Recomiendo:
1

El encanto de la tibia izquierda uruguaya

Fuentes: Observatorio en Comunicación y Democracia (OCD) - Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) | América Latina y Caribe

El regreso al gobierno del Frente Amplio en Uruguay es una buena oportunidad para pensar qué proyectos se proponen implementar las llamadas izquierdas una vez que triunfan en la arena electoral.  Hace muy poco, el presidente de Colombia Gustavo Petro dijo en una entrevista que no había que hacer la revolución en Colombia y que había fallado al creer que podía hacer una revolución gobernando.

Está claro que el Frente Amplio no se propone hacer una revolución en Uruguay.  Entonces cabe la pregunta: ¿para qué quieren las izquierdas acceder al gobierno cuando son conscientes de que eso no implica tener el poder real ni la posibilidad de realizar profundos cambios estructurales?

Vieja pregunta.  Hoy, falta de respuestas.

A fines del siglo XIX y parte del siglo XX la premisa era la toma revolucionaria del poder para destruir el antiguo régimen, inspirados en el ejemplo de la revolución francesa.  Luego construir el socialismo.  En el siglo XXI parece que muchas  izquierdas apenas se proponen administrar un país sin siquiera tener el poder real.  Muy lejos han quedado los debates sobre “reforma o revolución” ya que pocos hablan de “revolución”, y tal vez se trata de explorar de qué hablamos cuando hablamos de “reformas”.

La primera parte del breve discurso de asunción de Yamandú Orsi rescata los 40 años ininterrumpidos de democracia y aclara que no llega al gobierno “con un espíritu refundacional”.  Citando al prócer  José Gervasio Artigas señaló que “las causas de nuestro pueblo no admiten la menor demora”.   Estas palabras generales de Orsi podrían ser pronunciadas por un presidente de cualquiera de los dos partidos tradicionales (blancos y colorados) que gobernaron casi siempre desde la independencia.  Es más, lo elogian por su moderación.

Allá a lo lejos, en los archivos del Frente Amplio, quedaron las expresiones como imperialismo, sumisión a la recetas del Fondo Monetario, evasión criminal de divisas, profunda crisis estructural o privilegios de una minoría apátrida y parasitaria, que figuraban en su Acta Constitutiva de 1971.  Si bien no se anunciaba una “refundación”, sí se planteaban “grandes transformaciones”.

Para esa época, el Movimiento de Liberación Nacional (MLN) , más conocido como Tupamaros, estaba fuera del FA y sus principales documentos eran aún más radicales.  Una y otra vez aparecía la palabra “revolución”.   Desde ya que mucha agua ha pasado bajo el puente a nivel global, regional y local.  Hubo una dictadura, incorporación del MLN al Frente Amplio, 40 años de democracia y 15 seguidos de gobiernos de izquierda (2005-2020).

Esto implica que el Frente ya gobernó, y no pocos años.

Tal vez el tramo más impactante del discurso fue cuando Orsi dijo que es “inadmisible que un país de renta alta como el nuestro tenga uno de cada cinco de sus niños y adolescentes viviendo bajo la línea de pobreza”.

No se le puede achacar toda la responsabilidad a Luis Lacalle Pou del Partido Blanco –que gobernó entre 2020 y 2025- aunque la situación se hubiera agravado durante su gestión. Implícitamente Orsi reconoce el fracaso de los sucesivos gobiernos del Frente Amplio (Tabaré Vazquez – José Mujica – Tabaré Vázquez) ya que no lograron eliminar la pobreza infantil y adolescente.  Vale decir que -en su discurso- Orsi tampoco presentó un plan para resolverlo.

Esto remite a la pregunta inicial: ¿para qué se quiere gobernar?

Sin temor a equivocarnos podemos decir que la mayoría de la población uruguaya en 2025 vive mejor que en 1971 cuando nació el Frente Amplio.  Si entonces comenzaba el boom del consumo de televisores, hemos pasado de la ambición del aparato hogareño para cada hogar a su cuasi extinción, reemplazado por el televisor “propio” de cada miembro familiar en su teléfono.

El consumo es un aspecto fundamental en la calidad de vida y ningún gobierno deja de tomarlo en cuenta.  Pero no se trata solo del consumo personal y la conectividad que permite un celular con sus múltiples aplicaciones.  Aunque blancos y colorados hayan gobernado para las élites, no se puede negar que –comparado con 1971- las rutas son mejores, así como los edificios de las escuelas, los hospitales, los parques, los estadios de fútbol o los tablados para el carnaval, entre tantas otras cosas que hacen a la vida cotidiana.

En líneas generales se vive mejor que en 1971.  También se podría decir que es la deriva inercial del propio desarrollo del capitalismo.  Sin embargo, Orsi dice que uno de cada 5 niños y adolescentes es pobre.   Y no es un tema menor.

En octubre de 2019, días antes de las elecciones que ganaría Luis Lacalle Pou, el Movimiento de Participación Popular de Pepe Mujica realizó un balance de sus logros en cinco años de gobierno.  Allí se resalta que se redujo la pobreza al 12 por ciento, y que 10 años antes era de 40 por ciento.

Además, que hubo una mayor distribución de las riquezas, un crecimiento económico sostenido, el nivel de desigualdad más bajo en la historia, la ley de matrimonio igualitario, la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo hasta la duodécima semana de gestación y la legalización de la compra, venta y cultivo de marihuana bajo regulación del Estado.

Son reformas importantes.  ¿Se las puede definir como reformas estructurales? Sí y no.  No cabe la menor duda que la ley de matrimonio igualitario es una reforma estructural que difícilmente un gobierno conservador pueda anular.  Como lo han demostrado muchos países, es una reforma que se puede concretar en el marco del capitalismo.

Esto quiere decir, que las reformas más destacadas por el Frente Amplio en su conjunto no son parte de ninguna revolución y por eso, según Orsi, tampoco hay motivos para pensar en una “refundación” del país.  En otras palabras, se hará lo que se pueda, o lo que permitan los históricos partidos y las clases dominantes a las que no se quiere enfrentar porque sobre esta base se consolidó la democracia uruguaya desde el fin de la dictadura. Es lo que dijo Orsi con otras palabras.

Ahora bien, la reivindicación de los cuarenta años ininterrumpidos de democracia que hace Orsi en su discurso conlleva una paradoja.  En el siglo pasado la pasión revolucionaria no contemplaba mantener lo que entonces se denominaba “democracia burguesa”.

Frente al avance de las extremas derechas, las izquierdas aparecen ahora como las defensoras de la democracia, ya no “burguesa”, sino democracia a secas.   Ninguno de los componentes del amplio Frente Amplio propone en 2025 una revolución, ni siquiera enuncia reformas estructurales.  Por el contrario, son las diversas fuerzas de extrema derecha las que proclaman la necesidad de reformas estructurales –regresivas- en base a un discurso disruptivo que atrae, frente al mantenimiento del orden vigente, que defienden las izquierdas.

La mayoría de las personas –no solo en Uruguay- quiere vivir mejor más allá de cualquier ideología.  El Frente Amplio en sus 15 años de gobierno demostró que puede mejorar muchas cosas, incluso con algunos cambios estructurales, aunque sabe que no se puede tocar el Poder Judicial o las Fuerzas Armadas, con todo lo que ello significa.

Por otra parte, y siguiendo con la importancia que le dio Yamandú Orsi al dato de la pobreza de niños y adolescentes, parece que con reformas no alcanza.   Pero las izquierdas en el mundo, incluyendo la uruguaya, ya no ofrecen «una utopía hacia la que hay que caminar, aunque se aleje cada día», como le gustaba repetir a Eduardo Galeano la frase del cineasta Fernando Birri.

Es posible que en 2025 la vara sea muy baja y solo se trate de “administrar” mejor el Estado que las clases dominantes construyeron.  El problema central es que, como las izquierdas por lo general tampoco logran eso, suelen dejar las puertas abiertas para que vuelvan los gobiernos de derecha.

Colectivo de investigación del Observatorio en Comunicación y Democracia (Comunican), Fundación para la Integración Latinoamericana

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.