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Progresismo latinoamericano y nuevo monroísmo

Fuentes: Rebelión

El pasado 5 de marzo de 2025, ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de los Estados Unidos y bajo el título “Promoción de los intereses estadounidenses en el hemisferio occidental” (https://t.ly/Q3ZKA), se presentaron dos ponencias: una de Margaret Myers (Senior Advisor, Inter-American Dialogue Global Fellow, Woodrow Wilson Center); y otra de Joseph Ledford (Hoover Institution, Stanford University). Ambos testimonios son coincidentes en una serie de puntos, que tienen especial significación para América Latina.

1. Existe clara coincidencia en sostener que los intereses nacionales de los Estados Unidos están profundamente entrelazados con todos los países del hemisferio e incluso por una larga historia. Mantener esos lazos, fomentarlos y fortalecerlos es una garantía para la seguridad nacional de los Estados Unidos. “La Doctrina Monroe es más vital que nunca”.

2. América Latina posee recursos que necesitan los Estados Unidos y que son aprovechables para las modernas tecnologías como: litio, cobre, níquel, cobalto y otros minerales críticos.

3. La migración irregular hacia los Estados Unidos desafía la seguridad del país.

4. Otro problema crítico es el crimen transnacional, incluido el tráfico de bienes y sustancias ilegales (fentanillo, por ejemplo) que tiene un efecto dramático y devastador en la población estadounidense. Por eso es necesario el esfuerzo de los Estados Unidos para promover la estabilidad y la prosperidad en México, América Central y otras partes de la región, mediante la cooperación en materia de seguridad y otras formas de asistencia exterior.

5. Pero el peligro mayor es la expansión de China. En el hemisferio se disputa el orden mundial. China ha forjado formidables vínculos económicos, militares y políticos en toda América y, en forma complementaria, con la presencia ampliada de sus “socios despóticos”: Irán, Rusia y Corea del Norte. De modo que China ha logrado una posición económica dominante en ciertos sectores y partes de la región y los países latinoamericanos buscan en China oportunidades económicas, finanzas e inversiones.

Las exposiciones de los académicos del establishment estadounidense pormenorizan las acciones que debe realizar el país para conseguir el éxito del “America First” impulsado por el presidente Donald Trump, que es la guía para impedir el avance de los “enemigos externos” y para recobrar el liderazgo indiscutible de los Estados Unidos en el mundo. Además, los expositores destacan los avances del presidente Trump a mes y medio de haber iniciado su gestión, especificando el trato con México, los países centroamericanos y varios de los gobiernos sudamericanos.

En definitiva, no hay novedad en la visión y las propuestas presentadas. Lo que hacen es apuntalar el nuevo monroísmo de la era Trump.

Pero América Latina ya no es la región del pasado. Con el avance del siglo XXI y en las condiciones creadas por la globalización transnacional como por el despegue de un mundo inevitablemente multipolar, los gobiernos progresistas de la región demostraron las virtualidades de adoptar posiciones conjuntas para lograr la integración, declarar a la región como territorio de paz y delinear estrategias comunes para sus relaciones con las diversas potencias mundiales. La creación de la CELAC fue su punto culminante. Y si bien sobrevino un período de restauración conservadora, América Latina tiene en la actualidad al menos la mitad de países con gobiernos progresistas de distintos alcances. Entre ellos están Brasil y México, los países más grandes. Y ha quedado en claro que México, tanto con el presidente Andrés Manuel López Obrador como con la presidenta Claudia Sheinbaum, ha pasado a la vanguardia de las posiciones latinoamericanistas. Fiel a la Doctrina Estrada (1930) que ha definido su diplomacia no-intervencionista, México ha marcado una habilidad ejemplar para tratar con el presidente Trump. Brasil, igualmente, posee suficiente peso diplomático e internacional y su participación en los BRICS es decisiva.

Los otros países de la región, con gobiernos de las derechas políticas y algunos, como Ecuador, con gobiernos directamente oligárquicos, no ofrecen posibilidades para la independencia latinoamericana frente a las posiciones que, con mayor agresividad, se proyectan bajo el nuevo monroísmo de la era Trump.

En condiciones históricas diferentes América Latina no tiene razones para considerar a otros países de fuera del hemisferio occidental como “enemigos” contra los cuales hay que alinear una sola posición continental. Más aún cuando ya se han creado relaciones económicas provechosas y de las cuales participan empresarios privados de los mismos países de la región. Las decisiones latinoamericanas no tienen que sujetarse a las geoestrategias entre potencias. De modo que los gobiernos progresistas afrontan el desafío por continuar en la construcción de la soberanía nacional y regional que impida las amenazas y las imposiciones.

Blog del autor: Historia y Presente
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