orgánica se fijan las condiciones de su utilización y de su otorgamiento a particulares. La concesión otorga a su titular un derecho real sujeto a dicha norma legal.
[2] Art. 4.- los recursos naturales mantenidos en su fuente, sean estos renovables o no renovables, son Patrimonio de la Nación. Los frutos y productos de los recursos naturales, obtenidos en la forma establecida en la presente ley, son del dominio de los titulares de los derechos concedidos sobre ellos.
Nota: las negritas son nuestras. Entiéndase dominio como sinónimo de propiedad. Compárese estos dispositivos con sus similares en la constitución del Estado Plurinacional de Bolivia, por ejemplo.
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